19 ago 2018
El épico corte del hijo de Denzel Washington cuando un periodista ignora a su madre
El épico corte del hijo de Denzel Washington cuando un periodista ignora a su madre.
John David Washington, protagonista de la última película de Spike Lee, ha convertido en viral una entrevista en la que corrige y subraya la equitativa relevancia de ambos progenitores.
John David Washington, Pauletta Washington y Denzel Washington en la premiere de 'El libro de Eli' en 2010.
Llevan juntos desde finales de los 70 (se conocieron en el rodaje de Wilma, en 1977, y se casaron en 1983) y tienen cuatro hijos. Pauletta aparcó su carrera artística cuando se quedó embarazada de su primer hijo.
Además de intérprete, es pianista y ha participado en las bandas sonoras de Philadelphia y Antwone Fisher (dirigida por su pareja), pero recientemente ha vuelto a la actuación y la hemos visto en la adaptación para Netflix de Nola Darling.
Su primógenito, John David, al igual que sus padres y tras fracasar en su carrera como jugador de fútbol americano, también se dedica a la actuación desde 2015.
Forma parte del elenco de la serie de HBO Ballers (donde interpreta precisamente a un jugador de la NFL) junto a Dwayne Johnson y ahora protagoniza la última película de Spike Lee, Infiltrado en el KKKlan.
En plena promoción de la cinta, ha sido entrevistado por el programa Today de la MSNBC, donde no ha dudado en propinar un corte épico al presentador cuando trataba de ignorar el valor artístico de su madre en su familia:
El épico corte del hijo de Denzel Washington cuando un periodista ignora a su madre
John David Washington, protagonista de la última película de Spike Lee, ha convertido en viral una entrevista en la que corrige y subraya la equitativa relevancia de ambos progenitores.
Esta reivindicación del herstory familiar se ha viralizado rápidamente en redes con más de 80.000 ‘Me gusta’ y 30.000 ‘Retweets’.
Infiltrado en el KKKlan, en la que Washington comparte reparto con Adam Driver (Star Wars: El despertar de la fuerza)
estará presente en la sección PERLAK del próximo Festival de Cine de
San Sebastián y se estrenará en las salas comerciales el próximo 2 de
noviembre.
La joven promesa también tiene pendiente de estreno otra de
las películas más esperadas del año, The Old Man & The Gun de David Lowery, junto a Elisabeth Moss (El cuento de la criada) y Robert Redford, en el que será el último trabajo del actor antes de su recién anunciada jubilación.
Denzel Washington Pauletta en 1988. Foto: Getty
El expresidente del Gobierno de Canarias Lorenzo Olarte admite ahora lo que no hubiera reconocido hace 30 años
El expresidente del Gobierno de Canarias Lorenzo Olarte admite ahora lo
que no hubiera reconocido hace 30 años:
Antonio Cubillo logró partidas para Canarias que el propio Ejecutivo regional no pudo.
Antonio Cubillo logró partidas para Canarias que el propio Ejecutivo regional no pudo.
El expresidente del Gobierno canario,
Lorenzo Olarte, se llevó un disgusto "muy grande" por la noticia de la
muerte del independentista Antonio Cubillo el pasado lunes.
Pese al
sentimiento de pérdida y de valorarlo "extraordinariamente", dejó claro
que la lucha armada "fue un error".
En un tono distendido, Olarte recuerda la
ocasión en que ambos coincidieron en un avión.
"Se dirigió a mí para
darme las gracias por haberle dado 5.000 pesetas para que volviera a
Canarias", evoca.
"Creí que debía hacerlo", explica.
A partir de entonces se trataron con
afecto, a pesar de que el expresidente le recordó más de una vez en
público que siendo consejero del presidente del Gobierno supo de la
orden impartida por Antonio Cubillo de ejecutar al "godo Olarte".
Al
saberlo, "me reí y comenté que tan godo es él como yo".
