Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 ene 2010

A ÉL LE HUBIERA GUSTADO MÁS UN ‘ROCK AND ROLL’

A ÉL LE HUBIERA GUSTADO MÁS UN ‘ROCK AND ROLL’

Julián Ayala Armas
Pobre Félix Francisco-Vorace Casanova, muerto antes de tiempo de una muerte que no era la suya. Pobre Félix-Vorace con su don de la inmortalidad a cuestas, sin ninguna mano ya que enjugue su frente en las noches de pesadilla. Él, que amaba cada uno de sus días y ahora los ha vulnerado con la más grave y acuciante de las heridas.
Yo no quería escribir hoy sobre él. Él seguramente no hubiera querido que nadie
escribiera sobre él en estos momentos. Le hubiera gustado más ser despedido con la música de un rock and roll, de diapasón sonoro y estridente como una naranja. Le hubiera gustado cualquier cosa menos estas palabras ritualmente acongojadas, hubiera hecho alguna broma con ellas, como quien no lo dice, mirándonos así, como con timidez socarrona. A él le hubiera gustado un funeral con saxos y con baterías, un funeral que fuera una sinfonía pop con la muerte como única solista.
Pero no ha sido así. Félix se ha ido con su don debajo del brazo. Absurdamente, como uno de los personajes de su única novela publicada, de todas sus novelas soñadas. Se ha ido y a uno no se le ocurre ahora más que un puñado de palabras deshilvanadas que nacen, eso sí, de muy adentro, donde se guardan las palabras que nunca nos gustaría decir: la palabra pérdida, la palabra muerte, la palabra partida, la palabra adiós. Las palabras malditas del diccionario, las que hacen inútil el diario afán del hombre sobre la tierra.
Félix era la antítesis de esas palabras. Una conversación con él nos dejaba el sabor amable de un hasta luego, de una permanencia sin quiebra, entre el estallido fugaz de una frase acaracolada y risueña, un comentario hecho al paso, brillante y espontáneo, o una sílaba no terminada de pronunciar. Su don, el don de Vorace que era el don de Félix, permanece entre nosotros, en sus pocos libros publicados, en ese puñado de versos y frases rutilantes que nos ha dejado.
Dejado. Otra vez la maldita palabra. Otra vez al círculo vicioso de la vida que termina, de la muerte que empieza. A Félix ya no le importa nada. A nosotros nos importa todavía todo y hay que pasar muy malos tragos en la vida antes de tomar el último. Félix nos ha dejado el sabor de sus versos y sus relatos, el recuerdo de su conversación, su risa breve, o su gesto de echarse el pelo hacia atrás. Todos los muertos nos dejan algo suyo siempre y también se llevan siempre algo nuestro: la angustia por la vida truncada, la esperanza rota en lo que pudo ser y no fue, y como colofón una pila de palabras deshilvanadas…
(El Día, Tenerife, viernes 16 de enero de 1976)

No hay comentarios: