Carmen Mola irrumpe con fuerza en el panorama de la novela negra con 'La novia gitana', pero nadie sabe quién está detrás del seudónimo.
“La única confrontación posible a la escritura es la
lectura”, decía Elena Ferrante para defender su anonimato, el más
célebre y exitoso de la historia reciente del mercado editorial.
Experimento con ciertas esencias de la literatura que evidenció su
carácter de espectáculo y la exposición del escritor por encima de su
obra, el caso Ferrante tiene ahora una émula en España en la figura de Carmen Mola , pseudónimo tras el que se parapeta la autora de La novia gitana (Alfaguara).
La
duda surge enseguida.
Si desde el primer momento se habla del misterio
que esconde el autor o autora ¿no se estará consiguiendo justo lo
contrario de lo que se proclama, hablar más del escritor que de la obra?
“Es un libro tan poderoso, en estos tiempos de pálido suspense
anglosajón, que sucede justo lo contrario: los lectores y periodistas
hablan con entusiasmo de esta novela extrema, y la pregunta inmediata es
¿quién ha podido escribir esto?
El hecho de que el seudónimo sea un
nombre de mujer aumenta la perplejidad, porque los antecedentes más
memorables de novelas “no aptas para lectores sensibles” son las de
Pierre Lemaitre y Bret Easton Ellis”, defiende María Fasce, editora de
Alfaguara Negra, preguntada por EL PAÍS.
La novia Gitana es, en efecto, un thriller
con una estructura sólida y un argumento llevado como un clásico
policial pero que al tiempo rompe varios convencionalismos.
Dos mujeres
gitanas, hermanas y a punto de casarse, mueren asesinadas con varios
años de diferencia por alguien que las hace un agujero en la cabeza,
mete gusanos y se sienta a ver cómo se las comen.
La peculiaridad de este proyecto literario convierte lo que
habría sido una entrevista cara cara en un intercambio de correos
electrónicos con la editora como intermediaria y sin posibilidad de
repregunta.
Está claro que es de Madrid, algo que se percibe en la
novela y que se certifica en unas respuestas en las que, en ocasiones,
muestra muchas tablas para ser una autora novel.
“Es cierto que en los
últimos tiempos ha habido mucha –y muy buena– autoficción.
Pero tengo
la sensación de que la novela negra y la autoficción son incompatibles.
¿Quién sería yo? ¿La asesina? ¿El cadáver?
En cualquiera de los dos
casos, todo saltaría por los aires”, explica para situar su apuesta por
el anonimato en el contexto actual de identidades literarias
superlativas.
Cita a Pierre Lemaitre, Fred Vargas, Benjamin Black, Alicia
Giménez Bartlett o Víctor del Árbol como influencias y defiende con
vehemencia a su protagonista, un personaje poderoso que coquetea con el
tópico.
– Empieza a haber demasiados detectives con excentricidades
y pasados oscuros ¿Qué hace especial Elena Blanco, la policía
protagonista?
– Dicho así parece que los personajes se crean con una
plantilla: cien gramos de excentricidad, otros cien de pasado oscuro,
doscientos de personajes secundarios…
A lo mejor sería una buena
fórmula, pero no ha sido mi caso.
La comunidad gitana se ve reivindicada en esta novela por
el simple hecho de ser sacada del olvido y convertirse en protagonista,
aunque Mola no tenía ninguna intención concreta con ello.
Madrid,
también : “Se dice que en Madrid nadie es de fuera y ojalá siga siendo
así para siempre.
Hay que reconocer que hay unas ciudades más literarias
que otras. Lisboa, Barcelona o Nueva York lo son porque hay escritores y
escritoras que se han encargado de convertirlas en protagonistas de sus
novelas.
Madrid ha estado un poco abandonada en ese sentido”,
reflexiona.
Precavida a la hora de hablar del éxito inicial de su libro, Mola sí
asegura que su protagonista no puede quedarse en esta primera entrega.
Roman Kaces, alias Roman Gary, llevó la duplicidad literaria a límites
artísticos cuando ganó con dos identidades distintas el Goncourt;
Thomas Pynchon ha escrito algunas de las páginas más notables de la
literatura norteamericana reciente sin que sepamos quién es; John
Banville contó que estaba detrás de Benjamin Black casi solo para demostrar que es el rey el travestismo literario. ¿Sabremos algo en algún momento acerca de quién está realmente detrás de La novia gitana?
Por ahora, Carmen mola no suelta prenda:
“Esperemos que no... Pero
tampoco quiero ser esclava de mis decisiones. Quién sabe si en el futuro
no desearía otra cosa”. Continuará.