Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, estudia comparecer el miércoles en la comisión del Senado.
Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, estudia comparecer el
miércoles en la comisión del Senado designada este lunes para tramitar
la aplicación del artículo 155 en Cataluña.
El Parlament ha convocado, a
petición de Junts pel Sí (JxSí) y la CUP, para este jueves un pleno
monográfico en el que la declaración unilateral de independencia estará
sobre la mesa. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de
Santamaría ha dejado una puerta abierta a que pueda haber un cambio en
la aplicación de artículo 155 de la Constitución
hasta “el último momento”, algo que también ha hecho el ministro de
Justicia, Rafael Catalá.
El portavoz del Gobierno catalán, Jordi Turull,
afirmó este domingo que en estos momentos "no está sobre la mesa"
convocar elecciones, algo que a priori permitiría suspender la
activación del 155.
Hoy se celebra el 40 aniversario del histórico "Ja sóc aquí" del president Josep Tarradellas, palabras que pronunció al llegar a Barcelona tras 38 años de exilio.
"He visto al presidente tranquilo, firme y absolutamente seguro de que
ha tomado la decisión correcta.
Ha sido prudente a la hora de agotar"
los tiempos antes de poner en marcha el 155, ha dicho el vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado, que
descarta que el adelanto electoral en Cataluña vaya a ir parejo a un
adelanto electoral en España.
"Le veo con fuerza", ha dicho Casado, para
recordar que esta semana se cumple apenas un año del inicio del segundo
mandato de Rajoy.
El rector de la Universidad de Barcelona, Joan Elías, ha afirmado que ante la aplicación del artículo 155, la UB estará al lado de las Generalitat y las instituciones catalanas recuperadas en la transición, informa Guillem Andrés.
El rector ha cerrado con estas palabras un coloquio en la UB de la
Comisión Independiente por el Diálogo, que agrupa a entidades
empresariales, sindicatos o universidades.
La Comisión constata que "aún
hay tiempo para diálogo", que hace falta una "tregua" entre las dos
partes y propone cambiar a los actuales interlocutores por unos que no
esten "tan implicados emocionalmente".
Un diálogo, que debe partir,
también, de la sociedad civil.
“El divorcio fue la verdadera cura para mí” confiesa la actriz que relaciona los ataques más severos a momentos de gran estrés.
La actriz Melanie Griffith en Los Ángeles el pasado mes de abril.gtresonline
La actriz estadounidense Melanie Griffith,
de 60 años, ha revelado que sufre epilepsia desde hace varios años y ha
asegurado que su enfermedad ha mejorado tras separase del actor español
Antonio Banderas. “El divorcio fue la verdadera cura para mí”, ha comentado la intérprete
durante unas charlas organizadas por Women’s Brain Heatlh Initiative el
pasado miércoles en Los Ángeles y según recoge el medio The Hollywood Reporter. Según Griffith, los ataques epilépticos más graves que ha sufrido
estos años han coincidido con situaciones de estrés que estaba viviendo
en ese momento, pero los médicos tardaron 20 años en diagnosticarle la
enfermedad. “Nunca supe por qué sucedía. Los dos últimos ataques me
dieron a bordo de un barco en Cannes. Tuve una gran convulsión y me
llevaron al médico, luego volvimos al yate y me dio otra. Cuando volví a
Estados Unidos fue cuando me dijeron que tenía epilepsia, algo que
nunca me habían dicho en estos 20 años”, ha explicado.
“Me he estado medicando durante estos últimos cuatro años y no he
vuelto a tener otra convulsión tan fuerte, pero en este periodo también me he divorciado,
que creo que fue la verdadera cura para mí”, ha añadido la actriz,
ocasionado la risa entre los presentes. En el evento también
participaron la actriz Sharon Stone, que hizo de anfitriona y también habló del derrame cerebral que sufrió en 2001, la productora de cine Paula Wagner, y el cantautor Rufus Wainwright, entre otros.
Banderas y Griffth se divorciaron en 2014 después de 18 años de matrimonio y una hija en común, Stella del Carmen, de 21 años. Tras su separación ambos mantienen una relación cordial y siguen en contacto como ha demostrado su hija en varias ocasiones en sus redes sociales, donde aparecen los tres juntos. La intérprete de películas como Armas de mujer o Lolita ya había estado casada previamente en otras dos ocasiones, con los actores Don Johnson, con quien tuvo a su hija la también actriz Dakota Johnson de 28 años, y Steven Bauer, padre de su hijo Alexander Bauer de 32 años.
“Ya no me siento estresada. Las mujeres nos hacemos cargo de la
familia, tenemos el marido, una vida, los niños, la casa, trabajamos, no
podemos dormir por la noche porque estamos levantados con los hijos... Creo que no he dormido bien en los últimos 35 años. Todavía no lo hago. Mi ciclo de sueño está totalmente jodido", ha culminado Griffith su
intervención. ampliar fotoMelanie Griffith y Antonio Banderas en la graduación de su hija Stella del Carmen en junio de 2015.CO Epiplepsia o síndrome de Abstinencia? como Sharon Stone, hemmorragia cerebral o exceso de ciertas cosas que no son buenas para la salud. Melani en tu juventud jugaste a todo. Y eso pasa factua. Olvida a Bandeas...y no sé si serás mejor o peor....él pues parece que si.
Cayetana Rivera no rehúye la popularidad, mientras que Andrea Janeiro la rechaza e Isa Pantoja la ha convertido en su negocio.
Andrea Janeiro, Francisco Rivera con su hija Tana e Isa Pantoja.GTRES
El pasado lunes, Cayetana Rivera Martínez de Irujo,
hija de Francisco Rivera Ordóñez y Eugenia Martínez de Irujo, cumplió
18 años. De padres famosos y nieta de dos grandes de la escena social
española, la duquesa de Alba y Carmen Ordóñez, la joven ha sido un
rostro perseguido por la prensa desde que nació. Sus padres la han
protegido hasta que la ley ha dejado de estar con ellos. Por eso a las
redacciones de los medios de comunicación llegaron ese día tres fotos de
Tana con su progenitor, que quiso así acompañarla en el complicado
tránsito del anonimato a la primera página. Estos niños que nacen de la fama de sus padres heredan la fama de ellos, y heredan aceptarla o no según la educación que hayan tenido. No me sorprende que la hija de Belén huya de todo lo que su madre dió a medios de cotilleos, como la Hija de la Pantoja que su fama la vende con amorios, no es una niña pero es madre y parece nada respetable. Quizás estas madres y padres famosos creyendo que les daban todo solo dieron "Soledades" que cada uno remedió " como supo, la hija de Fran Rivera y la duquesita de miniatura es posible que se salga de los patrones de las otras dos o quizás no.
En el caso de la nieta de Cayetana Alba su anonimato era
relativo, porque de ella se ha hablado y mucho en los medios e incluso
se ha vislumbrado su imagen cuando ha acudido a citas familiares
importantes, como la segunda boda de su padre. Pixelar su rostro no la
ha hecho del todo invisible. Ahora, ya sí, Tana puede ser fotografiada
en cuanto ponga el pie en la calle. No busca la fama pero no la va a
rehuir.
No le sucede lo mismo a Andrea Janeiro,
que tiene por madre a una de las mujeres más famosas y polémicas de la
televisión: Belén Esteban. La joven este verano también alcanzó la
mayoría de edad y se vio por primera vez su rostro en los medios, aunque
desde hace años su madre se encargó de hablar de ella en los programas y
en las revistas, incluso de contar al detalle la batalla con Jesulín de
Ubrique, su padre, para que se interesara por su educación. Andrea no
quiere ser famosa y ha prohibido a su madre que hable más de ella. Por
eso, entre otras cosas, se ha marchado este año a estudiar a Reino
Unido . Quiere poner distancia con los fotógrafos que desde niña han
seguido sus pasos. Belén Esteban se siente culpable de la exposición a
la que ha sometido a su hija porque se da cuenta de que ella no desea
heredar su popularidad.
El pasado lunes, Cayetana Rivera Martínez de Irujo,
hija de Francisco Rivera Ordóñez y Eugenia Martínez de Irujo, cumplió
18 años. De padres famosos y nieta de dos grandes de la escena social
española, la duquesa de Alba y Carmen Ordóñez, la joven ha sido un
rostro perseguido por la prensa desde que nació. Sus padres la han
protegido hasta que la ley ha dejado de estar con ellos. Por eso a las
redacciones de los medios de comunicación llegaron ese día tres fotos de
Tana con su progenitor, que quiso así acompañarla en el complicado
tránsito del anonimato a la primera página. En el caso de la nieta de
Cayetana Alba su anonimato era relativo, porque de ella se ha hablado y
mucho en los medios e incluso se ha vislumbrado su imagen cuando ha
acudido a citas familiares importantes, como la segunda boda de su
padre. Pixelar su rostro no la ha hecho del todo invisible. Ahora, ya
sí, Tana puede ser fotografiada en cuanto ponga el pie en la calle. No
busca la fama pero no la va a rehuir. No le sucede lo mismo a Andrea Janeiro,
que tiene por madre a una de las mujeres más famosas y polémicas de la
televisión: Belén Esteban. La joven este verano también alcanzó la
mayoría de edad y se vio por primera vez su rostro en los medios, aunque
desde hace años su madre se encargó de hablar de ella en los programas y
en las revistas, incluso de contar al detalle la batalla con Jesulín de
Ubrique, su padre, para que se interesara por su educación. Andrea no
quiere ser famosa y ha prohibido a su madre que hable más de ella. Por
eso, entre otras cosas, se ha marchado este año a estudiar a Reino
Unido. Quiere poner distancia con los fotógrafos que desde niña han
seguido sus pasos. Belén Esteban se siente culpable de la exposición a
la que ha sometido a su hija porque se da cuenta de que ella no desea
heredar su popularidad.
