La Reina luce la misma ropa que llevó el día del encontronazo con doña Sofía. Doce meses después poco ha cambiado en la relación entre ambas.
Mábel Galaz
- Letizia
ha sacado de su armario una blusa de lunares azul y blanca de Carolina
Herrera.
Es la que llevó el día 1 de abril de 2018 cuando se produjo el rifirrafe en la catedral de Palma de Mallorca a la salida de la Misa de Pascua a la que asistieron los Reyes de España, sus hijas Leonor y Sofía y don Juan Carlos y doña Sofía.
Las imágenes de la Reina intentando evitar una foto de su suegra con sus hijas dieron la vuelta al mundo.
La situación se interpretó como un desencuentro y puso en cuestión la relación entre ambas.
Tras esa escena llegaron otras en las que ambas intentaron acallar las noticias sobre la tensión existente.
Un año después pocas cosas han cambiado y la blusa es todo un símbolo, casualidad o no que doña Letizia se la haya puesto otra vez.
El nacimiento de la princesa Leonor y de la infanta Sofía marcó un antes y un después en la relación entre suegra y nuera.
La llegada de las niñas hizo más fuerte a doña Letizia, que para entonces ya estaba más familiarizada con las cuestiones de palacio y dispuesta a marcar su territorio.
Y más cambiaron las cosas cuando hace casi cinco años se produjo el relevo en la Corona.
Doña Letizia desde entonces ha impuesto sus normas en especial en todo lo concerniente a sus hijas y cómo deben de ser sus apariciones en público.
Cuando en noviembre de 2003 se anunció el compromiso de don Felipe con Letizia Ortiz, la entonces Reina de España se convirtió en un apoyo fundamental para la recién llegada.
Fue en una escena que ha pasado ya a la historia porque mandó callar a don Felipe para poder terminar el pequeño discurso que se había preparado para pronunciar ante los medios congregados ese día en el Palacio de El Pardo.
"A partir de ahora y de forma progresiva voy a integrarme en esta nueva vida con las responsabilidades que conlleva y con el apoyo y cariño de...", dijo Letizia Ortiz.
Y así ocurrió durante un tiempo hasta que las cosas cambiaron.
Doña Sofía se ha lamentado en pequeños círculos de lo poco que coincide con sus nietas. Don Felipe ha sido quien ha intentado siempre unirlas.
Hasta que fue Rey se ocupaba personalmente de llevar a sus hijas a visitar los viernes a don Juan Carlos, que tampoco tiene mucho trato con Leonor y Sofía.
Tras el incidente de Palma pocas cosas han cambiado.
Aconsejados por expertos en imagen, los Reyes y sus hijas acudieron a ver pocos días después a don Juan Carlos al hospital en el que había sido operado de una rodilla.
Doña Letizia hasta abrió la puerta del coche a su suegra, en un gesto inusual, y las niñas dieron la mano a su abuela sin despegarse de ella un minuto.
Luego fueron al teatro juntas y este verano hasta visitaron las cuatro un mercado de pescado en Palma.
Pero de puertas a dentro en el palacio de La Zarzuela poco ha cambiado.
Doña Sofía hace vida con su hermana Irene mientras don Juan Carlos viaja y se reúne con sus amigos.
Doña Letizia marca las reglas en su casa y sus hijas ven a sus abuelos paternos poco, aunque viven a escasos metros en el recinto de La Zarzuela.
No sucede lo mismo con los hijos de Elena y Cristina que frecuentan bastante más a los reyes eméritos.