La presentadora Ana Rosa Quintana ha querido enviar un comunicado a los medios tras la detención (y la consiguiente puesta en libertad) de su marido, el empresario Juan Muñoz. El empresario fue detenido junto a su hermano Fernando
y dos abogados el pasado martes 31 de julio en el marco del caso
Pintor, una de las causas en la que está implicado el excomisario José Manuel Villarejo. Presuntamente Fernando y Juan Muñoz estaban implicados en la
contratación del antiguo comisario para un presunto chantaje. El marido
de la presentadora pasó dos días bajo detención political y salió de
declarar en la Audiencia Nacional el jueves al filo de las nueve de la
noche. Fue puesto en libertad sin medidas. Ya en la madrugada del viernes, a la 1.30, la periodista escribió un breve tuit: "Queridos amigos: Gracias a todos". Por la mañana, la conductora de El programa de Ana Rosa ha mandado un escrito a su programa, que en esta etapa de verano conduce el presentador Joaquín Prat. Así reza la carta: "Ayer mi marido fue puesto en libertad sin medidas cautelares. Han
sido dos días de incertidumbre pero ya estoy más tranquila, aun así, hay
que ser prudente, y hay que dejar a la justicia trabajar. Como
periodista, soy consciente del interés que ha suscitado esta noticia y
llegado el momento estaremos ahí para contarlo. Pero quiero aprovechar para dar las gracias por todos los mensajes de
apoyo de cariño que he recibido en estos días, de mi equipo; de mis
compañeros; de los amigos, de mis familiares y de la gente anónima.
Muchas gracias".
Ana Rosa Quintana y Juan Muñoz
se conocieron hace más de dos décadas, durante la Feria de Abril de
Sevilla —a la que ambos son aficionados— de 1997. Salieron juntos
durante siete años y se casaron en 2004 en Bollullos de la Mitación,
pueblo sevillano en el que la presentadora tiene raíces familiares. Su
amor por la ciudad del Guadalquivir, en la que pertenecen a varias
hermandades, ha hecho que Quintana fuera reconocida como hija adoptiva
de la ciudad hace un par de meses. En Triana también fueron bautizados
sus hijos en común, Jaime y Juan, que nacieron en noviembre de 2004, cuando la periodista tenía 48 años. Estos días se les ha visto juntos de vacaciones en Baleares.
Antes de su relación con Juan Muñoz, Quintana estuvo casada con el
también periodista Alfonso Rojo, con quien tiene un hijo en común,
Álvaro, que se casó en julio de 2016 con la psicóloga Ana Villarubia en Jarandilla de la Vera. Por su parte, Muñoz ha publicado una curiosa foto en su cuenta de
Instagram (un perfil abierto con apenas 700 seguidores) en la madrugada
del viernes: una piedra, entre el musgo, en la que se lee la inscripción
latina Carpe Diem, "toma el día", "aprovecha el momento". Una foto acompañada de un pie también en latín: Carpe diem, quam minimum credula postero, "Vive el día sin fiarte del mañana". Ana Rosa es una trepa que plagia novelas, y no paró hasta que se casó con ese empresario , una manera de manejar su propio espacio. Su 1º marido es un facha, así que ella ha acumulado dinero con ese hombre que fue detenido y puesto en libertad, pero no se detiene a nadie sin que haya detrás un por qué.
El autor,
quien sufrió graves abusos en la infancia, sugiere cambios legales para
proteger a los menores.
Como una reforma judicial para que en casos de
violación infantil, niños y niñas declaren en privado, con la presunción
de que dicen la verdad.
Apreciado señor Sánchez: Llevo más de un año viviendo en España. Para mí, este país es mi
casa; me he enamorado completamente de él, hasta la médula. Pago
impuestos aquí, intento contribuir de manera productiva y mi deseo es
que, en algunos años, me haya ganado (y elijo esta palabra con
intención) el derecho a ser ciudadano de este maravilloso, generoso,
fantástico y bonito país. Cuando Usted fue nombrado presidente del Gobierno y eligió un Consejo de
Ministros integrado en sus dos terceras partes por mujeres, me pareció
que teníamos un nuevo mandatario con una mentalidad mas abierta. Tenemos un grave problema. Y tiene que ver con su sistema judicial y con
el trato que da a los menores. Quiero que sepa que hablo con
conocimiento de causa: de niño me violaron repetidamente. Los años
ochenta fueron una gran época para los pederastas: aunque los adultos
veían que sangraba, lloraba y me ponía histérico, me enviaban de vuelta a
los brazos (piernas, mejor dicho) de mi violador. Una y otra vez. Esa
gente que tenía puestos de responsabilidad sabía que algo malo pasaba,
pero nadie hacía nada y, de nuevo, me mandaban junto a él. Durante cinco
largos años. Todavía estoy pagando el precio de haber tenido esa infancia. También
mis seres queridos. Tengo prótesis de metal en la espalda, resultado de
las tres operaciones a las que tuve que someterme para intentar reparar
el daño que me habían causado las agresiones sexuales. He intentado
suicidarme demasiadas veces y me he pasado también demasiados meses en
instituciones psiquiátricas. He probado todos los medicamentos que las
grandes farmacéuticas han tenido a bien inventar, he destruido
relaciones, me he autolesionado con rabia y he hecho todo lo que se me
ha pasado por la cabeza para intentar detener ese zumbido incansable y
violento que me retumba en la cabeza. Desde que vivo en Madrid, ese
zumbido se ha convertido al fin, milagrosamente, en un rumor lejano la
mayor parte del tiempo que estoy despierto. Lo que quizá explique por
qué este país significa tanto para mí. Pero cuando veo en las noticias
que hay tantísimos fracasos en la protección de los derechos de los
niños, de consecuencias catastróficas, no puedo evitar sentir náuseas. He aceptado que nunca se haga justicia por lo que me pasó (mi
violador murió antes del juicio). Pero también me he prometido a mí
mismo que si alguna vez tenía frente a mí un altavoz, por pequeño que
fuera, lo usaría para hablar de este tema. Y por eso le escribo esta
carta. Aquí, en España, me siento afortunado. Puedo hablar de ello en la
Cadena SER y comentarlo con Buenafuente en la televisión o en las
entrevistas de los periódicos. Puedo darles copias de mi libro Instrumental
a todos los jueces del país, porque explica claramente qué secuelas
tienen los abusos. Pero, al final, todo acabará cayendo en saco roto. La
única persona que puede cambiar las cosas de verdad ahora mismo es
usted. Tengo ante mis ojos unas hojas con miles de palabras, enviadas por
Save the Children España, que harán que se le salten las lágrimas. Aquí
tiene algunos ejemplos: Aunque el 70% de las víctimas infantiles diga que avisó a un adulto
de lo que pasaba, solo el 15% de los casos se denunció a la policía. De
ese 15%, el 70% nunca llegó a juicio. El proceso judicial dura como promedio tres años; en algunos casos se
llega a los cinco. El abuso sexual dura como promedio cuatro años. En el 86% de los casos, el menor tiene que declarar en sesiones
plenarias, en juicios a puerta abierta, delante de tres jueces y también
del presunto autor de los hechos. En España, solo cinco de sus diecisiete comunidades autónomas prestan
un servicio universal gratuito a las víctimas infantiles de los abusos
sexuales. En el caso más tristemente célebre de España, el de los
Maristas, de las 17 acusaciones que hay contra Benítez, el autor
confeso, 13 han prescrito. ¿Cómo puede ser que no vaya a ser juzgado por
todos estos crímenes cometidos? Además, ¿qué ha fallado tan
estrepitosamente para que durante más de treinta años un profesor
pudiera abusar de sus alumnos sin que nadie lo denunciara?
Podría seguir y seguir… Sé que usted leerá esta carta. Y sé que en la política y en la ley
las cosas van despacio. Pero también sé que si entrara en una habitación
y sorprendiera a alguien violando a un niño, no se movería con
lentitud. Le sorprendería ver que uno es capaz de actuar con muchísima
rapidez. Y de soltar un puñetazo la hostia de fuerte. Estoy aquí para
decirle, para prometerle, para asegurarle que, aunque en este momento no
vea con sus propios ojos cómo violan a un niño, está sucediendo ahora
mismo. Cuando usted lea esto, estará pasando. Siempre está pasando. Y
necesito que actúe rápido. Me han sugerido (en Twitter, claro) que, como soy anglosajón, un
huésped de este país, mejor “no me meta en política”. Pero esto no tiene
que ver con la política, sino con la humanidad. El sistema creado
específicamente para proteger a los más vulnerables se ha roto y ya no
sirve.
Estoy seguro de que este asunto no es nuevo para usted; que ya tiene
una idea de lo que quiere conseguir y de cómo va a hacerlo. Yo solo
quiero ayudar.
Me gustaría, junto con Andrés Conde, director general de
Save the Children España, reunirme con usted un par de horas y ayudarle a
lograr que España sea un lugar más seguro para sus niños y niñas.
Sabemos lo que hace falta: lo más urgente es una formación obligatoria,
unos protocolos y una reforma profunda del proceso judicial para que en
los casos de abuso sexual infantil se respeten de verdad los derechos
del niño y también sus necesidades particulares: que haya juzgados
específicos, con jueces preparados y juicios rápidos para que el menor
declare solo una vez, en privado, con la presunción de que está diciendo
la verdad.
Cuando se trate de niños, hay que dejar de distinguir por
ley entre abuso y agresión: siempre es agresión.
Quiero que apruebe una nueva ley que erradique la violencia contra
los menores y adolescentes, y que se centre especialmente en las medidas
preventivas, tal y como le ha sugerido en dos ocasiones el Comité de
los Derechos del Niño de las Naciones Unidas al Gobierno de España.
Un periódico publicó hace poco un artículo que decía que “a Rhodes lo
violaron repetidamente durante su infancia y Bach lo salvó, pero ni
siquiera esa experiencia límite lo convirtió en un músico excepcional”. Y, aunque quizá suene raro, por desgracia es verdad. No soy para nada un
músico excepcional. Pero creo que sí puedo ser un recurso excepcional
para usted y su equipo en la tarea de cambiar las cosas a mejor de forma
permanente para los niños y niñas de este país. Por favor, contésteme,
veámonos y pongámonos manos a la obra.
James Rhodes es pianista, autor del libro Instrumental. Memorias de música, medicina y locura (Blackie Books). @JRhodesPianist
El escualo
llegó desorientado a la orilla de Cala Domingos, en Manacor, donde fue
rescatado por agentes de policía y personal de Palma Aquarium.
Decenas de personas miran al mar desde las rocas entre exclamaciones
de incredulidad. En el agua, un tiburón de entre dos metros y medio y
tres metros de largo. Es lo que sucedió este jueves por la tarde en
Manacor (Mallorca). Según relataron varios testigos en las redes
sociales, sobre las 15.00 la playa de Cala Domingos fue evacuada al
advertirse la presencia del escualo. Pero no fueron pocos los curiosos
que quisieron verlo desde la orilla, las rocas o alguna embarcación y
que grabaron el momento. Las imágenes también muestran cómo agentes de
Policía ayudaron a trasladar al tiburón en tierra. Según informó la
organización Salvament Aquàtic Illes Balears en su cuenta de Twitter, el
escualo, que llegó a la playa desorientado, fue rescatado por los
agentes junto a personal de Palma Aquarium.
El comisario José Manuel Villarejo recurrió al engaño para amedrentar
y presionar a la examiga íntima de Juan Carlos I, Corinna zu
Sayn-Wittgenstein (Larsen de soltera). A su cita de 2015 en Londres,
donde la grabó acusando al Rey emérito de tener cuentas en paraísos
fiscales o de utilizarla a ella como testaferro, acudió el policía con
un falso informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), fabricado
por él mismo, con un supuesto plan para meterla en la cárcel. ¿Cómo logró ganarse Villarejo, un policía de modales rudos y lenguaje zafio, la confianza de una sofisticada y cosmopolita lobbista internacional casada en segundas nupcias con un aristócrata alemán cuyo apellido sigue utilizando?
La explicación la dio el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el general Félix Sanz Roldán, durante su comparecencia del pasado día 26
en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso. El jefe del
espionaje español mostró a puerta cerrada a los diputados los dos
documentos que exhibió Villarejo ante la germano-danesa para ganarse su
confianza, convenciéndola de que necesitaba su protección.
El más importante era un supuesto plan del CNI para mandarla a la
cárcel. Zu Sayn-Wittgenstein, que ya estaba convencida de que el
servicio secreto español estaba detrás de los supuestos robos de
documentación que había sufrido en Londres y Montecarlo, era proclive a
creerse esa falsificación, por burda que fuera. Pero quizá no hubiera tragado el anzuelo si Villarejo no le hubiese
mostrado el segundo documento: el contrato del Fondo Hispano-Saudí de
Infraestructuras, del que ella fue comisionista.
El fondo fue una iniciativa del Ministerio de Exteriores, en la época
en que lo dirigía Miguel Ángel Moratinos, para engrasar el desembarco
de las empresas españolas en Arabia Saudí. Se trataba de que españoles y
saudíes lo nutriesen a partes iguales. Hasta 14 empresas españolas
pusieron más de 20 millones, pero los saudíes no desembolsaron un euro,
por lo que se acabó disolviendo. Aunque no se hizo ninguna inversión,
los gestores se embolsaron más de cuatro millones. Su representante era
la amiga íntima de Juan Carlos l.
Aunque Villarejo intentó inquietar a su interlocutora sugiriendo que
los que perdieron su dinero podrían denunciarla, la exhibición del
contrato no servía tanto para amenazarla como para ganarse su
credulidad: el documento era auténtico y una copia del mismo figuraba
entre la documentación que supuestamente le fue sustraída, según ella
sospechaba, por el espionaje español. El hecho de que Villarejo lo tuviera en su poder daba credibilidad al
disfraz bajo el que se presentaba: él era un íntegro y patriota agente
del CNI enfrentado a su despótico y corrupto director. Si la amiga del Rey se creía que Villarejo había sacado de los
archivos del servicio secreto la copia del contrato del Fondo
Hispano-Saudí, también podría creerse que había obtenido del mismo sitio
el supuesto plan para meterla a ella en la cárcel. La estrategia
funcionó a la perfección. Concluida la operación de amedrentamiento y captación, se inició el
diálogo cuya grabación fue difundida el pasado 11 de junio por los
digitales OKDiario y El Español. Con el expresidente de Telefónica, Juan
Villalonga, como maestro de ceremonias, la aristócrata fue desgranando,
a preguntas de Villarejo, un rosario de revelaciones escandalosas y
supuestos delitos atribuidos al rey Juan Carlos, desde el cobro de
comisiones por el contrato del AVE a La Meca al regalo de una finca en Marrakech por parte de Mohamed VI. La finca, aseguró Sanz, no se llegó a inscribir y no pasó de un
ofrecimiento del rey de Marruecos en un momento en el que deseaba atraer
a la jet-set a una ciudad golpeada por el terrorismo islamista. Según
el jefe del CNI, el Rey no cobró del AVE y tampoco lo hizo su amiga,
aunque esta intentó sin éxito repetir el negocio del Fondo
Hispano-Saudí. El director del servicio secreto dijo en el Congreso que no había
investigado el patrimonio de Juan Carlos I en el extranjero porque ni el
Gobierno se lo había ordenado ni ningún juez se lo había autorizado. A
quien sí investigó, por indicación del Gobierno y con autorización
judicial, fue a su amiga.
Sin nadie detrás
La orden se la dio a finales de 2011 el presidente Zapatero, de
acuerdo con la Casa del Rey, ante el temor de que una persona que se
había introducido en el círculo más íntimo de don Juan Carlos y tenía
creciente influencia sobre él pudiera responder a intereses de alguna
potencia extranjera y comprometer la seguridad nacional. Pese a sus
relaciones con magnates rusos, la investigación concluyó que tras ella
no había nadie más que ella. En mayo de 2012, un mes después del accidentado safari de Botsuana,
por el que Juan Carlos I tuvo que pedir públicamente disculpas, el
director del CNI viajó a Londres a ver a la mujer con conocimiento del
Rey. La conversación se desarrolló en términos cordiales, según aseguró a
los diputados el general Sanz, quien negó rotundamente las supuestas
amenazas a las que se refirió ella en su conversación con Villarejo. La relación entre Juan Carlos I y su amiga germano-danesa se rompió
en la Pascua Militar de 2014, cuando un Rey desorientado y titubeante
evidenció su creciente incapacidad para llevar la Jefatura del Estado. Seis meses después abdicaría en su hijo Felipe VI. Relevado en el trono Juan Carlos I y rotos sus vínculos con su
examiga íntima, el CNI perdió interés por ella. Pero en 2015, poco
después de la cita de Londres, elaboró una nota secreta en la que
advertía de la nueva conexión entre Villarejo y Zu Sayn-Wittgenstein. El
general Sanz se la mostró a los diputados. Con Villarejo en prisión desde noviembre por los delitos de
organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales, el director del
CNI no descartó nuevas revelaciones escandalosas. La ventaja es que todo
el material, 30 terabytes de información, está ya en poder de la
Justicia.