Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 sept 2019

Batman y Pedro............................... Boris Izaguirre

En la adolescencia, los superhéroes me sirvieron de referencia sexual.

Un fotograma de la película 'Batman y Superman: El amanecer de la justicia'. Un fotograma de la película 'Batman y Superman: El amanecer de la justicia

Batman y Pedro Almodóvar acaban de cumplir años.
 Pedro cumplió 70 y Batman 80.
 Son edades importantes para cualquier mortal y también para cualquier inmortal.
 Cada década nueva no parece sumarles años sino esa mezcla de estilo con sabiduría.
 Almodóvar no podría haber filmado Dolor y Gloria, su última película, sin estar próximo a los 70.
 Y Batman, en su octava década, está más fuerte y haciendo gala de uno de sus superpoderes: la soledad y su aura misteriosa. Le sientan fenomenal.
Para mí, tanto Almodóvar como Batman son superhéroes.
 El hombre enmascarado es el único superhéroe que no tiene poderes sobrehumanos sino que se los ha ido currando de forma ejemplar.
 Al quedarse huérfano tras el asesinato de sus padres, el pequeño Bruce Wayne cayó en una cueva llena de murciélagos pero, al contrario que El Hombre Araña, estos no le picaron ni transmitieron radioactividad sino que lo enfrentaron al miedo. Miedo puro y duro a las emociones, el amor, la pasión y la locura, como el que Almodóvar nos ha hecho vencer a través de muchas de sus películas. 
 Conquistado el miedo, Batman se diseñó un traje con capa y máscara con el que combate la corrupción y la banalidad del mal. Almodóvar, en sus películas, lucha contra lo mediocre y, sobre todo, investiga en nuestro ADN social.
 A veces ha conseguido hacerlo universal. 
Batman representa a Ciudad Gótica y Pedro a una España en la que personalmente me siento feliz.
Batman y Pedro Almodóvar acaban de cumplir años. Pedro cumplió 70 y Batman 80. Son edades importantes para cualquier mortal y también para cualquier inmortal.
 Cada década nueva no parece sumarles años sino esa mezcla de estilo con sabiduría.
 Almodóvar no podría haber filmado Dolor y Gloria, su última película, sin estar próximo a los 70. Y Batman, en su octava década, está más fuerte y haciendo gala de uno de sus superpoderes: la soledad y su aura misteriosa. Le sientan fenomenal.
Para mí, tanto Almodóvar como Batman son superhéroes.
 El hombre enmascarado es el único superhéroe que no tiene poderes sobrehumanos sino que se los ha ido currando de forma ejemplar. 
 Conquistado el miedo, Batman se diseñó un traje con capa y máscara con el que combate la corrupción y la banalidad del mal. Almodóvar, en sus películas, lucha contra lo mediocre y, sobre todo, investiga en nuestro ADN social. A veces ha conseguido hacerlo universal.
 Batman representa a Ciudad Gótica y Pedro a una España en la que personalmente me siento feliz.

 

 

La vida de ida y vuelta de los hijos de Miguel Bosé

Los cuatro niños han alternado su verano entre el chalé del cantante en Madrid y Chelva, el pueblo donde vive Nacho Palau y donde los pequeños han disfrutado del reencuentro paseando en bicicleta y haciendo excursiones por el monte.

El cantante Miguel Bosé.
El cantante Miguel Bosé.

Hace dos días Miguel Bosé publicaba una imagen suya en Instagram en la que aparecía totalmente vestido de blanco y con la que se despedía del verano:

 "Adiós veranito hoy empieza el otoño y con él, la plenitud del año".

 Hacía referencia al fin de una de las cuatro estaciones del año, pero ese tiempo que muchos relacionan con las vacaciones y los momentos de ocio acabó para el cantante semanas antes, cuando volvió a México a finales de agosto de cara al inicio del curso escolar de los mellizos Tadeo y Diego, los dos hijos que viven con él en el país azteca.

 Ivo y Telmo, los otros dos niños que el artista siempre presentó como propios, y que son siete meses menores que sus hermanos, se quedaron en Chelva, el pueblo del interior de Valencia en el que viven junto a su padre, Nacho Palau, quien fue la pareja de Bosé durante 26 años. 


Junio de 2018 fue el mes del cisma de esta familia no convencional formada por Miguel Bosé, Nacho Palau y sus cuatro hijos, todos ellos concebidos por vientre de alquiler: 
Tadeo y Diego son hijos biológicos del cantante; Ivo y Telmo, hijos biológicos de Nacho Palau. 
Los cuatro se criaron juntos como hermanos durante casi 8 años y, aunque las diferencias entre sus progenitores ya venían de antes, los niños permanecieron unidos en el mismo domicilio hasta el inicio del verano de 2018
. Desde entonces no volvieron a verse en persona y las conversaciones telemáticas sustituyeron durante meses a las presenciales, una decisión que el entorno de la expareja asegura iba en contra de los deseos de Palau.
 Sin embargo algo ha cambiado, porque 2019 ha sido el verano de su reencuentro.
Nacho Palau y Miguel Bosé.
Nacho Palau y Miguel Bosé.
A pesar de que los procedimientos judiciales que enfrentan a Bosé y Palau siguen su curso, ambos consiguieron llegar a un acuerdo antes del fin del pasado curso escolar y se establecieron medidas cautelares referidas exclusivamente al régimen de visitas de los hermanos.
 Un concierto que básicamente consiste en que se vean y estén juntos alternativamente con sus padres en períodos vacacionales, fundamentalmente durante el verano ya que los más de 9.000 kilómetros que les separan no facilitan otra fórmula por ahora.

Bosé aterrizó en Madrid con Tadeo y Diego a finales de junio y desde entonces y hasta su regreso a México los cuatro niños han alternando una semana con cada uno de sus padres.
 En el chalet que Miguel posee en la urbanización Somosaguas de Pozuelo de Alarcón, en Madrid; y en la casa de la madre de Nacho en Chelva, con quien vive el escultor y ceramista desde hace un año.

Dos estilos de vida muy distintos para cuatro niños que han disfrutado de volver a estar unidos y también de poder ver al otro padre que no está con ellos.
 Quienes saben cómo fue el reencuentro utilizan la palabra "emocionante". "Al principio hubo muchos abrazos y muchas ganas de contarse todo lo que no habían podido durante este tiempo", afirma una persona próxima a ellos. 
"Después volvió la normalidad y unas veces se adoraban y otras se peleaban como pasa con todos los hermanos".
 Un retrato familiar al que se unía, durante el tiempo que estaban en Valencia, la sobrina de Nacho Palau, Daniela que tiene casi la misma edad que sus primos.
Bosé con sus cuatro hijos en Disneylandia en una fotografía que publicó en 2017 en su cuenta de Instagram.
Bosé con sus cuatro hijos en Disneylandia en una fotografía que publicó en 2017 en su cuenta de Instagram.
Del tiempo que han pasado con Miguel Bosé se sabe muy poco. Alguna imagen robada mostró a los hermanos entrando o saliendo de una furgoneta con cristales tintados en Madrid y se presupone que en la casa de Somosaguas han continuado el estilo de vida que llevaron siempre, cuidados por personal de servicio y por Bosé, que ha recuperado la sonrisa y se muestra con mejor aspecto físico que hace unos meses.

En Chelva la convivencia fue distinta, más modesta y más libre.
 La consigna era relajarse, disfrutar y saltarse los horarios si hacía falta.
 La gente del pueblo pudo ver a la familia montando en bicicleta, paseando por el monte o en el utilitario que conduce Palau y en el que por altura ya solo Ivo necesita silla portaniños. 
Ninguna imagen atestigua su presencia pero muchos de los casi 1.500 habitantes del pueblo se cruzaron con ellos e incluso advirtieron a Palau si vieron algo extraño que pudiera delatar la presencia de cámaras.
Desde finales de agosto, unos y otros han vuelto a sus respectivas rutinas. 
También sus padres, que no han llegado a ningún acuerdo económico que contemple una pensión de alimentos para los dos hijos que se han quedado con Nacho Palau.
 Fue en octubre de 2018 cuando se conoció públicamente su existencia en la vida de Bosé.
 Ocurrió precisamente cuando Palau encargó a un despacho de abogados que se ocupara de defender “sus derechos y los de sus hijos menores”.
 El juicio en el que reclama la doble filiación de los niños —es decir que se reconozca legalmente que los cuatro son hermanos con igualdad de derechos y que ambos progenitores lo son legalmente de todos ellos pese a su procedencia biológica — ya tiene fecha y se celebrará antes de fin de año. 
Pero es previsible que la resolución final se alargue con recursos que pueden llegar hasta el Tribunal Supremo.

