29 ene 2010
Suelo quedar dormido. Félix Francisco Casanova
Suelo quedar dormido. Félix Francisco Casanova
Suelo quedar dormido
mirando la luz de una vela,
en mis sueños la llama incendia la noche
que cae como el telón al final de una tragedia,
el fuego sigue creciendo como un niño interminable,
en el sótano perecen los fantasmas olvidados
y en las calles sin salida
mis amigos se agolpan temblorosos.
Esa música crujiente
que avanza como un ejército de muertos,
el viento inflamable que destroza las estaciones
como la coz de un caballo en libertad,
así de fuerte es mi venganza,
así me ahorco con la soga del campanario
para que os persiga la música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el amor
ni oleréis ese manjar que es el agua.
Pero cuando el tren del sueño
se detiene, es imposible describir
la tristeza que retorna a mis ojos,
testigos ridículos de ese trozo
de cera que se está consumiendo.
Félix Francisco Casanova
de La memoria olvidada. (Hiperión, 1990)
El don de Vorace
Me siento realmente mejor. Las vírgulas de agua en la ventana desdibujan el paisaje, o quizá son mis ojos los que despliegan esta cortina de lluvia a mi alrededor. Creo que he sonreído justo como los moribundos alegres, pero tampoco en esta ocasión termino de morirme. Estoy llegando al colmo de lo grotesco.
Cuento hasta diez y me impulso hacia adelante. Mi espalda parece pegada con chicle al colchón, las sábanas son la continuación de mi piel y este sudor de animal enfermo recorriéndome el cuerpo como un pecado. Comienzo a enjaezar a la bestia de mi cerebro: la montura del razonamiento, los estribos de la lógica. Me desembarazo de la blusa del pijama como si se la quitara a un muerto. Arrastro mis pies desde el fondo de la cama, nunca pensé que fueran tan pesados. No dudo de que alguien me confunda con un zombie abandonando el ataúd. La disnea disminuye. De repente me encuentro de pie, temblando intento asirme a la cómoda, pero ya no hay cómoda sino un pequeño taburete con frascos medicinales. Atrapo uno que tiene forma de botella y lo alzo hasta mis ojos, pero no consigo unir más de dos sílabas. ¡Rayos, esto es indescifrable! (No sé si lo pienso o lo hablo). Quizás haya olvidado leer, amnesia total. Por un momento esto me parece maravilloso: saber nada y empezar de nuevo. Pero, vana ilusión, la memoria comienza a desandarlo todo y las imágenes, voces, nombres acuden a mí como la gente a la salida de un cine. Por fin acabo de leer el dichoso rótulo, pero ya las primeras sílabas se me han olvidado y no tengo ánimos para recomenzar. Con tenaz esfuerzo devuelvo el frasco al taburete y noto estar erguido, sin apoyarme en objeto alguno. Una cucarachita trepa por mi pie descalzo, la escupo con alegría, mientras se ahoga, los muebles van recuperando su color habitual e inmediatamente observo que los han cambiado de lugar. Casi a tientas busco la consola de caoba. Está justo en la otra pared, frente a la que antes ocupaba, y en seguida pienso (o digo) que es un cambio absurdo. Abro la gaveta y con un suspiro recojo mi agenda. Es preciso saber cuánto tiempo he delirado en ese horrible camastro, así es que acudo a la última página escrita. Una fecha: 2-diciembre y, con letra que cualquier grafólogo calificaría de melancólica y pesimista, leo: “Hoy es mi último día con vida (ojalá). Esta noche bajaré el telón El demonio quiera que no se vuelva a subir”. Luego vienen toda clase de detalles sobre el revólver con que me ejecuté y algunas estrofas sarcásticas referidas a lo que en realidad ha ocurrido y que ya intuía con cierta seguridad. Más adelante, una serie de recuerdos mal hilvanados, mis libros, padres, infancia Un beso final para Marta y la firma completa, con letra de molde: BERNARDO VORACE MARTíN.
No puedo por menos que carcajearme de este nuevo intento fallido o llorar como sólo yo he llorado. Opto por enmudecer los pensamientos y andar sonámbulo. El demonio alzó el telón. Llego a la sala de estar, que ahora es cuando realmente merece este nombre, pues antes era, en todo caso, la sala de no estar, con docenas de libros y discos a modo de alfombra y las huellas de mis vicios entecho y paredes. Ahora todo rezuma limpieza, los discos como los colocaría cualquier pulcro aficionado ylos libros en orden, según editorial o autor. El gran sofá aparece acondicionado en forma de cama: almohada, sábana, manta. A su lado mi mesilla de noche con Las Flores del Mal que yo había comenzado a leer antes del último suicidio.
Lo hojeo y observo numerosos versos subrayados con carmín, los que comparan al poeta con el pájaro albatros: “El poeta es como este príncipe de las alturas/ que asedia la tempestad y se ríe de las flechas,/ desterrado en el suelo, entre burlas,/ sus alas de gigante le impiden andar”. Pero creo que mi caso es aún más triste. Junto a Baudelaire están un vaso con agua y el tubo de cápsulas rojas. Oigo abrirse la puerta, giro la cabeza Y ahí está, vestida de vaquera, bolsa de supermercado en mano.
- ¡Mi pequeño inmortal! -Marta con ojos llorosos- . ¡Nunca lo conseguirás, eres Dios, eres Dios! La tengo en mis brazos, los cuerpos amarrados, gritos en mis oídos. -¡Mi linda bestia ensangrentada, eres un Diablo!
Mientras me recuerda una y otra vez que no puedo ser aplastado como araña bajo zapato, me derramo de rodillas con mi rostro en sus rodillas Lloro torpemente, como si fuese la primera vez que no muero.
A ÉL LE HUBIERA GUSTADO MÁS UN ‘ROCK AND ROLL’
A ÉL LE HUBIERA GUSTADO MÁS UN ‘ROCK AND ROLL’
Julián Ayala Armas
Pobre Félix Francisco-Vorace Casanova, muerto antes de tiempo de una muerte que no era la suya. Pobre Félix-Vorace con su don de la inmortalidad a cuestas, sin ninguna mano ya que enjugue su frente en las noches de pesadilla. Él, que amaba cada uno de sus días y ahora los ha vulnerado con la más grave y acuciante de las heridas.
Yo no quería escribir hoy sobre él. Él seguramente no hubiera querido que nadie
escribiera sobre él en estos momentos. Le hubiera gustado más ser despedido con la música de un rock and roll, de diapasón sonoro y estridente como una naranja. Le hubiera gustado cualquier cosa menos estas palabras ritualmente acongojadas, hubiera hecho alguna broma con ellas, como quien no lo dice, mirándonos así, como con timidez socarrona. A él le hubiera gustado un funeral con saxos y con baterías, un funeral que fuera una sinfonía pop con la muerte como única solista.
Pero no ha sido así. Félix se ha ido con su don debajo del brazo. Absurdamente, como uno de los personajes de su única novela publicada, de todas sus novelas soñadas. Se ha ido y a uno no se le ocurre ahora más que un puñado de palabras deshilvanadas que nacen, eso sí, de muy adentro, donde se guardan las palabras que nunca nos gustaría decir: la palabra pérdida, la palabra muerte, la palabra partida, la palabra adiós. Las palabras malditas del diccionario, las que hacen inútil el diario afán del hombre sobre la tierra.
Félix era la antítesis de esas palabras. Una conversación con él nos dejaba el sabor amable de un hasta luego, de una permanencia sin quiebra, entre el estallido fugaz de una frase acaracolada y risueña, un comentario hecho al paso, brillante y espontáneo, o una sílaba no terminada de pronunciar. Su don, el don de Vorace que era el don de Félix, permanece entre nosotros, en sus pocos libros publicados, en ese puñado de versos y frases rutilantes que nos ha dejado.
Dejado. Otra vez la maldita palabra. Otra vez al círculo vicioso de la vida que termina, de la muerte que empieza. A Félix ya no le importa nada. A nosotros nos importa todavía todo y hay que pasar muy malos tragos en la vida antes de tomar el último. Félix nos ha dejado el sabor de sus versos y sus relatos, el recuerdo de su conversación, su risa breve, o su gesto de echarse el pelo hacia atrás. Todos los muertos nos dejan algo suyo siempre y también se llevan siempre algo nuestro: la angustia por la vida truncada, la esperanza rota en lo que pudo ser y no fue, y como colofón una pila de palabras deshilvanadas…
(El Día, Tenerife, viernes 16 de enero de 1976)
Julián Ayala Armas
Pobre Félix Francisco-Vorace Casanova, muerto antes de tiempo de una muerte que no era la suya. Pobre Félix-Vorace con su don de la inmortalidad a cuestas, sin ninguna mano ya que enjugue su frente en las noches de pesadilla. Él, que amaba cada uno de sus días y ahora los ha vulnerado con la más grave y acuciante de las heridas.
Yo no quería escribir hoy sobre él. Él seguramente no hubiera querido que nadie
escribiera sobre él en estos momentos. Le hubiera gustado más ser despedido con la música de un rock and roll, de diapasón sonoro y estridente como una naranja. Le hubiera gustado cualquier cosa menos estas palabras ritualmente acongojadas, hubiera hecho alguna broma con ellas, como quien no lo dice, mirándonos así, como con timidez socarrona. A él le hubiera gustado un funeral con saxos y con baterías, un funeral que fuera una sinfonía pop con la muerte como única solista.
Pero no ha sido así. Félix se ha ido con su don debajo del brazo. Absurdamente, como uno de los personajes de su única novela publicada, de todas sus novelas soñadas. Se ha ido y a uno no se le ocurre ahora más que un puñado de palabras deshilvanadas que nacen, eso sí, de muy adentro, donde se guardan las palabras que nunca nos gustaría decir: la palabra pérdida, la palabra muerte, la palabra partida, la palabra adiós. Las palabras malditas del diccionario, las que hacen inútil el diario afán del hombre sobre la tierra.
Félix era la antítesis de esas palabras. Una conversación con él nos dejaba el sabor amable de un hasta luego, de una permanencia sin quiebra, entre el estallido fugaz de una frase acaracolada y risueña, un comentario hecho al paso, brillante y espontáneo, o una sílaba no terminada de pronunciar. Su don, el don de Vorace que era el don de Félix, permanece entre nosotros, en sus pocos libros publicados, en ese puñado de versos y frases rutilantes que nos ha dejado.
Dejado. Otra vez la maldita palabra. Otra vez al círculo vicioso de la vida que termina, de la muerte que empieza. A Félix ya no le importa nada. A nosotros nos importa todavía todo y hay que pasar muy malos tragos en la vida antes de tomar el último. Félix nos ha dejado el sabor de sus versos y sus relatos, el recuerdo de su conversación, su risa breve, o su gesto de echarse el pelo hacia atrás. Todos los muertos nos dejan algo suyo siempre y también se llevan siempre algo nuestro: la angustia por la vida truncada, la esperanza rota en lo que pudo ser y no fue, y como colofón una pila de palabras deshilvanadas…
(El Día, Tenerife, viernes 16 de enero de 1976)
MURO
Muro
Cargado de ausencias, de sabios y grillos,
el hombre se estrella en la hueca noche
con el olfato averiado y la brisa fumando su fiebre.
En el volumen del tiempo,
la fe se tropieza arruinada
y el turbio gemido de las cloacas se extiende
con la sed en el rumbo plúmbeo.
Sin trabajar el sudor,
sin que tus visiones te ingieran,
así se espera el nuevo amanecer
(con algo más de fuego en los bolsillos).
Luego, en el séptimo despertar,
las eternas ojeras te calumnian
y las orugas siguen presas en el muro.
Este viejo sol está harto de brillar.
(Este poema no ha sido editado en ningún libro. Lo escribió Casanova a los catorce años)
La resurrección de Félix Francisco Casanova
Fernando Aramburu dio el aviso. Fue en El Cultural, el 2 de octubre pasado, respondiendo a la pregunta: “Y un autor al que sería necesario reivindicar”?“Sin la menor duda -afirmó-, y aquí sí que no transijo, Félix Francisco Casanova Martín, poeta canario de una singular lucidez, un maestro del misterio, hondo y liviano al mismo tiempo, el cual, además, escribió una novela diabólica, inexplicable dentro de la tradición literaria a la que estamos acostumbrados. Es, en cierto modo, nuestro Rimbaud. [...] pienso que no necesita reivindicación ninguna; que somos nosotros, los desinformados, las víctimas de nuestra ignorancia, quienes deberíamos reivindicarnos frente a sus obras”. A partir de entonces, editores, medios de comunicación y escritores quisieron saber algo de la vida y la obra de este joven poeta, muerto a los 19 años y autor de una obra turbadora y de una calidad a la altura de los mejores. Tal vez sea, sí, el Rimbaud español, como ya se le empieza a conocer en el circuito poético, pero de lo que no hay duda es de que Casanova merece un reconocimiento mayor del que disfruta. Para ello, y más allá de lo publicado, El Cultural ofrece hoy, además de estas fotografías inéditas, los primeros tramos de la novela El don de Vorace, editada estos días por Demipage, un poema hasta ahora desconocido y pasajes del diario del poeta.
El entusiasmo de estos días por la figura y la obra de Félix Francisco Casanova contrasta con el silencio atronador de treinta y cuatro años ya. Demasiados e inexplicables para un talento y una vida (y una muerte) como la del joven poeta canario. El Rimbaud español, como lo comenzaron a llamar los fervorosos conocedores de su poesía, nació en la isla de La Palma en septiembre de 1956 y murió en Tenerife un día de enero de 1976, en la bañera de su casa, por inhalación de gas. Nadie puede afirmar cómo ocurrió. Lo encontró su padre que, tras romper la puerta, lo sacó de la bañera, y desnudo y en brazos lo llevó al hospital, donde nadie pudo hacer nada por su vida. El hermano menor del poeta, José Bernardo, reveló al editor de Demipage, David Villanueva, que “antes de meterse en el baño, Félix me dijo que yo tenía algo muy importante que hacer en mi vida y era seguir aumentando la colección de música”.
