Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 nov 2017

Cambio de tiempo: lluvia en la mitad sur y frío polar en todo el país



Las temperaturas máximas bajarán entre cuatro y seis grados en el norte y este peninsular y las mínimas, entre ocho y 10 en la mitad sur.

Vista otoñal en el parque madrileño de El Retiro.
Vista otoñal en el parque madrileño de El Retiro. EFE

Brusco cambio de tiempo para esta semana en Península y Baleares.
 Por un lado, una borrasca llevará lluvias el miércoles y el jueves, pero solo a la mitad sur, y, por otro, una masa de aire polar provocará ese mismo miércoles una bajada de temperaturas "bastante significativa y generalizada", según avanza Delia Gutiérrez, una de las portavoces de la Agencia Estatal de Meterología (Aemet).
 Los valores continuarán siendo muy bajos para esta época del año durante todo el fin de semana y se esperan heladas en todo el país y nevadas en el norte, precisa Gutiérrez.
Este cambio se debe un movimiento del anticiclón de bloqueo que lleva instalado en la Península desde principios de octubre y que está impidiendo sistemáticamente la entrada de borrascas de oeste a este. 
"Girará 90 grados y nos traerá una masa de frío directamente desde el Polo a partir del miércoles", explica la portavoz de Meteorología. 
 Esta masa provocará una acusada bajada de las temperaturas, que comenzará el miércoles en la mitad norte y en este del país y que se extenderá el jueves hasta el fondo de la Península. 
El frío se quedará hasta el domingo y solo se salvará Canarias.
 Este episodio de frío polar, con temperaturas más bajas de lo habitual, entra no obstante "dentro de lo normal" para esta época del año.
La caída será de "entre cuatro y seis grados" en las temperaturas máximas en la mitad norte y en el este del país e "incluso ocho grados en las zonas más altas del sistema Ibérico, del central y de la cordillera Cantábrica". 
El miércoles hay avisos amarillos (el primero en una escala de tres) por frío en nueve provincias: Huesca, Teruel, Cuenca, Guadalajara, Burgos, Soria, Girona, Lleida y La Rioja. 

 

Ya el jueves, la masa llegará a la mitad sur, donde el descenso "será más notable" al partir de valores más altos. 
Además, las más afectadas serán las temperaturas mínimas, al llegar la masa de madrugada.
 "Al sur del Guadalquivir, las mínimas bajarán de seis a ocho grados y en zonas más altas de la Penibética, de ocho a 10", detalla la portavoz.
Las temperaturas se mantendrán así de frías, "e incluso bajarán un poco más el viernes en el sur", durante todo el fin de semana en toda la Península, según el pronóstico de la Aemet.  
En cuanto a valores concretos, en Madrid se esperan -0,5 el domingo, en Segovia -5, en Ávila -5,9, en Salamanca -7,6 y en Soria -5,3.
 En Valladolid, es cambio, el día más frío será el jueves, con -4,8.
Este mapa de mínimas, según Gutiérrez, "dará lugar a heladas el viernes, sábado y domingo prácticamente en toda la Península salvo el extremo suroreste". 
Esta masa de aire, con dirección de norte a sur, "no es la más favorable a las lluvias", por lo no dejará precipitaciones importantes pero sí "nevadas significativas en zonas amplias de la meseta norte y en parte de Aragón en zonas altas y medias, sobre todo el viernes pero también el sábado". 
Sí traerá lluvias importantes una borrasca atlántica que afectó el pasado fin de semana a Canarias y que se colará en la Península por el suroeste el martes. 
El miércoles se extenderá a todo el sur peninsular, donde habrá precipitaciones generalizadas. 
"Se esperan entre 10 y 20 litros por metro cuadrado en muchos puntos del sur", indica Gutiérrez. 
El miércoles, Cádiz y Málaga tienen aviso amarillo por fuertes lluvias.
 En Madrid, donde se está viviendo un fuerte episodio de contaminación, "no se descarta que pueda llover algo, pero no se esperan cantidades de lluvia significativas".


 

El príncipe Enrique y Meghan Markle se casan

El palacio de Kensington anuncia la boda para la próxima primavera. La pareja comparecerá esta tarde ante los medios.

 

Antonio y Jaime, el duelo que tiene en vilo a los espectadores de ‘Pasapalabra’

La pareja de concursantes lleva 38 días enfrentándose entre sí.

Antonio y Jaime de Pasapalabra
Antonio Ruiz y Jaime Conde, en uno de sus duelos en 'Pasapalabra'.

 
En las últimas semanas, Antonio Ruiz y Jaime Conde han monopolizado la silla azul y naranja de Pasapalabra
 Su duelo ya se alargado durante 38 días, y está siendo uno de los duelos más igualados que se recuerda en el programa: Jaime ha ganado 14, Antonio ha ganado otros 14 y han empatado 10.
 La opción que da la silla azul para que el derrotado regrese al día siguiente ha hecho que el enfrentamiento entre los dos concursantes se haya alargado hasta ahora durante 38 días, en muchos de los cuales se han quedado a punto de llevarse el bote del rosco, que ya está en 1.068.000 euros.

En estos días, Jaime, el último en llegar de los dos al programa, ya lleva acumulados 22.800 euros. 
Muy lejos aún de los 105.600 euros que lleva ganados Antonio en los 109 programas que lleva en el programa de Telecinco, de los cuales 82 han sido victorias. 
Pero, ¿quiénes son Antonio y Jaime, los protagonistas de este duelo?
Antonio Ruiz, murciano de 45 años pero residente en Castellón, es músico autodidacta. 
Toca la guitarra aunque también maneja el saxo tenor, el lap steel y el piano
. Ha estado en grupos de diferente estilo musical, aunque compagina la música con otros trabajos.
 En la actualidad está desempleado. Su primera aparición en Pasapalabra fue en octubre de 2016, donde perdió en la silla azul en el primer intento
. Seis meses después fue repescado para un nuevo intento y ahí se hizo con la victoria, logrando mantenerse durante 26 programas de forma consecutiva.
 No es el primer concurso en el que demuestra su cultura general, ya que en Saber y ganar logró ser supermagnífico en 2015.
Por su parte, Jaime Conde, de 26 años, es natural de Huelva. 
A los 18 años fue a estudiar a Madrid, donde se graduó en Traducción e Interpretación.
 En 2012 va a vivir a Barcelona, donde continuó sus estudios e hizo un máster en Lengua Española y Literaturas Hispánicas, al que siguió el doctorado que cursa actualmente.
 Se dedica profesionalmente a la traducción, aunque de una manera esporádica, como él mismo asegura, ya que todavía no ha logrado ningún contrato con una editorial. 
También ha dado clases de inglés, francés y español para extranjeros. 
Una de sus mayores aficiones es la literatura. Jaime también tenía experiencia en concursos antes de Pasapalabra
Se estrenó en Saber y ganar en febrero del año pasado, donde se llevó una muy modesta cantidad de dinero. 
Se presentó al casting de la Supercopa de Pasapalabra y estuvo a punto de ser el representante de Cataluña, pero fue superado por David Leo.
Pasapalabra es líder en su franja horaria, reuniendo a más de 2.100.000 espectadores ante el televisor cada tarde y con una cuota de pantalla que supera el 16%.

 

Judi Dench: “Soy la persona menos majestuosa que te echas a la cara”

La octogenaria actriz, que está perdiendo la vista debido a una degeneración macular, no tiene planes de abandonar el cine y se encuentra en plena promoción de 'Asesinato en el Orient Express'.

Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia.
Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia. Cordon press

Desde hace unos años a Judi Dench (Reino Unido, 1934) le falla la vista.

 Tiene degeneración macular y la octogenaria dama del cine dice que cada vez ve peor. 

Escribe menos cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y que ve menos películas.

 Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes que pide amablemente que dejen de apuntarla.

 Y el coche, ni tocarlo. “Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara. 

Hasta ahí las quejas. 

Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de ensimismamiento o quizá un punto de sordera.

 Pero está claro que nada detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta joya británica a la que nunca se le acaban las pilas.

 O la risa. “Soy la persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en lágrimas de felicidad. 

Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia.
Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia. Cordon press
Desde hace unos años a Judi Dench (Reino Unido, 1934) le falla la vista. Tiene degeneración macular y la octogenaria dama del cine dice que cada vez ve peor. Escribe menos cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y que ve menos películas. Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes que pide amablemente que dejen de apuntarla. Y el coche, ni tocarlo. “Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara. Hasta ahí las quejas. Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de ensimismamiento o quizá un punto de sordera. Pero está claro que nada detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta joya británica a la que nunca se le acaban las pilas. O la risa. “Soy la persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en lágrimas de felicidad.
Eduardo de Wessex saluda a Judi Dench en un evento en junio de 2016 en el que la actriz lució 007 con Svarowskis en su espalda y se ve el tatuaje de su muñeca derecha. 
Eduardo de Wessex saluda a Judi Dench en un evento en junio de 2016 en el que la actriz lució 007 con Svarowskis en su espalda y se ve el tatuaje de su muñeca derecha.
Su espíritu lo lleva tatuado en la muñeca: Carpe Diem. “Aprovecha el día. No hay tiempo que perder. 
Me lo hice con mi hija cuando estábamos de compras. Tenía 80 años y de repente me dijo: '¿Estás lista para tener un tatuaje?”, asegura enseñando entre pulseras ese recordatorio de cómo vivir la vida al límite.
 Acaba de estrenar Asesinato en el Orient Express y está haciendo las rondas típicas de la temporada de premios con otro de sus trabajos reales, Victoria y Abdul, un nuevo retrato de la realeza británica que tantas veces ha interpretado. 
“¿Cómo me iba a negar? —se ríe la primera que se subió al tren para la nueva versión de la novela de Agatha Christie—. 
  Con esta creo que ya son 10 las veces que trabajo con Ken Branagh. 
Y el rodaje fue una reunión de colegas donde no tuve mucho más que hacer que estar sentada con un vestuario maravilloso y dos perritos encantadores en un vagón de tren lleno de amigos y sin apenas líneas de diálogo que aprenderme”. 
Después de conseguir un Oscar como mejor actriz de reparto por el papel más breve jamás galardonado en la historia de estos premios por su interpretación en Shakespeare enamorado y otras seis nominaciones a la misma estatuilla por títulos como Mrs. Brown, Iris o Notes of Scandal, su trabajo en Asesinato en el Orient Express no será el que quede en su obituario. 
Pero Dench no piensa en esas cosas. “Solo pienso en la suerte que tengo.
 En lo increíblemente agradecida que estoy de que me ofrezcan trabajo”, asegura.

Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia.
Judi Dench, en el estreno de "Victoria and Abdul" en Venecia. Cordon press
Desde hace unos años a Judi Dench (Reino Unido, 1934) le falla la vista. Tiene degeneración macular y la octogenaria dama del cine dice que cada vez ve peor. Escribe menos cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y que ve menos películas. Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes que pide amablemente que dejen de apuntarla. Y el coche, ni tocarlo. “Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara. Hasta ahí las quejas. Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de ensimismamiento o quizá un punto de sordera. Pero está claro que nada detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta joya británica a la que nunca se le acaban las pilas. O la risa. “Soy la persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en lágrimas de felicidad.
Eduardo de Wessex saluda a Judi Dench en un evento en junio de 2016 en el que la actriz lució 007 con Svarowskis en su espalda y se ve el tatuaje de su muñeca derecha. ampliar foto
Eduardo de Wessex saluda a Judi Dench en un evento en junio de 2016 en el que la actriz lució 007 con Svarowskis en su espalda y se ve el tatuaje de su muñeca derecha.
Su espíritu lo lleva tatuado en la muñeca: Carpe Diem. “Aprovecha el día. No hay tiempo que perder. Me lo hice con mi hija cuando estábamos de compras. Tenía 80 años y de repente me dijo: '¿Estás lista para tener un tatuaje?”, asegura enseñando entre pulseras ese recordatorio de cómo vivir la vida al límite. Acaba de estrenar Asesinato en el Orient Express y está haciendo las rondas típicas de la temporada de premios con otro de sus trabajos reales, Victoria y Abdul, un nuevo retrato de la realeza británica que tantas veces ha interpretado. “¿Cómo me iba a negar? —se ríe la primera que se subió al tren para la nueva versión de la novela de Agatha Christie—. Con esta creo que ya son 10 las veces que trabajo con Ken Branagh. Y el rodaje fue una reunión de colegas donde no tuve mucho más que hacer que estar sentada con un vestuario maravilloso y dos perritos encantadores en un vagón de tren lleno de amigos y sin apenas líneas de diálogo que aprenderme”. Después de conseguir un Oscar como mejor actriz de reparto por el papel más breve jamás galardonado en la historia de estos premios por su interpretación en Shakespeare enamorado y otras seis nominaciones a la misma estatuilla por títulos como Mrs. Brown, Iris o Notes of Scandal, su trabajo en Asesinato en el Orient Express no será el que quede en su obituario. Pero Dench no piensa en esas cosas. “Solo pienso en la suerte que tengo. En lo increíblemente agradecida que estoy de que me ofrezcan trabajo”, asegura.
Sergei Polunin, Olivia Colman, Derek Jacobi, Dame Judi Dench, Kenneth Branagh, Michelle Pfeiffer y Tom Bateman, en el estreno de Asesinato en Orient Express, en Reino Unido.
Sergei Polunin, Olivia Colman, Derek Jacobi, Dame Judi Dench, Kenneth Branagh, Michelle Pfeiffer y Tom Bateman, en el estreno de Asesinato en Orient Express, en Reino Unido. cordon press
Dench ha hecho famosos otros tatuajes más perecederos. El que decía 007 en su espalda trazado con cristales de Swarovski para uno de los estrenos de James Bond, saga en la que inmortalizó una nueva M.
 Y ese que se maquilló en el trasero como si fuera real para expresarle su agradecimiento a Harvey Weinstein, el hombre que apostó por su carrera. 
 Nada más conocerse las denuncias sexuales contra el magnate de Hollywood, la británica dejó claro su “horror” ante los abusos cometidos por el que un día llamó su amigo y no quiere hablar más de ello. 
“Hay veces en las que tienes que lidiar con bullies”, es lo único que añade con pesar
Su vida tiene otro tono. 
Para lo gamberra que aparenta ser, Dench lleva una vida muy organizada.
 Diez minutos de paseo todos los días. “A paso ligero, tengo poco de perezosa”, afirma.
 También a diario aprende una nueva palabra. La de hoy: “Anatidafobia o miedo irracional a que te mire un pato”, se ríe.
 Los martes pinta como lo hicieron su padre, su tío y sus hermanos. Le da igual estar perdiendo visión. “Lo hago por mí, no para que nadie lo vea. Es algo que me da placer”, admite. 
Y el placer es fundamental para alguien como ella, que no disfruta especialmente de su propia compañía.
 Casada durante tres décadas con el también actor Michael Williams hasta su muerte, la actriz no oculta la felicidad que ha vuelto a encontrar junto a David Mills, un naturalista ocho años más joven que ella. 
Dench no juzga, ni a sus personajes ni a ella misma.
 “No pienso en cuestión de edad”, apostilla riéndose de nuevo.
 “Un amigo —como prefiere describir a su compañero— no es más que alguien que está ahí. 
Y ya te digo, yo no soy mi mejor compañía. 
Si estuviera sola sin hacer nada me aburriría soberanamente”.