15 ago 2018
Las Campos ¿Volver a empezar comoel anterior Documental? Por llamarlo así
No me interesa nada ver las chorradas repetidas esta vez en Argentina y Chile
Son un aburrimiento, otra vez la comida , las amigas de Doña Teresa Campos, no creo que interese a nadie. Comer comprar y volver a comer...espero que no dure.
Son un aburrimiento, otra vez la comida , las amigas de Doña Teresa Campos, no creo que interese a nadie. Comer comprar y volver a comer...espero que no dure.
A la presentadora no le gusta nada que sus hijas lleguen tarde y está dispuesta a dejárselo bien clarito...
'Las Campos'
¿Quién iba a pensar que viajar con la
familia podría traer tantos quebraderos de cabeza? Pues cualquier que
lo haya experimentado en carne propia...
María Teresa Campos
A nadie le gusta que la gente llegue
tarde a las citas y, desde luego, menos a María Teresa Campos.
La presentadora se puso muy nerviosa viendo que sus hijas no aparecían nunca en una de las comidas en Buenos aires.
La presentadora se puso muy nerviosa viendo que sus hijas no aparecían nunca en una de las comidas en Buenos aires.
Terelu y Carmen
Agotadas de tanto turismo, las colaboradoras hacían acto de presencia un pelín más tarde de lo que se las esperaba.
Enfado máximo
Con esta cara de pocos amigos recibía María Teresa a sus hijas... ¿Quién dijo TENSIÓN?
Puntualidad
Carmen explicaba que a su madre le
gusta que todo el mundo sea puntual y claro, cuando llegan tarde se
muestra visiblemente molesta.
Carmen y su madre, ni caso. Ellas continuaban con la tensión que había explotado en la mesa.
“No quiere comer, no quiere andar, no quiere ir...”, le reprochaba Terelu a su madre.
“Pues a lo mejor no tengo que venir”, remataba María Teresa con una sonrisa. Por suerte, decidieron firmar la paz antes de que llegase la comida y tomárselo todo con mejor humor.
¡Si es que viajar con la familia es un peligro! Aunque sea tan estupenda como la de las Campos.
Que viaje y salga solo con el chulo que tiene en su casa a cuerpo de Rey.
Ni una sonrisaEstá acostumbrada a que le obedezcan y luego si se pone mala son las hijas las que corren en suayuda.
'Yo hoy la monto'
“Será que cuando nos ve a nosotros se
revuelve. ¡No nos ha mirado a la cara! Yo hoy la monto, que me
conozco”. Carmen se refugiaba en el baño para tratar de relajarse.
“Todos los días igual”, expresaba Carmen ante la cara seria de su madre. “No hay ni un día con una sonrisa”.
¿Paz familiar?
"Se ve que le caemos mal", bromeaba Terelu con su hermana mientras María Teresa continuaba con cara de pocos amigos.
¡Todo son malos tragos!
Encima, Terelu pensaba que lo que tenía en la mesa era mantequilla pero NO.
La presentadora, además de encontrarse mal del estómago, no acabó de entender que sus hijas tardasen tanto en llegar a comer y claro, ¡tensión máxima!
Tampoco Terelu y Carmen se lo pusieron fácil. Ay, madre mía, si es que saltaban chispas en el restaurante... ¡Lo que no les pase a Las Campos!
“Todos los días igual”, expresaba Carmen ante la cara seria de su madre. “No hay ni un día con una sonrisa”. Terelu y su hermana corrían al baño para tratar de relajarse. “¡Yo me voy a Madrid como siga así!”.
El enfado iba subiendo de tono. “Será que cuando nos ve a nosotros se revuelve. ¡No nos ha mirado a la cara!
Deberían irse y que no se hiciese ese "No sé que nombre ponerle, no he visto nadaasí y que encima les paguen
María Teresa continuaba con cara de pocos amigos mientras Edmundo
explicaba qué era cada cosa de la carta y le ofrecía a Terelu una
mantequilla que resultó no ser mantequilla y provocó que la pobre Terelu casi se quedase desmayada en el asiento.
“Ofú, y no tenemos ni agua...”, decía algo apurada. Reconciliación
Menos mal que, tras la tempestad, llegó la calma y todas decidieron disfrutar de la comida con un poquito más de armonía.
Tantas horas de viaje junto a la familia tiene que salir por algún lado.
¿Quién aguantaría este ritmo sin un pequeño enfado? Aunque el de María Teresa Campos
tampoco es que fue tan mínimo.La presentadora, además de encontrarse mal del estómago, no acabó de entender que sus hijas tardasen tanto en llegar a comer y claro, ¡tensión máxima!
Tampoco Terelu y Carmen se lo pusieron fácil. Ay, madre mía, si es que saltaban chispas en el restaurante... ¡Lo que no les pase a Las Campos!
“Todos los días igual”, expresaba Carmen ante la cara seria de su madre. “No hay ni un día con una sonrisa”. Terelu y su hermana corrían al baño para tratar de relajarse. “¡Yo me voy a Madrid como siga así!”.
El enfado iba subiendo de tono. “Será que cuando nos ve a nosotros se revuelve. ¡No nos ha mirado a la cara!
Deberían irse y que no se hiciese ese "No sé que nombre ponerle, no he visto nadaasí y que encima les paguen
Carmen y su madre, ni caso. Ellas continuaban con la tensión que había explotado en la mesa.
“No quiere comer, no quiere andar, no quiere ir...”, le reprochaba Terelu a su madre.
“Pues a lo mejor no tengo que venir”, remataba María Teresa con una sonrisa. Por suerte, decidieron firmar la paz antes de que llegase la comida y tomárselo todo con mejor humor.
¡Si es que viajar con la familia es un peligro! Aunque sea tan estupenda como la de las Campos.
Que viaje y salga solo con el chulo que tiene en su casa a cuerpo de Rey.
Flower Power: la fiesta ‘hippie’ que eclipsa al tecno en Ibiza
Pacha Ibiza y su fiesta más informal y cargada de famosos vuelven a sus orígenes y vibran con la música de los sesenta.
Bajo una bola del mundo gigante llena de flores que
no deja de girar y con el escenario más grande y teatral que nunca ha
tenido Pacha Ibiza,
la fiesta Flower Power más famosa celebró este lunes por la noche su
edición vip, un evento que se repite de verano en verano y que lleva más
de tres décadas consiguiendo que miles de personas —famosos y anónimos—
canten y bailen hasta el amanecer al ritmo de Los Beatles, Bob Marley o
Aretha Franklin.
Es la fiesta del peace and love y del "haz el amor y no la guerra", plagada de coronas de flores, camisas hippies,
gafas redondas y mucho color.
La edición de este verano ha sido más
especial porque Pacha reabrió este mes de mayo después de seis meses de
cierre, el primero desde su inauguración en 1973.
El objetivo era actualizarse
y recuperar la magia de sus orígenes. El resultado es un escenario más
grande y una decoración renovada, con bicicletas y gafas de sol y
vinilos enormes colgando del techo, acompañados de las omnipresentes
cerezas.
Pacha —que primero abrió en Sitges
y en 1973 llegó a la isla— fue un referente para muchos, desde famosos
(nacionales o extranjero) hasta hippies, nuevos ricos o
invitados a la isla que se mezclaban entre ellos y se dejaban deslumbrar
por su música, sus invitados, su alegría y sus aires de libertad.
Hoy
es un imperio que llegó a estar en Madrid y que tiene negocios que van
desde la restauración a los perfumes.
Como contaba el fotógrafo Toni Riera a S Moda el verano pasado, cuando la sala cumplió el medio siglo, "el factor diferencial que tenía Ibiza con respecto a otros sitios era
que nunca conocías el apellido de nadie.
Los guapos no iban de
estrellas y, sobre todo, estaba el hecho de que el que tenía algo lo
compartía con todos".