Porque en el principio fue la música. Félix Francisco Casanova vivía para ella. Sus primeros versos fueron, en realidad, la traducción del inglés de las letras de sus canciones. En mayo de 1974 dejó escrito en su diario: “Estos días oigo mucha música, mucha. Siempre estoy naciendo en la música, es inagotable mi sed y también su fuente es inagotable. Y me amansa y me derrama como un cántaro de sangre de montaña, y su amor me toca y soy lo más vulnerable a sus palabras, y mis heridas, mis llagas revenan como un árbol cortado, como el primer día en que amé o leí a Tagore”.
Obsesiva colección de música
No era siquiera adolescente y el bello Casanova, de aspecto melancólico y espíritu rebelde, se movía entre Kafka y Baudelaire, entre Borges y Hesse, como pez en el agua. Tenía una cultura vastísima, tocaba la guitarra, formaba parte del grupo de rock y el equipo literario Hovno (mierda, en checo), coleccionaba vinilos con pasión obsesiva y escribía versos. El poeta Francisco Javier Irazoki le sigue el rastro desde entonces: “Yo descubrí su nombre en las páginas de Disco Express, donde publicaba mis críticas de música; él comenzó a enviar opiniones (siempre inteligentes) y poemas de calidad. Amaba el rock, pero no más que el jazz o la música clásica”.
Por otro lado, con su mejor amigo, ángel Mollá, escribía manifiestos donde expresaba su rebeldía frente a la literatura convencional. Escribía, por ejemplo: “¿No es cierto que te entran ganas de palpar otras dimensiones y hacer correr por ellas tus tintas hasta secar el tintero y seguir pulsando notas con esos dolores que se nos han concedido? A Hovno le gusta el chasqueo del campesino entre sus judías el hombre que se duerme ante el telerrompevisor cansado de trabajar el que cierra el volumen de un portazo y espera paciente que se derriben los autobombos para ver si le conceden permiso para entrar a rascar algo del fofo estómago universal”.
Muchos de estos textos los publica la Prensa canaria. Félix Casanova tiene 15 años y el diablo de la poesía se enseñorea ya de sus palabras. Un año antes, a los 14, “con la brisa fumando su fiebre”escribió “Muro”, uno de sus poemas más tempranos y que hoy rescatan del olvido las páginas de El Cultural. “Los primeros poemas que Félix Francisco escribió eran de una impresionante exuberancia verbal”, señala Irazoki. “Tenía, dice, una capacidad extraordinaria para crear imágenes inesperadas. Sin embargo, a partir de los 17 años, se despoja de casi todo excepto de la poesía”.
La muerte, siempre presente
Los diecisiete años de Félix Francisco Casanova fueron claves. En ese 1974 publicó su primer libro de poemas El invernadero, que recibió el premio más prestigioso de la isla, el Julio Tovar. En cuarenta y cuatro días de ese año (entre el 9 de junio y el 23 de julio, según anota en su diario) escribió la novela El don de Vorace, (editada en la isla por el poeta Manuel Padorno en la pequeña editorial JB), que estos días reedita bellamente Demipage, y cuyos primeros tramos ofrecemos también en estas páginas. Además de centenares de poemas, recogidos más tarde por Hiperión en el libro La memoria olvidada (1990), Félix Francisco escribe durante 65 días un diario lúcido, morboso y estremecedor,Yo hubiera o hubiese amado ésta es su primera anotación, del 1 de enero:“Aquí comienzo el modelaje de una serie de poemas de agua, cuyo fin no intuyo. Es la primera poesía que escribo tras El invernadero, fabricado en el verano pasado”. El 18 de septiembre, al borde de sus 18 años, escribía: “Hace dieciocho años que estoy aquí. Un día en que estaba muy triste vi un blues pequeñito paseando solo por la carretera. Corrí a su encuentro y le tendí la mano, pero me rechazó. Lo intenté varias veces, mas no aceptaba. Entonces lo seguí con la vista, agazapado entre los matorrales. De repente la carretera se acabó y, justo en el momento en que caía al abismo, me arrastró con su mano”. Y el 12 de junio: “He sufrido un sueño en el que me arrancaba la piel y tenía otra debajo, me crecían pelos en la lengua ¡Horrible!”.
Apenas rastro de la muerte en su diario, tan obsesiva en su obra. Félix Francisco Casanova era un joven vital, extrovertido, entre amigos y ruidos siempre y, sin embargo, burlaba continuamente a la muerte, como el protagonista inmortal de su novela. El último poema que escribió lo tituló “Eres un buen momento para morirme”, dedicado a María José Sánchez Pinto, la que fue brevemente su novia.
Intensa relación con su padre
El joven poeta era un lector voraz, gracias en parte a la biblioteca de su padre, Félix Casanova de Ayala, con quien mantuvo una relación tensa e intensa. Se tenían una admiración mutua que no esquivaba las continuas y acaloradas discusiones sobre poesía. Firmaron juntos el poemario Cuello de botella. La personalidad del padre merecería un capítulo aparte en este relato. Poeta de la generación postista, odontólogo, comunista, muy conocido en la sociedad canaria, fundó con otros colegas el partido Unión del Pueblo Canario. Según su único hermano, cuando surgió la conciencia poética de Félix Francisco, el padre no escribió más.
Blanca BERASATEGUI
Jose Miguel Junco Ezquerra
CREADORES
Sueñan difusas cuevas embrujadas,
paredes, ríos, bisontes, flechas, hombres,
un sol a medio hacer, apenas duermen,
en su delirio un alacrán se muda,
un cuerpo se derrite, un barco vuela,
las hojas de papel son como otoños
cayendo siempre y germinado y eso.
Y eso les da sustento y perspectiva,
hacen de un nudo en la garganta un sable,
de una nube procaz una azucena,
de un tallo verde un galopar de abejas,
de un maleficio un árbol desnudado,
del tiempo una quimera de dragones,
del cielo un agujero de nostalgias,
del mar una batalla interminable y callan.
Callan, pero en los filos del cerebro
bullen fonemas, pájaros torcidos,
besos dados a labios que se ausentan,
ritos, revoluciones, pedazos de un espanto,
formas de andar que nunca se ejercieron,
lunas rojas que nadie ha descubierto,
corazones de piedra embalsamados,
niños cegados por capricho y eso.
Y eso los hace, no privilegiados,
locos de atar subiendo una montaña
que sólo en su memoria fructifica
y de repente se transforma y nieve,
y acequias de cristal donde navega
sangre inocente derramada en vano,
cuadros a medio hacer, rinocerontes,
unicornios pastando un laberinto,
flores creciendo en la mitad de un ojo,
peces que buscan en las minas cobre,
manos tentando en la maleza y callan.
Y callan un silencio de geranios,
un diluvio de arena que se posa
entre dos cuerpos por un istmo unidos,
una constelación enarbolada,
un antiguo dolor desesperado,
un asombro pasando por un puente,
la luz perdida, prosternada y eso.
Sueñan difusas cuevas embrujadas,
paredes, ríos, bisontes, flechas, hombres,
un sol a medio hacer, apenas duermen,
en su delirio un alacrán se muda,
un cuerpo se derrite, un barco vuela,
las hojas de papel son como otoños
cayendo siempre y germinado y eso.
Y eso les da sustento y perspectiva,
hacen de un nudo en la garganta un sable,
de una nube procaz una azucena,
de un tallo verde un galopar de abejas,
de un maleficio un árbol desnudado,
del tiempo una quimera de dragones,
del cielo un agujero de nostalgias,
del mar una batalla interminable y callan.
Callan, pero en los filos del cerebro
bullen fonemas, pájaros torcidos,
besos dados a labios que se ausentan,
ritos, revoluciones, pedazos de un espanto,
formas de andar que nunca se ejercieron,
lunas rojas que nadie ha descubierto,
corazones de piedra embalsamados,
niños cegados por capricho y eso.
Y eso los hace, no privilegiados,
locos de atar subiendo una montaña
que sólo en su memoria fructifica
y de repente se transforma y nieve,
y acequias de cristal donde navega
sangre inocente derramada en vano,
cuadros a medio hacer, rinocerontes,
unicornios pastando un laberinto,
flores creciendo en la mitad de un ojo,
peces que buscan en las minas cobre,
manos tentando en la maleza y callan.
Y callan un silencio de geranios,
un diluvio de arena que se posa
entre dos cuerpos por un istmo unidos,
una constelación enarbolada,
un antiguo dolor desesperado,
un asombro pasando por un puente,
la luz perdida, prosternada y eso.
24 ene 2010
la Luna de Valencia.
Las reacciones a la tragedia de Haití han vuelto a poner sobre la mesa una realidad terrible: los responsables políticos del mundo, en cualquier área, son ahora mismo de un nivel bajísimo, y de un personalismo vergonzante.
Cuando llegan momentos como este, se echan de menos personajes, no ya de la talla enorme de Churchill, Adenauer, Schuman o Nehru, sino simplemente políticos con sentido del estado y de las prioridades, que sin ser estrellas fulgurantes supieron hacer lo debido en su momento, y en este apartado entrarían figuras como Miterrand, Khol, Gorbachov, Felipe González o Indhira Gandhi.
Lo que ocurre en España sucede también en el mundo. Faltan pesos pesados con capacidad de liderazgo, y en su lugar hay figurines que se dan codazos para salir en la foto, y todos están en la Luna de Valencia.
Luego, a la hora de la verdad, todo el mundo critica a Estados Unidos (que tiene muchas cosas criticables y aquí se exponen muchos días), pero que es quien pone siempre toda la carne en el asador, porque tiene clara su escala de mando. Sarkozy ha hecho el ridículo, la ONU no está ni se la espera, Inglaterra está desparecida en combate y el UE practicando el empujoncito para estar el primero de la fila. De este modo, veo el futuro de Haití en manos de las ONGs, que están muy bien para las emergencias, pero que -por desidia del estado- acaban siendo la única posibilidad de supervivencia. Y si eso se eterniza, no hay desarrollo de los pueblos.
África es un ejemplo claro.
Cuando llegan momentos como este, se echan de menos personajes, no ya de la talla enorme de Churchill, Adenauer, Schuman o Nehru, sino simplemente políticos con sentido del estado y de las prioridades, que sin ser estrellas fulgurantes supieron hacer lo debido en su momento, y en este apartado entrarían figuras como Miterrand, Khol, Gorbachov, Felipe González o Indhira Gandhi.
Lo que ocurre en España sucede también en el mundo. Faltan pesos pesados con capacidad de liderazgo, y en su lugar hay figurines que se dan codazos para salir en la foto, y todos están en la Luna de Valencia.
Luego, a la hora de la verdad, todo el mundo critica a Estados Unidos (que tiene muchas cosas criticables y aquí se exponen muchos días), pero que es quien pone siempre toda la carne en el asador, porque tiene clara su escala de mando. Sarkozy ha hecho el ridículo, la ONU no está ni se la espera, Inglaterra está desparecida en combate y el UE practicando el empujoncito para estar el primero de la fila. De este modo, veo el futuro de Haití en manos de las ONGs, que están muy bien para las emergencias, pero que -por desidia del estado- acaban siendo la única posibilidad de supervivencia. Y si eso se eterniza, no hay desarrollo de los pueblos.
África es un ejemplo claro.
La etiqueta de Obama
La etiqueta de Obama
No hay nada como tener una etiqueta y que todos crean lo que dice en ella. Resulta que hace un año que Obama está en la Casa Blanca, a donde llegó con la etiqueta de progresista salvador. Como dice Paco Suárez, lo creyeron hasta en la Fundación Nobel, y le dieron el Nobel de la Paz. Obama es mulato, alto, guapo, y sólo le falta la pluma en el sombrero para parecerse al flautista de Hamelín, porque sí que tiene la flauta de su discurso lleno de sofismas, en el que hasta las guerras más estúpidas quedan justificadas en nombre de la paz y la democracia.
Probablemente Obama haya decepcionado a algunos, pero tengo que decir que no a mí. Ya dije antes de que tomara posesión, que desde Theodore Roessevelt (todo el siglo XX), los presidentes norteamericanos están todos cortados por el mismo patrón. Ni Truman fue más bestia que ninguno por lo de Horoshima, ni Wilson fue una hermanita de la caridad porque impulsara la Sociedad de Naciones, ni Kennedy fue tan listo ni Bush Jr. tan tonto. Responden todos a los intereses de los grandes monopolios americanos, y Obama no iba a ser la excepción. Sigue en Irak y Afganistán, se meterá en Pakistán si es lo que les conviene y procurará, como todos los presidentes yanquis, ningunear a Europa. De manera que, esperemos si acaso milagros de otra clase (Paco Suárez dixit) porque Obama es exactamente eso: Presidente de Los estados Unidos, uno más, como Reagan, como Truman y como Bush, por mucha etiqueta que le pongan, aunque ya parece que se le está borrando.
No hay nada como tener una etiqueta y que todos crean lo que dice en ella. Resulta que hace un año que Obama está en la Casa Blanca, a donde llegó con la etiqueta de progresista salvador. Como dice Paco Suárez, lo creyeron hasta en la Fundación Nobel, y le dieron el Nobel de la Paz. Obama es mulato, alto, guapo, y sólo le falta la pluma en el sombrero para parecerse al flautista de Hamelín, porque sí que tiene la flauta de su discurso lleno de sofismas, en el que hasta las guerras más estúpidas quedan justificadas en nombre de la paz y la democracia.
