Brusco cambio de tiempo para esta semana en Península y
Baleares. Por un lado, una borrasca llevará lluvias el miércoles y el
jueves, pero solo a la mitad sur, y, por otro, una masa de aire polar
provocará ese mismo miércoles una bajada de temperaturas "bastante
significativa y generalizada", según avanza Delia Gutiérrez, una de las
portavoces de la Agencia Estatal de Meterología (Aemet). Los valores continuarán siendo muy bajos para esta época del año
durante todo el fin de semana y se esperan heladas en todo el país y
nevadas en el norte, precisa Gutiérrez. Este cambio se debe un movimiento del anticiclón de bloqueo que lleva instalado en la Península desde principios de octubre y que está impidiendo sistemáticamente la entrada deborrascas
de oeste a este. "Girará 90 grados y nos traerá una masa de frío
directamente desde el Polo a partir del miércoles", explica la portavoz
de Meteorología. Esta masa provocará una acusada bajada de las
temperaturas, que comenzará el miércoles en la mitad norte y en este del
país y que se extenderá el jueves hasta el fondo de la Península. El frío se quedará hasta el domingo y solo se salvará Canarias. Este
episodio de frío polar, con temperaturas más bajas de lo habitual,
entra no obstante "dentro de lo normal" para esta época del año. La caída será de "entre cuatro y seis grados" en las temperaturas
máximas en la mitad norte y en el este del país e "incluso ocho grados
en las zonas más altas del sistema Ibérico, del central y de la
cordillera Cantábrica". El miércoles hay avisos amarillos (el primero en una escala de tres) por frío en nueve provincias: Huesca, Teruel, Cuenca, Guadalajara, Burgos, Soria, Girona, Lleida y La Rioja.
Ya el jueves, la masa llegará a la mitad sur, donde el
descenso "será más notable" al partir de valores más altos. Además, las
más afectadas serán las temperaturas mínimas, al llegar la masa de
madrugada. "Al sur del Guadalquivir, las mínimas bajarán de seis a ocho
grados y en zonas más altas de la Penibética, de ocho a 10", detalla la
portavoz.
Las temperaturas se mantendrán así de frías, "e
incluso bajarán un poco más el viernes en el sur", durante todo el fin
de semana en toda la Península, según el pronóstico de la Aemet. En
cuanto a valores concretos, en Madrid se esperan -0,5 el domingo, en
Segovia -5, en Ávila -5,9, en Salamanca -7,6 y en Soria -5,3. En
Valladolid, es cambio, el día más frío será el jueves, con -4,8. Este mapa de mínimas, según Gutiérrez, "dará lugar a
heladas el viernes, sábado y domingo prácticamente en toda la Península
salvo el extremo suroreste". Esta masa de aire, con dirección de
norte a sur, "no es la más favorable a las lluvias", por lo no dejará
precipitaciones importantes pero sí "nevadas significativas en zonas
amplias de la meseta norte y en parte de Aragón en zonas altas y
medias, sobre todo el viernes pero también el sábado". Sí traerá lluvias importantes una borrasca atlántica
que afectó el pasado fin de semana a Canarias y que se colará en la
Península por el suroeste el martes. El miércoles se extenderá a todo el
sur peninsular, donde habrá precipitaciones generalizadas. "Se esperan
entre 10 y 20 litros por metro cuadrado en muchos puntos del sur",
indica Gutiérrez. El miércoles, Cádiz y Málaga tienen aviso amarillo por fuertes lluvias. En Madrid, donde se está viviendo un fuerte episodio de contaminación, "no se descarta que pueda llover algo, pero no se esperan cantidades de lluvia significativas".
Las especulaciones han terminado este lunes por la mañana y Clearence House ha confirmado que el príncipe Enrique de Inglaterra, el hijo pequeño de Carlos y Diana, quinto en la línea de sucesión en Reino Unido, se casará la próxima primavera con la actriz estadounidense Meghan Markle. Los detalles de la boda serán anunciados “a su debido tiempo”. La relación de Enrique y Meghan Markle, protagonista de la serie televisiva Suits(que ya ha abandonado), se remonta al verano de 2016. La cobertura mediática de su noviazgo ha sido tan intensa que el príncipe Enrique tuvo que publicar un comunicado en noviembre de 2016 pidiendo a la prensa y a la gente que relajaran la presión sobre la pareja. Los rumores sobre un inminente anuncio de boda se dispararon al
conocerse que la actriz abandonaba su hogar en Toronto, Canadá, donde
vivía debido al rodaje de Suits, para trasladarse con el
príncipe a Nottingham Cottage, su residencia en el londinense palacio de
Kensington. Cuando se confirmó que sus dos perros, Bogart y Guy, venían a Londres con ella, las casas de apuestas empezaron a bullir. "Su alteza real y Markle se comprometieron en Londres este
mes. El príncipe harry ha informado a Su Majestad la Reina y otros
miembros cercanos de la familia. El príncipe Harry también pidió y
ontuvo la bendición de los oadres de Markle", dice el comunicado
oficial. La fascinación de los enlaces entre la realeza y el pueblo
llano tiene un tirón inevitable, y esta relación tiene todos los
ingredientes para consolidarse como una poderosa derivada en el eterno
relato de la realeza británica. Markle, de 36 años,
divorciada, será la primera estadounidense en contraer matrimonio con
un miembro de la familia real británica desde que Wallis Simpson se casó
con el rey Eduardo VIII, forzando su abdicación hace 81 años. La joven actriz ha cautivado en poco tiempo a los seguidores de la vida
palaciega, hasta el punto de que ha desplazado a Kate Middleton, duquesa
de Cambridge, como icono de moda. En la lista de famosas más
influyentes de la moda elaborada por el buscador de Internet Lyst
-basada en el crecimiento de búsquedas online de prendas
exhibudas por determindos personajes- Markle ocupa el cuarto lugar
(detrás de la cantante Rihanna, la actriz Selena Gomez y la modelo Bella
Hadid), uno por encima de su futura cuñada
El príncipe Enrique, de 33 años, el hijo pequeño de "la princesa del
pueblo", es el más iconoclasta de la familia y también, o quizá por
ello, el más popular.
Sus momentos bajos en los tabloides incluyen una foto con pinta de
llevar varias copas en un club londinense; su decisión, inmortalizada en
la portada de The Sun en 2005, de ir disfrazado de nazi a una fiesta temática de disfraces o una noche de juerga en Las Vegas con amigos. Fue el chico malo y ahora es, más bien, el tipo normal. Puntúan alto en
su balance de la popularidad 10 años de servicio en el Ejército, incluidas dos temporadas en Afganistán, y una intensa labor filantrópica con los veteranos de guerra. Markle es una joven estrella de una serie de televisión. En Suits
da vida a Rachel Zane, una ambiciosa asistente legal reconvertida a
abogada. Hasta la serie, que va por su séptima temporada y se ha
convertido en un pequeño fenómeno, la actriz solo había hecho pequeños papeles en cine y televisión. Para el papel de Rachel Zane buscaban, según declaró a Vanity Fair
el presidente de NBCUniversal, Bonnie Hammer, “a alguien absolutamente
cautivadora, con la que sea fácil identificarse, bella de una manera no
tradicional y que poseyera un autenticidad”. Markle encajó a la
perfección.
La pareja de concursantes lleva 38 días enfrentándose entre sí.
Natalia Marcos En las últimas semanas, Antonio Ruiz y Jaime Conde han monopolizado la silla azul y naranja de Pasapalabra. Su duelo ya se alargado durante 38 días, y está siendo uno de los
duelos más igualados que se recuerda en el programa: Jaime ha ganado 14,
Antonio ha ganado otros 14 y han empatado 10. La opción que da la silla
azul para que el derrotado regrese al día siguiente ha hecho que el
enfrentamiento entre los dos concursantes se haya alargado hasta ahora
durante 38 días, en muchos de los cuales se han quedado a punto de
llevarse el bote del rosco, que ya está en 1.068.000 euros.
En
estos días, Jaime, el último en llegar de los dos al programa, ya lleva
acumulados 22.800 euros. Muy lejos aún de los 105.600 euros que lleva
ganados Antonio en los 109 programas que lleva en el programa de
Telecinco, de los cuales 82 han sido victorias. Pero, ¿quiénes son
Antonio y Jaime, los protagonistas de este duelo? Antonio Ruiz, murciano de 45 años pero residente en Castellón, es músico
autodidacta. Toca la guitarra aunque también maneja el saxo tenor, el
lap steel y el piano . Ha estado en grupos de diferente estilo musical,
aunque compagina la música con otros trabajos. En la actualidad está
desempleado. Su primera aparición en Pasapalabra fue en octubre
de 2016, donde perdió en la silla azul en el primer intento . Seis meses
después fue repescado para un nuevo intento y ahí se hizo con la
victoria, logrando mantenerse durante 26 programas de forma consecutiva. No es el primer concurso en el que demuestra su cultura general, ya que
en Saber y ganar logró ser supermagnífico en 2015. Por su parte, Jaime Conde, de 26 años, es natural de Huelva. A los 18
años fue a estudiar a Madrid, donde se graduó en Traducción e
Interpretación. En 2012 va a vivir a Barcelona, donde continuó sus
estudios e hizo un máster en Lengua Española y Literaturas Hispánicas,
al que siguió el doctorado que cursa actualmente. Se dedica
profesionalmente a la traducción, aunque de una manera esporádica, como
él mismo asegura, ya que todavía no ha logrado ningún contrato con una
editorial. También ha dado clases de inglés, francés y español para
extranjeros. Una de sus mayores aficiones es la literatura. Jaime
también tenía experiencia en concursos antes de Pasapalabra. Se estrenó en Saber y ganar en febrero del año pasado, donde se llevó una muy modesta cantidad de dinero. Se presentó al casting de la Supercopa de Pasapalabra y estuvo a punto de ser el representante de Cataluña, pero fue superado por David Leo. Pasapalabra es líder en su franja horaria, reuniendo a más de
2.100.000 espectadores ante el televisor cada tarde y con una cuota de
pantalla que supera el 16%.
La
octogenaria actriz, que está perdiendo la vista debido a una
degeneración macular, no tiene planes de abandonar el cine y se
encuentra en plena promoción de 'Asesinato en el Orient Express'.
Escribe menos
cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y
que ve menos películas.
Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes
que pide amablemente que dejen de apuntarla.
Y el coche, ni tocarlo.
“Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a
EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara.
Hasta ahí las quejas.
Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está
perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de
ensimismamiento o quizá un punto de sordera.
Pero está claro que nada
detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta
joya británica a la que nunca se le acaban las pilas.
O la risa. “Soy la
persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa
risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en
lágrimas de felicidad.
Desde hace unos años a Judi Dench (Reino Unido, 1934) le falla la vista. Tiene degeneración macular
y la octogenaria dama del cine dice que cada vez ve peor. Escribe menos
cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y
que ve menos películas. Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes
que pide amablemente que dejen de apuntarla. Y el coche, ni tocarlo.
“Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a
EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara. Hasta ahí las quejas.
Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está
perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de
ensimismamiento o quizá un punto de sordera. Pero está claro que nada
detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta
joya británica a la que nunca se le acaban las pilas. O la risa. “Soy la
persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa
risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en
lágrimas de felicidad.
Su espíritu lo lleva tatuado en la muñeca: Carpe Diem.
“Aprovecha el día. No hay tiempo que perder. Me lo hice con mi hija
cuando estábamos de compras. Tenía 80 años y de repente me dijo: '¿Estás
lista para tener un tatuaje?”, asegura enseñando entre pulseras ese
recordatorio de cómo vivir la vida al límite. Acaba de estrenar Asesinato en el Orient Express y está haciendo las rondas típicas de la temporada de premios con otro de sus trabajos reales, Victoria y Abdul,
un nuevo retrato de la realeza británica que tantas veces ha
interpretado. “¿Cómo me iba a negar? —se ríe la primera que se subió al
tren para la nueva versión de la novela de Agatha Christie—. Con esta creo que ya son 10 las veces que trabajo con Ken Branagh. Y el rodaje fue una reunión de colegas donde no tuve mucho más que
hacer que estar sentada con un vestuario maravilloso y dos perritos
encantadores en un vagón de tren lleno de amigos y sin apenas líneas de
diálogo que aprenderme”. Después de conseguir un Oscar como mejor actriz
de reparto por el papel más breve jamás galardonado en la historia de
estos premios por su interpretación en Shakespeare enamorado y otras seis nominaciones a la misma estatuilla por títulos como Mrs. Brown, Iris o Notes of Scandal, su trabajo en Asesinato en el Orient Express
no será el que quede en su obituario. Pero Dench no piensa en esas
cosas. “Solo pienso en la suerte que tengo. En lo increíblemente
agradecida que estoy de que me ofrezcan trabajo”, asegura.
