En el punto de Mila
Es tiempo de tomarse un descanso
Ha sido una semana complicada. La entrevista de Terelu conmigo sorprendió y enfureció no sé muy bien por qué a algunos compañeros.
Se podía prever.
Pero, de pronto, me di cuenta de que iba más allá.
Con la excusa de valorar el reportaje, he asistido a una fiesta de
pijamas donde han saltado encima de mi cama casi todas las filias que
provoco.
Seguramente mi actitud las ha alimentado. Me siguen
sorprendiendo los aplausos en el conflicto y la crítica dispersa en
ciertos gestos de paz.
Sin poder evitarlo, me desboco en trotes ajenos y eso me produce un
galope sin control.
Pero en ese impulso salto por encima de mí misma y
de lo que creo, y la caída es inevitable.
Solo desde el descenso soy capaz de oírme a mí misma y a los que me conocen y me quieren.
Estoy escribiendo desde un AVE que me lleva a Sevilla a disfrutar de
los míos.
Y mientras estoy yendo me pregunto por qué no lo hacía desde
hace tanto tiempo.
Siempre me respondo que el cansancio me vara, pero lo
cierto es que me estoy dejando llevar por una desgana poco saludable. Solo me mueven los pies mis nietos –qué digo pies, me ponen alas–.
Pero también necesito recuperar trozos de mi vida con
mi familia y mis amigos de siempre.
Sí, necesito reencuentro y abrazos
limpios, alejados de cualquier conflicto.
Como decía al principio, he
pasado unos días complicados, y tristes también.
Pero, por primera vez
en mucho tiempo, soy capaz de dejar de mirar el conflicto y volverme a
aquellos que cada día intentan hacerme la vida más agradable y yo les
respondo con una ceguera injusta.
Sí, es tiempo de tomarse un descanso y respirar el aire puro de los encuentros preñados de risas y complicidad sin premios ajenos.
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