"Eso lo perdoné con el transcurso del
tiempo.
Es un hecho desagradable, ocurrido hace casi medio siglo, pero
tuve que estar durante más de un año protegido por la Brigada
Antiterrorista en un coche blindado y tuve un escolta al lado todo el
tiempo", lamenta.
Para Olarte, Cubillo se equivocó en su
planteamiento del independentismo y produjo "cierto perjuicio" a
Canarias en alusión a la colocación de una bomba en el aeropuerto en
Gran Canaria y otra en un hotel del sur de esa misma Isla.
"Eso ya podía alarmar al turismo entonces y
hoy vivimos de turistas que no van a destinos que evitan, precisamente,
destinos donde existe violencia por terrorismo", explica.
"En su lucha
armada difiero, pero no en su sentimiento, que lo respeto profundamente
como cualquier idea", asegura.
Olarte considera que Cubillo fue
"trabajador y honesto" y resalta que amaba "entrañablemente a su patria
canaria, y si ama a Canarias, está en las mismas condiciones en las que
me encuentro yo y cualquier aversión se disipa por ese amor que
compartimos", asevera.
Además, "Cubillo hizo también un gran favor a Canarias: es algo que hoy
se puede decir, pero no hace 30 años".
Olarte recuerda que en el
Gobierno de Adolfo Suárez había dos "obstáculos" a las reivindicaciones
de Canarias: el ministro de Hacienda, Francisco Fernández Ordóñez, y el
vicepresidente para Asuntos Económicos, Fernando Abril Martorell.
"En
ocasiones se oponían a los compromisos de Suárez para con las Islas y el
propio Suárez tenía que intimidarlos para sacar adelante cualquier
propuesta a favor de Canarias y lo hacía con el argumento de que si no
se hacía lo que estaba prometido, Cubillo iba a tener razón para decir
que el Estado maltrata a Canarias, cuando en realidad lo que quería era
ayudar a las Islas".
Así, "gracias a intimidar al consejo se
sacaron muchas cosas a favor de Canarias, algo que yo no podía hacer en
aquel entonces". Reconocerlo entonces "habría sido una exaltación del
terrorismo armado, lo que sería un disparate, pero que hoy después de
tantos años lo puedo decir".
Para Olarte, la historia de Canarias de
los últimos 30 años "no se puede entender sin una referencia importante a
Cubillo", porque ha sido el "representante" del independentismo armado
en Canarias. De hecho, figurará en un libro que ahora escribe.
La otra exhumación de Franco: el rescate de los papeles del dictador
Ninguno de los Gobiernos en democracia ha reclamado los cerca de 27.500 documentos sobre la actividad política que generó el dictador conservados en la fundación dedicada a enaltecer su figura.
"No les pertenecen”. Al historiador Antonio Cazorla le parecía “muy extraño” tener que consultar documentos públicos “en una fundación de extrema derecha”.
Autor de Franco. Biografía del mito (Alianza) y de Cartas a Franco de los españoles de a pie (RBA), suele visitar la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) para peinar la que está considerada como fuente esencial para el estudio de la gestión política del Gobierno franquista.
La mayor parte de la documentación producida por Francisco Franco como jefe de Estado se encuentra en el Archivo General de Palacio, donde hay acceso libre a las casi 4.000 cajas sobre sus funciones civiles.
En el Archivo General Militar de Ávila se conservan 236 cajas de sus decisiones militares.
El archivo de la cuestionada fundación de la familia del dictador atañe al área política de su Gobierno y comprende registros producidos por el Alto Estado Mayor, el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Presidencia del Gobierno o el Ministerio de la Gobernación, hasta el nombramiento de Carrero Blanco como presidente, en 1973.
Son cerca de 27.500 documentos y se custodian en el chalé de la calle de Concha Espina de Madrid, propiedad de la familia Franco y sede de la FNFF.