La hija de Eugenia Martínez de Irujo y Francisco Rivera, la última hija de famosos en cumplir 18 años.GTRESONLINE
Hay quien por el contrario vive de explotar la fama que ha
recibido. Es el caso de Isa Pantoja, que ha hecho del ser “hija de” todo
un negocio. La tonadillera educó a Isa para que viviera al margen de los medios, obligándola a estudiar y manteniéndola todo lo que pudo en la finca Cantora. Tanto la escondió que ella se sintió como secuestrada. Hace tres años,
el día en que cumplía los 18, su madre emitía un comunicado con el que
anunciaba lo que era un secreto a voces, solo protegido porque la ley
obligaba: la joven esperaba su primer hijo. “Su embarazo ha sido fruto
de una relación estable y duradera de amor, así como plenamente
consciente y deseado. Ruego que se respete su intimidad”dijo la cantante. Desde ese día, Isa Pantoja no ha hecho
otra cosa que vender su vida. Heredar la fama, a ella, le ha resultado
rentable.
La próxima en cumplir 18 años es Alejandra Rubio, la hija de Terelu Campos. “Al
ver lo de Tana, pensé: la que se nos viene encima”, ha dicho la
presentadora. “Creo que Alejandra ha aprendido que tiene que tomarse las
cosas con la mayor naturalidad. Que te hagan una foto no es una cosa
terrorífica. Pero ella será más Andrea que Isa”.
Miren la foto y verán que hay gente que ya no está.No nos va a enseñar nadie hacer encaje de bolillos, asi que empiecen ya el aprendizaje.
Todas las fuerzas políticas y territoriales se concertaron para establecer unas bases sobre las que modernizar el país.
De
izquierda a derecha, Enrique Tierno Galván (PSP), Santiago Carrillo
(PCE), José María Triginer (FSC), Joan Reventós (PSC), Felipe González
(PSOE), Juan Ajuriaguerra (PNV), Adolfo Suárez (UCD), Manuel Fraga (AP),
Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD) y Miquel Roca (minoría catalana).EUROPA PRESS
Este miércoles, 25 de octubre, se cumplen 40 años de la firma de los Pactos de la Moncloa (fueron dos, denominados Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política),
que se convirtieron en un paradigma mundial de diálogo y convivencia
democrática entre todas las fuerzas políticas y territorios (incluidos,
evidentemente, los nacionalistas vascos y catalanes). Los pactos
permitieron a España iniciar el camino de la modernización que la
llevaría a integrarse en la Unión Europea y a tener uno de los periodos
más largos de prosperidad de su historia.
La
radiografía de aquella España de 1977 presentaba, en el terreno
económico, un cuadro clínico explosivo que revelaba unas cifras que se
parecían poco a las que había manejado la oficialidad franquista. Era
una economía muy intervenida que llegaba duramente lacerada por la
crisis económica mundial causada por el encarecimiento de los precios
del petróleo tras la guerra del Yom Kippur
entre árabes e israelíes de 1973. El PIB era de 9,1 billones de
pesetas, con un PIB por habitante equivalente a 3.000 dólares (hoy
supera los 28.000 dólares); un crecimiento en términos reales del 2,8%
que parecía sólido, pero con un consumo privado más débil, en torno al
1,5%. El déficit público (en torno al 2%) no era alarmante, pero no
incluía muchos organismos autónomos o empresas públicas e industrias que
luego tendrían que pasar por la reconversión. La inflación estaba
oculta por la Junta Superior de Precios (JSP) y aquel año se disparó
hasta un escalofriante 26,4%, aunque en algún momento del año llegó a
rebasar el 30%, y los tipos de interés para créditos personales
superaban el 10%, aunque no tardarían en sobrepasar el 20%. También apareció entonces otro de los graves problemas estructurales de
la economía española, que se ha instalado a lo largo de los 40 años, el
desempleo, que se vio alimentado por la vuelta de muchos emigrantes, en
parte atraídos por la apertura, pero también porque la crisis del petróleo había hecho mella en los países en los que se encontraban. En 1973, los parados rondaban los 325.000, según la Encuesta de
Población Activa (EPA). En diciembre de 1976 había pasado a 627.990 y a
760.060 un año después, para superar el millón a finales de 1978. La
tasa de paro sobre la población activa era a finales de 1977 de 5,69%. Desde entonces se desbocó hasta superar el 25% y los cinco millones de desempleados de los últimos años.