Probablemente Obama haya decepcionado a algunos, pero tengo que decir que no a mí. Ya dije antes de que tomara posesión, que desde Theodore Roessevelt (todo el siglo XX), los presidentes norteamericanos están todos cortados por el mismo patrón. Ni Truman fue más bestia que ninguno por lo de Horoshima, ni Wilson fue una hermanita de la caridad porque impulsara la Sociedad de Naciones, ni Kennedy fue tan listo ni Bush Jr. tan tonto. Responden todos a los intereses de los grandes monopolios americanos, y Obama no iba a ser la excepción. Sigue en Irak y Afganistán, se meterá en Pakistán si es lo que les conviene y procurará, como todos los presidentes yanquis, ningunear a Europa. De manera que, esperemos si acaso milagros de otra clase (Paco Suárez dixit) porque Obama es exactamente eso: Presidente de Los estados Unidos, uno más, como Reagan, como Truman y como Bush, por mucha etiqueta que le pongan, aunque ya parece que se le está borrando.
Sobre la Información de Haití
Sobre la información de Haití
Tengo que decir ante todo que creo firmemente en la libertad de expresión, y que cada medio tiene su propia perspectiva de un mismo hecho, por lo que es importante y fundamental que haya pluralidad informativa.
Es normal y necesario que en la guerra haya corresponsales libres que informen para así conocer lo más aproximado a la verdad, y esto es sin duda un freno para los excesos que siempre se cometen. No en vano, cuando los ejércitos quieren hacer una operación determinada y no les conviene que se sepa todo restringen las corresponsalías y sólo dejan ver lo que les interesa.
Esto es así, pero cuando se produce una catástrofe natural de las dimensiones de lo ocurrido en Haití, no acabo de entender que cientos de medios desplacen hasta allí a su gente y sus equipos.
Cierto es que la información ayuda a conocer la magnitud del desastre, pero también lo es que todos estos periodistas -que por otra parte realizan un trabajo muy meritorio y arriesgado- consumen agua, alimentos, electricidad y gasolina. Todos los medios importantes de España tienen ya en Haití a sus enviados especiales, y supongo que lo mismo ocurrirá con los medios de otros países, lo cual da una cifra enorme de personas, con cámaras que consumen energía, usan coches y aviones y, por supuesto, comen y beben agua.
Digo yo, que, ante la enorme falta de medios de toda clase, poner más carga al burro es contraproducente, y entendería que, bajo el paraguas de la ONU, hubiese varios equipos informando continuamente y que esas señales, fotos y artículos fueran de uso general para cualquier medio de cualquier país.
En Haití hace falta de todo, y es bueno que se sepa al minuto, pero tal vez sea un exceso, porque tanto periodista entorpece sin querer el trabajo necesario. No sé si tengo razón, o es un exceso -esta vez por mi parte-, pero siempre que veo estas cosas, sea ahora, sea en el tsunami de 2005, sea en los terremotos de Turquía, Italia o Irán, me viene a la mente la foto del niño somalí moribundo por el que estaba esperando un buitre.
No deja de machacarme la idea de que el fotógrafo -que ganó el Pulitzer por esa foto- había comido y estaba a dos metros de distancia. Y digo esto por ser práctico, porque los periodistas trabajan desde la buena fe y la profesionalidad, que es éticamente plausible, al contrario de esos cruceros de lujo que -según informa The Guardian- celebran fiestas en playas haitianas a pocos kilómetros de la tragedia, aunque también sobre eso hay informaciones confusas.
Tengo que decir ante todo que creo firmemente en la libertad de expresión, y que cada medio tiene su propia perspectiva de un mismo hecho, por lo que es importante y fundamental que haya pluralidad informativa.
Es normal y necesario que en la guerra haya corresponsales libres que informen para así conocer lo más aproximado a la verdad, y esto es sin duda un freno para los excesos que siempre se cometen. No en vano, cuando los ejércitos quieren hacer una operación determinada y no les conviene que se sepa todo restringen las corresponsalías y sólo dejan ver lo que les interesa.
Esto es así, pero cuando se produce una catástrofe natural de las dimensiones de lo ocurrido en Haití, no acabo de entender que cientos de medios desplacen hasta allí a su gente y sus equipos.
Cierto es que la información ayuda a conocer la magnitud del desastre, pero también lo es que todos estos periodistas -que por otra parte realizan un trabajo muy meritorio y arriesgado- consumen agua, alimentos, electricidad y gasolina. Todos los medios importantes de España tienen ya en Haití a sus enviados especiales, y supongo que lo mismo ocurrirá con los medios de otros países, lo cual da una cifra enorme de personas, con cámaras que consumen energía, usan coches y aviones y, por supuesto, comen y beben agua.
Digo yo, que, ante la enorme falta de medios de toda clase, poner más carga al burro es contraproducente, y entendería que, bajo el paraguas de la ONU, hubiese varios equipos informando continuamente y que esas señales, fotos y artículos fueran de uso general para cualquier medio de cualquier país.
En Haití hace falta de todo, y es bueno que se sepa al minuto, pero tal vez sea un exceso, porque tanto periodista entorpece sin querer el trabajo necesario. No sé si tengo razón, o es un exceso -esta vez por mi parte-, pero siempre que veo estas cosas, sea ahora, sea en el tsunami de 2005, sea en los terremotos de Turquía, Italia o Irán, me viene a la mente la foto del niño somalí moribundo por el que estaba esperando un buitre.
No deja de machacarme la idea de que el fotógrafo -que ganó el Pulitzer por esa foto- había comido y estaba a dos metros de distancia. Y digo esto por ser práctico, porque los periodistas trabajan desde la buena fe y la profesionalidad, que es éticamente plausible, al contrario de esos cruceros de lujo que -según informa The Guardian- celebran fiestas en playas haitianas a pocos kilómetros de la tragedia, aunque también sobre eso hay informaciones confusas.
Confrontación
Confrontación
Cada vez tengo más claro que en política nada sucede por casualidad. Por eso me han llamado la atención varios hechos encadenados que se ha producido en los últimos días. Para empezar, Obama ha perdido la mayoría demócrata en el Congreso, con lo cual peligra su reforma sanitaria, y esto sucede al mismo tiempo que el Presidente se enfrenta a la banca y los conservadores orquestan una campaña de tierra quemada contra cualquier atisbo de avance, poniendo trabas a para que al final parezca que Obama no ha cumplido sus promesas.
En este clima, Zapatero es invitado al Desayuno de Oración que cada año se celebra en Washington, que, aparte de consideraciones religiosas, es la constatación de las buenas relaciones de nuestro Presidente con el inquilino de la Casa Blanca, y no es baladí que en este momento Zapatero presida la UE. Y es entonces cuando Aznar se presenta en los Desayunos de TVE y desempolva un discurso que los del PP actual quieren olvidar. Y todo esto, con la denuncia de la UE de que la OMS ha patinado gravemente en el asunto de la Gripe A, que viene a ser otra maniobra de los neocon para seguir llenando el saco.
Y con esto ya tenemos la confrontación servida en bandeja de plata. Aznar dice que no tiene la menor intención de volver a la política, y mientras hace política no se sabe a favor de quien, porque incluso perjudica a los suyos. Hacer política no es sólo presentarse a cargos públicos, y si fuera verdad que no quiere volver lo mejor sería que se tomase unas largas y silenciosas vacaciones en el rancho de su amigo Bush. Un ex-presidente hace política hasta sin hablar, y puede hacerla, pero que no diga lo contrario mientras echa su cuarto a espadas.
Cada vez tengo más claro que en política nada sucede por casualidad. Por eso me han llamado la atención varios hechos encadenados que se ha producido en los últimos días. Para empezar, Obama ha perdido la mayoría demócrata en el Congreso, con lo cual peligra su reforma sanitaria, y esto sucede al mismo tiempo que el Presidente se enfrenta a la banca y los conservadores orquestan una campaña de tierra quemada contra cualquier atisbo de avance, poniendo trabas a para que al final parezca que Obama no ha cumplido sus promesas.
En este clima, Zapatero es invitado al Desayuno de Oración que cada año se celebra en Washington, que, aparte de consideraciones religiosas, es la constatación de las buenas relaciones de nuestro Presidente con el inquilino de la Casa Blanca, y no es baladí que en este momento Zapatero presida la UE. Y es entonces cuando Aznar se presenta en los Desayunos de TVE y desempolva un discurso que los del PP actual quieren olvidar. Y todo esto, con la denuncia de la UE de que la OMS ha patinado gravemente en el asunto de la Gripe A, que viene a ser otra maniobra de los neocon para seguir llenando el saco.
Y con esto ya tenemos la confrontación servida en bandeja de plata. Aznar dice que no tiene la menor intención de volver a la política, y mientras hace política no se sabe a favor de quien, porque incluso perjudica a los suyos. Hacer política no es sólo presentarse a cargos públicos, y si fuera verdad que no quiere volver lo mejor sería que se tomase unas largas y silenciosas vacaciones en el rancho de su amigo Bush. Un ex-presidente hace política hasta sin hablar, y puede hacerla, pero que no diga lo contrario mientras echa su cuarto a espadas.
Suelo quedar dormido
Suelo quedar dormido. Félix Francisco Casanova
Suelo quedar dormido
mirando la luz de una vela,
en mis sueños la llama incendia la noche
que cae como el telón al final de una tragedia,
el fuego sigue creciendo como un niño interminable,
en el sótano perecen los fantasmas olvidados
y en las calles sin salida
mis amigos se agolpan temblorosos.
Esa música crujiente
que avanza como un ejército de muertos,
el viento inflamable que destroza las estaciones
como la coz de un caballo en libertad,
así de fuerte es mi venganza,
así me ahorco con la soga del campanario
para que os persiga la música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el amor
ni oleréis ese manjar que es el agua.
Pero cuando el tren del sueño
se detiene, es imposible describir
la tristeza que retorna a mis ojos,
testigos ridículos de ese trozo
de cera que se está consumiendo.
Félix Francisco Casanova
de La memoria olvidada. (Hiperión, 1990)
Suelo quedar dormido
mirando la luz de una vela,
en mis sueños la llama incendia la noche
que cae como el telón al final de una tragedia,
el fuego sigue creciendo como un niño interminable,
en el sótano perecen los fantasmas olvidados
y en las calles sin salida
mis amigos se agolpan temblorosos.
Esa música crujiente
que avanza como un ejército de muertos,
el viento inflamable que destroza las estaciones
como la coz de un caballo en libertad,
así de fuerte es mi venganza,
así me ahorco con la soga del campanario
para que os persiga la música de metal
que mata.
Y nunca más haréis el amor
ni oleréis ese manjar que es el agua.
Pero cuando el tren del sueño
se detiene, es imposible describir
la tristeza que retorna a mis ojos,
testigos ridículos de ese trozo
de cera que se está consumiendo.
Félix Francisco Casanova
de La memoria olvidada. (Hiperión, 1990)
NINE
Fui a ver la Película Nine, no muy convencida de que estuviera bien, no leí nada de las críticas, normalmente las veo 1º y luego si me apetece cotejo la crítica de algún "idem" en la que nunca coincidimos, salvo pocas ocasiones.
El elenco de actores y actrices invitaba a verla, como se conjugaría actrices como Sofía Loren, con Penelope Cruz y Nicole Kidman junto al actor Daniel Day Levis que me encantó en "Mi Hermosa Lavandería" o una "Habitación con Vistas".
Pues bueno, para mi cuando vi de que iba la Película, no me lo podía creer, es un remake de Fellini 8 1/2.....Increible, como iba a ser posible que Nicol Kidman haga o imite a Anita Ekgber, Daniel se supone que es Fellini, y la Penolope está ahí porque alguien quiso que estuviera para lucirse, pero vamos que no sale y no se nota.
Sentí aburrimiento ,por mucho que haya solo una escena que salva la peli, una dentro de otra, Sofia Loren, que es una imagen desdibujada por el director, me sentí muy frustada porque a Daniel es un actor que me encantaba pero aquí no, se veia la presencia de Marcello Mastroniani, la veía yo claro, y la escena de la Fontana de Trevi......pero que mal, hay películas que impactan y no se deben volver a ver, como algunas lecturas, pero por favor ,no hay actrices ya como las de antes, copiando una frase de un árticulo de Pérez Reverte, en no hay mujeres como las de antes, machista y misógeno como lo es él. Pues nada, la Penélope un dia me dirá que por qué gusta a los directores si no hace nada.
El elenco de actores y actrices invitaba a verla, como se conjugaría actrices como Sofía Loren, con Penelope Cruz y Nicole Kidman junto al actor Daniel Day Levis que me encantó en "Mi Hermosa Lavandería" o una "Habitación con Vistas".
Pues bueno, para mi cuando vi de que iba la Película, no me lo podía creer, es un remake de Fellini 8 1/2.....Increible, como iba a ser posible que Nicol Kidman haga o imite a Anita Ekgber, Daniel se supone que es Fellini, y la Penolope está ahí porque alguien quiso que estuviera para lucirse, pero vamos que no sale y no se nota.
Sentí aburrimiento ,por mucho que haya solo una escena que salva la peli, una dentro de otra, Sofia Loren, que es una imagen desdibujada por el director, me sentí muy frustada porque a Daniel es un actor que me encantaba pero aquí no, se veia la presencia de Marcello Mastroniani, la veía yo claro, y la escena de la Fontana de Trevi......pero que mal, hay películas que impactan y no se deben volver a ver, como algunas lecturas, pero por favor ,no hay actrices ya como las de antes, copiando una frase de un árticulo de Pérez Reverte, en no hay mujeres como las de antes, machista y misógeno como lo es él. Pues nada, la Penélope un dia me dirá que por qué gusta a los directores si no hace nada.
