Las reacciones a la tragedia de Haití han vuelto a poner sobre la mesa una realidad terrible: los responsables políticos del mundo, en cualquier área, son ahora mismo de un nivel bajísimo, y de un personalismo vergonzante.
Cuando llegan momentos como este, se echan de menos personajes, no ya de la talla enorme de Churchill, Adenauer, Schuman o Nehru, sino simplemente políticos con sentido del estado y de las prioridades, que sin ser estrellas fulgurantes supieron hacer lo debido en su momento, y en este apartado entrarían figuras como Miterrand, Khol, Gorbachov, Felipe González o Indhira Gandhi.
Lo que ocurre en España sucede también en el mundo. Faltan pesos pesados con capacidad de liderazgo, y en su lugar hay figurines que se dan codazos para salir en la foto, y todos están en la Luna de Valencia.
Luego, a la hora de la verdad, todo el mundo critica a Estados Unidos (que tiene muchas cosas criticables y aquí se exponen muchos días), pero que es quien pone siempre toda la carne en el asador, porque tiene clara su escala de mando. Sarkozy ha hecho el ridículo, la ONU no está ni se la espera, Inglaterra está desparecida en combate y el UE practicando el empujoncito para estar el primero de la fila. De este modo, veo el futuro de Haití en manos de las ONGs, que están muy bien para las emergencias, pero que -por desidia del estado- acaban siendo la única posibilidad de supervivencia. Y si eso se eterniza, no hay desarrollo de los pueblos.
África es un ejemplo claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario