La holandesa plaza Dam se tiñe de negro cada 4 de mayo, Día de la Memoria, para conmemorar a las víctimas de la II Guerra Mundial, unos actos en los que Máxima de Holanda –quien ya estaba de luto tras el fallecimiento de su tío materno, Jorge Cerruti por coronavirus– y el rey Guillermo siempre acompañan. Los reyes han asistido así este martes a la ceremonia nacional más importante de Ámsterdam, replicada en numerosos pueblos y ciudades de todo el país. El ambiente nada festivo se torna al día siguiente en uno mucho más esperanzador, que conmemora el Día de la Liberación o la salida de las tropas nazis del país.
Al igual que al resto de consortes, a Camilla le correspondería el título de reina consorte. No obstante, le podrían privar de este excepcionalmente como muestra de respeto a la memoria de la princesa Diana. Algo que el palacio de Buckingham todavía no se ha decidido, tal y como se desprenden de las palabras que su hijo, el crítico culinario Tom Parker Bowles, ha vertido durante una entrevista publicada el pasado jueves 29 de abril por el diario The Times. “La verdad es que no sé si mamá será reina. Es algo que aún no está decidido”, ha asegurado muy sincero.
El joven también ha hablado sobre lo que supuso para él que su madre saliera a la palestra cuando Lady Di habló sobre el affaire en su polémica y recordada entrevista en la BBC. Algo que a día de hoy todavía afecta a los dos hijos de Tom, de 13 y 11 años, quienes sufren algunos insultos en las redes sociales. “Yo les digo: ‘No os lo toméis de una manera personal. Os atacan porque creen que os conocen, pero no es así’. Pero el colegio ha sido muy bueno, y siendo honestos, creo que el apellido Parker Bowles ya no es tan conocido como antes. Ahora me conocen por estar en MasterChef” ha afirmado haciendo referencia a su participación como juez en la versión inglesa del talent culinario.
Además, no ha dudado en criticar el retrato que en The Crown se hace de los miembros de su familia: “The Crown está interpretada y grabada de una manera preciosa, pero es mayormente una gilipollez. Vi un poco con mi padre y pensé: ‘Dios, os habéis equivocado con él”.
Desde que saltó el escándalo por la emisión del
documental sobre Rocío Carrasco, Belén Esteban ha mostrado su apoyo a la
nieta de Rocío Jurado.
Belén Esteban ha sido una de las colaboradoras que más apoyo ha mostrado a Rocío Flores desde que saltó el escándalo por la emisión del documental Rocío: contar la verdad para seguir viva, donde Rocío Carrasco cuenta todo lo que se ha estado callando durante 25 años. La colaboradora de Sálvame siempre
se ha mostrado partidaria de una futura reconciliación entre madre e
hija a pesar de los desencuentros que han tenido en los últimos años.
Este martes, Belén Esteban continuó hablando sobre el tema, asegurando que Rocío Flores le hizo una confesión hace tiempo: "Me dijo que quiere mucho a su madre, y yo me la creo".
Con estas palabras, la de Paracuellos quiere "tender puentes" entre
ellas, con el fin de que puedan tener por fin una conversación.
Según la tertuliana, Rocío Flores no tiene
"ningún problema" en compartir con su entorno cercano el sentimiento que
tiene hacia su madre. La colaboradora no tiene ninguna duda de que esto
es así: "Conozco a la niña y sé que no está haciendo ningún papel".
Además, cree que Rocío Flores dará su versión de los hechos, pero una
vez que haya acabado el documental sobre su madre: "Mientras se emita la
serie, no va a hablar".
La experiencia de
leer sus versos solo se ve superada por la de escucharlos en su propia
voz. José Miguel Junco Ezquerra es heredero directo de esa estirpe de
vates atlánticos que desde mediados del pasado siglo fueron configurando
las claves en las que hoy se reconoce el temperamento poético de las
Islas: poesía humana y directa, social aun en lo íntimo, íntima en lo
social, poesía de luz y calima, de brisa y sal, verbo preciso y ritmo
sincopado. Junco talla sus poemas en la piel del basalto, esculpe sus
versos con la precisión del orfebre y nos transporta, sin aparente
esfuerzo, a esos territorios inexplorados y vírgenes que previamente ha
imaginado. El poeta protagoniza este viernes en el Palacete Rodríguez
Quegles de la capital grancanaria, a partir de las 19.30 horas, un encuentro y recital poético.
La pista sobre el
paradero de las misivas reapareció a finales de 2020 cuando un librero
de Madrid aseguró haberlas visto en una casa de la capital hacía unos 30
años.
Agustín González de Amezúa y Mayo en su biblioteca, en una imagen facilitada por la familia
Tras la muerte del
académico, dueño de una de las bibliotecas más importantes de España
(con gran cantidad de documentos de Lope de Vega, Menéndez Pelayo y la
Inquisición), su patrimonio se dividió entre sus tres hijos. Clara María
González de Amezúa, la única hija que sigue viva, aseguró a este diario
que había visto las cartas después de que la pista sobre este
intercambio epistolar reapareciera a finales de 2020, cuando un librero de Madrid afirmó haberlas visto en una casa de la capital hacía “unos 30 años”.
Hasta ahora se creía que habían sido destruidas por la que fue esposa
del dictador Francisco Franco, Carmen Polo, o en el incendio del pazo de
Meirás en 1978. No existen datos de su paradero entre el 56, año de la
muerte de Amezúa, y el 78, cuando pudieron ser eliminadas.
Uno de los días de Pascua, en Madrid, la familia de Amezúa
decidió interponer la denuncia, según cuentan esas mismas fuentes. El
interés de los herederos es cumplir con lo que Clara María González de
Amezúa considera que era el deseo de su padre, que “estuvieran en la
RAE”. “No hay ánimo lucrativo”, aseguran las fuentes consultadas, que
explican que la denuncia se ha puesto en este momento después de que la
heredera, de 91 años y premio Nacional de Gastronomía en 2015, lo
meditara y debatiera con sus familiares durante estos meses, desde que
saltara la noticia a finales de 2020.
El objetivo de los
herederos es que si aparecen las cartas, se guarden con las de Galdós
que formaban parte del material histórico y literario que el académico
donó a la RAE en 1953. Según la información que aparece en la web de la institución, entre toda la documentación hay 38 cartas que Pardo Bazán envió a Pérez Galdós bajo el título: Correspondencia amorosa de “una célebre escritora con otro famoso novelista”. Esta colección se difundiría posteriormente en libros como Miquiño mío y ensayos biográficos sobre la escritora.
Clara
María González de Amezúa contaba a EL PAÍS por teléfono en diciembre de
2020 que vio las cartas. En su momento, no fue consciente de la
importancia de estos documentos.
En la conversación aseguró no recordar
el momento con precisión, pero creía que esta correspondencia fue robada
de la biblioteca de su padre. Relataba que debió ser en un descuido:
“Tal vez las dejó en una mesa y alguien entró y se las llevó”.
Tras la muerte de González de Amezúa, el patrimonio se
dividió en tres partes, y cada una fue a parar a uno de los tres hijos
que aún vivían. Dos de los familiares que han custodiado la parte que
Clara María González de Amezúa y su hermana María del Buen Consejo
González de Amezúa, Maruja, recibieron en herencia aseguraron a
este diario que ninguna de ellas recibió las cartas de Benito Pérez
Galdós. La tercera parte de la herencia fue para los herederos de Ramón
González de Amezúa, el que fuera director de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando en 1991, que falleció en 2015.
La
denuncia abre un proceso de investigación que, según ha podido saber EL
PAÍS, puede durar años, ya que no hay pistas concretas sobre el paradero
de las cartas o si estos documentos aún existen.
Académico de la letra Z, además de colaborador en medios como ABC y La Vanguardia, González de Amezúa, entregó a también a la RAE antes de morir sus memorias, Epistolario sentimental,
que no podrán leerse hasta 2026, cuando se cumplan 70 años de su
muerte, según quedó establecido en su testamento. Un documento que dará
más pistas sobre la correspondencia entre Pérez Galdós y Bazán.
Los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades y la Administración de Alimentos
y Medicamentos aconsejan que el país deje de usar el fármaco, que han
recibido siete millones de personas
Los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados
Unidos (CDC, en sus siglas en inglés) y la Administración de Drogas y
Alimentos (FDA, ídem) han recomendado
que se suspenda el uso de la vacuna monodosis de Janssen, una de las
tres que se administran en el país, tras haberse registrado seis casos
de un tipo de coágulo sanguíneo “raro y grave”, han comunicado este
martes las autoridades sanitarias federales, según ha adelantado el diario The New York Times.
Después de asistir a la inauguración del edificio que albergará su museo,
su laboratorio y su sala de exposiciones, los 600 invitados —entre los
que figuraban Tom Cruise, Tina Turner, Janet Jackson, Lauren Hutton,
Glenn Close, Sophia Loren o Pierce Brosnan— cruzaron una calle que no
solo se había cerrado al tráfico, sino convertido en un jardín, para
presenciar en el Teatro Armani un desfile retrospectivo en el que
participaron 179 modelos.
En la fiesta posterior, Antonia Dell’Atte, que fue su modelo y su musa en los años ochenta, le dijo con aire pícaro al primer ministro italiano, Matteo Renzi: “Giorgio no solo saber vestir a las mujeres, sino también desnudarlas”.
El actor Pierce Brosnan.
Dicen los colaboradores de Armani, y corrobora él, que su ansia de perfección lo lleva a controlar personalmente cada detalle,
algo que no debe de ser tan fácil en un emporio que cuenta con 4.700
empleados, casi 8.000 millones de euros de ingresos y una producción que
va de la alta costura a los hoteles
pasando por la moda joven, las gafas, la ropa infantil, los perfumes,
el maquillaje o los restaurantes.
De todos los ejemplos, uno de los que
más llama la atención tiene que ver con el teatro en el que el jueves se
desarrolló el desfile.
Fue diseñado por el prestigioso arquitecto
japonés Tadai Ando sobre una antigua fábrica de chocolate y consta de
628 asientos alrededor de un rectángulo de luz.
En octubre de 2001,
cuando el teatro ya estaba terminado pero aún faltaban unos días para la
inauguración, Giorgio Armani apareció y se sentó en cada uno de los
asientos para comprobar que la visión era perfecta desde todos los
ángulos. Solo entonces dio su visto bueno.
La gran fiesta en Milán reunió las tres características que, tal vez,
marcan la exitosa carrera del diseñador nacido en Piacenza el 11 de
julio de 1934.
La primera es su manejo del tiempo, del de sus
colecciones y del suyo propio.
Visitando su museo, al que ha llamado
Silos, se percibe claramente que casi cualquiera de sus creaciones sigue
siendo actual, llevable.
Hasta Glenn Close
lo subrayó durante la fiesta:
“Tengo mi armario lleno de hermosos
trajes de Armani, incluido el primero que compré, allá por 1985. Y
todavía me los sigo poniendo de vez en cuando”.
La clave tal vez esté en
que la apuesta del diseñador italiano nunca fue por el asombro. “No me
gusta la moda cuando propone creaciones buenas solo para la pasarela o
para las revistas”, explica en declaraciones a EL PAÍS, “para mí, el
oficio del diseñador tiene que ser el de vestir a la gente”.
Roberta Armani, Leonardo DiCaprio, Tina Turner y Giorgio Armani, durante la celebración.
También en lo personal, si no con el diablo, Giorgio Armani tiene un
pacto con el tiempo
. De hecho, algunas de las celebridades que
asistieron a su fiesta —entre ellas Leonardo DiCaprio, cuya actual figura se hace difícil de imaginar haciendo equilibrios en la proa del Titanic— parecen empeñadas en demostrar que nadie se cuida como Armani, siempre en forma y con aspecto de llegar de la playa.
Otra de las características de Armani es la de su negativa absoluta a
dejar el timón.
La pregunta de si se va a retirar se la han hecho mil
veces, al derecho y al bies, pero la respuesta es siempre la misma: “No”.
En una ocasión le preguntaron si, al menos, no se le había pasado
alguna vez por la cabeza, y la contestación fue lo suficientemente
explícita como para dejar el asunto zanjado para siempre. “Sí”, dijo un
Armani no exento de retranca, “algunas mañanas lo pienso, sí.
Visitaré
mis casas, navegaré en mi barco, iré al campo, pasearé a mis perros y
compraré picassos. Pero eso sería el fin, porque mi vida es el
trabajo.
Mi vida estaría vacía. ¿Qué haría? No podría viajar con gente
de mi edad, porque no siento ninguna inclinación por pasar el tiempo con
viejos.
Prefiero tener jóvenes a mi alrededor que me supongan un reto.
Me mantienen despierto y en contacto con lo que ocurre. Por eso
continúo”.
En cualquier caso, y por si en los últimos meses hubiese
cambiado de opinión, se lo volvimos a preguntar. ¿Ha pensado en
retirarse?: “Honestamente no. No podría prescindir del trabajo”.