Muy pronto saldrá el segundo disco de Joan M. Serrat en el que homenajea a Miguel Hernández.
(Muy pronto saldrá el segundo disco de Joan M. Serrat en el que homenajea a Miguel Hernández. Saberlo, es un gozo anticipado del corazón y la conciencia.)
Algunas reflexiones sobre "o maior milagre do mundo":
"Entre los indios Haida del noroeste del Pacífico, el verbo "hacer poesía" es el mismo que "respirar"
(Lord Robbins)
"Doy todos los versos por un hombre viviendo en paz."
(Octavio Paz)
"La poesía puede salvarnos, es un medio perfectamente posible de superar el caos."
(Ivor Amstrong Richards)
"Soy de los que consideran la poesía como una fe en la vida."
(José Hierro)
"La poesía es vida destilada."
(Gwendolyne Brooks)
"La poesía es el genéro de la sinceridad última e irreversible."
(Mario Benedetti)
"Ser poeta es hallar la propia vida en las otras."
(Gabriel Celaya)
"Es totalmente evidente que toda poesía comporta una moral.¡Desgraciado del poeta que busca ante todo la belleza!
(Vicente Aleixandre)
"Un buen poeta es menos un inventor que un iluminador."
(Jorge L. Borges)
"¿De qué me sirven mis poemas si mi madre no sabe leerme?"
(Rachid Boudjedra)
"No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más allá."
(Federico García Lorca)
Algunas reflexiones sobre "o maior milagre do mundo":
"Entre los indios Haida del noroeste del Pacífico, el verbo "hacer poesía" es el mismo que "respirar"
(Lord Robbins)
"Doy todos los versos por un hombre viviendo en paz."
(Octavio Paz)
"La poesía puede salvarnos, es un medio perfectamente posible de superar el caos."
(Ivor Amstrong Richards)
"Soy de los que consideran la poesía como una fe en la vida."
(José Hierro)
"La poesía es vida destilada."
(Gwendolyne Brooks)
"La poesía es el genéro de la sinceridad última e irreversible."
(Mario Benedetti)
"Ser poeta es hallar la propia vida en las otras."
(Gabriel Celaya)
"Es totalmente evidente que toda poesía comporta una moral.¡Desgraciado del poeta que busca ante todo la belleza!
(Vicente Aleixandre)
"Un buen poeta es menos un inventor que un iluminador."
(Jorge L. Borges)
"¿De qué me sirven mis poemas si mi madre no sabe leerme?"
(Rachid Boudjedra)
"No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más allá."
(Federico García Lorca)
UNA MALETA llena de hojas
UNA MALETA llena de hojas
Félix Francisco Casanova
(Nace en Sta. Cruz de la Palma en 1956
y muere en 1976, a los 19 años, en Tenerife)
¿A qué podremos jugar
cuando el invierno emigre
y las lluvias cesen?
Ya no será tan fácil deslizarse
por la húmeda lengua del crepúsculo,
alzar el vuelo con los cuerpos
trenzados
y respirar por una misma boca.
¿Sería ésa la hora
de suponer perfecto nuestro estilo,
de, quizás, haber creado
la verdadera comunicación
para rechazarla luego?
Félix Francisco Casanova
(Nace en Sta. Cruz de la Palma en 1956
y muere en 1976, a los 19 años, en Tenerife)
¿A qué podremos jugar
cuando el invierno emigre
y las lluvias cesen?
Ya no será tan fácil deslizarse
por la húmeda lengua del crepúsculo,
alzar el vuelo con los cuerpos
trenzados
y respirar por una misma boca.
¿Sería ésa la hora
de suponer perfecto nuestro estilo,
de, quizás, haber creado
la verdadera comunicación
para rechazarla luego?
21 ene 2010
Cuántas veces sabiendo
Cuántas veces sabiendo
que eras tú, yo caía
en tu misma sonrisa,
mar abierta, mar plana,
estival, pez, sacando
tus palabras conmigo!
¡Qué nadar! Tú no sabes
que ese mar tan arriba
es ya cielo, y que el aire
me sostiene tan líquido,
tan cristal, que yo en él
por tus ojos tan verdes
afilado me pierdo.
¡Qué nadar! Algas, vivas
indecisas miradas.
¡Agua mía, si helada,
aguzándome siempre!
¿No te clavo? ¿No sientes
que un trayecto, una herida
-¡qué lanzada!- en tu pecho,
agua verde, te dejo?
Con justeza te hiendo,
agua suya, y palpitas,
en tu pecho, mar grande,
en tu carne clavado.
Sin sangrar. Las espumas
te resbalan, qué piel,
qué agonía, y me guardas
en tu inmenso destino,
oh pasión, oh mar cárdeno.
Surto. Cesa tu aliento,
desfalleces, mar último,
y te olvidas de todo
para ser, sólo estar.
¡Y qué muerto! Tu verde
tan profundo, reposa
hasta el lento horizonte,
que te cierra parado.
En la orilla te miro,
oh cadáver, mar mío,
y te peso despacio
en tu carne, y mis labios
alzo fríos y secos.
que eras tú, yo caía
en tu misma sonrisa,
mar abierta, mar plana,
estival, pez, sacando
tus palabras conmigo!
¡Qué nadar! Tú no sabes
que ese mar tan arriba
es ya cielo, y que el aire
me sostiene tan líquido,
tan cristal, que yo en él
por tus ojos tan verdes
afilado me pierdo.
¡Qué nadar! Algas, vivas
indecisas miradas.
¡Agua mía, si helada,
aguzándome siempre!
¿No te clavo? ¿No sientes
que un trayecto, una herida
-¡qué lanzada!- en tu pecho,
agua verde, te dejo?
Con justeza te hiendo,
agua suya, y palpitas,
en tu pecho, mar grande,
en tu carne clavado.
Sin sangrar. Las espumas
te resbalan, qué piel,
qué agonía, y me guardas
en tu inmenso destino,
oh pasión, oh mar cárdeno.
Surto. Cesa tu aliento,
desfalleces, mar último,
y te olvidas de todo
para ser, sólo estar.
¡Y qué muerto! Tu verde
tan profundo, reposa
hasta el lento horizonte,
que te cierra parado.
En la orilla te miro,
oh cadáver, mar mío,
y te peso despacio
en tu carne, y mis labios
alzo fríos y secos.
LLANTO POR IGNACIO SANCHEZ MEJÍAS -Federico García Lorca
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
QUÉ GRANDÍSIMA VERDAD
QUÉ GRANDÍSIMA VERDAD, ESTO ES LO MÁS REAL QUE HE LEÍDO NUNCA.
Esta trascripción, aunque parezca exagerada, es verídica y exacta. Esto es una clase con 1º ESO (11/12 años) un jueves a 5º hora. Sólo es un ejemplo.
Los nombres de los alumnos son ficticios para que su ignorancia quede en la intimidad de la clase.
Yo: Bueno chicos, hoy vamos a estudiar el vocabulario de las comidas en inglés: copiad estas 5 categorías (las escribo en la pizarra) y escribís en cada columna todas las palabras que os sepáis.
Amanda: ¿En inglés?
Yo: Sí, mejor que en Ruso, en inglés.
Luis. Profe, ¿cuántas categorías?
Yo: 5. Las que hay en la pizarra.
Luis: A mi no me caben.
Yo: Pues prueba a poner la hoja apaisada
Luis: ¿qué significa apaisada?
Yo: Horizontal, o sea: así (lo demuestro)
Juan: ¿qué título ponemos?
Yo: Prueba con “Food”, que es el que he escrito en la pizarra.
Fran: ¿puedo hacerlo a lápiz?
Yo: No, no puedes. Ya sabes que en el cuaderno sólo se escribe con bolígrafo.
Jessika:¿Cómo se dice pepino?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Noel: ¿El huevo es una verdura?
Yo: No, no es una verdura
Federico: ¿qué título ponemos?
Yo: Lo he dicho ya dos veces.
Amanda: ¿Se puede poner “rechicken”?
Yo. No, porque repollo no se dice así en inglés (risas generalizadas)
Nieves : ¿Cómo se dice calamar?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Jesús : ¿Hay que escribirlo en el cuaderno?
Yo: Pues a no ser que quieras escribirlo en la mesa...
Ricardo: Profe, ¿Pero, qué hay que hacer?
Yo: ¿Pero tú te has lavado las orejas esta mañana?
Nieves : ¿Puedo poner zumo en la categoría de postres?
Yo: Mejor ponlo en la de líquidos.
Fran: ¿Puedo poner pollo en la categoría de postres?
Yo: En este continente, no.
......................................
10 minutos después
Yo: bueno, ahora vamos a empezar. Levantáis la mano y vais diciendo palabras; yo las escribo en el encerado. Empezamos con las verduras.
(Levantan la mano 10 alumnos y todos gritan a la vez distintas verduras)
Brócoli!
Carrots!
Salad!
Pepination!
Eggs!
Yo: he dicho que los huevos no son una verdura. Y por favor, levantad la mano y esperad a que yo os nombre para decir la palabra porque no tengo 10 orejas para entenderos a todos al mismo tiempo. ¡Arturo, no le pases notitas a María que se las leo al resto de la clase!
Arturo: ¿con cual empezamos?
Yo: con las verduras. Empieza tú, Marisol.
Marisol. Es que se me ha olvidado el cuaderno en casa.
Yo: ¿Y qué llevas haciendo estos 15 minutos, criatura? A ver, hazlo tú, Pepe.
Pepe: ¿quién, yo?
Yo: Eres el único Pepe que hay en la clase, así que vas a ser tú.
Pepe: Orange
Yo: La naranja me la pones en frutas, por favor.
Juan: Profe, el otro día oí un chiste verde, ¿puedo contarlo?
Yo: Pues aunque haya verduras de por medio, no, no puedes contarlo.
María: ¿Esto cae en el examen?
Yo: Bueno, puede que tengáis suerte y para entonces esté recuperándome de esta clase en un sanatorio mental, y entonces no habrá examen.
Todos: BIEEEEEN!
¡Y luego dicen que tenemos demasiadas vacaciones! yo os aseguro que con cuatro de estas clases al día alguno ya estaría pensando en el suicidio tirandose al tren o a la guagua.
Esta trascripción, aunque parezca exagerada, es verídica y exacta. Esto es una clase con 1º ESO (11/12 años) un jueves a 5º hora. Sólo es un ejemplo.
Los nombres de los alumnos son ficticios para que su ignorancia quede en la intimidad de la clase.
Yo: Bueno chicos, hoy vamos a estudiar el vocabulario de las comidas en inglés: copiad estas 5 categorías (las escribo en la pizarra) y escribís en cada columna todas las palabras que os sepáis.
Amanda: ¿En inglés?
Yo: Sí, mejor que en Ruso, en inglés.
Luis. Profe, ¿cuántas categorías?
Yo: 5. Las que hay en la pizarra.
Luis: A mi no me caben.
Yo: Pues prueba a poner la hoja apaisada
Luis: ¿qué significa apaisada?
Yo: Horizontal, o sea: así (lo demuestro)
Juan: ¿qué título ponemos?
Yo: Prueba con “Food”, que es el que he escrito en la pizarra.
Fran: ¿puedo hacerlo a lápiz?
Yo: No, no puedes. Ya sabes que en el cuaderno sólo se escribe con bolígrafo.
Jessika:¿Cómo se dice pepino?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Noel: ¿El huevo es una verdura?
Yo: No, no es una verdura
Federico: ¿qué título ponemos?
Yo: Lo he dicho ya dos veces.
Amanda: ¿Se puede poner “rechicken”?
Yo. No, porque repollo no se dice así en inglés (risas generalizadas)
Nieves : ¿Cómo se dice calamar?
Yo: He dicho que escribáis el vocabulario que sepáis vosotros. No el que sepa yo.
Jesús : ¿Hay que escribirlo en el cuaderno?
Yo: Pues a no ser que quieras escribirlo en la mesa...
Ricardo: Profe, ¿Pero, qué hay que hacer?
Yo: ¿Pero tú te has lavado las orejas esta mañana?
Nieves : ¿Puedo poner zumo en la categoría de postres?
Yo: Mejor ponlo en la de líquidos.
Fran: ¿Puedo poner pollo en la categoría de postres?
Yo: En este continente, no.
......................................
10 minutos después
Yo: bueno, ahora vamos a empezar. Levantáis la mano y vais diciendo palabras; yo las escribo en el encerado. Empezamos con las verduras.
(Levantan la mano 10 alumnos y todos gritan a la vez distintas verduras)
Brócoli!
Carrots!
Salad!
Pepination!
Eggs!
Yo: he dicho que los huevos no son una verdura. Y por favor, levantad la mano y esperad a que yo os nombre para decir la palabra porque no tengo 10 orejas para entenderos a todos al mismo tiempo. ¡Arturo, no le pases notitas a María que se las leo al resto de la clase!
Arturo: ¿con cual empezamos?
Yo: con las verduras. Empieza tú, Marisol.
Marisol. Es que se me ha olvidado el cuaderno en casa.
Yo: ¿Y qué llevas haciendo estos 15 minutos, criatura? A ver, hazlo tú, Pepe.
Pepe: ¿quién, yo?
Yo: Eres el único Pepe que hay en la clase, así que vas a ser tú.
Pepe: Orange
Yo: La naranja me la pones en frutas, por favor.
Juan: Profe, el otro día oí un chiste verde, ¿puedo contarlo?
Yo: Pues aunque haya verduras de por medio, no, no puedes contarlo.
María: ¿Esto cae en el examen?
Yo: Bueno, puede que tengáis suerte y para entonces esté recuperándome de esta clase en un sanatorio mental, y entonces no habrá examen.
Todos: BIEEEEEN!
¡Y luego dicen que tenemos demasiadas vacaciones! yo os aseguro que con cuatro de estas clases al día alguno ya estaría pensando en el suicidio tirandose al tren o a la guagua.
Azules de noches de emoción
Azules de noches de emoción,
envueltos en secretos preñados de verdad;
azules de noches de pasión,
locuras de lujuria buscando la eternidad.
Esclavos de besos robados,
de cómplices entregas aliados
de abrazos de amor vendidos o comprados;
fueron los míos, instantes de noches azules,
en tu mundo soñado, solitarios y vagabundos,
todos juntos, errantes y perdidos trotamundos.
Amor ciego que llena de luz mi desierta inmensidad,
amor loco que busca su cordura en el puerto de tu mar,
amor triste que te llora y te inventa en esa oscuridad,
amor verdadero que a este dolor y a esta pena,
en mi soledad vestida de azul,
no quiere, ni puede ni debe, de nuevo dejar de abrazar.
18 ene 2010
La Palabra
La Palabra Mas Larga Del Mundo De entre las palabras en castellano que aparecen en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la más larga en cuanto a número de letras es electroencefalografista (23 letras).
Sin embrago, mediante el uso de sufijos, se pueden formar palabras más largas, como anticonstitucionalísimamente.
Sin embrago, mediante el uso de sufijos, se pueden formar palabras más largas, como anticonstitucionalísimamente.
UN DIA HABRÁ UNA ISLA
Un día habrá una isla
que no sea silencio amordazado
Que me entierren en ella,
donde mi libertad dé sus rumores
a todos los que pisan sus orillas.
Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazón y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.
Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo,
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esta isla
que no sea silencio amordazado".
Pedro García Cabrera
que no sea silencio amordazado
Que me entierren en ella,
donde mi libertad dé sus rumores
a todos los que pisan sus orillas.
Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazón y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.
Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo,
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esta isla
que no sea silencio amordazado".
Pedro García Cabrera
Pedro Gracía Cabrera
Siempre le he tenido un cariño muy especial a Pedro García Cabrera, me encanta su forma de comunicarse , de hacer poesía, para mi es muy especial. Lo adoro :
Pedro García Cabrera, Lorca, una copla y la intertextualidad
"A la mar fui por naranjas
cosa que la mar no tiene.
Metí la mano en el agua:
la esperanza me mantiene*"
Esta es una copla popular de Vallehermoso (La Gomera). La encontré aquí, un breve estudio sobre la poética de Pedro García Cabrera que leí mientras buscaba el poema que puse en el post anterior. "A la mar fui por naranjas" fue título de unas jornadas que se hicieron sobre el autor, debido a la importancia de la poesía popular en su obra. Curiosamente, esta copla es heredera de una que Lorca cantó así: "La mar no tiene naranjas ni Sevilla tiene amor", y de las que se pueden encontrar por ahí todavía en boca y memoria de los libros y los viejos.
... El primer verso de la copla (preñada, brotada de vida y de tránsitos) resume la poética de uno de los mejores autores canarios, y toda ella a su vez revive en un solo verso. La intertextualidad es algo maravilloso:
"*Con la mano en la mar así lo espero"
Pedro García Cabrera, Lorca, una copla y la intertextualidad
"A la mar fui por naranjas
cosa que la mar no tiene.
Metí la mano en el agua:
la esperanza me mantiene*"
Esta es una copla popular de Vallehermoso (La Gomera). La encontré aquí, un breve estudio sobre la poética de Pedro García Cabrera que leí mientras buscaba el poema que puse en el post anterior. "A la mar fui por naranjas" fue título de unas jornadas que se hicieron sobre el autor, debido a la importancia de la poesía popular en su obra. Curiosamente, esta copla es heredera de una que Lorca cantó así: "La mar no tiene naranjas ni Sevilla tiene amor", y de las que se pueden encontrar por ahí todavía en boca y memoria de los libros y los viejos.
... El primer verso de la copla (preñada, brotada de vida y de tránsitos) resume la poética de uno de los mejores autores canarios, y toda ella a su vez revive en un solo verso. La intertextualidad es algo maravilloso:
"*Con la mano en la mar así lo espero"
La Mariposa de Jose Miguel Junco Ezquerra
Moscas de arena, para nada extrañas, golpeaban con furia su cuerpo completamente desnudo. Un sol circunstancial se mostraba agresivo hasta herirle los ojos. Resultaban grotescas aquellas repentinas lágrimas de sangre que caían con descaro hasta la calle sin asfaltar.
No conseguía entender cómo era posible que no sintiera vergüenza al observar sus pechos agitándose libremente a un ritmo acompasado con su apresurado andar anárquico y circunspecto. En realidad no conseguía entender nada. Tampoco el sentido de aquellas carreras alocadas de niños sin escuela. Tampoco el pasar descompuesto en dirección contraria de otros hombres y mujeres desnudos.
Una mariposa enorme se posó sin permiso en su boca y no le resultó posible despegarla, quitársela de encima. “¡Corra! ¡Corra!”, oyó gritar a su espalda.
El estruendo que procedió a la bomba le hizo recobrar el sentido de la realidad: no tenía brazos con que quitarse la mariposa que, cada vez con más fuerza, succionaba sus labios.
LA MARIPOSA, de J. M. Junco
No conseguía entender cómo era posible que no sintiera vergüenza al observar sus pechos agitándose libremente a un ritmo acompasado con su apresurado andar anárquico y circunspecto. En realidad no conseguía entender nada. Tampoco el sentido de aquellas carreras alocadas de niños sin escuela. Tampoco el pasar descompuesto en dirección contraria de otros hombres y mujeres desnudos.
Una mariposa enorme se posó sin permiso en su boca y no le resultó posible despegarla, quitársela de encima. “¡Corra! ¡Corra!”, oyó gritar a su espalda.
El estruendo que procedió a la bomba le hizo recobrar el sentido de la realidad: no tenía brazos con que quitarse la mariposa que, cada vez con más fuerza, succionaba sus labios.
LA MARIPOSA, de J. M. Junco
Un Paseo Virtual del Impresionismo
http://www.exposicionesmapfrearte.com/impresionismo/visita_virtual/visita_virtual.html
Impresionismo una visita virtual
Impresionismo una visita virtual
""DEUDAS""
DEUDAS
Me debes la ilusión que compartimos,
el aroma profundo de las rosas,
el silencio que opuse a tus lamentos
las miradas perdidas, las veredas,
aquel afán que te sembré en el pelo.
Me debes la pasión, la incertidumbre,
el estoico indagar por tus axilas,
el canto atropellado del jilguero,
la envidia del clavel y la azucena.
Me debes por lo menos un arroyo
de lágrimas y un monte de tristeza,
la ausencia involuntaria de mis manos,
el frío que te quité, las posesiones.
Me debes la inocencia compartida,
el sigilo del pez, la noche oscura,
la risa, la mirada, el compromiso,
la luna que te puse entre las sienes.
Me debes la memoria, los trigales,
el sol que iluminó tu cuerpo entero,
los sueños que sembré sobre tu frente,
los labios que dejé por tus rincones.
Y me debes, por fin, no se te olvide,
la llave de la puerta de mis ojos
que te entregué como se entrega el alma
cuando la soledad mortificaba
y quebraba la voz de tus anhelos.
J.M. Junco E.
Me debes la ilusión que compartimos,
el aroma profundo de las rosas,
el silencio que opuse a tus lamentos
las miradas perdidas, las veredas,
aquel afán que te sembré en el pelo.
Me debes la pasión, la incertidumbre,
el estoico indagar por tus axilas,
el canto atropellado del jilguero,
la envidia del clavel y la azucena.
Me debes por lo menos un arroyo
de lágrimas y un monte de tristeza,
la ausencia involuntaria de mis manos,
el frío que te quité, las posesiones.
Me debes la inocencia compartida,
el sigilo del pez, la noche oscura,
la risa, la mirada, el compromiso,
la luna que te puse entre las sienes.
Me debes la memoria, los trigales,
el sol que iluminó tu cuerpo entero,
los sueños que sembré sobre tu frente,
los labios que dejé por tus rincones.
Y me debes, por fin, no se te olvide,
la llave de la puerta de mis ojos
que te entregué como se entrega el alma
cuando la soledad mortificaba
y quebraba la voz de tus anhelos.
J.M. Junco E.
No te rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
No te rindas
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
No te rindas
13 ene 2010
Como me lleno de ti
Como me lleno de ti
Escrito por: Francisco Peiró Gimenez
Me gusta sentir esta sensación,
en la que me lleno con tus sonrisas,
con tu mirada, con tu nombre, con tus palabras,
con tus manos cuando tocan mi manos,
con tu cuerpo cuando lo rodean mis brazos,
con tu vida cuando me llena mi vida.
A todo esto, yo le pondría canción,
para bailarla contigo,
para sentirme a tu lado,
sin que el tiempo ni la nostalgia,
separe la dulzura de nuestros corazones.
Me gusta sentir,
el calor de tu cuerpo cuando me habla,
el sabor de tus poros cuando te mueves,
la textura de tus labios,
cuando se alían con mis mejillas,
el color de tus ojos,
aunque me oculten mentiras.
Y con todo y algo mas,
me lleno de ti,
tu alma, acompasa mi alma,
en una melodía en blanco y negro,
que solo la vida puede producir su color.
que solo la comprensión, el respeto,
el cariño y la admiración,
pueden alcanzar las cimas de todas
las montañas.
Me gustaría sentir la vida
en mis mejillas,
tu aliento en mi mirada,
el movimiento de tu cuerpo,
moviéndolos con baladas.
Me gustaría ser tan alto,
como tu hermosura,
tan listo como tu sonrisa,
tan hombre como tu sombra,
tan rico como tus caricias,
tan humano como una de esas lagrimas
que se derraman sobre este papel….
Autor: Fco. Peiró.
Escrito por: Francisco Peiró Gimenez
Me gusta sentir esta sensación,
en la que me lleno con tus sonrisas,
con tu mirada, con tu nombre, con tus palabras,
con tus manos cuando tocan mi manos,
con tu cuerpo cuando lo rodean mis brazos,
con tu vida cuando me llena mi vida.
A todo esto, yo le pondría canción,
para bailarla contigo,
para sentirme a tu lado,
sin que el tiempo ni la nostalgia,
separe la dulzura de nuestros corazones.
Me gusta sentir,
el calor de tu cuerpo cuando me habla,
el sabor de tus poros cuando te mueves,
la textura de tus labios,
cuando se alían con mis mejillas,
el color de tus ojos,
aunque me oculten mentiras.
Y con todo y algo mas,
me lleno de ti,
tu alma, acompasa mi alma,
en una melodía en blanco y negro,
que solo la vida puede producir su color.
que solo la comprensión, el respeto,
el cariño y la admiración,
pueden alcanzar las cimas de todas
las montañas.
Me gustaría sentir la vida
en mis mejillas,
tu aliento en mi mirada,
el movimiento de tu cuerpo,
moviéndolos con baladas.
Me gustaría ser tan alto,
como tu hermosura,
tan listo como tu sonrisa,
tan hombre como tu sombra,
tan rico como tus caricias,
tan humano como una de esas lagrimas
que se derraman sobre este papel….
Autor: Fco. Peiró.
Los cuadros esenciales del Impresionismo deslumbran en Madrid
El impresionismo aportó una nueva imagen del mundo. Pese a nacer y crecer rodeado de grandes tragedias, como la guerra franco-prusiana, su aproximación a la naturaleza, su contemplación ha estado siempre ligada a sentimientos placenteros. El movimiento artístico francés por excelencia, tiene su templo en el parisino Museo D'Orsay, una de las pinacotecas más visitadas del mundo. Las obras de ampliación a las que está siendo sometido han hecho posible que una selección importantísima de sus grandes obras maestras se puedan contemplar desde el viernes y hasta el 22 de abril en las salas de la Fundación Mapfre en Madrid.
Manet, Monet, Renoir, Sisley, Pisarro , Cézanne, son sólo unos de los nombres más conocidos entre los impresionistas .Y están sus obras más conocidas, todas esas difundidas hasta la extenuación por los manuales de arte, que, sin embargo, en un 90% no se habían podido ver nunca en España.
Pablo González Burillo, responsable de exposiciones de Mapfre y Guy Cogeval, director del Museo D'Orsey, han sido los encargados de presentar una exposición que recorre dos plantas del edificio y que, con toda seguridad, se va a convertir en la muestra de la temporada. Cogeval aseguró que los españoles tienen estos días una ocasión única de conocer en directo las obras de un movimiento que cambió la percepción del mundo. Añadió que la remodelación del museo ha permitido celebrar dos muestras fuera de suelo francés, mientras concluyen las obras. Una en Australia y la otra en Madrid.
González Burillo reconoció que esta es la exposición más cara realizada hasta el momento por la Fundación ya que la prima del seguro ha sido de un millón de euros. Pero para él no hay nada comparable a la oportunidad de presentar una colección de obras que suponen el nacimiento del mundo moderno.
Podemos oír a la gente pidiendo ayuda desde todos los rincones"
Una estampa devastadora. Edificios, hoteles, embajadas y hasta el palacio presidencial de Puerto Príncipe se han derrumbado. "Es una situación muy caótica, con escombros de las viviendas por todas partes. Hay una capa de polvo que cubre toda la capital. Podemos oír a la gente pidiendo ayuda desde todos los rincones. Se están produciendo réplicas y la gente está muy nerviosa", asegura Kristie van de Wetering, trabajadora de Oxfam Internacional, desde el lugar de la tragedia.
Un catastrófico terremoto siembra la destrucción en Haití
La muerte y la destrucción es visible a cada paso por las calles de Puerto Príncipe. -
Los testigos hablan de una situación dramática por culpa de uno de los peores terremotos en la historia de Haití. Los daños se dejan ver en todos los edificios de la capital haitiana, desde supermercados y hoteles hasta instituciones, catedrales y hospitales. Ninguno se ha librado.
"En medio de gritos y llantos, la gente está pasando la noche al raso", ha relatado el jefe de la Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Haití, Ricardo Conti, a primera hora de hoy. "La gente está tratando de consolarse los unos a los otros. Lo que se escucha por las calles son las oraciones de agradecimiento de los que han sobrevivido", ha añadido.
A las 16.53 (22.53 hora española) un fuerte temblor desató el pánico entre la población. Era un seísmo de magnitud 7,3 en la escala Ritcher. "Todo el mundo temblaba, era como un baile, la gente salía de los vehículos, corría y gritaba", ha explicado un testigo a la agencia Efe, quien ha dicho que "la carretera se abrió por la mitad" ante sus ojos.
Parecía el infierno, sin luz, el pleno caos. "La ciudad está toda a oscuras. Hay miles de personas sentadas en las calles", ha contado a la agencia Reuters Rachmani Domersant, un jefe de operaciones de la ONG Food for the Poor (Comida para los pobres). "La gente corría, lloraba y
Un catastrófico terremoto siembra la destrucción en Haití
La muerte y la destrucción es visible a cada paso por las calles de Puerto Príncipe. -
Los testigos hablan de una situación dramática por culpa de uno de los peores terremotos en la historia de Haití. Los daños se dejan ver en todos los edificios de la capital haitiana, desde supermercados y hoteles hasta instituciones, catedrales y hospitales. Ninguno se ha librado.
"En medio de gritos y llantos, la gente está pasando la noche al raso", ha relatado el jefe de la Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Haití, Ricardo Conti, a primera hora de hoy. "La gente está tratando de consolarse los unos a los otros. Lo que se escucha por las calles son las oraciones de agradecimiento de los que han sobrevivido", ha añadido.
A las 16.53 (22.53 hora española) un fuerte temblor desató el pánico entre la población. Era un seísmo de magnitud 7,3 en la escala Ritcher. "Todo el mundo temblaba, era como un baile, la gente salía de los vehículos, corría y gritaba", ha explicado un testigo a la agencia Efe, quien ha dicho que "la carretera se abrió por la mitad" ante sus ojos.
Parecía el infierno, sin luz, el pleno caos. "La ciudad está toda a oscuras. Hay miles de personas sentadas en las calles", ha contado a la agencia Reuters Rachmani Domersant, un jefe de operaciones de la ONG Food for the Poor (Comida para los pobres). "La gente corría, lloraba y
LA REALIDAD
La realidad
La realidad es eso; a veces creemos que la realidad son las nubes, los ríos pacíficos, el don apacible de la naturaleza fabricando su buque de espumas y de sueños, el cine, el arte, lo que acabamos de soñar. Y la realidad es, en cambio, ese mazazo que ahora cae sobre Haití; las catástrofes caen primero, o más duramente, sobre aquellos territorios que ya fueron azotados por la pobreza y por la miseria; y ahí sigue ese talismán negro, hundiendo más y más la esperanza de los pueblos entristecidos por el infortunio, por el ronquido inclemente de la tierra que no obedece ni a la razón ni a la esperanza. Creemos que la realidad es lo que se inventa, y de pronto llega un manotazo así y se hunde el mundo para aquellos cuyo universo era una choza que ya estaba en los escombros.
Juan Cruz
12 ene 2010
Las tiendas desaparecidas
Las tiendas desaparecidas
ARTURO PÉREZ-REVERTE
Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas.
Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desapercido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muerte súbitas o las desgracias inesperadas.
Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca.
Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados.
Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa.
En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas depués de un combate sangriento.
Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida.
Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos -críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.
Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las putas políticas -que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario.
En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia.
Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tál o cúal crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo.
El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños.
Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán.
Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriegó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben.
De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate.
Una oposición cutre, patética, tan corrupta y culpable de enjuagues ladrilleros que trajeron estos fangos, que resulta difícil imaginar que unas simples urnas cambien las cosas.
Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina.
Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros.
Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa.
Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.
ARTURO PÉREZ-REVERTE
Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas.
Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desapercido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muerte súbitas o las desgracias inesperadas.
Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca.
Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados.
Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa.
En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas depués de un combate sangriento.
Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida.
Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos -críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.
Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las putas políticas -que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario.
En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia.
Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tál o cúal crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo.
El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños.
Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán.
Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriegó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben.
De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate.
Una oposición cutre, patética, tan corrupta y culpable de enjuagues ladrilleros que trajeron estos fangos, que resulta difícil imaginar que unas simples urnas cambien las cosas.
Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina.
Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros.
Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa.
Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.
El periodista veloz
El periodista veloz
Una de las cosas que agradezco a este oficio es que me haya enseñado que lo que le sucede a un periodista no es noticia, siempre que él mismo no haya sido víctima de lo que los periodistas consideran noticia.
Los periodistas o el público. Ahora bien, la norma no dice nada de lo que le suceda a otro periodista. Y en este caso celebro con mucha alegría el nombramiento de un colega, Santiago González, para dirigir Televisión Española.
En primer lugar, porque es un gran profesional de este oficio; empezó a ejercerlo cuando era un crío, y ha pasado, sobre todo en la radio, por todos los estadios o estamentos, hasta llegar a dirigir la Radiotelevisión Canaria y luego Radio Nacional de España.
En ambos lugares, sus labores directivas tuvieron en cuenta aquel aprendizaje, y siempre se ha comportado Santiago como un compañero de sus equipos, ajeno a los modos agrandados de aquellos que llegan y olvidan la naturaleza de sus orígenes o de la educación profesional que fueron adquiriendo.
Llega a Televisión Española en un momento crucial del medio y de ese medio; ya la televisión comercial, la analógica, es decir, la que siempre estuvo en casa, es otra cosa, porque además pronto va a ser inexistente. Y la televisión que nos queda será otra, ya lo está siendo. Además, TVE, la cadena que pasa a dirigir Santiago, es otra casi enteramente desde el 1 de enero, porque una televisión sin publicidad abriga riesgos o posibilidades que no son los que hubo.
Para ese reto llega Santiago (que viene de un sitio donde nunca hubo publicidad, Radio Nacional) a la principal cadena española, a la estatal. Le deseo la suerte que se merece y que, por otra parte, le ha hecho justicia a lo largo de su carrera. Un compañero, y paisano, de los dos, Santiago Díaz, le llamaba el otro día en La Opinión de Tenerfie "el periodista veloz". Atento y audaz, capaz de achicar una montaña para que no le venzan las dificultades, este orotavense joven todavía, y a veces más joven que su edad, llega a un estadio importante de su carrera, y los que le vimos crecer y correr en nuestra tierra común tenemos que animarle a celebrarlo, a sacar del cargo que ahora tiene la experiencia que le haga aún más veloz y mejor periodista.
JUan Cruz
Una de las cosas que agradezco a este oficio es que me haya enseñado que lo que le sucede a un periodista no es noticia, siempre que él mismo no haya sido víctima de lo que los periodistas consideran noticia.
Los periodistas o el público. Ahora bien, la norma no dice nada de lo que le suceda a otro periodista. Y en este caso celebro con mucha alegría el nombramiento de un colega, Santiago González, para dirigir Televisión Española.
En primer lugar, porque es un gran profesional de este oficio; empezó a ejercerlo cuando era un crío, y ha pasado, sobre todo en la radio, por todos los estadios o estamentos, hasta llegar a dirigir la Radiotelevisión Canaria y luego Radio Nacional de España.
En ambos lugares, sus labores directivas tuvieron en cuenta aquel aprendizaje, y siempre se ha comportado Santiago como un compañero de sus equipos, ajeno a los modos agrandados de aquellos que llegan y olvidan la naturaleza de sus orígenes o de la educación profesional que fueron adquiriendo.
Llega a Televisión Española en un momento crucial del medio y de ese medio; ya la televisión comercial, la analógica, es decir, la que siempre estuvo en casa, es otra cosa, porque además pronto va a ser inexistente. Y la televisión que nos queda será otra, ya lo está siendo. Además, TVE, la cadena que pasa a dirigir Santiago, es otra casi enteramente desde el 1 de enero, porque una televisión sin publicidad abriga riesgos o posibilidades que no son los que hubo.
Para ese reto llega Santiago (que viene de un sitio donde nunca hubo publicidad, Radio Nacional) a la principal cadena española, a la estatal. Le deseo la suerte que se merece y que, por otra parte, le ha hecho justicia a lo largo de su carrera. Un compañero, y paisano, de los dos, Santiago Díaz, le llamaba el otro día en La Opinión de Tenerfie "el periodista veloz". Atento y audaz, capaz de achicar una montaña para que no le venzan las dificultades, este orotavense joven todavía, y a veces más joven que su edad, llega a un estadio importante de su carrera, y los que le vimos crecer y correr en nuestra tierra común tenemos que animarle a celebrarlo, a sacar del cargo que ahora tiene la experiencia que le haga aún más veloz y mejor periodista.
JUan Cruz
El síndrome del coronel tapioca
El síndrome del coronel tapioca
ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 10 de Enero de 2010
Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete.
Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.
Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar.
En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos.
Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.
Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá –de sirios y troyanos, oí decir el otro día–. Eso tiene su puntito, la verdad.
Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre.
Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica.
Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.
Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí –imagínense cómo se agobian éstas– y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver.
Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi.
Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro.
Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa.
Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales.
Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.
Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet.
Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos.
Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.
ARTURO PÉREZ-REVERTE | XLSemanal | 10 de Enero de 2010
Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete.
Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.
Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar.
En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos.
Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.
Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá –de sirios y troyanos, oí decir el otro día–. Eso tiene su puntito, la verdad.
Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre.
Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica.
Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.
Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí –imagínense cómo se agobian éstas– y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver.
Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi.
Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro.
Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa.
Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales.
Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.
Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet.
Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos.
Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.
4 ene 2010
Oportunistas de lo imprescindibles
Oportunistas de lo imprescindibles
ARTURO PÉREZ-REVERTE |
No hace mucho, en una de esas cenas con Javier Marías queZ a veces nos sirven a uno o a otro, luego, para teclear un artículo que resuelva los respectivos compromisos semanales, comentábamos un hecho pintoresco que suele darse entre los comentaristas culturales a la hora de hablar de libros y autores.
Un título, un nombre olvidados por completo o de los que nadie hace caso, incluso escritores despreciados o desconocidos por quienes se dicen árbitros de las bellas letras, se ponen de moda con un centenario, una película o una reedición oportuna. Entonces, buena parte de aquellos a quienes nunca oíste hablar de tales títulos o autores emiten alaridos entusiastas, cantando sus excelencias y colocándoles la etiqueta imprescindible. Que es el adjetivo que ciertos esnobs de la tecla, con alborozado entusiasmo de conversos, reservan indefectiblemente para libros o autores de los que no se habían ocupado antes, en su vida.
Además, ellos nunca leen, sino que releen. «Estoy releyendo –escriben, imperturbables– a Ian Fleming. Un autor imprescindible.»
Sorprende, por otra parte, que si tanto aprecian a determinado escritor, nunca hasta hoy le hayan dedicado una línea, y se acuerden de él sólo cuando una editorial prestigiosa o una edición afortunada lo ponen en primer plano. Pero quienes se lo montan de posar como culturillas exquisitos –Lo que podría escribir y no quiero, o cosas así– nunca recomiendan libros imprescindibles antes de que lo sean. Sería arriesgarse demasiado.
Comentaba esto con Javier, como digo, mientras despachábamos sendos filetes empanados. No solemos hablar de literatura propia ni ajena, pero esa noche íbamos por ahí. Yo mencioné a Roberto Bolaño. Como ya dije alguna vez en público, es un autor que me parecía –a mí, no a Javier– increíblemente avinagrado y aburrido cuando estaba vivo, y me lo sigue pareciendo muerto.
Lo de avinagrado se explica porque en vida nadie le hizo caso ni compró sus libros; eso lo malhumoró mucho y solía meterse con otros autores como si ellos tuvieran la culpa.
El caso es que, con el filete empanado a medias, puse a Bolaño como ejemplo. Aparte de que a mí me guste o no, dije, tiene guasa el asunto. Lees algunas columnas actuales de animadores culturales españoles y resulta que Bolaño es imprescindible. Eso, casualmente, ahora que su agente literario le ha montado una bestial promoción post mortem nulla voluptas en Estados Unidos. Podían haberlo dicho cuando estaba vivo y sin agente, digo yo. Ayudándolo a vender más libros y a tener menos mala leche.
Pasamos luego a hablar de otros autores que ciertos caraduras que hoy pretenden barajar la literatura ninguneaban o infravaloraban no hace muchas décadas: Stevenson, Conrad, Simenon, Eric Ambler, Budd Schulberg, Le Carré, Stephan Zweig, Schnitzler, el barón Corvo, Joseph Roth y otros.