Desde hace unos años a Judi Dench (Reino Unido, 1934) le falla la vista. Tiene degeneración macular
y la octogenaria dama del cine dice que cada vez ve peor. Escribe menos
cartas, un arte que le encantaba practicar, afirma que no puede leer y
que ve menos películas. Se le nota incómoda bajo la luz de los flashes
que pide amablemente que dejen de apuntarla. Y el coche, ni tocarlo.
“Eso sí que es un duro golpe porque tengo un BMW deportivo”, confiesa a
EL PAÍS con una cara que no puede ser más pícara. Hasta ahí las quejas.
Tendrá 82 años, acaba de cumplir seis décadas como actriz, está
perdiendo la vista y, a veces, conversando se nota un halo de
ensimismamiento o quizá un punto de sordera. Pero está claro que nada
detiene a la mujer que más veces ha interpretado a una reina, a esta
joya británica a la que nunca se le acaban las pilas. O la risa. “Soy la
persona menos majestuosa que te puedes echar a la cara”, resume con esa
risa rasposa tan suya que empequeñece sus ojos hasta convertirlos en
lágrimas de felicidad.
Su espíritu lo lleva tatuado en la muñeca: Carpe Diem.
“Aprovecha el día. No hay tiempo que perder. Me lo hice con mi hija
cuando estábamos de compras. Tenía 80 años y de repente me dijo: '¿Estás
lista para tener un tatuaje?”, asegura enseñando entre pulseras ese
recordatorio de cómo vivir la vida al límite. Acaba de estrenar Asesinato en el Orient Express y está haciendo las rondas típicas de la temporada de premios con otro de sus trabajos reales, Victoria y Abdul,
un nuevo retrato de la realeza británica que tantas veces ha
interpretado. “¿Cómo me iba a negar? —se ríe la primera que se subió al
tren para la nueva versión de la novela de Agatha Christie—. Con esta
creo que ya son 10 las veces que trabajo con Ken Branagh.
Y el rodaje fue una reunión de colegas donde no tuve mucho más que
hacer que estar sentada con un vestuario maravilloso y dos perritos
encantadores en un vagón de tren lleno de amigos y sin apenas líneas de
diálogo que aprenderme”. Después de conseguir un Oscar como mejor actriz
de reparto por el papel más breve jamás galardonado en la historia de
estos premios por su interpretación en Shakespeare enamorado y otras seis nominaciones a la misma estatuilla por títulos como Mrs. Brown, Iris o Notes of Scandal, su trabajo en Asesinato en el Orient Express
no será el que quede en su obituario. Pero Dench no piensa en esas
cosas. “Solo pienso en la suerte que tengo. En lo increíblemente
agradecida que estoy de que me ofrezcan trabajo”, asegura.
Dench ha hecho famosos otros tatuajes más perecederos. El
que decía 007 en su espalda trazado con cristales de Swarovski para uno
de los estrenos de James Bond, saga en la que inmortalizó una nueva M. Y
ese que se maquilló en el trasero como si fuera real para expresarle su
agradecimiento a Harvey Weinstein, el hombre que apostó por su carrera. Nada más conocerse las denuncias sexuales contra el magnate de Hollywood,
la británica dejó claro su “horror” ante los abusos cometidos por el
que un día llamó su amigo y no quiere hablar más de ello. “Hay veces en
las que tienes que lidiar con bullies”, es lo único que añade con pesar Su vida tiene otro tono. Para lo gamberra que aparenta ser, Dench lleva
una vida muy organizada. Diez minutos de paseo todos los días. “A paso
ligero, tengo poco de perezosa”, afirma. También a diario aprende una
nueva palabra. La de hoy: “Anatidafobia o miedo irracional a que te mire
un pato”, se ríe. Los martes pinta como lo hicieron su padre, su tío y
sus hermanos. Le da igual estar perdiendo visión. “Lo hago por mí, no
para que nadie lo vea. Es algo que me da placer”, admite. Y el placer es
fundamental para alguien como ella, que no disfruta especialmente de su
propia compañía. Casada durante tres décadas con el también actor
Michael Williams hasta su muerte, la actriz no oculta la felicidad que ha vuelto a encontrar junto a David Mills,
un naturalista ocho años más joven que ella. Dench no juzga, ni a sus
personajes ni a ella misma. “No pienso en cuestión de edad”, apostilla
riéndose de nuevo. “Un amigo —como prefiere describir a su compañero— no
es más que alguien que está ahí. Y ya te digo, yo no soy mi mejor
compañía. Si estuviera sola sin hacer nada me aburriría soberanamente”.