ISABEL PREYSLER Y MARIO VARGAS LLOSA MÁS CERCA DE SER MARIDO Y MUJER Parece
que el camino que conduce al matrimonio entre “la reina de corazones” y
el Nobel cada vez presenta menos escollos
. El escritor peruano estaría
dispuesto a renunciar a la mayor parte de su patrimonio –estimado, a la
baja, en 10 millones de euros–, con tal de conseguir su sueño más
ansiado en estos momentos: convertirse en el marido de Isabel Preysler.
No hay que olvidar que Mario cumple 80 años el próximo mes de marzo y
quiere vivir el amor con la intensidad y el ímpetu de un adolescente.
Aunque el divorcio está en marcha, Patricia Llosa aún tendrá algo que
decir.
Isabel Preysler: “Mi familia está muy unida”
Isabel Preysler ha reconocido que es consciente de que la imagen que ofrece no se corresponde con la realidad.
Isabel Preysler ha conseguido convertirse en uno de los personajes
más buscados por la prensa del corazón, después de que se diera a
conocer su romance con Mario Vargas Llosa.
Considerada la “reina de
corazones”, la que fuera esposa de Miguel Boyer ha concedido
recientemente una entrevista para el espacio “Hoy por hoy” de Cadena Ser
en la que ha hablado, muy sincera, sobre sus perspectivas de futuro, sus planes de Navidad o su relación con el Nobel. “Mi familia está muy unida, como la madre es la que une, he podido unir a mis cinco hijos aunque sean de padres diferentes.
Se quieren igual que si vivieran en el mismo país, y como si fueran
hermanos, en lugar de hermanastros”, aseguró sobre la estupenda relación
que mantienen todos sus hijos entre sí, después de reconocer que la
suya es una familia nada convencional.
Respecto a la Navidad,
Preysler señaló que le gusta celebrar la Navidad, ya que es algo que
hacía desde que era niña cuando estaba en Filipinas. Este año, como no
podía ser de otra forma, espera poder reunir a todos los miembros de su familia para compartir con ellos estas fechas tan especiales.
De hecho, Isabel Preysler acaba de volver de Miami, hasta donde se
trasladó para vivir junto a sus hijos el día de Acción de Gracias.
“Sin
ellos, este día no significa nada”, apuntó.
Sin reticencias a la hora de comentar su romance con el escritor -después de que se rumoreara que Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler tenían planes de boda a corto plazo-, la socialité subrayó durante la chara que “no esperaba que se organizara todo esto tras conocerse la relación con Mario”.
“Él me decía que serían las primeras semanas, pero llevamos seis meses y no se ha calmado”, comentó entre risas. “Esperamos que esto pase y podamos salir a dar un paseo sin tener prensa en la puerta”, apostilló.
Aunque
muchos apuntan que Isabel está encantada con su continua exposición en
los medios de comunicación, ella desmiente que sea así.
“No me gusta
salir así en los medios”. “Cuando hago una cosa de trabajo estoy
encantada de que me retraten, me pregunten y todo lo que haga falta.
Pero cuando salgo de casa y hago mi vida, me gusta ser una persona
normal”, explicó al respecto. “Que estén en la puerta de tu casa
y que te sigan a todas partes es tremendo, es una sensación de no tener
ninguna libertad y de que todo lo van a magnificar”.
Y es que, parece que continuamente tiene que lidiar contra los comentarios que la tachan de lo que no es. “Me
choca muchísimo que cuando conozco a alguien, muchas veces me diga: ‘me
alegro de haberte conocido, nunca pensé que serías así’.
Eso me hizo reflexionar sobre qué pensaban de mí. Me di cuenta de que la imagen que daba no era la mía”, concluyó.
Ha pasado algo más de año y medio desde la mediática boda de Francisco Rivera con su pareja (y ya madre de su hija Carmen) Lourdes Montes.
El enlace religioso, que congregó a muchas caras conocidas, curiosos y
prensa, se celebró el 13 de julio de 2014 en la Capilla de la Esperanza
de Triana de Sevilla.
Como toda boda, y más en esta, protagonizada
por personajes famosos, hubo muchos comentarios y críticas
. Uno de los
principales blancos de estas fue precisamente el vestido de la novia.
Montes, abogada de profesión, decidió pocos meses antes del enlace
arrancar su carrera de diseñadora de moda junto a su hermana Sibi
. Ambas
fundaron la firma Analilen
y se confeccionaron sendos vestidos para el gran día. Mientras que el
de Sibi generó comentarios de admiración, el de la novia y protagonista
(en tonos rosas, con el cuerpo cuajado de grandes cristales colgantes)
dejó frío a más de uno.
Tras haber defendido en multitud de ocasiones su elección, ahora la
propia Lourdes Montes reconoce que se arrepiente de haber lucido este
diseño.
En alguna ocasión había comentado que tuvo que hacerlo muy rápido, y ahora dice, directamente, que se equivocó.
Montes lo ha explicado al hilo de un comentario de una seguidora en Instagram
. Tras colgar una imagen en la que aparecen telas bordadas
que formarán parte de su próxima colección, una chica comenta: "A mí
esas telas me parecen una preciosidad y Lourdes es una chica estilosa,
pero creo que su traje de novia no fue muy acertado".
Ella le responde
directamente: "Estamos de acuerdo, yo ahora tampoco me pondría algo así
pero en su momento me gustó.
Gracias por dar tu opinión de una forma tan
respetuosa". La seguidora finaliza la conversación agradeciéndole su
respuesta y su aceptación del comentario.
Hollywood logra cerrar el debate de las minorías étnicas con una de las mejores galas.
Hay que quitarse el sombrero ante la Academia de Hollywood.
Ha
resuelto en una de las mejores galas de los últimos años el inmenso
jaleo en que se había metido por no dar reflejo en las candidaturas a
sus premios a las diversas minorías étnicas.
La culpa no la tiene la
Academia sino el mismo Hollywood: como dijo Spike Lee
cuando recogió hace semanas su Oscar de Honor (se entrega previamente a
la gran ceremonia), es más fácil que un negro presida Estados Unidos
que lidere un estudio de Hollywood.
Anoche en Los Ángeles un presentador
negro, Chris Rock, repartió pullas para todos, incluso para otros negros que estaban boicoteando la ceremonia, como Will Smith.
La gala fue divertida, chispeante, se atizó a los académicos en cuanto
se pudo sobre su blancura, y tuvo suficientes momentos de emoción como
para que el espectador no se despegara del sofá. Empezó y acabó igual,
con una estatuilla para Spotlight, de Tom McCarthy:
la que premiaba mejor guion original y la más importante, la de mejor
película (había ganado el premio del Sindicato de Actores, la profesión
de la mayor parte de los académicos de Hollywood).
Algunos han criticado
que Spotlight
no ahonde en el drama de las víctimas de abusos sexuales por parte de
los curas de Massachussetts, pero la película no va de eso, sino de cómo
los periodistas de The Boston Globe encararon e investigaron ese caso.
En el último segundo le arrebató la estatuilla a El renacido,
que en el final de la ceremonia parecía la ganadora, tras sus
estatuillas al director de fotografía Emmanuel Lubezki (tercero
seguido), al director Alejandro González Iñárritu (segundo tras el del
año pasado por Birdman) y a Leonardo DiCaprio (sí, llegó su
hora y además acompañó su felicidad con un lúcido discurso sobre el
cambio climático)
. ¿Han preferido no engordar aún más ego de Iñárritu?
¿No se premian direcciones de perfil bajo, adecuadas a ciertas
historias, y sí las que parezcan fuegos artificiales?
Hubo pocas sorpresas, pero las hubo. Mad max: furia en la carretera ganó seis estatuillas, todas técnicas, aunque se le escapó el de mejores efectos visuales, que recayó merecidamente en Ex machina.
A DiCaprio le acompañaron en interpretación los favoritos Brie Larson y
Alicia Vikander. En cambio Sylvester Stallone se fue sin premio,
arrebatado por un excepcional Mark Rylance con El puente de los espías.
Y podría haber sido ultima oportunidad.
El trío crea sendos personajes sin grandes alharacas.
Chile ganó su primer Oscar –con un corto de animación basado en el
sufrimiento del abuelo del director causado por la dictadura
pinochetista-, el compositor Ennio Morricone subió al escenario con 87
años en su primera estatuilla a competición (ya fue galardonado en su
momento con el Oscar honorífico) y en su último giro final la Academia
decidió quitar la miel de los labios de Iñárritu y ponérsela en la de Spotlight: en el último medio siglo solo Titanic ha ganado el Oscar grande sin haber sido candidata a mejor guion y El renacido no igualó la proeza
. De las ocho películas que competían a mejor película, seis obtuvieron al menos una estatuilla.
Y de Carol,
una obra maestra, nada se supo, en el único borrón de la gala. Bueno
ahí y en canción, una categoría que en esta edición deslucía el gran
nivel de la ceremonia.
Al menos, sirvió para que un vicepresidente de
los EE UU, Joseph Biden, saliera a presentar a Lady Gaga y la calificara
de amiga. Otra sorpresa más.
El creador latinoamericano, obsesionado con el paso del tiempo, se acerca a la leyenda con el segundo Oscar consecutivo.
Para Inárritu
el tiempo corre hacia atrás
. Desde que cumplió 50 años vive atrapado en
el irremediable reloj de la madurez
. La certidumbre de que, haga lo que
haga, la arena seguirá cayendo ha abierto, como él mismo reconoce, una
nueva etapa en su obra.
La primera entrega de este ciclo vital fue Birdman, y la más reciente, The Revenant.
El Oscar al mejor director ganado en ambas películas confirma que
Iñárritu, en este atardecer, va camino de la leyenda.
La de un creador
que ha hecho de la fugacidad del tiempo el sustento de su obra. Pero
también la de un mexicano que conquista Hollywood en los tiempos (malos)
de Donald Trump.
Ya en 2015, al recibir la estatuilla, el cineasta pidió un trato
justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados más allá
del Río Bravo
. Desde entonces, la bestia de la xenofobia no ha dejado de
crecer en Estados Unidos.
Desde entonces, la bestia de la xenofobia no ha dejado de crecer en
Estados Unidos
. Casi a diario, el candidato presidencial republicano Donald Trump
ha pisoteado el orgullo de su vecino del sur y bramado contra esos
millones de mexicanos que sin papeles y huyendo del infierno de la
pobreza buscan un futuro en el gran norte. Iñárritu, profundamente
crítico con los desmanes de su tierra pero solidario con sus desgracias,
no los olvidó
. En el cénit de su gloria, aprovechó los altavoces de la
ceremonia más seguida del planeta para recordar que no todos tienen la
misma suerte que él y pedir el fin de los "prejuicios raciales" y los
"pensamientos primarios”.
Una declaración que muestra a un cineasta fiel
a sus raíces y cuya personalidad se cimenta, mucho más que en el
mercado o la conveniencia política, en una profunda capacidad
autocrítica.
Poco importa que sus películas gusten o no a la crítica.
Tampoco la
saña de ciertos seguidores le hacen excesiva mella.
En su proceso
creativo, Inárritu lucha a diario con un adversario aún más duro: el
juez que habita en su interior.
“Es un Torquemada”, explicaba Iñárritu a
este periódico durante la filmación de The Revenant, “un tipo
al que presentas cualquier caso y te mandará al fuego, un terrorista con
el que no hay negociación posible; esa voz interna es la que me lleva a
encontrar el concepto primordial de las historias”.
Esa tensión se transmite a los rodajes. Verle filmar, medir los ángulos, trazar el vuelo de la cámara junto a su antiguo amigo Emmanuel Luzbeki
(tercer Oscar consecutivo a la mejor fotografía) es asistir a un
espectáculo torturado
. A orillas del río Bow, en la gran planicie de
Calgary (Canadá), durante la filmación de The Revenant, ambos
formaban una pareja en constante ebullición.
Sin descanso, bajo
temperaturas extremas, medían con precisión cada plano, lo discutían, lo
reinventaban.
Y volvían a empezar. El director, en uno de los
descansos, lo explicaba:
"Soy muy duro, muy militante, muy exigente.
No
exijo nada de lo que no doy. Para mí hacer una película es una guerra de
tres años y, como un perro, no la suelto
. Por eso me da miedo entrar en
una película, porque voy a meterme en un proceso en el que me pierdo…”.
El fruto de este constante ir y venir es un cine, como se vio anoche,
jalonado de premios. Pero en ningún caso fácil.
Su cinematografía
avanza haya o no oxígeno.
En ocasiones la escalada puede resultar
fatigosa, pero nunca deja de advertirse el tic-tac de su poderosa
ambición.
“Me gusta invertir emocionalmente en mis películas”, suele
decir.
En The Revenant late esa pulsión.
Y también la admiración
por los grandes clásicos, como Andréi Tarkovsky y Akira Kurosawa
. El
director mexicano sigue sus huellas.
De ahí, por ejemplo, que la odisea
del trampero Hugh Glass en 1823 se transmute por momentos en la del
explorador ruso Vladímir Arséniev, en Dersú Uzalá, la obra maestra de
Kurosawa.
Es un ejemplo de los juegos de intertextualidad que tanto
gustan a Iñárritu.
Hay más en la película y habrá quien los juzgue como
imitación.
Pero en la deconstrucción que practica el mexicano esto
carece de importancia.
La huella no se oculta. La pisada se presenta tal
y como es, sin subterfugios.
Esa transparencia se ha vuelto un rasgo
distintivo del segundo Iñárritu.
Abandonados los abusos de sus primeras gramáticas, de 21 gramos (2003) o Babel (2006), el cineasta nada ahora por aguas diáfanas.
En Birdman, esa sinceridad se plasmó en largos y arriesgados planos-secuencia, donde nada se podía ocultar; en The Revenant
impera una narrativa de cristal. Infinitos paisajes nevados y una
historia en línea recta
. Con esos elementos, Leonardo DiCaprio, ganador
del Oscar como mejor actor, atraviesa, en su lucha por la supervivencia,
el corazón de un universo inaugural, de una nación aún por definir.
“Es
una historia de crecimiento espiritual a través del dolor físico.
Pero
también se trata de una película de aventuras, de grandes silencios y
espacios. Es una experimentación”, señala Iñárritu.
Ese es el reto de The Revenant.
Una obra donde el tiempo, al modo clásico, adopta la forma de una
cuenta atrás. Contra una naturaleza hostil.
Y también contra la muerte
.
Ese reloj que obsesiona a Iñárritu.
Has
descansado y arrancas la semana a tope. Un problema: no viste la gala
del cine. Hay remedio: estas frases se leen en nada y te enteras de todo.
Hollywood escuchó al mundo y Leonardo DiCaprio ganó su Oscar a la mejor interpretación (por El renacido), después de cinco nominaciones
. El responsable de esa película, Alejandro G. Iñárritu, se alzó con el Oscar a la mejor dirección. Pero el premio a la mejor película fue para Spotlight.
Para consultar la lista de ganadores pincha aquí.
Pasaron muchas anécdotas en la gala de los Oscar. Como probablemente te
fuiste a la cama antes incluso de que empezara, con solo leer estas
frases podrás decir que has visto la ceremonia.
1. La mejor forma de empezar este relato en frases es admirar cómo
conectan e interactúan, al principio de la gala, las dos personas
favoritas del planeta Tierra. "¡Buena suerte, Leo! Todo el mundo te
quiere porque eres el mejor.
Reúnete conmigo junto al reloj cuando
quieras, tío". Adele, en Twitter. Y aquí es cuando explota Internet.
Hollywood escuchó al mundo y Leonardo DiCaprio ganó su Oscar a la mejor interpretación (por El renacido), después de cinco nominaciones. El responsable de esa película, Alejandro G. Iñárritu, se alzó con el Oscar a la mejor dirección. Pero el premio a la mejor película fue para Spotlight. Para consultar la lista de ganadores pincha aquí.
Pasaron muchas anécdotas en la gala de los Oscar. Como probablemente te
fuiste a la cama antes incluso de que empezara, con solo leer estas
frases podrás decir que has visto la ceremonia.
1. La mejor forma de empezar este relato en frases es admirar cómo
conectan e interactúan, al principio de la gala, las dos personas
favoritas del planeta Tierra. "¡Buena suerte, Leo! Todo el mundo te
quiere porque eres el mejor. Reúnete conmigo junto al reloj cuando
quieras, tío". Adele, en Twitter. Y aquí es cuando explota Internet.
2. "No podían ser más blancos ni con lejía". El reverendo J. Edgar Boyd, pastor de la Iglesia Metodista Episcopal Africana, invitando a sus feligreses a boicotear la ceremonia.
3. Cuatro frases de Chris Rock, el presentador (negro), sobre la
polémica (boicoteo incluido), de la poca presencia de negros nominados:
"La ausencia total de nominados negros ha sucedido en otras 71 ediciones, pero ningún negro se quejó porque en los 60 teníamos problemas reales por los que protestar".
"Si el presentador tuviera que ser elegido por votos, no me habrían elegido a mí". "Rocky es una película de ciencia-ficción porque ahí los atletas blancos son tan buenos como los negros".
"El homenaje In Memoriam incluirá a espectadores negros asesinados por policías mientras iban al cine".
4. Jacob Tremblay, el protagonista de La habitación, de 9 años, lleva un esmoquin de Armani, calcetines estampados de Darth Vader y gemelos en la camisa del Halcón Milenario (la nave de Han Solo en Star Wars). Cuando le preguntan en la alfombra roja cuál es su perspectiva de la noche dice "muy bajita".
5. Sophie Turner (Sansa Stark en Juego de tronos) posa adorable con un póster de Leonardo DiCaprio.
Quizá esta noche consiga una foto con Leo de carne y hueso.
6. "Elegí el vestido ayer mismo". Lady Gaga, no creyéndoselo ni ella.
7. Jennifer Lawrence llega tan tarde... que consigue ser trending topic mundial porque todo el mundo se pregunta dónde demonios está.
8. "Yo sólo quiero comerme una hamburguesa antes de la ceremonia". Charlize Theron, por encima del bien y del mal. 9. "Me voy al bar". Claude Lanzmann, escritor y director de 90 años y protagonista del cortometraje documental nominado Spectres of the Shoah. Ni siquiera un superviviente del Holocausto puede aguantar la alfombra roja entera.
10. "Yo no digo que James Bond sea malo en la cama, pero se ha
acostado con 55 mujeres en 24 películas y la mayoría intentaron matarle
después". Sarah Silverman, desmontando el mito de 007 conquistador.
11. "Ni siquiera me imaginaba que me dejarían hacer películas en inglés". La actriz sueca Alicia Vikander, tras ganar su Oscar como secundaria por La chica danesa. 12. "Haced películas, dibujad, escribid, hará que el mundo cambie". Pete Docter, director de Del revés, al recoger el Oscar a Mejor Película de Animación
.
13. Kate Winslet se pone gafas para presentar. No consigue distraernos de su inexplicable vestido de ¿plástico?
14. "La gente me pregunta si trabajar al lado de Tom Hanks ayuda, y la respuesta es sí". Mark Rylance, en su discurso de agradecimiento como Mejor Actor Secundario por El puente de los espías.
15. Cuando la directora de A Girl In The River: The Price Of Forgiveness
empieza a hablar de cómo este cortometraje documental ha empujado al
gobierno a detener los "asesinatos por honor" en Pakistán, le suben la música para que se largue. La Academia no tiene escrúpulos si van mal de tiempo.
16. Chris Rock saca a tres niños asiáticos como ficticios notarios de la gala e invita a que los espectadores "tuiteen sobre ello, con teléfonos que también han construido estos niños". Nadie se ríe. 17. "Para mí tú eres el mejor, da igual lo que digan los demás".
Arnold Schwarzenegger, en Twitter, a su rival en taquilla y amigo en la
vida Sylvester Stallone después de que este perdiese su Oscar por Creed.
18. "Soy la persona menos cualificada de esta sala". Joe Biden,
vicepresidente de Estados Unidos, ante la ovación en pie con el que
Hollywood le recibe. Está ahí para comprometerse a luchar contra las
violaciones en los campus universitarios. Es el tema del documental The Hunting Ground, interpretado por Lady Gaga. La actuación resulta el momento más emotivo de la noche, cuando salen al escenario varias víctimas de violación.
19. Ennio Morricone logra su primer Oscar competitivo (recibió uno honorífico) gracias a Los odiosos ocho, tras 6 nominaciones. A sus 87 años, 50 de ellos trabajando en Estados Unidos, no habla inglés y requiere un intérprete. Ni falta que le hace.
20. Ali G, el primer álter ego de Sacha Baron-Cohen antes de convertirse en Borat, define La habitación como "una película con una habitación llena de gente blanca". La gala es casi monotemática en torno al #OscarsSoWhite.
21. Mark Rylance recuerda cómo Mark Ruffalo le confesó que le aterraba escuchar "el ganador es Mark R..." y levantarse por error.
22. Alejandro G. Iñárritu iguala a John Ford y Joseph L. Mankiewicz
al ganar dos Oscar seguidos. Su ego podría protagonizar su propio biopic. Se la suda que le ponganLa cabalgata de las Valquirias para echarle del escenario, de hecho se viene más arriba.
23. No le ponen música a Leonardo DiCaprio cuando da
su discurso tras ganar el Oscar a mejor actor. Durante las 4 horas
anteriores le han estado metiendo prisa a los demás ganadores para que
DiCaprio pueda explayarse en su agradecimiento.
24. Spotlight se convierte en el primer filme en ganar Mejor Película con sólo dos premios en total desde El espectáculo más grande del mundo, en 1962. Morgan Freeman lee el título tan rápido que todo el mundo se queda aturdido.
25. La gala acaba con una broma provocada por el desliz del traductor de la retransmisión de Movistar Cine. La película no se llama El renacido sino El revenido.
El actor gana por fin su ansiado Oscar tras cuatro nominaciones infructuosas.
La historia la contó así George Clooney
en 2013: pachanga de baloncesto en Cabo San Lucas, la ciudad turística
de la California mexicana.
A un lado Clooney y sus amigos. Años y años
de jugar juntos al baloncesto. No son el actor y otros, sino que George
es uno más.
Al otro, Leonardo DiCaprio
y su corte.
Aquí sí hay clases: el séquito se comporta como tal. Leo es
el más grande, Leo es el mejor. El partido empieza y la paliza que le
mete el equipo de Clooney al de DiCaprio es de órdago.
Algo que no se
refleja en cómo se comportan los amigos de DiCaprio, que siguen como si
ganaran de calle liderados por una estrella rutilante. “La discrepancia
entre el partido y cómo hablaban ellos del partido me hizo pensar sobre
la importancia de que en tu vida haya alguien que te diga las cosas como
son.
Y no estoy seguro de que cerca de Leo haya alguien así”.
Esta pasada noche Leonardo DiCaprio (Hollywood, 1974) ha competido por sexta vez por el Oscar: cinco como actor y otra más como coproductor de El lobo de Wall Street.
Y por fin tiene la dorada estatuilla.
Se lo mereció en 2005, cuando
encarnó con crudeza a Howard Hughes, el multimillonario que terminó
encerrado loco en un hotel de Las Vegas en The Aviator. En aquella edición se lo arrebató Jamie Foxx por Ray. Antes había competido por ¿A quién ama Gilbert Grape? (1994) —uno de sus pocos papeles secundarios—, y posteriormente volvió con Diamantes de sangre y El lobo de Wall Street.
La Academia ha disfrutado durante décadas haciéndole feos: a lo anterior se suma, por ejemplo, que no lo nominaran con Titanic.
En realidad, de DiCaprio solo habla con cariño Kate Winslet, su compañera en la superproducción de James Cameron y en Revolutionary Road,
y con respeto sus directores, cineastas de renombre como Martin
Scorsese, Clint Eastwood, Christopher Nolan, Baz Luhrmann y ahora Alejandro González Iñárritu, su director en El renacido.
Si hay alguien con quien se puede comparar es con el futbolista
Cristiano Ronaldo: el actor es bueno, buenísimo, pero en cambio no es
muy querido por el gran público y no ayuda a ello algunos de sus gestos,
como su mirada de asco y desprecio a Lady Gaga en los últimos Globos de
Oro.
En realidad, ha habido estrellas que han tenido que esperar más años
para ganar el Oscar (Al Pacino, Paul Newman) y algunas nunca lo
obtuvieron: Barbara Stanwick, Greta Garbo, Kirk Douglas —le dieron uno
honorífico—, Cary Grant…
De los actuales, Tom Cruise, Johnny Depp, Liam
Neeson, Gary Oldman, Ian McKellen, Glenn Close o Ralph Fiennes nunca han
agradecido la estatuilla de Hollywood porque nunca se la han llevado.
El estadounidense no ha hecho más de 30 películas; en sus inicios sí trabajó en diversas series de televisión como Rosanne, Los problemas crecen, La nueva Lassie o ¡Dulce hogar… a veces!
Hoy ya no tiene ni necesidad ni prisa. Más interesado se muestra por
todo lo que concierne al medio ambiente: a través de sus mensajes
avisando del cambio climático, y de los documentales producidos por su
empresa Appian Way.
Él mismo ha hablado ante la ONU o participado en la
COP21, la conferencia que en diciembre reunió en París a los gobernantes
mundiales para lograr un acuerdo que parara la destrucción de la
Tierra.
En cualquier entrevista, DiCaprio aprovecha para colar un
mensaje ecológico, y suena a auténtico.
Tanto como su pasión por las rubias de medidas de pasarela.
Como le
soltaron Tina Fey y Amy Poehler en unos Globos de Oro: “Y ahora, como
vagina de supermodelo, demos una calurosa bienvenida a Leonardo
DiCaprio”
. La lista es larga: Bridget Hall, Naomi Campbell, Kristen
Zang, Amber Valleta, Bijou Phillips, Gisele Bündchen, Eva Herzigova, Bar
Refaeli, Erin Heatherton, Toni Garrn, Kelly Rohrbach…
Eso sí, ya no es
el fiestero de finales de los noventa. Y el rodaje de El renacido fue todo excepto una fiesta, con condiciones infernales de frío y riesgo de hipotermias.
Julianne Moore abrió el sobre y anunció que DiCaprio ha ganado el Oscar, se acabó el cachondeo con el videojuego Red Carpet Trampage que escenifica en formato arcade
(los videojuegos clásicos de la década de los ochenta) el camino del
actor para conseguir la estatuilla. Se ha hecho justicia. Y sobre todo,
habrá un resoplido de alivio del mismo DiCaprio: adiós a la maldición.
Isabel Preysler pierde popularidad desde que sale con Mario Vargas Llosa
Según la empresa Personality Media, que
asesora a diversas marcas, la «socialite» suspende en confianza. Aprueba
en elegancia, pero Nieves Álvarez le ha arrebatado el podio
Son muchos los que se preguntan si la imagen de Isabel Preysler se ha visto alterada en lo últimos meses, después de que saliera a la luz su relación con el escritor Mario Vargas Llosa.
¿Sigue siendo «la reina de corazones» una mujer creíble?
¿Es tan bella y
elegante como parece?
¿Es rentable ahora mismo para una marca
contratarla como imagen o embajadora?
La última encuesta de Personality Media
–empresa que analiza a casi 2.500 famosos para poder asesorar a las
agencias de publicidad, las agencias de medios y los anunciantes a la
hora de contratar a un personaje público para sus campañas y
promociones– revela una caída considerable en la percepción que el público, la gente de a pie, tiene sobre la primera esposa de Julio Iglesias.
«Llevamos
analizando la imagen de Isabel Preysler desde el año 2005», explica a
ABC María Utrera, directora comercial y de comunicación de Personality
Media. «Hasta ahora sus niveles de conocimiento se han mantenido
prácticamente inalterables. Entre un 90 y 93 por ciento de los españoles dicen conocerla.
Este dato la sitúa entre las 30 mujeres (tanto nacionales como
internacionales) más conocidas de los más de 2.350 personalidades que
analizamos en Personality Media», añade Utrera.
Cambio de tendencia
La admirada madre de cinco hijos –Chábeli, Julio José, Enrique, Tamara y Ana– y esposa perfecta –lo fue de un cantante, un marqués y un ministro y podría serlo de un premio Nobel de Literatura– tiene «un
perfil de imagen muy claro, con valoraciones en los atributos
analizados que, a pesar del tiempo, y hasta ahora, se habían mantenido
prácticamente intactos».
La estrella del baldosín no sólo es
una de las mujeres más conocidas de España, sino también «entre las más
distinguidas», dice Utrera.
Además, la socialite de origen filipino
siempre había estado mejor valorada por las mujeres que por los hombres
porque «consideraban que marca tendencia».
Ahora parece que quedan atrás los años en los que todo lo que tocaba Isabel Preysler se hacía de oro, como el Ferrero Rocher o aquella famosa falda de Loewe que se agotó tras pasar por su armario.
El último campo de investigación de Personality Media desvela que su
imagen «se ha visto alterada por los últimos acontecimientos ocurridos
en su vida sentimental», tal y como confirman los datos de Personality
Media.
La valoración general de Preysler «ha bajado en seis meses de un 5.2 de media a un 4.2». Es decir, está suspendida.
Además, ahora «transmite menos confianza (baja de 4.9 a 4.1 de media).
Incluso su puntuación en elegancia se ve mermado y baja en 6 meses de un
7,7 a un 7,0»
. Preysler continúa entre las diez españolas más
elegantes, pero ya no ocupa ni el primer ni el segundo puesto.
Ahora es
la modelo y presentadora Nieves Álvarez quien encabeza la lista y «casi todas» las mujeres asiduas al papel cuché han adelantado a Preysler. La
madrugada del 29 de septiembre de 2014 fallecía Miguel Boyer. Isabel
despedía al que había sido su compañero de viaje durante 26 años . Cuando
no había pasado ni un mes de su pérdida, la viuda apareció por primera
vez en «¡Hola!» recordando cómo había sido la historia de amor con su
marido, al que definía como «un hombre único». «Mi relación con Miguel estaba, en un principio, basada exclusivamente en el amor,
y no es fácil que una relación así dure tanto y sea tan sólida. Sí, lo
reconozco, ha sido una historia de amor preciosa», sentenciaba.
De viuda a novia de España
Durante los meses de enfermedad de Boyer,
su esposa llevó una vida tranquila en su casa de Puerta de Hierro y
lejos de los focos.
Eso la llevó a ser más querida por el público. «Cuando tienes una vida a la que la gente está habituada, por poco normal que sea, junto a un marido estable,
cuidándole en los momentos difíciles y mostrándote enamorada de él y
declarándole públicamente como el gran amor de tu vida, la gente se
siente más próxima a tu figura.
Por eso la imagen de Isabel era
ligeramente superior a lo habitual antes del verano», explica Utrera.
Su romance con Vargas Llosa lo ha cambiado todo.
«Si unos meses más tarde muestras lo contrario y con el revuelo mediático que hemos visto, con un hombre casado, conocido, el revuelo es mayor y la gente se ve defraudada, hasta el punto de que rebaja tu percepción
de imagen en casi todas las variables analizadas, incluida la
elegancia, y es cuando la gente te quiere menos
. Se puede perder hasta
el mayor valor diferenciador de tu imagen, y te valoran menos
globalmente».
Según el último estudio de Personality Media, ahora se ve «cómo
el consumidor siente un determinado rechazo o sorpresa, que se refleja
en los datos y valoraciones a sus atributos de imagen»,
apostilla Utrera.
Confianza, elegancia... todas las cualidades por los
que se conocía a Preysler están a la baja
. Por este motivo se deduce que
la imagen e influencia de la reina del papel cuché ya no es lo que era.
Pero aún es pronto para certificar el fin de su reinado.
El amor romántico no lo inventó Hollywood, ni tan siquiera el mismísimo Shakespeare.
A diferencia de lo que cierta posmodernidad extraviada pretende,
estaríamos ante un rasgo común a todas las culturas y épocas, que abarca
desde los indígenas americanos a los aborígenes australianos, y nos
incluye a todos los que quedamos en medio.
«Parece mucho más plausible que los seres humanos son, por naturaleza,
el tipo de animales que se enamoran».
Muy bien, es un padecimiento
universal, pero ¿qué más sabemos de él? ¿Es cierto eso que dicen de que
gracias a él un cielo en un infierno cabe? ¿Tiene cura? ¿Queremos
siquiera curarnos?
Puede que el amor sea la respuesta pero desde luego
genera a su vez muchas dudas y ya no tenemos el consultorio de Elena
Francis para guiarnos.
En realidad tenemos algo mucho mejor: esta revista.
Quizá no solucione su vida sentimental pero al menos viene con un bloc
de regalo, y solo por quince euros.
Si bien el número estará agotado
como no se den prisa, el tema que aborda no podrá estarlo jamás.
Se ha
escrito, se ha cantado y se ha pintado muchísimo al respecto (¡y lo que
aún queda!) pero ahora será en esto último, en la pintura, donde nos
centraremos para la siguiente encuesta.
Voten y añadan si quieren algún
otro ejemplo
El beso, de Gustav Klimt
Como
polillas incapaces de apartarse de una bombilla, a lo largo de los
siglos infinidad de artistas han vivido obsesionados por capturar la belleza femenina.
Fue, entre tantos, el caso de Gustav Klimt, a quien además de mujeres desnudas —en ocasiones masturbándose—
también le gustaba dibujar gatos.
Habría sido feliz en internet. El
cuadro que le hizo entrar por la puerta grande en la historia del arte
como podemos ver no era pornográfico, aunque sí está teñido de un suave
erotismo.
En esta obra que recogió tradiciones pictóricas muy diversas,
desde japonesas hasta bizantinas, vemos a su pareja, Emilie Flöge,
arrodillada en una actitud de entrega aunque al mismo tiempo apartando
su rostro de forma esquiva.
Cómo no enloquecer con ese tira y afloja tan
reconocible.
La túnica de él, adornada con figuras rectangulares, y la
de ella, de formas redondeadas, aunque ambas del mismo color y de
límites casi indistinguibles, sugieren una naturaleza masculina y otra
femenina que se complementan en un solo ser.
.
Pigmalión y Galatea, de Jean-Léon Gérôme
Ya hablamos aquí de este mito griego mil veces reinterpretado, a veces en versiones tan aparentemente distantes entre sí como My Fair Lady y Ex Machina.
Este rey de Creta y escultor que «célibe de esposa vivía y de una
consorte de su lecho por largo tiempo carecía» terminó enamorándose de
su propia creación y logrando, por intercesión de los dioses, que
cobrara vida. El mayor anhelo de todo artista.
En la cama: el beso, de Toulouse-Lautrec
(Clic para ampliar)
Toulouse-Lautrec describió
como «el epítome del placer sensual» este retrato que realizó de dos
prostitutas parisinas besándose, cuya finalidad era, precisamente,
decorar un burdel. Pero más que deseo sexual lo que transmite es
ternura
No
podía faltar la representación de unas buenas calabazas . La postura de
la chica, con las piernas cruzadas, las manos sobre ellas como
reforzando su actitud de cierre y mirando hacia otro lado ya da cierta
idea de cuál ha sido su respuesta a la petición de matrimonio . Por si
algún observador aún no lo tiene claro, este pintor prerrafaelita de la
segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, también nos mostró el
ramo de flores tirado en medio del camino y finalmente al desdichado
batiéndose en retirada, caminando cabizbajo con las manos a la espalda,
intuimos que pensando en qué pudo salir mal esta vez, repasando
inútilmente cada frase y cada gesto.«Te quiero pero como amigo», ñiñiñiñi
El cumpleaños, de Marc Chagall
(Clic para ampliar)
Cantantes
y poetas han empleado siempre metáforas en torno a cómo uno se siente
flotando en compañía de la persona amada, así que Chagall se retrató en compañía de su esposa Bella
en un fiel reflejo de su estado de ánimo, volando como un globo al
desinflarse después de que esta aceptara el ramo de flores que le ha
entregado.
Podían contar el uno con el otro y ya poco importaba la
austeridad en la que vivían en aquel momento, que también muestra el
cuadro.
En el jardín, de Pierre-Auguste Renoir
(Clic para ampliar)
A diferencia de los prerrafaelitas, que eran capaces
de contar una película entera en una imagen, los pintores impresionistas
tendían a rehuir esas escenas tan declamativas y cargadas de
significado.
Pese a dicha preferencia por una mayor ligereza, aquí
Renoir nos mostró a una joven pareja disfrutando de un día campestre.
Ella al menos, que su novio permanece tan absorto contemplándola que no
sabe si es de día o de noche
. Los protagonistas son Aline Charigot, la novia en ese momento del artista y futura esposa, y un amigo de este, Henry Laurent. Ambos fueron retratados también en este dibujo de Renoir.
El diseñador Paco Delgado es el único español que
opta a un premio en esta edición de los Oscar por el vestuario de ‘La
chica danesa’.
Delgado ya estuvo nominado en 2013 por ‘Los Miserables’.
Ambas películas son obra del director inglés Tom Hooper. ‘La chica
danesa’ cuenta la historia real del pintor Einar Wegener (interpretado
por el oscarizado Eddie Redmayne, en la imagen, que también está
nominado), uno de los primeros transexuales conocidos de la historia, a
principios del siglo XX.
Einar Wegener y su mujer Gerda (interpretada por
Alicia Vikander, nominada a mejor actriz de reparto) son un matrimonio
de artistas que vive en Dinamarca en los años veinte.
Ella le pide a él
que pose vestido de mujer para uno de sus cuadros.
Y así es como Einar
descubre que se siente mejor vestido de mujer.
El guion de la película
se basa en la novela homónima de David Ebershoff que a su vez se inspiró
en las memorias de Lily Elbe (nombre adoptado por Einar Wegener tras su
cambio de sexo).
Delgado reconocía, en una entrevista para EL
PAÍS, que el hecho de que ‘La chica danesa’ esté inspirada en personajes
reales facilitó el trabajo de documentación
. Además de las memorias de
Lily se conservan fotografías y numerosos cuadros pintados por la
pareja
. “La transformación no es sencilla, pero trabajar con Redmayne no
ha tenido complicaciones, se prestaba a todo, estaba encantado con la
idea de convertirse en mujer”, comentaba el diseñador.
Entre los diseñadores contemporáneos a Lily Elbe
que sirvieron de referencia para el vestuario de la chica danesa,
Delgado citaba en una entrevista para la revista ‘Women’s Wear Daily’:
al modisto francés Paul Poiret, “de alguna manera, el primero en liberar
a la mujer del corsé; a la diseñadora Jeanne Lavin que “lo que hizo era
muy teatral, muy elegante”; y a Coco Chanel, “porque fue una pionera
liberando a las mujeres”.
En ‘Women’s Wear Daily’, el diseñador canario
describe como el vestuario refleja el cambio de Lily Elbe. “Lily estaba
atrapada, aquel cuerpo tenía que ser como una prisión para ella.
Una de
las formas en que representamos esto fue haciendo un traje muy formal
para Einar, casi una armadura”. A medida que Lily va emergiendo los
colores de la ropa se van volviendo más cálidos y los cortes menos
opresivos.
Gerda (en la imagen interpretada por la actriz
sueca Alicia Vikander) también experimenta una evolución de su vestuario
a lo largo de la película
. Al principio de la historia, en Copenhage,
su ropa es más discreta y predominan los azules y los grises.
Pero
cuando la pareja se muda a París los colores de los vestidos de Gerda se
vuelven más cálidos. “Viste flecos, seda… Hay mucho más movimiento en
su ropa”, explicaba el diseñador en ‘The New York Times’.
La Reina escoge una atrevido 'look' para la inauguración de ARCO.
La Reina escogió un look un tanto audaz para comparecer este jueves en la inauguración de ARCO.
Vestida con una chaqueta rosa fucsia, una camisa blanca y unos
atrevidos pantalones de cuero negros anchos y tobilleros, que combinaba
con unos zapatos de tacón de aguja sin medias y una cartera de mano
igualmente fucsia, doña Letizia visitó la prestigiosa feria de arte.
Casi todo el conjunto confeccionado con firmas de moda españolas. Los pantalones de cremallera frontal son de Uterqüe (275 euros), una
de las firmas del grupo Inditex; los pendientes de cuarzo verde y rubíes
fueron diseñados por Tous y cuestan 650 euros; la cartera es de Adolfo
Domínguez a juego con la chaqueta (99 euros) y la camisa de Hugo Boss
(250 euros)
Para la ocasión, la Reina se decidió por llevar el pelo recogido,
opción que suele elegir para las grandes ocasiones. ARCO siempre ha sido
uno de los escenarios preferidos por la esposa de Felipe
VI para
mostrar su estilo, un look de vanguardia para una feria de vanguardia.
Tras la celebración de la Semana de la Moda de Madrid algunos
diseñadores como Roberto Verino han pedido públicamente a doña Letizia
que se abra a otros creadores españoles, que no confíe su armario solo a
Felipe Varela
como viene haciendo desde 2004.
Días después Jorge Vázquez, uno de los
triunfadores de la pasarela madrileña, ha contado que ha recibido una
llamada del palacio de La Zarzuela. "Parece que quieren encargarme
algunas cosas", ha dicho enigmático el diseñador.
La Reina hasta ahora ha mostrado su preferencia por Varela al que ha
elegido para todas las grandes ocasiones
. Pero su clienta más importante
no estuvo el lunes en su regreso a la pasarela de Madrid.
De hecho, el
diseñador quiso que no hubiera una primera fila tradicional llena de
famosas, optó por invitar a clientas anónimas. Los clientes de Felipe
Varela buscan en él sofisticación, elegancia y sobriedad. Su página web es austera y hasta ahora no había vuelto a presentar en público sus colecciones.
Se
formó en París, en el Institut Français de la Mode y en la Escuela
Internacional de Diseño Esmod, y ha trabajado para firmas como Kenzo,
Dior, Lanvin o Mugler.
Si algo caracteriza a nuestra época, es la pasión censora que domina a las sociedades.
Franco estaría encantado, y todos los dictadores que en el mundo han
sido, como lo estarán los actuales.
Si algo caracteriza a nuestra época,
es la pasión censora que domina a las sociedades: el afán de prohibir,
de regularlo todo, de eliminar el pasado enojoso de la misma manera que
Stalin hacía borrar de las antiguas fotografías a sus colaboradores
caídos en desgracia, que fueron centenares.
En esas fotos, una vez
amañadas, se percibían inexplicables huecos, pero eso era preferible a
que se viera al jefe soviético en compañías súbitamente indeseadas
. Hay
que recordar que, al menos en España, la censura es inconstitucional
desde 1978, pero eso le trae sin cuidado a demasiada gente.
Carmena ya
ha arremetido alguna vez contra la prensa, culpándola de impedirle
llevar a cabo sus torpes y estrafalarios planes municipales.
Podemos ya
ha avisado que convendría ponerle freno y controlarla, como viene
haciéndolo desde hace lustros el régimen chavista en Venezuela.
El PP se
ha quejado de la propaganda existente contra él en unos pocos
periódicos y televisiones, mientras que nunca protesta de los muchísimos
más medios que tiene a su favor, si no a sus pies y quién sabe si a
sueldo.
En Rusia, los periodistas críticos con el Gobierno caen a menudo
abatidos por balas o acaban en una prisión más o menos siberiana, a la
vieja usanza.
En la Argentina kirchnerista, hasta hace tres días, la
prensa insumisa se veía hostigada y amenazada.
Y no hablemos de Arabia
Saudí y otros países árabes, en los que a un bloguero le pueden caer mil
latigazos.
Ni de México, donde los reporteros que no son el
complaciente y fatuo Sean Penn pierden la vida.
Pero todos estos son formaciones, Gobiernos o mafias con clara vocación
represora y totalitaria.
El problema mayor son las sociedades, el ánimo
censor que se va adueñando del planeta.
Ya escribí aquí hace tiempo
sobre la pretensión de muchos estudiantes estadounidenses de suprimir en
sus universidades toda opinión o discurso que a cada cual desazone u
ofenda. Quieren que unos lugares que siempre fueron de cuestionamiento y
debate, de confrontación de ideas, se conviertan en lo que llaman “safety spaces”
o algo así, “espacios seguros” en los que nadie altere sus convicciones
con inquietantes pareceres, y la única forma de conseguir eso es que
nadie diga nada que pueda molestar a alguien, es decir, nada de nada.
Hace unas semanas hablé del destierro al que el Rijksmuseum ha condenado
a veintitrés vocablos, desaparecidos de los rótulos de sus cuadros.
En
la Real Academia Española recibimos sin cesar peticiones airadas para
que se borre del Diccionario tal o cual acepción o término que
al remitente le parecen reprobables.
Lejos de abstenerse de usarlos o
recomendar la abstención a sus conciudadanos, exige su ostracismo y que
no quede rastro. Recientemente un alto cargo de la Compañía de Jesús ha
solicitado la supresión de “jesuita” como “hipócrita, taimado”, y un
representante del Gobierno del Japón lo mismo respecto a “kamikaze” como
“terrorista suicida”.
Ni estos señores ni tantos otros entienden que la
gente es libre de utilizar las palabras como le venga en gana y que, si
un uso se extiende, la Academia está obligada a consignarlo. Demasiadas
personas no entienden ya la libertad, o no la desean para los demás.
Ahora la Organización Mundial de la Salud propone que todas las
películas pasadas o presentes en que aparezcan personajes fumando sean
“no recomendadas para menores” (eso incluiría Siete novias para siete hermanos),
igual que Franco y su Iglesia calificaban “para mayores” todas aquellas
en las que se vieran un escote semigeneroso o besos apasionados.
La
OMS, en cambio, no toma medidas contra los millones de imágenes que
muestran muertes violentas.
Según ella, el consumo de tabaco en la
pantalla incita a la emulación, pero no los cuchillos, las pistolas, los
fusiles de asalto ni los drones.
Que lo pregunten en los Estados
Unidos, donde no es difícil adquirir estas armas
. ¿Y el alcohol, las
drogas, el maltrato, las torturas y las violaciones?
A este paso todas
las películas y series deberían ser para adultos maduros, porque ya ven
lo pusilánimes que son los universitarios.
Hoy hay demasiados individuos a los que no les basta con no hacer esto o aquello: aspiran a que nadie
lo haga.
Los términos que nos hieren, sean prohibidos; los hábitos que
desaprobamos, tórnense ilegales; las ideas que nos perturban, no sean
emitidas; las escenas que juzgamos perjudiciales, no existan, no las vea
nadie. (Quizá se hayan fijado en que ya no se ven caer caballos en las
batallas cinematográficas: no basta con que se jure que ningún animal ha
sido dañado en ningún rodaje, está vetada hasta la simulación de ese
daño.)
La libertad está hoy rodeada de enemigos, y no son los únicos los
miembros del Daesh y los talibanes
. Poco a poco, y con subterfugios, se
compite con ellos en nuestras sociedades.
Las libertades arduamente
conseguidas en ellas van cayendo, en abominable connivencia entre la
derecha y la izquierda o lo que así se llamaba (claro que las actuales
“izquierdas” suelen ser falsas, impostoras)
Hoy hay demasiados individuos a los que no les basta con no hacer esto o aquello: aspiran a que nadie
lo haga.
Las libertades arduamente
conseguidas en ellas van cayendo, en abominable connivencia entre la
derecha y la izquierda o lo que así se llamaba (claro que las actuales
“izquierdas” suelen ser falsas, impostoras).
Hasta Playboy ha
renunciado a sacar desnudos en sus páginas, para acoplarse a la
omnipresente censura, con frecuencia disfrazada: los desnudos están
prohibidos para menores de trece años en Instagram y otras redes
. Si los
suprime, Playboy podrá colgar sus fotos en estos sitios y
hacer más caja.
Castigar con la pérdida de ingresos es una de las formas
más viejas y eficaces de imponer las prohibiciones. Franco y los demás
dictadores estarían extasiados, al ver cómo sus enseñanzas han
prosperado.
En el
dolor, en la ansiedad, en las esperas y las desesperaciones, si cuentas
con una buena lectura estás al menos en parte protegido.
Mientras escribo estas líneas, puedo ver junto a mí los
desalentadores montoncitos de libros que se empiezan a acumular, como
torres truncadas, en el suelo de mi despacho.
Ya no me caben en las
baldas y no sé dónde meterlos.
Aunque hace ya mucho que perdí el respeto
reverencial a los libros y, después de leerlos, suelo desprenderme de
la mayoría, la cantidad de volúmenes que tengo crece como la espuma,
porque me regalan muchos y, mea culpa, sigo comprando bastantes
(menos mal que existen las versiones electrónicas).
A veces pienso que
se están convirtiendo en una especie de virus invasor y hasta llego a
detestarlos durante unos instantes.
Luego, claro, se me pasa corriendo.
¿Qué haría yo sin libros?
Son y siempre han sido mi mejor amuleto ante
los desasosiegos de la vida.
En el dolor, en la ansiedad, en las esperas
y las desesperaciones, si cuentas con una buena lectura estás al menos
en parte protegido
. Recuerdo perfectamente las obras que leí en algunos
momentos especialmente penosos; en enfermedades propias, por ejemplo, o
en esperas hospitalarias de enfermedades ajenas.
Son libros que me
ayudaron a atravesar esos tiempos oscuros, los estrechos desfiladeros de
la vida; a decir verdad, pienso en ellos como si fueran mis amigos.
Sé, por otra parte, que esto que me sucede a mí le ocurre a muchos.
El grupo editorial italiano Mauri Spagnol y el Centro de Estudios de
Mercado y Relaciones Industriales de la Universidad de Roma publicaron
hace poco los resultados de una investigación curiosísima: estudiaron si
la lectura tiene algún efecto en el bienestar de las personas.
Tomaron
una muestra de 1.100 individuos, los dividieron en dos grupos, lectores y
no lectores, y les aplicaron tres conocidos protocolos para calibrar el
índice de satisfacción con la vida, según la autovaloración de los
sujetos según la autovaloración de los sujetos.
En una escala del uno, lo
peor, al diez, lo mejor, los 1.100 individuos se dieron, como media, una
nota de felicidad por encima del siete
. Esto ya es sorprendente en sí, o
al menos a mí siempre me sorprende que, cuando le pides a la gente que
puntúe su nivel de felicidad, todos los estudios suelen dar unas notas
bastante altas, de notable para arriba.
Y es que el ser humano es una
criatura vitalista, adaptativa y tenaz.
Pero lo novedoso de esta
investigación es que los lectores superaron a los no lectores en todos
los apartados por cerca de medio punto: se sentían más dichosos y
experimentaban más a menudo emociones positivas.
Resumiendo: parece que
leer te ayuda a ser más feliz. Cosa que desde luego no me extraña.
Siempre me han dado pena las personas que no leen.
Las compadezco porque creo que viven mucho menos
Siempre me han dado pena las personas que no leen.
Y no porque sean
más incultas y menos libres, aunque es bastante probable que sea así.
No, las compadezco porque creo que viven mucho menos.
Leer es entrar en
otras existencias, viajar a otros mundos, experimentar otras realidades.
Y además, ¡qué inmensa soledad la de quien no lee!
Porque la literatura
nos une con el resto de los habitantes de este planeta, nos hermana con
la humanidad entera, más allá del tiempo y el espacio
. Podemos
experimentar las mismas emociones que un escritor inglés del siglo XVI o
que una autora contemporánea de la remota Nueva Guinea.
Y al fundirnos
con los demás, al salir de nosotros mismos, salimos también por un
instante de nuestra muerte, que nos espera enroscada en la barriga.
Leer
te hace inmortal.
Hay dos fotos antiguas en blanco y negro que me parecen maravillosas y
que son un ejemplo de esa fuerza benéfica de la literatura.
Una es de
André Kertész y muestra una ancianita en camisón sentada en una cama de
madera, un mamotreto viejo con dosel.
La instantánea fue tomada en el
asilo de Beaune (Francia) en 1929, así que la mujer era una asilada,
probablemente sola, enferma y pobre, una vieja sitiada por la muerte
.
Pero tiene un libro en las manos y está embebida en él. Lee, de perfil,
con serena y perfecta placidez.
Qué invulnerable se la ve, protegida por
el gran talismán de la lectura. Toda ella luz dentro del barquito de su
cama en mitad de un océano de tinieblas.
La otra foto es bastante conocida: la biblioteca de Holland House, en
Londres, tras los bombardeos de 1940
. El techo del edificio se ha
derrumbado pero las paredes, repletas de libros, se mantienen en pie.
Aquí y allá hay tres hombres con abrigo y sombrero que, subidos a la
inestable pila de escombros, miran los lomos de las estanterías u hojean
algún volumen.
A mí esta foto siempre me ha parecido un emblema de la
esperanza, de la capacidad de supervivencia de los humanos.
En lo más
aterrador de la pesadilla nazi, cuando parecía que el infierno
triunfaba, esos hombres buscaban en la hermandad lectora con el resto de
la humanidad las fuerzas suficientes para seguir resistiendo.
Esta es
la magia de la literatura: nos hace ser más fuertes y mejores.
Para muchos en Hollywood, esta noche el actor debería estar entre los candidatos al Oscar por su papel en ‘Beasts of No Nation’.
Vestido con traje de tres piezas de Ermenegildo Zegna, Idris Elba
bailotea en el centro de la pista. El brillo etílico de su mirada
promete.
Lo único que parece faltarle al actorazo con alma de disc jockey,
que salió hace 43 años de una de las peores colmenas del barrio
londinense de Hackney, es que le dejen pinchar la música de esta fiesta
en el corazón de Hollywood.
Uno de los hombres mejor vestidos del
planeta se despoja de la americana dejando relucir el chaleco más
elegante visto últimamente por estos pagos.
Saluda con un abrazo sin
dejar de bailar. La noche va a ser larga en esta terraza de Los Ángeles
(California).
Acaba de conquistar dos galardones del Sindicato de Actores, como mejor intérprete de reparto por Beasts of No Nation y como mejor protagonista en una serie de televisión con Luther
. Se ha convertido en el primer intérprete masculino que logra tal hito
. Una descomunal bofetada al statu quo
de una industria que se niega a aceptar lo que Idrissa Akuna Elba
(nombre completo) lleva años diciendo: no hay actores blancos o negros.
Solo hay actores.
En su caso, buenos.
Será uno de los muchos ausentes en la ceremonia de los Premios Oscar que se celebra esta noche. Ríos de tinta han corrido por lo blancos que son en esta edición los galardones que representan el rostro de Hollywood.
Nadie se explica cómo el trabajo de Idris Elba en Beasts of No Nation
como sanguinario comandante de una guerrilla en un país africano fue
pasado por alto en las candidaturas
. Un papel que se queda tanto en la
piel como el indeleble recuerdo que dejó aquel otro secundario de lujo
que interpretó en la serie The Wire.
Y su encarnación en Mandela
. Y el detective televisivo de Luther.
La actriz Helen Mirren se le acerca para hacerse
una foto durante los premios del sindicato de actores. “Es tan guapo
que nubla el sentido”
Envuelto en un aura de victoria, riendo junto a Ted Sarandos, el jefe
de contenidos de Netflix, y dejándose fotografiar junto a varios de
sus rivales en la ceremonia de los Premios del Sindicato de Actores
. En
un arrebato de ternura, Idris se lanza a retratar entre los flases de
los reporteros a su hija Isan
. Su compatriota Helen Mirren, ganadora del
Oscar por su inolvidable papel en The Queen, tampoco quiere
perderse la posibilidad de quedar deslumbrada ante la presencia de Elba
.
“Tiene tanta sensibilidad…
¡Es británico!”, suelta la veterana actriz.
“Claro que entiende las implicaciones de esta noche, parte de una
conversación más amplia que está en boca de todos. Pero aquí está
disfrutando del momento, sin postureos.
Y es tan guapo que nubla el sentido”.
Vestido con traje de tres piezas de Ermenegildo Zegna, Idris Elba
bailotea en el centro de la pista. El brillo etílico de su mirada
promete. Lo único que parece faltarle al actorazo con alma de disc jockey,
que salió hace 43 años de una de las peores colmenas del barrio
londinense de Hackney, es que le dejen pinchar la música de esta fiesta
en el corazón de Hollywood. Uno de los hombres mejor vestidos del
planeta se despoja de la americana dejando relucir el chaleco más
elegante visto últimamente por estos pagos. Saluda con un abrazo sin
dejar de bailar. La noche va a ser larga en esta terraza de Los Ángeles
(California). Acaba de conquistar dos galardones del Sindicato de Actores, como mejor intérprete de reparto por Beasts of No Nation y como mejor protagonista en una serie de televisión con Luther. Se ha convertido en el primer intérprete masculino que logra tal hito. Una descomunal bofetada al statu quo
de una industria que se niega a aceptar lo que Idrissa Akuna Elba
(nombre completo) lleva años diciendo: no hay actores blancos o negros.
Solo hay actores. En su caso, buenos.
Será uno de los muchos ausentes en la ceremonia de los Premios Oscar que se celebra esta noche. Ríos de tinta han corrido por lo blancos que son en esta edición los galardones que representan el rostro de Hollywood. Nadie se explica cómo el trabajo de Idris Elba en Beasts of No Nation
como sanguinario comandante de una guerrilla en un país africano fue
pasado por alto en las candidaturas. Un papel que se queda tanto en la
piel como el indeleble recuerdo que dejó aquel otro secundario de lujo
que interpretó en la serie The Wire. Y su encarnación en Mandela. Y el detective televisivo de Luther.
La actriz Helen Mirren se le acerca para hacerse
una foto durante los premios del sindicato de actores. “Es tan guapo
que nubla el sentido”
Envuelto en un aura de victoria, riendo junto a Ted Sarandos, el jefe
de contenidos de Netflix, y dejándose fotografiar junto a varios de
sus rivales en la ceremonia de los Premios del Sindicato de Actores. En
un arrebato de ternura, Idris se lanza a retratar entre los flases de
los reporteros a su hija Isan.
Su compatriota Helen Mirren, ganadora del
Oscar por su inolvidable papel en The Queen, tampoco quiere
perderse la posibilidad de quedar deslumbrada ante la presencia de Elba.
“Tiene tanta sensibilidad… ¡Es británico!”, suelta la veterana actriz.
“Claro que entiende las implicaciones de esta noche, parte de una
conversación más amplia que está en boca de todos. Pero aquí está
disfrutando del momento, sin postureos. Y es tan guapo que nubla el sentido”.
Como repite a todo el que se acerca a felicitarle durante esta velada
y él mismo escribirá en Twitter, en estos momentos vive una
efervescencia similar a la que uno siente cuando espera el autobús y
llegan dos.
Pero sigue cansado de tener que dar explicaciones por el cacareado
papel de James Bond que nunca llega
. Otra evidencia más del racismo
imperante en Hollywood. Bailando junto a Jamal, su guardaespaldas, el
actor baja la guardia al calor de la música.
“Claro que me gustaría
hacer de Bond. Y lo llevaría a un estilo mucho más retro, una figura dañada, mucho más oscura.
Pero es un color al que no sé si alguna vez podré acercarme”, dice bromeando.
Su parlamento dista mucho del que mantenía durante otro encuentro
semanas atrás
. Entonces hasta se disculpaba antes de decir:
“No puedo
contestar a nada que tenga que ver con Bond porque lo que digo se queda y
bastante circo hay ya formado”.
Pero el circo lo montaron otros
. Los
que hackearon los estudios Sony divulgando correos personales
como el de la entonces jefa Amy Pascal, que dijo que “Idris debe ser
nuestro próximo Bond”.
O Jamie Foxx, cuando contó a la revista Rolling Stone su último encuentro con Elba
. Una conversación entre estrellas en la que Foxx le soltó: “¿Sabes que eres el cabrón de Bond?”.
Elba incluso soñó con ello.
No en vano el agente especial 007 con
licencia para matar forma parte de su cultura.
Las películas de la saga
son las que veía de pequeño en el cine Rio de su barrio en East London y
forjaron su interés por la actuación.
En esta polémica arreciaron
aquellos para quienes resulta inconcebible la idea de un negro
interpretando al héroe ideado en la imaginación blanca de Ian Fleming en
1953.
Son los mismos que se niegan a cambiar el color imperante en
Hollywood.
El aludido aprende a ser cauto en el maremoto racial que le rodea.
Evita los encuentros con la prensa desde que se anunciaron las
candidaturas al Oscar. Ha preferido llevar su mensaje en favor de la
diversidad a otros foros.
De ahí su reciente discurso ante el Parlamento
británico, donde exigió una “carta magna” que ofrezca más oportunidades
a las minorías.
Crítico también consigo mismo, afirma que dejó de ver
la televisión porque nunca se ha sentido reflejado en ella.
Pero estamos
ante alguien que ha pasado a la historia reciente del medio con su
retrato del maquiavélico narcotraficante Russell Stringer Bell en la serie The Wire.
Asegura que se hizo un hombre a los 18 años, cuando se marchó de casa
de su madre.
Llevaba trabajando desde los 14 haciendo un poco de todo.
Y
se marchó a Estados Unidos.
“Me considero actor desde que conseguí el
carné del Sindicato de Actores”, dice sacando a relucir su verdadero
acento londinense de barriada.
Los segundos comienzos tampoco fueron
fáciles. “No me gusta hablar mucho sobre este tema. Ya sabes, Nueva
York, sin dinero… Todo lo que tenía se lo daba a mi hija porque habíamos
decidido que mi esposa y ella se quedasen el apartamento”.
Con esto
último se refiere a su separación de la actriz liberiana Dormowa
Sherman, con quien se había instalado en la Gran Manzana en 1997 en
busca del sueño americano.
El mismo del que se despertó mientras dormía
en su furgoneta. “Tampoco me gusta hablar de ello. Era una furgoneta
Astro de Chevrolet con cinco o seis asientos y se dormía de maravilla.
Aquello solo se prolongó durante un par de meses.
Iba a las audiciones
por la mañana y me ganaba algo pinchando música por la noche.
Aquel
periodo concluyó cuando me contrataron en The Wire”.
The Wire marcó un antes y un después.
En la pequeña pantalla
y en la vida de Idris Elba.
La aclamada creación de David Simon no
llegó a encontrar al público durante su vida en antena, pero su visión
en torno al crimen organizado en Baltimore a través de sus diferentes
instituciones consiguió su lugar en la memoria colectiva, transformando a
un desconocido como Elba en un actor imprescindible
. Llegó al papel
desde la necesidad, en una audición donde, dada su talla, aspiraba a
encarnar al narco principal de la trama: Avon Barksdale.
Como en muchas
otras ocasiones, se quedó con el papel secundario, el de aquel otro
narco aspirante a genio de las finanzas que trabajaba bajo la sombra de
Avon Barksdale. “
Fue un excelente vehículo para su lucimiento”,
reconoció su creador, David Simon. “Lo mismo que Luther”.
Elba no esquiva los halagos
. Se encuentra cómodo entre ellos.
En los
últimos años, los piropos le llegan a mares.
“Yo mismo estoy asombrado,
del trabajo, del afecto, del terremoto que me lleva sacudiendo y con el
que sigo lidiando.
Llevo trabajando en esto desde hace más de 25 años,
disfrutando de grandes cimas, filmes que han cambiado mi vida,
personajes como Luther, como Stringer Bell, como Mandela…
De todos
ellos, el de la serie Luther es mi bebé, por el que siento más pasión”.
Vestido hoy con una especie de chándal en tonos celestes, sin perder
su estilo, pero con aire de andar por casa, resulta difícil imaginar el
otro Idris con el que convive Elba.
El de los momentos bajos como muchas
de esas películas que quizá sea mejor no recordar.
No tanto por su
trabajo, sino porque de donde no hay no se puede sacar.
Títulos como Obsesionada, que sirvió de trampolín como actriz a Beyoncé y que no fue más que una versión negra de Atracción fatal.
Detalles que le matan tras haber dado forma a papeles como Mandela
desde el corazón, sin artificios. Contra las desilusiones o las
obsesiones, Big Driis viene al rescate
. Ese es el nombre que utiliza en
muchas ocasiones como disc jockey.
Su antídoto para los bajonazos está en un campo al que empezó a dedicarse antes que a la interpretación.
Habla de Ibiza con pasión y del lugar que se ha ganado en el mundo de la música house.
Lo hace mostrando mucho más orgullo que con sus recientes premios como actor.
“Me llevo mi pequeño equipo de disc jockey donde quiera que voy
. Son muchas horas de hotel en las que me conecto y busco nuevos beats”,
explica este lobo solitario. Prefiere trabajar solo, lejos de su
familia.
“No es fácil convivir con un actor”.
En esas ocasiones más que
nunca prefiere la compañía de su música.
“Me relaja, sí. Pero se trata
de un mundo muy competitivo
. Muchos no lo entienden y me critican porque
se piensan que, si ya soy un actor, para qué quiero ir por ahí
pinchando
. Pero mi primer amor es la música”.
Su forma de desconectar le ha facilitado otras conexiones.
El pasado año ejerció de disc jockey
en Berlín, calentando a 17.000 personas antes del concierto de Madonna a
petición de la artista.
Y ya tiene en el mercado un par de álbumes
. Un
tema de nuevo cuño, titulado Murdah Loves John, está dedicado a su alter ego, John Luther, su personaje más querido.
El ritmo de Idris Elba también resuena en otros campos como el del
vil metal.
Su nombre destaca en una lista que encabeza Jamie Foxx y que
engloba a las figuras negras más ricas del negocio del espectáculo.
Un
listado sesgado por colores, pero donde se constata que la fortuna de
Elba supera los 13 millones de euros.
La mitad del montante, gracias a
la música.
Con unos ingresos anuales de 1,25 millones de euros, de los
que el ámbito de la moda le ha reportado 277.000. Jamal, su
guardaespaldas, forma parte de su vida tanto como los viajes en jets
privados que le brindan los estudios.
Reparte su vida entre Londres (donde están su madre y su oficina),
Nueva York, Los Ángeles y Atlanta.
En este último enclave atesora
vivienda para poder estar más cerca de su hija.
Tiene otro hijo,
Winston, nacido en 2014 de su relación con Naiyana Garth.
Y no duda en
asegurar que el tiempo que pasa junto a Winston e Isan es el que más
aprecia en su vida. “Pero mi carrera siempre es lo primero”.
“No hablo mucho de cuando dormía en una furgoneta. estuve un par de meses así, hasta que me contrataron en The wire”
Hay algún otro cadáver en su armario que habla de una boda en Las
Vegas en 2006, anulada 24 horas más tarde
. O de ese hijo que creía suyo y
luego descubrió que era de otro.
Prefiere fomentar la imagen de alguien
que ha roto las barreras raciales e incluso de género posando para Maxim (la primera vez que un hombre protagoniza la portada de esta revista).
La irresistible atracción que emana clava cada vez más hondo la
espinita que tiene en su corazón de actor
. “Claro que busco papeles que
trasciendan mi color, mi raza.
Soy un híbrido, alguien orgulloso de ser
británico, pero que creció amamantado por la cultura africana.
Al que le
gusta celebrar los dos mundos.
Tampoco entiendo por qué todavía nadie
me ha ofrecido una comedia romántica
. No, no bromeo. Tengo que
ingeniármelas para conseguir algo más ligero que los dramas que llevo
años interpretando”.
Tendrá que esperar. Ni The Dark Tower ni The Mountain Between Us,
sus próximos rodajes, son historias cómicas ni románticas
. Al menos,
algo ha cambiado.
Ambas iban a ser interpretadas por un actor blanco:
Javier Bardem, en la adaptación de la novela de Stephen King; Charlie
Hunnam, en la versión cinematográfica de la novela homónima de Charles
Martin.
El gran Big Driis ha conseguido, esta vez sí, que Hollywood
baile a su ritmo. elpaissemanal@elpais.es