Autores, todos ellos, poco estimados entonces en España, o incluso insultados directamente, como era el caso de Zweig, novelista considerado menor hasta hace cuatro días; y que, a quienes descubrimos su Partida de ajedrez y sus obras completas en Editorial Juventud a finales de los años sesenta, nos causa mucha hilaridad que ahora no se le caiga a nadie de la boca. O de Conrad, cuyo Espejo del mar tradujo Marías hace la tira, cuando algunos tontos del ciruelo todavía consideraban al polaco sólo un aseado escritor de novelas marineras, y juraban que lo que había que leer era El Jarama, del por otra parte respetable Sánchez Ferlosio, o la imprescindible –permitan que ahí sí que me tronche– Larva, de Julián Ríos.
A los postres puse un ejemplo casual. Imagínate, dije, a un autor al que nadie haga caso. Poco conocido y leído. Traven, por ejemplo. Escritor maldito, marginal, autor de El barco de la muerte y Lo conocemos desde hace al menos treinta años y nos gusta a los dos. O, por lo menos, a mí. Pero aquí ningún periculto de suplemento literario lo menciona jamás, ni recomienda sus libros. Pregunta por él en una librería. No existe.
Pues apuesto la tecla Ñ a que si mañana aparece un libro suyo en una buena editorial, una docena de pavos que no han leído a Traven en su puta vida se descolgarán con encendidos elogios. Para eso está Internet, para documentarse. Yo, lector de Traven de siempre. Voy a explicarles quién es. Etcétera.
Y bueno. El ejemplo era casual, como digo. Pillado por los pelos. Pero lo cierto es que profeta en España puede serlo cualquiera. Tres semanas después de la cena con Javier, la interesante y prestigiosa editorial Acantilado publicaba El tesoro de Sierra Madre.
En el acto, como era de esperar, llovieron columnas y comentarios. Traven, naturalmente.
Qué me van a contar a mí, a estas alturas. Traven esto y lo otro. Traven y yo. Travenólogo como soy, desde pequeñito. Con una palabra –nunca la habríamos adivinado– repitiéndose en cada artículo: imprescindible.
ARTURO PÉREZ-REVERTE |
No hace mucho, en una de esas cenas con Javier Marías queZ a veces nos sirven a uno o a otro, luego, para teclear un artículo que resuelva los respectivos compromisos semanales, comentábamos un hecho pintoresco que suele darse entre los comentaristas culturales a la hora de hablar de libros y autores.
Un título, un nombre olvidados por completo o de los que nadie hace caso, incluso escritores despreciados o desconocidos por quienes se dicen árbitros de las bellas letras, se ponen de moda con un centenario, una película o una reedición oportuna. Entonces, buena parte de aquellos a quienes nunca oíste hablar de tales títulos o autores emiten alaridos entusiastas, cantando sus excelencias y colocándoles la etiqueta imprescindible. Que es el adjetivo que ciertos esnobs de la tecla, con alborozado entusiasmo de conversos, reservan indefectiblemente para libros o autores de los que no se habían ocupado antes, en su vida.
Además, ellos nunca leen, sino que releen. «Estoy releyendo –escriben, imperturbables– a Ian Fleming. Un autor imprescindible.»
Sorprende, por otra parte, que si tanto aprecian a determinado escritor, nunca hasta hoy le hayan dedicado una línea, y se acuerden de él sólo cuando una editorial prestigiosa o una edición afortunada lo ponen en primer plano. Pero quienes se lo montan de posar como culturillas exquisitos –Lo que podría escribir y no quiero, o cosas así– nunca recomiendan libros imprescindibles antes de que lo sean. Sería arriesgarse demasiado.
Comentaba esto con Javier, como digo, mientras despachábamos sendos filetes empanados. No solemos hablar de literatura propia ni ajena, pero esa noche íbamos por ahí. Yo mencioné a Roberto Bolaño. Como ya dije alguna vez en público, es un autor que me parecía –a mí, no a Javier– increíblemente avinagrado y aburrido cuando estaba vivo, y me lo sigue pareciendo muerto.
Lo de avinagrado se explica porque en vida nadie le hizo caso ni compró sus libros; eso lo malhumoró mucho y solía meterse con otros autores como si ellos tuvieran la culpa.
El caso es que, con el filete empanado a medias, puse a Bolaño como ejemplo. Aparte de que a mí me guste o no, dije, tiene guasa el asunto. Lees algunas columnas actuales de animadores culturales españoles y resulta que Bolaño es imprescindible. Eso, casualmente, ahora que su agente literario le ha montado una bestial promoción post mortem nulla voluptas en Estados Unidos. Podían haberlo dicho cuando estaba vivo y sin agente, digo yo. Ayudándolo a vender más libros y a tener menos mala leche.
Pasamos luego a hablar de otros autores que ciertos caraduras que hoy pretenden barajar la literatura ninguneaban o infravaloraban no hace muchas décadas: Stevenson, Conrad, Simenon, Eric Ambler, Budd Schulberg, Le Carré, Stephan Zweig, Schnitzler, el barón Corvo, Joseph Roth y otros.
Autores, todos ellos, poco estimados entonces en España, o incluso insultados directamente, como era el caso de Zweig, novelista considerado menor hasta hace cuatro días; y que, a quienes descubrimos su Partida de ajedrez y sus obras completas en Editorial Juventud a finales de los años sesenta, nos causa mucha hilaridad que ahora no se le caiga a nadie de la boca. O de Conrad, cuyo Espejo del mar tradujo Marías hace la tira, cuando algunos tontos del ciruelo todavía consideraban al polaco sólo un aseado escritor de novelas marineras, y juraban que lo que había que leer era El Jarama, del por otra parte respetable Sánchez Ferlosio, o la imprescindible –permitan que ahí sí que me tronche– Larva, de Julián Ríos.
A los postres puse un ejemplo casual. Imagínate, dije, a un autor al que nadie haga caso. Poco conocido y leído. Traven, por ejemplo. Escritor maldito, marginal, autor de El barco de la muerte y Lo conocemos desde hace al menos treinta años y nos gusta a los dos. O, por lo menos, a mí. Pero aquí ningún periculto de suplemento literario lo menciona jamás, ni recomienda sus libros. Pregunta por él en una librería. No existe.
Pues apuesto la tecla Ñ a que si mañana aparece un libro suyo en una buena editorial, una docena de pavos que no han leído a Traven en su puta vida se descolgarán con encendidos elogios. Para eso está Internet, para documentarse. Yo, lector de Traven de siempre. Voy a explicarles quién es. Etcétera.
Y bueno. El ejemplo era casual, como digo. Pillado por los pelos. Pero lo cierto es que profeta en España puede serlo cualquiera. Tres semanas después de la cena con Javier, la interesante y prestigiosa editorial Acantilado publicaba El tesoro de Sierra Madre.
En el acto, como era de esperar, llovieron columnas y comentarios. Traven, naturalmente.
Qué me van a contar a mí, a estas alturas. Traven esto y lo otro. Traven y yo. Travenólogo como soy, desde pequeñito. Con una palabra –nunca la habríamos adivinado– repitiéndose en cada artículo: imprescindible.
3 ene 2010
GUSTAVO MARTÍN GARZO NOCHE DE REYES
En 2001, en un viaje en tren con mi hermana María, estuvimos hablando sobre los Reyes Magos, sobre esa increíble conspiración en la que todos -sin excepción, medios de comunicación incluidos- participamos, y cuyo fin es que los niños crean en su existencia real.
Los cambios en la edad, por supuesto, son graduales, pero ¿qué mejor frontera que el día en el que te dicen la verdad sobre los Reyes, para marcar el inicio del fin de la infancia?".
Tiene razón Martín Casariego al hablar de la increíble conspiración que reina en estas fechas en torno a los Reyes Magos.
Los niños se encuentran una mañana de enero sus cuartos llenos de juguetes, y sus padres les dicen que los responsables son tres personajes misteriosos que tienen la rara afición de visitarles a escondidas una vez al año para cubrirles de regalos. Una ocurrencia cuanto menos extraña, pues un regalo suele ser un gesto de reconocimiento, pero también de poder.
"Al llevar mi regalo eres mío", es la inquietante advertencia que contienen todos los regalos. La pregunta, entonces, es por qué los adultos se escudan en unos seres del mundo de la ficción para atentar contra esa ley esencial del regalo que es dejar clara la identidad de quien lo da y poner la marca de no disponible sobre quien lo recibe.
Aún más, por qué en un mundo tan práctico, utilitario y racionalista como el nuestro pervive una costumbre así, y estos remotos seres siguen llegando puntualmente, para celebrar con su gozosa atención la presencia de los niños en el mundo.
Una atención hecha a imagen y semejanza de los que dedican todos los padres a sus hijos pequeños, porque, bien mirado, al poner a escondidas los juguetes en sus cuartos, los padres no hacen nada que no hagan cada noche cuando les acompañan a la cama y olvidando sus obligaciones, el mundo sensato en el que deben moverse, les hablan de dragones, de alfombras voladoras, de mundos detenidos en el interior de los lagos, de muchachas que tejen camisas de ortigas y de pájaros de oro.
Es decir, les hablan como si contagiados por su hermosura hubieran perdido literalmente la razón. Porque el mundo de los cuentos es ese mundo que sólo puede encontrarse cuando perdemos la razón. Aunque si necesitamos hacer algo así no es para caer en el mundo atroz de la locura sino para salir de él, pues tal vez la peor de las locuras, como dijo Chesterton, es la de aquellos que lo han perdido todo menos la razón.
Lo que los niños en realidad reciben es el regalo más grande: una historia que les haga sentirse amados
La verdad sobre los Reyes marca el principio del fin de la infancia
Franz Kafka tiene un relato en que un pobre hombre, desesperado por el frío que está pasando se monta sobre un cubo vacío y sale volando en dirección a la casa del carbonero. Pero, al verle llegar por los aires, la mujer del carbonero le espanta
con su mandil. Nuestra razón es como esa mujer que agita decidida su mandil. Pone las cosas en su sitio, y nos devuelve la cordura, pero nada sabe de la loca esperanza que nos llevó a confundir el cubo con un caballo ni de la alegría inexplicable que sentimos al volar con él en la noche.
Y las historias que contamos a los niños están para decirles que ese vuelo y esa alegría son posibles. Ese y no otro es el verdadero significado de la Noche de Reyes.
Una noche en que lo que importa de verdad no son tanto los juguetes que los padres dan a sus hijos, sino el hecho de que lo hagan en el seno de una historia.
Porque lo que les estamos regalando, al hacerles creer que son los Reyes Magos quienes se los dan, es el don más maravilloso que puede hacerse a un niño, el don de una historia.
Es inevitable, siempre nos vamos tras los que tienen historias así que contar. Eso es el amor, encontrarnos con alguien y sentir que guarda una historia que debemos escuchar. Y tal es el regalo que hacemos a los niños esa noche, el regalo de una dulce y maravillosa historia.
Una historia que lejos de apartarles del mundo, les devuelve a él cargados de confianza y gratitud, que es lo que pasa con los Reyes Magos, en que el niño siempre termina despertando en su cuarto real lleno de objetos soñados. Pues ¿acaso no es eso un juguete: un objeto que pertenece por igual al mundo de la realidad y el de los sueños?
¿Deben seguir contando historias así los padres a los niños? No tengo ninguna duda de que sí, incluso los que piensan que a los niños hay que decirles siempre la verdad.
La razón nos dice cómo es el mundo, y nos ayuda a descubrir las leyes que lo rigen, pero no nos dice por qué estamos en él, ni si nuestra vida tiene o no algún sentido. ¿La razón? Nuestra vida no cabe en una casa tan pequeña, por eso necesitamos ficciones que nos permitan ampliar el campo de lo posible. Y lo que regalamos a los niños la Noche de Reyes es el regalo de una ficción que habla del amor y sus tímidas locuras.
Los libros están llenos de personajes que se van detrás de alguien con la esperanza de escuchar de sus labios historias así.
Sancho lo hace detrás de don Quijote, para oírle hablar de caballeros enamorados y ríos llenos de miel; Elsa desafía la prohibición de Lohengrin, para conocer el misterio de los cisnes del lago; Ismael se embarca en el Pequod, para oír hablar de la ballena blanca, y Nausicaa baña y cubre de perfumes a Odiseo, para sentarse a su lado y escuchar el relato de sus amores con Circe. Una historia es un lugar donde se formula una promesa.
La historia de don Quijote nos promete un mundo lleno de nobleza, dignidad y alegres desatinos; la del capitán Achab, que puede vencerse a la muerte; y la de Ulises, que existen hechizos capaces de retener a nuestro lado a los seres que amamos. Si las criaturas de los cuentos nos conmueven, es porque son una metáfora de nuestro propio corazón anhelante. Dragones, sirenas, muchachas encantadas, sastrecillos valerosos, tímidos flautistas, todos nos prometen algo cuando se acercan a nosotros. Y la enseñanza principal de la Noche de Reyes es que el regalo más grande que podemos hacer a los niños es el regalo de una historia que les haga sentirse amados.
Una historia que les diga que existe la gracia en el mundo, que es lo que prometen todas las historias de amor. Por eso, más que unos simples juguetes, lo que de verdad quiere el niño es que sean los Reyes Magos quienes se los den, y de ahí su terrible decepción cuando descubren que son sus propios padres quienes lo hacen. Esta es la razón de que ni el adulto ni el niño quieran abandonar esa noche el mundo de la magia.
El niño para que se cumplan sus deseos, los adultos para hacer ese tipo de promesas que no se pueden cumplir. Tú no te vas a morir nunca, tal es la promesa que, a través de esos personajes de ficción, les hacen los padres a los niños esa noche. El loco amor es tratar de cumplir cosas así.
Gustavo Martín Garzo es escritor.
Los cambios en la edad, por supuesto, son graduales, pero ¿qué mejor frontera que el día en el que te dicen la verdad sobre los Reyes, para marcar el inicio del fin de la infancia?".
Tiene razón Martín Casariego al hablar de la increíble conspiración que reina en estas fechas en torno a los Reyes Magos.
Los niños se encuentran una mañana de enero sus cuartos llenos de juguetes, y sus padres les dicen que los responsables son tres personajes misteriosos que tienen la rara afición de visitarles a escondidas una vez al año para cubrirles de regalos. Una ocurrencia cuanto menos extraña, pues un regalo suele ser un gesto de reconocimiento, pero también de poder.
"Al llevar mi regalo eres mío", es la inquietante advertencia que contienen todos los regalos. La pregunta, entonces, es por qué los adultos se escudan en unos seres del mundo de la ficción para atentar contra esa ley esencial del regalo que es dejar clara la identidad de quien lo da y poner la marca de no disponible sobre quien lo recibe.
Aún más, por qué en un mundo tan práctico, utilitario y racionalista como el nuestro pervive una costumbre así, y estos remotos seres siguen llegando puntualmente, para celebrar con su gozosa atención la presencia de los niños en el mundo.
Una atención hecha a imagen y semejanza de los que dedican todos los padres a sus hijos pequeños, porque, bien mirado, al poner a escondidas los juguetes en sus cuartos, los padres no hacen nada que no hagan cada noche cuando les acompañan a la cama y olvidando sus obligaciones, el mundo sensato en el que deben moverse, les hablan de dragones, de alfombras voladoras, de mundos detenidos en el interior de los lagos, de muchachas que tejen camisas de ortigas y de pájaros de oro.
Es decir, les hablan como si contagiados por su hermosura hubieran perdido literalmente la razón. Porque el mundo de los cuentos es ese mundo que sólo puede encontrarse cuando perdemos la razón. Aunque si necesitamos hacer algo así no es para caer en el mundo atroz de la locura sino para salir de él, pues tal vez la peor de las locuras, como dijo Chesterton, es la de aquellos que lo han perdido todo menos la razón.
Lo que los niños en realidad reciben es el regalo más grande: una historia que les haga sentirse amados
La verdad sobre los Reyes marca el principio del fin de la infancia
Franz Kafka tiene un relato en que un pobre hombre, desesperado por el frío que está pasando se monta sobre un cubo vacío y sale volando en dirección a la casa del carbonero. Pero, al verle llegar por los aires, la mujer del carbonero le espanta
con su mandil. Nuestra razón es como esa mujer que agita decidida su mandil. Pone las cosas en su sitio, y nos devuelve la cordura, pero nada sabe de la loca esperanza que nos llevó a confundir el cubo con un caballo ni de la alegría inexplicable que sentimos al volar con él en la noche.
Y las historias que contamos a los niños están para decirles que ese vuelo y esa alegría son posibles. Ese y no otro es el verdadero significado de la Noche de Reyes.
Una noche en que lo que importa de verdad no son tanto los juguetes que los padres dan a sus hijos, sino el hecho de que lo hagan en el seno de una historia.
Porque lo que les estamos regalando, al hacerles creer que son los Reyes Magos quienes se los dan, es el don más maravilloso que puede hacerse a un niño, el don de una historia.
Es inevitable, siempre nos vamos tras los que tienen historias así que contar. Eso es el amor, encontrarnos con alguien y sentir que guarda una historia que debemos escuchar. Y tal es el regalo que hacemos a los niños esa noche, el regalo de una dulce y maravillosa historia.
Una historia que lejos de apartarles del mundo, les devuelve a él cargados de confianza y gratitud, que es lo que pasa con los Reyes Magos, en que el niño siempre termina despertando en su cuarto real lleno de objetos soñados. Pues ¿acaso no es eso un juguete: un objeto que pertenece por igual al mundo de la realidad y el de los sueños?
¿Deben seguir contando historias así los padres a los niños? No tengo ninguna duda de que sí, incluso los que piensan que a los niños hay que decirles siempre la verdad.
La razón nos dice cómo es el mundo, y nos ayuda a descubrir las leyes que lo rigen, pero no nos dice por qué estamos en él, ni si nuestra vida tiene o no algún sentido. ¿La razón? Nuestra vida no cabe en una casa tan pequeña, por eso necesitamos ficciones que nos permitan ampliar el campo de lo posible. Y lo que regalamos a los niños la Noche de Reyes es el regalo de una ficción que habla del amor y sus tímidas locuras.
Los libros están llenos de personajes que se van detrás de alguien con la esperanza de escuchar de sus labios historias así.
Sancho lo hace detrás de don Quijote, para oírle hablar de caballeros enamorados y ríos llenos de miel; Elsa desafía la prohibición de Lohengrin, para conocer el misterio de los cisnes del lago; Ismael se embarca en el Pequod, para oír hablar de la ballena blanca, y Nausicaa baña y cubre de perfumes a Odiseo, para sentarse a su lado y escuchar el relato de sus amores con Circe. Una historia es un lugar donde se formula una promesa.
La historia de don Quijote nos promete un mundo lleno de nobleza, dignidad y alegres desatinos; la del capitán Achab, que puede vencerse a la muerte; y la de Ulises, que existen hechizos capaces de retener a nuestro lado a los seres que amamos. Si las criaturas de los cuentos nos conmueven, es porque son una metáfora de nuestro propio corazón anhelante. Dragones, sirenas, muchachas encantadas, sastrecillos valerosos, tímidos flautistas, todos nos prometen algo cuando se acercan a nosotros. Y la enseñanza principal de la Noche de Reyes es que el regalo más grande que podemos hacer a los niños es el regalo de una historia que les haga sentirse amados.
Una historia que les diga que existe la gracia en el mundo, que es lo que prometen todas las historias de amor. Por eso, más que unos simples juguetes, lo que de verdad quiere el niño es que sean los Reyes Magos quienes se los den, y de ahí su terrible decepción cuando descubren que son sus propios padres quienes lo hacen. Esta es la razón de que ni el adulto ni el niño quieran abandonar esa noche el mundo de la magia.
El niño para que se cumplan sus deseos, los adultos para hacer ese tipo de promesas que no se pueden cumplir. Tú no te vas a morir nunca, tal es la promesa que, a través de esos personajes de ficción, les hacen los padres a los niños esa noche. El loco amor es tratar de cumplir cosas así.
Gustavo Martín Garzo es escritor.
Paul Auster habla de su nueva novela en León
Paul Auster vuelve a ser noticia. El escritor está en España estos días, concretamente en León, donde ayer, veintiocho de Diciembre, recogió el premio Leteo. Además, para esta misma mañana estaba planeada la inauguración de un salón de actos del Ayuntamiento de la ciudad y posteriormente un visionado de varias películas en las que ha colaborado como guionista. Por supuesto, su presencia en nuestro país nos ha dejado algunas declaraciones. Y es que Auster estuvo hablando ayer de su nueva novela, Sunset park.
Según Paul Auster, ‘Sunset park’ estará ambientada en la época actual y contará con múltiples protagonistas y diferentes puntos de vista. La novela toma el nombre de un barrio de Brooklyn y su autor asegura que estará disponible para Noviembre de 2010. Está que no para este hombre…
Además, ha hecho varias declaraciones sobre la piratería, y asegura que es necesario un cambio en la educación para acabar con el problema. Opinaba también que la piratería puede afectar en un futuro a la producción de los libros digitales. Auster declaraba que los jóvenes creen que lo pueden conseguir todo gratis, cuando esto no es así.
Auster agradeció el premio Leteo, pero también declaró que para él era más importante conocer a los jóvenes escritores del Club Leteo, que se han sentido alentados con la obra del escritor, aunque afirmó también que no pretende ser un modelo para nadie.
Si alguien analizase mi vida y las cosas que he hecho, debería tomar notas para hacer justo lo contrario.
En fin, sólo nos queda felicitar a Paul Auster por su nuevo y flamante premio y desearle que lo pase bien en León. Seguro que no es el último premio que recibe… Por mi parte, os dejo unas declaraciones suyas que me parecieron muy acertadas, en esta época de venta desaforada de bestsellers.
(...) la literatura buena de verdad siempre encuentra una forma de salir y llegar al lector.
¿En la literatura y los premios , hay tb Machismo?
Después de haber sido finalista para el Premio Cervantes, Isabel Allende ha saltado a la palestra con unas declaraciones sobre el machismo que inunda el mundo literario. Según ella, esto puede palparse en el acaparamiento de los premios y los puestos como jurados por parte de los hombres. De esta manera, es una especie de circulo vicioso, ya que los jurados los suelen conformar ganadores anteriores…
Isabel Allende denuncia que el mundo literario aún esté en manos de los hombres, y declara que para una mujer es muy difícil que la reconozcan en el plano literario.
(Una mujer) tiene que hacer el doble o el triple de esfuerzo para obtener la mitad del reconocimiento que un hombre.
Isabel Allende nació en Lima en 1942 y es autora de más de veinte obras que han sido traducidas a más de treinta idiomas. Reconocida autora superventas, declara no creer en el marketing, y asegura que si un libro se vende tanto es porque a los compradores les gusta y no por estrategias de mercadotecnia.
En Chile hay esta idea, completamente subdesarrollada de que el marketing es una varita mágica que puede vender cualquier cosa.
Allende también ha manifestado que para superar este machismo imperante hay que hablar del tema y ‘discutir sobre las cosas que uno quiere cambiar’. Y a mí me parece muy bien que discutamos.
Poema De Europa Y Júplter de Lope de Vega
Poema De Europa Y Júplter de Lope de Vega
Pasando el mar el engañoso toro,
volviendo la cerviz, el pie besaba
de la llorosa ninfa, que miraba
perdido de las ropas el decoro.
Entre las aguas y las hebras de oro,
ondas el fresco viento levantaba,
a quien con los supiros ayudaba
del mal guardado virginal tesoro.
Cayéronsele a Europa de las faldas
las rosas al decirle el toro amores,
y ella con el dolor de sus guirnaldas,
dicen que lleno el rostro de colores,
en perlas convirtió sus esmeraldas,
y dijo: «¡Ay triste yo!, ¡perdí las flores!».
Enero, Europa, David
Enero, Europa, David
Ya en Madrid, comienza la vida en serio otra vez; atrás quedan los oleajes chiquitos del invierno, en el Médano, y esto es Madrid, rompeolas. Ahora toca nadar de nuevo, subir la corriente, bajarla. En este momento me voy a Estambul, a una entrevista; luego estaré en Roma, en Munich y en Trieste, así que enero comienza subiendo y bajando, contemplando a trozos esta Europa helada, tratando de comprenderla y también de recordarla u olvidarla. En el último libro (póstumo) de Thomas Bernhard el escritor austriaco expresa las esperanza defraudadas (ya en los 70) en el proyecto europeo. Una Europa que rechaza y no acoge, una Europa que aún no se despereza, que sigue con los tics que la convierten en un dinosaurio. Zapatero y el nuevo presidente europeo celebran hoy el inicio de la presidencia europea que le corresponde a España diciendo que este es un buen año para la Unión Europea. Ojalá. Siempre que se habla de Europa se cita la palabra motor.
El motor está apagado.
Yo he iniciado este periplo felicitando a mi amigo David Trueba, que mañana inicia en El País sus columnas en televisión. Siempre he dicho de él que es uno de los grandes escritores de este país, un escritor inteligente cuya chispa de ingenio y de ironía siempre está encendida, dispuesta a saltar sobre la opacidad de los sucesos. Es una mirada original y fresca que se junta, en la historia de esta manera de ver el mundo a través de la tele, a los nombres de Juan Cueto, Haro Tecglen, Enric González y Carlos Boyero, que seguirá ahí, como hasta ahora, los fines de semana. Bienvenido, David; nuestro maestro Rafael se hubiera alegrado como muchos nos alegramos de tener casi a diario diciendo qué te parece este berengenal.
Juan Cruz
Ya en Madrid, comienza la vida en serio otra vez; atrás quedan los oleajes chiquitos del invierno, en el Médano, y esto es Madrid, rompeolas. Ahora toca nadar de nuevo, subir la corriente, bajarla. En este momento me voy a Estambul, a una entrevista; luego estaré en Roma, en Munich y en Trieste, así que enero comienza subiendo y bajando, contemplando a trozos esta Europa helada, tratando de comprenderla y también de recordarla u olvidarla. En el último libro (póstumo) de Thomas Bernhard el escritor austriaco expresa las esperanza defraudadas (ya en los 70) en el proyecto europeo. Una Europa que rechaza y no acoge, una Europa que aún no se despereza, que sigue con los tics que la convierten en un dinosaurio. Zapatero y el nuevo presidente europeo celebran hoy el inicio de la presidencia europea que le corresponde a España diciendo que este es un buen año para la Unión Europea. Ojalá. Siempre que se habla de Europa se cita la palabra motor.
El motor está apagado.
Yo he iniciado este periplo felicitando a mi amigo David Trueba, que mañana inicia en El País sus columnas en televisión. Siempre he dicho de él que es uno de los grandes escritores de este país, un escritor inteligente cuya chispa de ingenio y de ironía siempre está encendida, dispuesta a saltar sobre la opacidad de los sucesos. Es una mirada original y fresca que se junta, en la historia de esta manera de ver el mundo a través de la tele, a los nombres de Juan Cueto, Haro Tecglen, Enric González y Carlos Boyero, que seguirá ahí, como hasta ahora, los fines de semana. Bienvenido, David; nuestro maestro Rafael se hubiera alegrado como muchos nos alegramos de tener casi a diario diciendo qué te parece este berengenal.
Juan Cruz
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