No me gusta la moda cuando propone creaciones buenas solo para la pasarela o las revistas”
Una de las cosas con la que más orgulloso está Armani —además de haber ocupado en una ocasión la portada de Time—
es la de no haberse vendido a las multinacionales.
La globalización de
la economía, unida a la fuerte crisis que viene sufriendo Europa en
general y los países del sur en particular, ha provocado en los últimos
años una desamortización de la marca Italia. Un
gran número de los productos italianos por excelencia —ya sea en la
gastronomía, la moda o la automoción— ya solo lo son de nombre.
Tras
el lujoso escaparate de un tiempo que se fue se esconden accionistas
chinos, árabes o estadounidenses
. El diseñador se niega en redondo: “La
independencia es el único valor al que no puedo y no quiero renunciar
.
Todo lo que he construido se ha basado en mis decisiones autónomas, a
veces incluso arriesgadas y temerarias
. Decisiones que, si formase parte
de una multinacional, no podría tomar. Pienso además que el poder
excesivo de las finanzas no le viene bien a la moda”.
Dice Antonia
Dell’Atte que entre el mundillo que pivota alrededor de Armani también
existe una cierta preocupación en ese sentido. “Hay que tener en
cuenta”, dice la exmodelo, “que él es el único que es él mismo y no una
multinacional.
Todos estamos rezando que sea como Mathusalem, que siga
otros 100 años al frente.
El día que nuestro querido Giorgio se vaya…
No, no lo quiero pensar, espero que sea eterno, porque todos estamos
preocupados por qué pasará con sus empresas.
Pero, dejémoslo, ahora
vivimos el momento”.
“La
vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al
supermercado. Eso no puede ser. Esa vida no es humana”, afirmaba, antes
de la pandemia, el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, en una muy difundida entrevista. En el libro La vida cotidiana en tiempos de la covid
(Catarata, 2021), el doctor en Antropología Social Alberto del Campo,
profesor en la Universidad Pablo de Olavide, ha reunido una docena de
estudios que permiten cuestionar esa afirmación al evidenciar cómo esas
rutinas formaban parte de la vida y cómo sus limitaciones por la covid
han generado inesperadas consecuencias, hasta el punto de que esa
cotidianeidad se ha convertido en algo anhelado, en privilegios o en
objeto de deseo. Empleados que sueñan con volver a sus puestos, madres
trabajadoras desbordadas por la desarticulación de sus redes de apoyo,
jóvenes que cambian sus formas de gestionar las relaciones sexuales y
afectivas o personas que desean levantarse sin temor cada mañana son
solo ejemplos de las otras secuelas de la pandemia.
“Más allá de las cifras de enfermos, fallecidos o parados, la pandemia
implica también una crisis en la vida cotidiana, en nuestras formas de
relacionarnos, comunicarnos, divertirnos, viajar, estudiar, dividirnos
las tareas domésticas; en definitiva, en cómo estamos, pensamos, nos
sentimos y actuamos en el día a día”, afirma Del Campo.
El antropólogo social percibió esta realidad y pidió
colaboraciones de expertos en su campo y otros relacionados para dar luz
a circunstancias que quedan enterradas por la emergencia del día a día,
pero que son relevantes y, en su opinión, harán que la sociedad que
surja tras esta crisis sea diferente.
Estas son algunas
de las principales secuelas de la pandemia, según los estudios reunidos
por el antropólogo, quien concluye: “El coronavirus no solo es solo un
agente de impacto sino también un activador, un revulsivo para el
cambio”.
Añoranza de la rutina
Tras
una encuesta sobre efectos y cambios sociales generados por la covid y
en la que participaron 3.000 personas, los sociólogos de la Universidad
de Granada Ángela Mesa-Pedrazas, Ricardo Duque-Calvache y José Manuel
Torrado han observado algo singular. Las palabras más repetidas en los
comentarios sobre necesidades, anhelos y esperanzas son: salir, amigos,
familia, pasear, hacer o poder. “Nos resultan muy interesantes dos
categorías que expresan una cierta nostalgia por una cotidianidad
prepandémica, como son la rutina y la tranquilidad. La rutina, que en
otros contextos tiene connotaciones negativas, cercanas al aburrimiento y
la monotonía, es añorada. La ciudadanía está cansada de vivir tiempos extraordinarios
e interesantes”, destacan los autores. También resulta curioso que las
limitaciones de movilidad, de acuerdo con el estudio, se han percibido
como “más soportables” durante la fase de encierro absoluto que durante
las fases menos limitadas.
“Es como si esta movilidad mínima despertase el apetito
reprimido durante semanas por realizar desplazamientos mayores”,
explican.
Los sociólogos resaltan la importancia de esa,
antes, denostada rutina. “Nuestra realidad se desenvuelve día a día
marcada por los pequeños acontecimientos que configuran los tiempos
individuales y sociales. El grueso del tiempo lo ocupamos en prácticas
que, aunque no siempre tienen un horario establecido, nos permiten
seguir funcionando en sociedad, como las tareas domésticas, los
desplazamientos, la jornada laboral o las reuniones con nuestras
familias y amistades. Asumimos tales tiempos y actividades como parte
rutinaria de la vida, de una cotidianidad que no es sino el conjunto de
acciones que realizamos de manera más o menos periódica. Muchas de estas
acciones implican, además, la relación con otras personas, y todas las
realidades individuales tienen esto en común: el contacto social”.
"Absolutamente ninguna noticia, por lo menos yo no la tengo", ha dicho la titular de Exteriores, Arancha González Laya.
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha asegurado este martes que el Gobierno no tiene ninguna noticia de que el rey emérito Juan Carlos I se esté planteando viajar a España para pasar la Navidad.
"Absolutamente ninguna noticia, por lo menos yo no la tengo", ha dicho la titular de Exteriores, Arancha González Laya.
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha asegurado este martes que el Gobierno no tiene ninguna noticia de que el rey emérito Juan Carlos I se esté planteando viajar a España para pasar la Navidad.
"Absolutamente ninguna noticia, por lo menos yo no la tengo", ha dicho la titular de Exteriores en una entrevista en la Cadena Ser a la pregunta de si el Ejecutivo tenía constancia de que Juan Carlos I planeara regresar a España por navidades.
La
ministra ha respondido así sobre un posible regreso de Juan Carlos I
después de las informaciones que en los últimos días han avanzado la
decisión del rey emérito de presentar una declaración voluntaria para regularizar su situación fiscal ante la Agencia Tributaria.
Según el diario El País, el rey Juan Carlos quiere regularizar más de 500.000 euros procedentes de fondos opacos supuestamente gastados en tres ejercicios diferentes,
entre 2016 y 2018, cuando ya no estaba protegido por la inviolabilidad.
Al parecer, y según este periódico, el equipo jurídico de don Juan
Carlos se reunió con responsables de Hacienda para trasladarles una
propuesta de regularización fiscal de los fondos ajenos, procedentes del
empresario mexicano Allen Sanginés-Krause, amigo del emérito.
El mismo diario apunta este martes que el banco donde Corinna Larsen recibió 65 millones de euros
de Juan Carlos I cuestionó el origen del dinero. Sobre un posible
regreso a España del rey emérito, el alcalde de Madrid y portavoz
nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, ha afirmado que le
corresponde a él "decidir si quiere volver o si no quiere volver" o si
"quiere hacer algún tipo de regularización", y ha apuntado que "conviene
no olvidar" su papel "esencial" para "traer" la democracia a España.
Gastos de los nietos Froilán y Victoria Federica
"Al
margen de las actuaciones que están siendo investigadas, al margen de
que en su caso se pueda producir una regularización, desde luego lo que
yo no voy a dejar de apreciar y valorar el extraordinario
trabajo que en circunstancias muy difíciles para España hizo el rey
emérito, una de las piezas clave de nuestro sistema constitucional", ha
dicho Martínez-Almeida en una entrevista en Onda Cero.
También este martes, El Confidencial publica una información en la que asegura que los nietos del rey usaron las tarjetas 'black' para abonar desplazamientos en Uber, compras en el Corte Inglés y clases de piano.
"Nadie se cree que la práctica de Juan Carlos I de regar de dinero turbio a la familia real para que disfrutasen de una vida de viajes, fiestas y lujos empezó en 2016. Recordemos la luna de miel de medio millón de dólares de los actuales reyes en 2004", ha afirmado.
El rey emérito, que salió de España el pasado agosto y reside desde entonces en Emiratos Árabes Unidos como huésped del jeque Mohamed Bin Zayed,
está pendiente de que el fiscal Juan Ignacio Campos, que dirige las
tres investigaciones abiertas por el Ministerio Público sobre sus
actividades financieras, archive las investigaciones o presente una
querella.
Según este digital, "Froilán y Victoria Federica
fueron quienes más recurrieron a esta línea de financiación". A esta
información se ha referido el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso,
Pablo Echenique, en Twitter.
Las mariposas de mi estómago aún no se han extinguido por el
calentamiento global. Lo sé porque el otro día vi a Scarlett Johansson
en Lost in translation y me subió una corriente bioquímica por
el esófago que a punto estuvo de machacarme el corazón, si acaso me
queda ya algo de eso. ¡Qué manera de mirar Tokio por una ventana! No
creía que se podía mirar nada así en este mundo. ¡Con gente como
Scarlett no sé cómo todavía no se han derretido los polos! Ahora que sé
que no tengo disecado todavía mi mariposario podré afrontar el próximo
invierno con un poco más de calor interior sin tener que astillarme las
manos encendiendo la chimenea.
«Las mariposas de invierno acompañan a los forestales, en los meses
de enero y febrero, cuando suben a cortar un bosque o aclararlo, o a
desbrozar una vertiente en la que las zarzas han formado un colchón tan
cubierto y espeso que solo pueden penetrar en él los jabalíes. Con las
sierras Stihl allanan pinares, cortan ramas de encina sobrantes y
cercenan brezos.
A media mañana encienden un fuego de leña delgada, con
algún tronco, y es cuando las mariposas de invierno, que han seguido a
los forestales desde el pueblo, se acercan al fuego para absorber el
calor», escribe Julià Guillamon en Mariposas de invierno y otras historias de la naturaleza.
A Nabokov le preguntaron una vez qué cosas le disgustaban y cuáles le
conmovían.
«Mis aversiones son simples: la estupidez, la opresión, el
crimen, la crueldad, la música dulzona. Mis placeres, los más intensos
conocidos por el hombre: escribir y cazar mariposas», explicó. En lo de
la estupidez estoy con Nabokov: andamos sobrecargados.
En lo de cazar
mariposas no tanto. Cuando iba de pequeño con el abuelo a sacar a las
cabrillas, intentaba coger una. No hubo manera. Ahí, con el abuelito,
por los campos desde los que se ve el mar y donde está el algarrobo
donde quiero que echen mis cenizas, comprendí la libertad persiguiendo
mariposas.
Era en aquella época en el que mundo olía a nuevo, a otra
cosa. «¿Por qué los alienígenas no dan un paso al frente y nos ayudan?
¿Los azares darwinianos pueden explicar por qué hemos domesticado a
perros y gatos, pero no, por ejemplo, a monos y pósums? ¿Te das cuentas
de que las ostras tienen, entre sus demás órganos, un corazón? ¿Cuándo
fue la última vez que viste una mariposa?», se pregunta Padgett Powell
en El sentido interrogativo.
«Limpiando el carrete del móvil me he encontrado una foto de la comida
de julio en la que aparece un rincón del corral de casa de mis abuelos.
Es el de la ventana que da a la cocinilla, una habitación en la que solo
hay una chimenea, una lavadora, tres o cuatro peroles colgados al lado
de una hilera de guindillas secándose, dos estanterías llenas de tomate y
pisto al baño María y a veces sarmientos para hacer lumbre.
Si alguna
vez alguien me pregunta a qué huele España responderé que a esa
habitación, a la cocinilla, que cuando estaba mi abuela también olía a
veces al jabón que hacía ella», dice Ana Iris Simón en Feria.
La última encarnación
de la cantante es la de malvada absoluta. Estuvo dos años en la cárcel
pero ahora es acusada de mala madre por su hijo Kiko, en la tele, claro.
Uno cree que la vida de la Pantoja
no va con él, pero siempre te acabas cruzando con ella, como un relato,
íntimo y nacional a la vez, que nos incumbe de alguna manera, porque
dice algo de nosotros mismos aunque creamos que habla de otros, y a
muchos no nos interese lo más mínimo.
Acabas siempre sabiendo, como de
las cosas de la familia. Te queda la duda: ¿y si es un mensaje de Dios
que, en su silencio, quiere decirnos algo de forma coloquial?
A través
de estos dramas de algunos elegidos nos acercamos al misterio de la
naturaleza humana, como en un Shakespeare para
torpes.
El logro épico es que haya durante 40 años un personaje del que
se cree saber todo y cada vez descubramos que no lo conocíamos, para
volver a destriparlo en busca del secreto.
La última encarnación de
Isabel Pantoja es la de malvada absoluta. Con todos ustedes, la mala de
España.
Desde hace un mes te cuentan lo mala que ha resultado ser y piensas que, bueno, es una señora que ya estuvo dos años en la cárcel, pero te dicen que no, que ahora es en serio: es una mala madre. Acusada por su propio hijo Kiko.
En la tele, claro, no en el salón de casa o en la cocina, donde la
gente se dice esas cosas.
Sigue perfeccionando una biografía tan
perfecta en sus detalles narrativos que parece creada en un laboratorio
del Nodo: la copla, los toros, la política, las revistas, las uvas de
Nochevieja, el blanqueo de capitales,
todo lo que un español de bien debe ser y hacer.
Si le saliera un nieto
independentista yo creo que ya lo tendríamos todo.
Hay titulares que,
vistos con perspectiva, resumen una época. Mayo de 2007: “Zaplana
asegura que el Gobierno busca ‘despistar la atención’ con el arresto de
Isabel Pantoja”.
La exclusiva, vender lo
vendible, el pastón, el caché. Y entonces el secreto desvelado, la
mentira descubierta, la verdad verdadera que nunca se acaba de saber, se
sospecha, se cotillea. En torno a un chalé, un casoplón, la finca.
Hablan asistentas, primos, suegros, examigas del alma, extodo. Sobre la
boda, el bautizo, el funeral.
Para estar en lo más alto, caer en lo más
bajo, como la vida misma. Una santa, una arpía, una interesada, una
artista, qué arte. Y el pueblo llano que se siente llamado en causa y la
quiere y la odia como es.
Un señor de una venta de Cádiz, indignado por
los ataques a la tonadillera, vende flores de Pascua para darle parte
de la recaudación.
Con un cartel: “Paquirrín traidor”.
Hay que tomar
partido, y uno debe saber todo, no puede perderse entre dinastías que
degeneran, árboles genealógicos que se cruzan y se traicionan. Cantora, la herencia envenenada, este es el último capítulo.
Desde hace un mes te cuentan lo mala que ha resultado ser y piensas que, bueno, es una señora que ya estuvo dos años en la cárcel, pero te dicen que no, que ahora es en serio: es una mala madre. Acusada por su propio hijo Kiko.
En la tele, claro, no en el salón de casa o en la cocina, donde la
gente se dice esas cosas.
Sigue perfeccionando una biografía tan
perfecta en sus detalles narrativos que parece creada en un laboratorio
del Nodo: la copla, los toros, la política, las revistas, las uvas de
Nochevieja, el blanqueo de capitales,
todo lo que un español de bien debe ser y hacer.
Si le saliera un nieto
independentista yo creo que ya lo tendríamos todo.
Hay titulares que,
vistos con perspectiva, resumen una época. Mayo de 2007: “Zaplana
asegura que el Gobierno busca ‘despistar la atención’ con el arresto de
Isabel Pantoja”.
La exclusiva, vender lo
vendible, el pastón, el caché.
Y entonces el secreto desvelado, la
mentira descubierta, la verdad verdadera que nunca se acaba de saber, se
sospecha, se cotillea. En torno a un chalé, un casoplón, la finca.
Hablan asistentas, primos, suegros, examigas del alma, extodo. Sobre la
boda, el bautizo, el funeral. Para estar en lo más alto, caer en lo más
bajo, como la vida misma.
Hay que tomar
partido, y uno debe saber todo, no puede perderse entre dinastías que
degeneran, árboles genealógicos que se cruzan y se traicionan. Cantora, la herencia envenenada, este es el último capítulo.
El 9 de febrero de 1984 nació Francisco José Rivera Pantoja, Kiko Rivera, Paquirrín para todo el mundo.
“La vida de mi madre es una gran
mentira”. Aún no hemos visto lo mejor, ni lo peor. Pero qué audiencias
da la vivisección en directo de una desestructuración familiar famosa.
La Pantoja es casi un subgénero periodístico en sí mismo. Ese talento en
explotar las posibilidades dramáticas de una vida es un talento suyo,
de sus parientes, de los tertulianos del ramo, de media España.
Alimenta
una trituradora ancestral perfectamente engrasada, ávida de miserias,
que solo se consuela con la destrucción y a veces una noticia alegre,
una foto de comunión.
Pantoja nunca deja de ser protagonista, le
sobrevuela en todo momento la desgracia, el destino fatal, la muerte, la
mala suerte, la ruina.
Es una parábola religiosa, un auto sacramental,
un continuo sacrificio público.
Sobrevivió, pero tuvo que ofrecerse a la plebe sin maquillaje, al fin
como es, en carne y hueso, según se levanta, en bañador, sin vestido de
volantes.
Humillada, insultada, hambrienta, peleando por un pollo, y que
le dijeran verdades como puños.
Un regocijo nacional, la inquisición
diaria. Tiene que ser muy raro que todos sepan más de tu vida que tú
mismo, y ser en el fondo una desconocida. Yo soy esa dice así:
“Yo era muchas cosas que ya se han perdido/ en los arenales de mi
voluntad”.
La Pantoja no se acaba nunca, y solo cuando esté acabada e
inspire la piedad más pura por fin podrán perdonarla.
“¡Estamos
escuchando música, tenemos todo el derecho, no hay peleas!”, grita una
mujer con los pechos al aire a los policías antidisturbios que han
irrumpido este sábado a mediodía en la nave abandonada de Llinars del
Vallès (Barcelona) para poner fin a rave que se prolonga desde
Nochevieja.
La mujer hace aspavientos y sigue gritando a los Mossos,
mientras el centenar de personas que aún tiene ganas de fiesta permanece
a la expectativa del inminente desalojo.
Los agentes han empezado a
identificar a los participantes y a comunicarles la sanción
correspondiente por saltarse las prohibiciones para frenar la expansión
del coronavirus.
A
las 12 horas, una excavadora ha retirado las piedras que los asistentes
a la fiesta ilegal habían colocado a la entrada de la nave y ha
franqueado el acceso a la policía. Agentes antidisturbios de los Mossos
han tomado posiciones en el interior de la nave. Allí se celebra, al
menos desde las 21 horas del 31 de diciembre -hora en que la denunciaron
los vecinos de la zona-, una fiesta ilegal sin ningún tipo de medida de
seguridad sanitaria: no hay mascarillas, ni por supuesto distancia
social, solo música electrónica y decenas de furgonetas aparcadas en el
solar de la fábrica abandonada.
Los Mossos calculan que un total de 400 personas han podido participar
en la fiesta, que se ha prolongado durante al menos 40 horas.
Durante
este tiempo, la policía catalana ha estado presente en el perímetro de
la nave y han identificado a las personas que la abandonaban.
Pero han
optado por no desalojar para evitar incidentes graves. Esa inacción a lo
largo de más de un día y medio, en plena pandemia, ha abierto un nuevo
enfrentamiento en el seno del Gobierno catalán.
Momento del desaloja, este sábado.Alejandro García / EF
El dispositivo de los Mossos, que optaron por dar margen a
los ocupantes para abandonar la nave de forma voluntaria -algo que no ha
ocurrido- puso en alerta al Departamento de Salud ya el día 1 de enero.
La consejera Alba Vergés (Esquerra Republicana) pidió al consejero de
Interior, Miquel Sàmper, que pusiera fin de manera inmediata a la
fiesta, identificara a los participantes e impusiera las sanciones
oportunas.
La fiesta ilegal ha provocado malestar entre los vecinos y
alcaldes de la zona. A las críticas se ha sumado la patronal del ocio
nocturno, una de las más afectadas esta Nochevieja por el cierre forzado
de las discotecas.
“Revisaremos con Interior cómo se han
desarrollado los hechos para evitar que vuelva a pasar una situación de
estas características y las actuaciones sean más rápidas”, afirmó, a
través de Twitter, el vicepresidente de la Generalitat con funciones de
presidente, Pere Aragonès. La candidata de Junts per Catalunya a la
presidencia de la Generalitat, Laura Borràs, calificó de “inaceptable e
indignante” que se haya tardado tanto en desmontar la fiesta ilegal.
“Hay que tener los protocolos actualizados para que se pueda actuar sin
demoras incomprensibles”.
Fuentes de Salud consideran que los Mossos debieron haber
aplicado antes el protocolo habitual en caso de fiestas que incumplan la
normativa contra el coronavirus.
E insisten en que es necesaria la
identificación de los participantes para hacerles un seguimiento y
evitar la expansión del virus. Buena parte de los asistentes a la rave
proceden de países como Francia o Bélgica, y algunos de ellos han
eludido los controles perimetrales de la policía escapando de la finca a
través de caminos rurales.
Si al principio la fiesta
congregó a más de 200 personas, este sábado apenas quedaba un centenar
en el interior de la nave.
La prolongación de la fiesta y las tensiones
políticas por la gestión de una fiesta ilegal provocaron la actuación de
los Mossos.