La Flower Power es el epicentro de las fiestas de verano que se
organizan en la mítica sala, y cada veinte minutos hay una actuación
diferente que traslada el mensaje de la diversión.
El momento más espectacular llega cuando se recrea la grabación de John Lennon y Yoko Ono cantando el himno por la paz Give peace a chance desde su cama en la suite 1742, pero hay otros muchos espectáculos que convierten la fiesta en un teatro, como el desfile de la diosa india Namasté subida en una carroza o la entrada de una Harley Davidson imitando una escena de Easy Rider.
El responsable de los catorce shows que se
intercalan es Joan Gràcia, director artístico del Grupo Pacha y que se
estrena este año también como responsable artístico de la Flower Power.
El momento más espectacular llega cuando se recrea la grabación de John Lennon y Yoko Ono cantando el himno por la paz Give peace a chance desde su cama en la suite 1742, pero hay otros muchos espectáculos que convierten la fiesta en un teatro, como el desfile de la diosa india Namasté subida en una carroza o la entrada de una Harley Davidson imitando una escena de Easy Rider.
Combina su trabajo en el grupo teatral Tricicle con la temporada
veraniega en Ibiza, al frente de esta icónica fiesta y del restaurante
Lío, que también tiene espectáculos a diario.
Para él, las acciones que
se van sucediendo en la Flower Power son especiales porque "permiten
estar activo, no solo bailar, comunicarse o beber, también participar en
la fiesta y en su espíritu de bailar y compartir"
Las gogós —"en las discotecas las gogós no bailan,
se mueven, pero aquí sí"— animan la fiesta y se cambian constantemente
de vestuario y pelucas.
Para Gràcia, la Flower Power es "una fiesta
maravillosa”, sobre todo porque "es divertida, te permite disfrazarte,
todo el mundo va dispuesto a divertirse".
"En el momento en el que te
pones una camisa de flores y unos collares, la actitud es diferente",
cuenta a EL PAÍS horas antes de que empiece la fiesta.
Si algo tiene especial este evento es su grito pacifista.
"Es un mensaje atemporal, no debería caducar", explica Gràcia. "Puede que a veces se olvide, pero nosotros recordamos que te puedes emocionar escuchando la letra de Imagine.
Si la escuchásemos más, seguramente el mundo sería mejor".
La pista de baile, abarrotada, se sitúa justo
debajo de los balcones superiores, reservados para la zona vip.
Allí
estuvieron el exfutbolista Carles Puyol y su mujer, la modelo Vanesa Lorenzo; los diseñadores Palomo Spain, Juan Avellaneda y Simon Porte (Jacquemus); la piloto de Fórmula 1 Carmen Jordá; la periodista Ana García Siñeriz;
la exmodelo Mar Saura; los cantantes C. Tangana y Mimi Doblas (Lola Índigo); los actores Alfonso Bassave y Miguel Herrán, e influencers como Miranda Makaroff o Miguel Carrizo.
El responsable de congregar a todos ellos es Carlos Martorell, histórico
relaciones públicas de Ibiza, organizador y promotor de la Flower Power
VIP.
Empezó con ella hace 18 años, cuando pidió a Pacha
crear una entrada secreta para los famosos, y "ahora la copian en todos
los sitios".
Otros años ha tenido sorpresas internacionales que dejaban
boquiabiertos a los asistentes, como la llegada de la súpermodelo Elle
McPherson, del cantante Mick Jagger, del diseñador Valentino o de Carmen
D’Alessio, la reina de las relaciones públicas del Studio 54 de Nueva
York.
La peculiaridad de la fiesta vip es que "estás invitado por un cartón manuscrito, que entrego yo mismo a mano.
Hay que saber dónde vive la gente, acceder a sus casas de campo y yates", explica Martorell. Cada invitación es nominal y está firmada por él mismo, y llega a manos de gente muy diversa: "vip no significa famoso.
Todo depende del ojo que yo tengo.
Aquí puede venir el carpintero, que es un tipo fantástico, guapo, divertido, y que es más vip que un súper millonario. Puedes tener 80 o 18 años, ser famoso o no, ser de Ibiza de toda la vida o venir del otro lado del mundo".
Recuerda cómo aprendió esta mezcla cuando estuvo trabajando en la Factory de Andy Warhol en Nueva York, y siempre ha considerado que el secreto de la Flower Power VIP es recrear ese ambiente tan variopinto.
La otra clave está en cuidar los detalles —"desde los canapés hasta el papel higiénico, marco unas pautas estrictas para el éxito de Pacha"— y en proteger a los clientes, que suelen posar en el floreado photocall, pero quieren un lugar para desconectar del "martirio del selfie" y bailar como se bailaba en los mejores tiempos de Ibiza.
Rosita Moreno, la actriz hispana que asesoró a Marlon Brando en Hollywood
Fue una de las actrices de Hollywood en los años treinta. Trabajó con galanes como Carlos Gardel y Cary Grant. De padres maños, creció entre México y Nueva York. Está enterrada en el cementerio de las grandes estrellas, donde también descansan Rita Hayworth o John Ford.
Lo que está claro es que esta actriz, bailarina y cantante nació en 1907.
Que se convirtió en una actriz de revista en Nueva York y que su nombre artístico era Rosita Moreno.
Sus padres fueron Juan y Ascensión, dos maños que cambiaron la España lastrada por el desastre del 98 por un México en el que buscaron fortuna y tranquilidad.
La calma les duró poco.
Al llegar a Pachuca de Soto, a unos 100 kilómetros de Ciudad de México, abrieron un hotelito que tuvieron que cerrar cuando estalló la revolución de 1910.
Entonces se vieron obligados a cruzar la frontera e instalarse en Estados Unidos.
Viñolas era aún pequeña.
Como ambos tenían ciertas dotes para el canto y la danza, probaron suerte en Broadway.
Así fue como Juan se convirtió en Paco, Ascensión en Pilarica y Gabriela en Rosita.
Juntos formaron el trío Dancing Morenos.
Los críticos de Nueva York pronto repararon en la hija.
Una reseña de la época destaca la interpretación que hizo de La violetera en el Palace Theatre, templo del vodevil en el que reinaron los Hermanos Marx.
Después cruzó el charco para probar suerte en los escenarios de París.
Allí fue descubierta por un productor de Hollywood que le ofreció rodar su primer largometraje: una película versionada.
En 1930 el cine mudo ya había muerto, pero aún no existían el doblaje ni los subtítulos.
Cerca de la capital parisiense se encontraban los famosos estudios Pathé, donde se rodaban versiones de las películas estadounidenses en lenguas europeas.
La película llevaba el título de Amor audaz, y también contó con la participación del padre de la artista.
El galán de la cinta era Adolphe Menjou, una de las primeras estrellas con las que Moreno trabajaría a lo largo de su prolífica carrera.
Gracias a ese tipo de cintas, directores como Luis Buñuel o Edgar Neville y actrices como Rosita Díaz o Catalina Bárcena se dieron a conocer en la meca del cine.
Pero el resultado no siempre era el mismo que el de los largometrajes americanos.
Para empezar, tal como recuerda el profesor András Lénárt en un artículo titulado Hispanic Hollywood, ni siquiera el presupuesto se parecía: el rodaje del original de Drácula que encarnó Béla Lugosi tuvo un coste de 440.000 dólares, mientras que en el español, protagonizado por Carlos Villarías, solo se invirtieron 66.000.
La duración también era distinta: la versión española duraba media hora más y no porque fuera más detallista, sino porque no se ponía el mismo mimo en la edición.
Su paso por el Hollywood dorado
Rosita Moreno era bilingüe, lo que le permitió dar el salto a los filmes originales, algo vetado para la mayoría de actrices españolas o mexicanas de la época.
Aunque es posible que esa habilidad suya de manejarse con varios acentos no la ayudara a pasar a la historia del cine: para unos era española; para otros, americana.
Ni España, ni México ni Estados Unidos le dedicaron atención a su trabajo.
Por ejemplo, en el libro Los que pasaron por Hollywood (editorial Verdoux), una recopilación de entrevistas con artistas españoles que trabajaron en la meca del cine estadounidense en los años treinta, Moreno solo aparece en algún pie de foto.
En cambio, sí que profundiza sobre la vida de las actrices Conchita Montenegro, Catalina Bárcena o Rosita Díaz.
En 1931, Moreno rodó seis películas.
Al siguiente, dos. Y entre 1932 y 1933, siete.
Pero fue en 1934 cuando dio un salto adelante al participar en Atención, señoras, que coprotagoniza con Cary Grant, pero el británico no era todavía muy conocido.
Un año después le llegó otra gran oportunidad:
“Cuando me dijeron que tenía que cantar El día que me quieras con Carlos Gardel me temblaron las piernas”, dijo Moreno en una cita recogida en el obituario que le dedicó el diario argentino La Nación en 1993.
La cinta, que cuenta la historia de un multimillonario (Gardel) que se enamora de una chica pobre (Moreno), estaba producida por la Paramount y se grabó en Nueva York.
Moreno y Gardel repitieron como pareja artística en Tango Bar, otro éxito cinematográfico que hizo que la actriz fuera más recordada en Argentina que en cualquier otro lugar del mundo.
A pesar de su prolífica carrera en la gran pantalla, Moreno no abandonó el teatro y fue en los escenarios donde consiguió la popularidad que el séptimo arte le negó.
Sin embargo, sí que contó el star system con ella para participar en las actividades de la Hollywood Victory Committee, una organización de artistas que se creó durante la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de animar a las tropas estadounidenses.
En el grupo había actrices como Bette Davis y su presidente era el mismísimo Clark Gable (el galán de Lo que el viento se llevó).
En la década de los treinta participó en un espectáculo en el teatro Apolo de Barcelona en el que compartía elenco con la cantante Estrellita Castro.
Hay poca información sobre los trabajos que hizo en España, y las escasas reseñas que se escribieron sobre ella destacaban “sus piernas de seda”.
Moreno seguía luchando por hacerse un nombre en Hollywood. Rodeada siempre de galanes del celuloide, las malas lenguas le adjudicaron un falso romance con su compañero Gardel, pero la única pareja que se le conoció fue Melville A. Shauer, un ejecutivo de la Paramount con el que se casó y fundó la productora Victoria Films en 1937.
Productora y asesora de Marlon Brando
Con este sello, Moreno pudo ser por fin protagonista en Tengo fe en ti, una película que le costó al matrimonio 60.000 dólares.
El director fue John Reinhardt, el mismo que la había dirigido en El día que me quieras.
El guion original lo firmaba otra mujer, Carmen V. Brown, de la que no se sabe nada y no figura en los créditos de otras películas. En 1949 rodó su última secuencia.
Fue un episodio de The Clock, serie de televisión basada en relatos radiofónicos de crímenes y misterio.
Su último contacto con el cine fue en 1961, cuando Marlon Brando la contrató como asesora mientras él dirigía El rostro impenetrable.
Su última aparición pública tuvo lugar en 1990 en Los Ángeles, su ciudad de residencia, donde acudió a una fiesta que conmemoraba los 100 años del nacimiento de Carlos Gardel.
Falleció tres años después, a los 86 años, sin que nadie en España, México o Hollywood le dedicara una línea a su vida y a sus obras.
Sus restos descansan en el cementerio católico de Holy Cross, en la ciudad californiana de Culver City.
En ese camposanto, en una zona conocida como The Grotto, están enterrados Rita Hayworth, Béla Lugosi y John Ford, entre otros. Moreno está en otra parcela.
Un paso por detrás de las estrellas.
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