La etiqueta de Obama
No hay nada como tener una etiqueta y que todos crean lo que dice en ella. Resulta que hace un año que Obama está en la Casa Blanca, a donde llegó con la etiqueta de progresista salvador. Como dice Paco Suárez, lo creyeron hasta en la Fundación Nobel, y le dieron el Nobel de la Paz. Obama es mulato, alto, guapo, y sólo le falta la pluma en el sombrero para parecerse al flautista de Hamelín, porque sí que tiene la flauta de su discurso lleno de sofismas, en el que hasta las guerras más estúpidas quedan justificadas en nombre de la paz y la democracia.
Probablemente Obama haya decepcionado a algunos, pero tengo que decir que no a mí. Ya dije antes de que tomara posesión, que desde Theodore Roessevelt (todo el siglo XX), los presidentes norteamericanos están todos cortados por el mismo patrón. Ni Truman fue más bestia que ninguno por lo de Horoshima, ni Wilson fue una hermanita de la caridad porque impulsara la Sociedad de Naciones, ni Kennedy fue tan listo ni Bush Jr. tan tonto. Responden todos a los intereses de los grandes monopolios americanos, y Obama no iba a ser la excepción. Sigue en Irak y Afganistán, se meterá en Pakistán si es lo que les conviene y procurará, como todos los presidentes yanquis, ningunear a Europa. De manera que, esperemos si acaso milagros de otra clase (Paco Suárez dixit) porque Obama es exactamente eso: Presidente de Los estados Unidos, uno más, como Reagan, como Truman y como Bush, por mucha etiqueta que le pongan, aunque ya parece que se le está borrando.
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