Allí, la consulta de los documentos también es libre, pero para el historiador almeriense la situación es una “anomalía democrática”. No entiende cómo es posible que una fuente de información política del franquismo de esta índole se encuentre en poder de una fundación privada, amenazada de cierre por el Gobierno de Pedro Sánchez por enaltecimiento del dictador.
Durante cuatro décadas los historiadores han calificado esta situación como un “escándalo incomprensible y siniestro”, que responde a la tradición de los altos cargos españoles de llevarse papeles públicos a casa.
“No tiene ni pies ni cabeza. Allí estás rodeado de viejos falangistas y esto no es el archivo de la Falange”, cuenta Cazorla, investigador y profesor en la Trent University de Ontario (Canadá) hace más de una década, donde ejerce como catedrático de Historia Contemporánea de Europa. “¿Qué garantías tenemos de objetividad en la conservación, acceso y difusión del archivo? Ninguna”, afirma.
“Debemos recuperarlo, porque es nuestro”.
Son más de 100.000 páginas —recogidas en 338 carpetas y 230 rollos microfilmados— que fueron llevadas, no se sabe cómo ni exactamente cuándo, al hogar de la viuda del dictador, Carmen Polo.
Ella las entregó a la fundación creada en 1976 y presidida por su hija, Carmen Franco, hasta su muerte el año pasado.
Guirao tiene la palabra
La FNFF tiene en este archivo su principal activo para cumplir con su objetivo estatutario: “Difundir el conocimiento de Francisco Franco, su dimensión humana y política”.
Sin los papeles, quedaría descapitalizada. Pero nunca, ningún Gobierno demócrata, ha reclamado el fondo.
Este periódico ha tratado de saber si a lo largo de la actual legislatura el Ministerio de José Guirao se pondrá manos a la obra para exhumar los documentos, pero no ha recibido respuesta.
El pasado noviembre la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) presentó una denuncia en la Fiscalía General del Estado para que la justicia determine si los documentos que custodia la FNFF son propiedad del Estado.
La fiscalía pasó la bola al ministerio dirigido entonces por Íñigo Méndez de Vigo, que nunca respondió.
La ARMH tiene previsto remitir en los próximos días una carta al ministro Guirao para que aclare su postura.
Para el presidente de la ARMH, Emilio Silva, es una apropiación indebida de la familia Franco, un “expolio” de documentos que deben volver a manos del Estado.
“Este es otro de los privilegios que se les ha consentido a los Franco: si alguien se lleva documentos de un archivo, el Estado debe perseguirlo.
Es un robo, y la manera de recuperarlo es como se resuelve cualquier delito, con la intervención de la policía”, señala.
Por ley, los originales son propiedad de los órganos productores o receptores de la documentación.
“Es incuestionable la importancia de esta colección única de los papeles de quien fue jefe del Estado español de 1939 a 1975”, responde por correo electrónico el historiador británico Paul Preston, que no logró que la FNFF le permitiera acceder al archivo a mediados de los ochenta cuando preparaba su famosa biografía del dictador, ni que tan siquiera le contestaran aquella carta de solicitud que aún está sin respuesta.
“Lo único que pude ver fueron los documentos citados por Luis Suárez en su propio estudio del dictador, para el cual él tuvo un acceso privilegiado a los papeles de la FNFF”, comenta.
Suárez tuvo exclusividad sobre el archivo y la aprovechó para publicar, en 1984, Francisco Franco y su tiempo, una obra de ocho volúmenes.
Los documentos, antes de su informatización y constitución como archivo, estaban en 338 carpetas
. Carmen Franco le encargó a Suárez, historiador medievalista, que realizara labores de archivero y clasificara los documentos, dada su cercanía con el pensamiento del dictador (fue procurador de las Cortes en el franquismo).
El veto sobre los papeles públicos que padeció Preston se prolongó hasta 2004.
Entre 2000 y 2003, el Gobierno de José María Aznar invirtió en la fundación privada 150.000 euros para la digitalización de sus fondos.
El archivo antes de esa fecha sólo pudo ser consultado, durante 28 años, por 51 personas.
En los últimos 14 años por la sede de la FNFF han pasado unas 1.000 personas.
Lejos de resolver el veto, la digitalización del archivo reforzó la anomalía porque la propiedad sigue en manos de la FNFF, y ésta no entregó una versión completa del material digitalizado al Ministerio de Cultura.
La copia que llegó en 2010 al Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) de Salamanca está incompleta.
Tal y como se puede leer en la descripción del Portal de Archivos Españoles (Pares), el CDMH conserva una versión “parcial” que comprende 27.357 documentos. En el inventario facilitado por la FNFF figuraban 27.490.
Es decir, hubo expurgo.
No hay copia en Salamanca de 133 documentos, los que van del “27.357 al 27.490”. Pares apunta que la consulta de los expurgados “debe realizarse en la FNFF”. Es más, la periodista Tereixa Constenla denunció en este periódico estas graves ausencias en la copia del CDMH.
Por ejemplo, el documento 1.158 descrito como “cuentas de Franco” no está.
El microfilme salta del 1.157 al 1.159.
Suárez es presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos y miembro de la Real Academia de la Historia y, en 2011, firmó la biografía de Franco que descubrió la inconsistencia historiográfica del Diccionario biográfico español. El académico “tardó cinco años en ordenar todos estos documentos del archivo”, dice la FNFF.
Autor de Franco. Biografía del mito (Alianza) y de Cartas a Franco de los españoles de a pie (RBA), suele visitar la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) para peinar la que está considerada como fuente esencial para el estudio de la gestión política del Gobierno franquista.
La mayor parte de la documentación producida por Francisco Franco como jefe de Estado se encuentra en el Archivo General de Palacio, donde hay acceso libre a las casi 4.000 cajas sobre sus funciones civiles.
En el Archivo General Militar de Ávila se conservan 236 cajas de sus decisiones militares.
El archivo de la cuestionada fundación de la familia del dictador atañe al área política de su Gobierno y comprende registros producidos por el Alto Estado Mayor, el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Presidencia del Gobierno o el Ministerio de la Gobernación, hasta el nombramiento de Carrero Blanco como presidente, en 1973.
Son cerca de 27.500 documentos y se custodian en el chalé de la calle de Concha Espina de Madrid, propiedad de la familia Franco y sede de la FNFF.
Allí, la consulta de los documentos también es libre, pero para el historiador almeriense la situación es una “anomalía democrática”. No entiende cómo es posible que una fuente de información política del franquismo de esta índole se encuentre en poder de una fundación privada, amenazada de cierre por el Gobierno de Pedro Sánchez por enaltecimiento del dictador.
Durante cuatro décadas los historiadores han calificado esta situación como un “escándalo incomprensible y siniestro”, que responde a la tradición de los altos cargos españoles de llevarse papeles públicos a casa.
“No tiene ni pies ni cabeza. Allí estás rodeado de viejos falangistas y esto no es el archivo de la Falange”, cuenta Cazorla, investigador y profesor en la Trent University de Ontario (Canadá) hace más de una década, donde ejerce como catedrático de Historia Contemporánea de Europa. “¿Qué garantías tenemos de objetividad en la conservación, acceso y difusión del archivo? Ninguna”, afirma.
“Debemos recuperarlo, porque es nuestro”.
Son más de 100.000 páginas —recogidas en 338 carpetas y 230 rollos microfilmados— que fueron llevadas, no se sabe cómo ni exactamente cuándo, al hogar de la viuda del dictador, Carmen Polo.
Ella las entregó a la fundación creada en 1976 y presidida por su hija, Carmen Franco, hasta su muerte el año pasado.
Guirao tiene la palabra
La FNFF tiene en este archivo su principal activo para cumplir con su objetivo estatutario: “Difundir el conocimiento de Francisco Franco, su dimensión humana y política”.
Sin los papeles, quedaría descapitalizada. Pero nunca, ningún Gobierno demócrata, ha reclamado el fondo.
Este periódico ha tratado de saber si a lo largo de la actual legislatura el Ministerio de José Guirao se pondrá manos a la obra para exhumar los documentos, pero no ha recibido respuesta.
El pasado noviembre la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) presentó una denuncia en la Fiscalía General del Estado para que la justicia determine si los documentos que custodia la FNFF son propiedad del Estado.
La fiscalía pasó la bola al ministerio dirigido entonces por Íñigo Méndez de Vigo, que nunca respondió.
La ARMH tiene previsto remitir en los próximos días una carta al ministro Guirao para que aclare su postura.
Para el presidente de la ARMH, Emilio Silva, es una apropiación indebida de la familia Franco, un “expolio” de documentos que deben volver a manos del Estado.
“Este es otro de los privilegios que se les ha consentido a los Franco: si alguien se lleva documentos de un archivo, el Estado debe perseguirlo.
Es un robo, y la manera de recuperarlo es como se resuelve cualquier delito, con la intervención de la policía”, señala.
Por ley, los originales son propiedad de los órganos productores o receptores de la documentación.
“Es incuestionable la importancia de esta colección única de los papeles de quien fue jefe del Estado español de 1939 a 1975”, responde por correo electrónico el historiador británico Paul Preston, que no logró que la FNFF le permitiera acceder al archivo a mediados de los ochenta cuando preparaba su famosa biografía del dictador, ni que tan siquiera le contestaran aquella carta de solicitud que aún está sin respuesta.
“Lo único que pude ver fueron los documentos citados por Luis Suárez en su propio estudio del dictador, para el cual él tuvo un acceso privilegiado a los papeles de la FNFF”, comenta.
Suárez tuvo exclusividad sobre el archivo y la aprovechó para publicar, en 1984, Francisco Franco y su tiempo, una obra de ocho volúmenes.
Los documentos, antes de su informatización y constitución como archivo, estaban en 338 carpetas
. Carmen Franco le encargó a Suárez, historiador medievalista, que realizara labores de archivero y clasificara los documentos, dada su cercanía con el pensamiento del dictador (fue procurador de las Cortes en el franquismo).
El veto sobre los papeles públicos que padeció Preston se prolongó hasta 2004.
Entre 2000 y 2003, el Gobierno de José María Aznar invirtió en la fundación privada 150.000 euros para la digitalización de sus fondos.
El archivo antes de esa fecha sólo pudo ser consultado, durante 28 años, por 51 personas.
En los últimos 14 años por la sede de la FNFF han pasado unas 1.000 personas.
Lejos de resolver el veto, la digitalización del archivo reforzó la anomalía porque la propiedad sigue en manos de la FNFF, y ésta no entregó una versión completa del material digitalizado al Ministerio de Cultura.
La copia que llegó en 2010 al Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) de Salamanca está incompleta.
Tal y como se puede leer en la descripción del Portal de Archivos Españoles (Pares), el CDMH conserva una versión “parcial” que comprende 27.357 documentos. En el inventario facilitado por la FNFF figuraban 27.490.
Es decir, hubo expurgo.
No hay copia en Salamanca de 133 documentos, los que van del “27.357 al 27.490”. Pares apunta que la consulta de los expurgados “debe realizarse en la FNFF”. Es más, la periodista Tereixa Constenla denunció en este periódico estas graves ausencias en la copia del CDMH.
Por ejemplo, el documento 1.158 descrito como “cuentas de Franco” no está.
El microfilme salta del 1.157 al 1.159.
Suárez es presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos y miembro de la Real Academia de la Historia y, en 2011, firmó la biografía de Franco que descubrió la inconsistencia historiográfica del Diccionario biográfico español. El académico “tardó cinco años en ordenar todos estos documentos del archivo”, dice la FNFF.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)