Penélope Cruz recibe emocionada el Premio Donostia de manos de Bono

En su discurso, la actriz ha recordado la cifra de 44 mujeres que han sido asesinadas víctimas de la violencia machista en 2019.

   

Es uno de los premios Donostia más jóvenes de la historia. Pero Penélope Cruz es irrefutable. 
Por currículo, por galardones, por resultados artísticos e incluso por sus apariciones públicas: bien por causas sociales o, como este viernes en San Sebastián, por un premio: la actriz iba de blanco impoluto, luciendo y enorgulleciéndose de sus 45 años, tanto en la jornada matinal como en la gala nocturna.

Por la noche, la madrileña recibió sorprendida y muy emocionada el Donostia de mano de Bono, de U2, uno de sus mejores amigos. El músico apareció de improviso por un lateral del patio de butacas -tras asegurar José Luis Rebordinos, director del certamen, que él no iba a ser quien lo entregara- y subió al escenario entre lágrimas de Cruz. 
El irlandés dijo arriba: "La vida de Penélope en la pantalla me fascina porque trata del drama de la familia. 
Los artistas como nosotros, como yo, nos perdemos en nosotros mismos.
 Penélope se pierde en los demás. Por eso nos perdemos en ella". Ya con el trofeo en la mano, la actriz confesó que se habían cumplido sus dos sueños de la niñez: ser madre y ganarse la vida con la interpretación.
 Dedicó el galardón a sus dos hijos, a su pareja, Javier Bardem -"mi marido, que también estaba incluido en el sueño"-; recordó a todos los directores con los que ha colaborado, empezando por Bigas Luna, Pedro Almodóvar y Fernando Trueba, y remató su discurso subrayando la lacra de la violencia machista. 
"En lo que llevamos de año ya van 44 mujeres asesinadas por violencia de género y desde 2003, las víctimas mortales son más de mil solo en nuestro país.
 ¿Cuántas serán en el mundo? Cuando una mujer encuentre la fuerza gigantesca que se necesita para contar lo que se vive en una situación así, espero que la escuchen a la primera y no cuando ya sea demasiado tarde", concluyó. 


El cantante de U2, Bono, se abraza a Penélope Cruz tras entregarle el Premio Donostia. En vídeo, discurso íntegro de la actriz tras recibir el premio.



Previamente, por la mañana, Cruz había empezado su encuentro con la prensa reflexionando sobre el cine: "Me ha enseñado mucho sobre mí misma. He crecido en el cine. 
Empecé a trabajar con 14 años, y rodé Jamón jamón con 18.
 En el cine he aprendido sobre el comportamiento humano, algo que me fascina porque el ser humano y sus motivaciones no tienen fondo. 
 Eso me fascina en la interpretación. Yo jugaba de pequeña mucho sola a interpretar, lo que me obligaba a explorar dentro de mí. El ego no tiene cabida en la preparación de un personaje". 
Y ahondó: "Creces porque te hace tener empatía y comprensión por todos tus personajes, y eso que con algunos de ellos ni me tomaría a priori un café en la vida real".
¿Cómo es la vida hoy en España de una actriz de su talla? 

"Paso bastante más tiempo ahora aquí que allí. Hace años ocurrió al revés. 
Hoy soy madre y miro mucho dónde ruedo, y encajo los horarios. 
Aún me doy de vez en cuando una vuelta por la calle de mi infancia, e impresiona", afirma la intérprete. "Recordando mi viaje a Hollywood, mi historia nunca fue la de coger una maleta y un billete sin vuelta.
 Eso me hubiera dado más miedo. Por eso, fui más tranquila aquella primera vez a rodar con Stephen Frears. Durante los primeros cinco años, pasó así. 
Nunca quise renunciar a rodar aquí o en el resto de Europa, en Francia o Italia", continúa.
 Cuando José Luis Rebordinos la llamó para anunciarle la concesión del premio Donostia, le preguntó si era el momento, por su juventud. "Como soy un poco personaje Almodóvar pensé que algo malo ocurriría después.
 Ya he hecho el trabajo de aceptación del premio", remató entre risas.
Cruz, que en su currículo alberga el Oscar, otras dos candidaturas a la estatuilla de Hollywood, el César de Honor, tres goyas, un Bafta y el premio a mejor interpretación femenina de Cannes —compartido con sus compañeras de reparto en Volver—, se ha convertido en la segunda española en recibir el Donostia, tras Carmen Maura, desde que empezó a entregarse en 1986.
 Y la quinta intérprete española, tras Fernando Fernán Gómez (1999), Paco Rabal (2001), Antonio Banderas (2008) y Carmen Maura (2013).
  La madrileña ha participado en San Sebastián en tres ocasiones en la Sección Oficial a Competición del festival con Todo es mentira (1994), Volavérunt (1999) y la italiana Volver a nacer (2012). 
En 2017 Cruz visitó el certamen para presentar Loving Pablo (2017), junto a Javier Bardem y el director Fernando León de Aranoa, en una multitudinaria proyección —más de 3.000 personas— en el Velódromo de Anoeta.


27 sept 2019

Penélope Cruz: “El ego no tiene cabida en la preparación de un personaje”

La actriz recibe el Premio Donostia y presenta el 'thriller' 'La red avispa', sobre el espionaje cubano en Estados Unidos en los noventa.

Es uno de los premios Donostia más jóvenes de la historia. Pero Penélope Cruz es irrefutable.
 Por currículo, por galardones, por resultados artísticos e incluso por sus apariciones públicas: bien por causas sociales o, como este viernes en San Sebastián, por un premio: la actriz iba de blanco impoluto, luciendo y enorgulleciéndose de sus 45 años.
Cruz empezó su encuentro con la prensa reflexionando sobre el cine: "Me ha enseñado mucho sobre mí misma.
 He crecido en el cine.
 Empecé a trabajar con 14 años, y rodé Jamón jamón con 18. 
En el cine he aprendido sobre el comportamiento humano, algo que me fascina porque el ser humano y sus motivaciones no tienen fondo.
 Eso me fascina en la interpretación. Yo jugaba de pequeña mucho sola a interpretar, lo que me obligaba a explorar dentro de mí.
 El ego no tiene cabida en la preparación de un personaje". 
Y ahondó: "Creces porque te hace tener empatía y comprensión por todos tus personajes, y eso que con algunos de ellos ni me tomaría a priori un café en la vida real".

¿Cómo es la vida hoy en España de una actriz de su talla? 
 "Paso bastante más tiempo ahora aquí que allí. 
Hace años ocurrió al revés. Hoy soy madre y miro mucho dónde ruedo, y encajo los horarios. 
 Aún me doy de vez en cuando una vuelta por la calle de mi infancia, e impresiona", afirma la intérprete. 
"Recordando mi viaje a Hollywood, mi historia nunca fue la de coger una maleta y un billete sin vuelta. 
Eso me hubiera dado más miedo. Por eso, fui más tranquila aquella primera vez a rodar con Stephen Frears.
 Durante los primeros cinco años, pasó así. 
Nunca quise renunciar a rodar aquí o en el resto de Europa, en Francia o Italia", continúa. Cuando José Luis Rebordinos la llamó para anunciarle la concesión del premio Donostia, le preguntó si era el momento, por su juventud.
 "Como soy un poco personaje Almodóvar pensé que algo malo ocurriría después.
 Ya he hecho el trabajo de aceptación del premio", remató entre risas.
Una periodista le preguntó por tres creadores que la han ayudado a impulsar su carrera:
 "A Pedro [Almodóvar] le leo la mente casi desde el primer día que le conocí.
 A Bigas Luna le echo mucho de menos, más aún en días como hoy. Nos dio la primera oportunidad a Javier y a mí.
 No nos pudimos despedir de él, porque mantuvo en secreto su enfermedad, decisión que respeto.
 Y Fernando Trueba es también un cineasta muy importante en mi vida.
 Recordad que Belle Epoque llegó justo después de Jamón jamón".
En el futuro de la ganadora del Oscar por Vicky Cristina Barcelona, siempre ha estado la dirección. 
"La primera vez que verbalicé que quería dirigir fue con Pedro Almodóvar. Se lo dije en el bar Gloria.
 Y me respondió que lo hiciera en ese momento, cuando era joven. Hoy tengo 45 años y sigo pensando en ello. No he tenido tiempo para ello, una buena señal, ¿no?".
En casa de la actriz no había referentes similares artísticos. "Cuando conté que quería ser actriz, les sonó igual que si hubiera dicho que deseaba ser astronauta. 
Agradezco que nadie se riera de mí, su apoyo", contó con cierta emoción.
 "En el cine he encontrado amigos como Goya Toledo, Salma Hayek y ahora Edgar Ramírez.
 Por decir algunos.
 Creas enlaces tan intensos en los rodajes que cuando se acabó el de Jamón jamón, el primero, me hundí.
 Pensé que a lo mejor nunca repetiría, y Bigas Luna me espetó: 'Tranquila'. Gracias a Dios, así ha sido", comentó sobre sus compañeros de viaje.
 A continuación, explicó: "Nosotros estamos para servir una historia y un personaje. 
Nunca me ha atraído repetir roles o encarnar a alguien similar a mí. En el distanciamiento de ti mismo es cuando vuelas".

¿Cómo es la vida hoy en España de una actriz de su talla? "Paso bastante más tiempo ahora aquí que allí. Hace años ocurrió al revés. Hoy soy madre y miro mucho dónde ruedo, y encajo los horarios. Aún me doy de vez en cuando una vuelta por la calle de mi infancia, e impresiona", afirma la intérprete. "Recordando mi viaje a Hollywood, mi historia nunca fue la de coger una maleta y un billete sin vuelta. Eso me hubiera dado más miedo. Por eso, fui más tranquila aquella primera vez a rodar con Stephen Frears. Durante los primeros cinco años, pasó así. Nunca quise renunciar a rodar aquí o en el resto de Europa, en Francia o Italia", continúa. 
Cuando José Luis Rebordinos la llamó para anunciarle la concesión del premio Donostia, le preguntó si era el momento, por su juventud. "Como soy un poco personaje Almodóvar pensé que algo malo ocurriría después. Ya he hecho el trabajo de aceptación del premio", remató entre risas.

Dentro de su familia vivió los valores "del trabajo". Y lo subrayó: 
"Es que es lo que vi en mi casa.
 Empecé a trabajar joven y a la vez venía de mucho ballet clásico, que me imprimió una actitud casi militar en lo laboral. 
Ahora que vivo de ello, mi manera de agradecérselo a la vida es volcarme en cada rodaje, intentar dar el máximo. Luego las cosas salen bien o mal". 
La madrileña ha atendido a la prensa —solo ha participado en la rueda de prensa y después atendido a algunas teles— en una sala llena a rebosar.
 Su presencia en el festival también está motivada por la presentación de La red avispa, donde encarna a Olga Salanueva, esposa de uno de los espías que formaron parte de la trama de espionaje cubano que en los años noventa se infiltró en las asociaciones anticastristas de Miami. 
Estas agrupaciones planearon —y ejecutaron— atentados terroristas en La Habana. Dirigida por Olivier Assayas, en el reparto están además de Cruz, Gael García Bernal, Edgar Ramírez (marido del personaje de Cruz), Leonardo Sbaraglia, Wagner Moura y Ana de Armas.
 La película ya participó en la pasada edición del festival de Venecia. "Ha sido el acento más difícil de lograr de mi carrera", confesó ante la prensa.
Cruz, que en su currículo alberga el Oscar, otras dos candidaturas a la estatuilla de Hollywood, el César de Honor, tres goyas, un Bafta y el premio a mejor interpretación femenina de Cannes —compartido con sus compañeras de reparto en Volver—, se ha convertido en la segunda española en recibir el Donostia, tras Carmen Maura, desde que empezó a entregarse en 1986.
 Y la quinta intérprete española, tras Fernando Fernán Gómez (1999), Paco Rabal (2001), Antonio Banderas (2008) y Carmen Maura (2013).
  La madrileña ha participado en San Sebastián en tres ocasiones en la Sección Oficial a Competición del festival con Todo es mentira (1994), Volavérunt (1999) y la italiana Volver a nacer (2012).
 En 2017 Cruz visitó el certamen para presentar Loving Pablo (2017), junto a Javier Bardem y el director Fernando León de Aranoa, en una multitudinaria proyección —más de 3.000 personas— en el Velódromo de Anoeta.