Este miércoles, 25 de octubre, se cumplen 40 años de la firma de los Pactos de la Moncloa (fueron dos, denominados Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política),
que se convirtieron en un paradigma mundial de diálogo y convivencia
democrática entre todas las fuerzas políticas y territorios (incluidos,
evidentemente, los nacionalistas vascos y catalanes). Los pactos
permitieron a España iniciar el camino de la modernización que la
llevaría a integrarse en la Unión Europea y a tener uno de los periodos
más largos de prosperidad de su historia.
La
radiografía de aquella España de 1977 presentaba, en el terreno
económico, un cuadro clínico explosivo que revelaba unas cifras que se
parecían poco a las que había manejado la oficialidad franquista. Era
una economía muy intervenida que llegaba duramente lacerada por la
crisis económica mundial causada por el encarecimiento de los precios
del petróleo tras la guerra del Yom Kippur
entre árabes e israelíes de 1973. El PIB era de 9,1 billones de
pesetas, con un PIB por habitante equivalente a 3.000 dólares (hoy
supera los 28.000 dólares); un crecimiento en términos reales del 2,8%
que parecía sólido, pero con un consumo privado más débil, en torno al
1,5%. El déficit público (en torno al 2%) no era alarmante, pero no
incluía muchos organismos autónomos o empresas públicas e industrias que
luego tendrían que pasar por la reconversión. La inflación estaba
oculta por la Junta Superior de Precios (JSP) y aquel año se disparó
hasta un escalofriante 26,4%, aunque en algún momento del año llegó a
rebasar el 30%, y los tipos de interés para créditos personales
superaban el 10%, aunque no tardarían en sobrepasar el 20%.
También apareció entonces otro de los graves problemas
estructurales de la economía española, que se ha instalado a lo largo de
los 40 años, el desempleo, que se vio alimentado por la vuelta de
muchos emigrantes, en parte atraídos por la apertura, pero también
porque la crisis del petróleo había hecho mella en los países en los que se encontraban.
En 1973, los parados rondaban los 325.000, según la Encuesta de
Población Activa (EPA). En diciembre de 1976 había pasado a 627.990 y a
760.060 un año después, para superar el millón a finales de 1978. La
tasa de paro sobre la población activa era a finales de 1977 de 5,69%.
Desde entonces se desbocó hasta superar el 25% y los cinco millones de desempleados de los últimos años.
Además, el peso del sector primario era todavía alto. De los
12,5 millones de trabajadores ocupados que había en 1977 (casi 19
millones en la actualidad), 2,5 millones lo estaban en agricultura
(ahora hay menos de un millón) y más de 5,3 millones ya estaban en el
sector servicios, cifra que en la actualidad ha crecido hasta los 14
millones. El turismo, la primera industria nacional, trajo a España 34
millones de visitantes, bastante menos de la mitad de los más de 80
millones que se esperan para este año si no se tuercen las previsiones
por la crisis catalana. El sector empresarial era una mezcla de monopolios y
oligopolios, controlados en su mayor parte por el Estado, que había
acogido en su seno a empresas quebradas de todo signo y condición como
solución alternativa al cierre antes de tener que enfrentarse a
problemas sociales. Era una economía intervencionista y rígida que no
tenía capacidad competitiva, en la que la JSP fijaba el valor de compra
de los artículos básicos mediante los escandallos de costes. Una
antigualla franquista.
Era una economía intervencionista y rígida sin capacidad competitiva
Todo estaba roto o descosido. La decisión del Gobierno de Suárez (UCD), recién salido de las urnas el 15-J,
de devaluar la peseta casi un 20% era un síntoma claro de la crítica
situación que vivía el país. Con los precios desbocados y la estructura
social maltrecha no cabía otra salida que buscar un gran acuerdo
nacional con la participación de todas las fuerzas políticas y sociales. Suárez encargó a Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente al frente del área económica,
y a Fernando Abril Martorell, vicepresidente encargado del área
política, que pusieran en marcha la maquinaria para corregir las grandes
lacras que lastraban la economía española: la inflación, el desempleo y
el fuerte déficit exterior, que superaba los 11.000 millones de
dólares. Estaban en marcha los Pactos de la Moncloa. Se trataba de involucrar a
todos. “O los demócratas acaban con la crisis económica o la crisis
acaba con la democracia”, afirmó Fuentes Quintana recuperando una frase
de un político republicano de 1932. Y allí estaban invitados los
políticos que venían del franquismo con ánimos de cambio y los partidos
de izquierda; los sindicatos, recién salidos de las catacumbas, y los
empresarios, que acababan de constituir la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE).
Así representó Peridis en vísperas de la firma de los acuerdos lo delicado de la negociación.
“La idea era un ajuste general para luego abordar una
Constitución para todos y no que estuviera partida, ése era el sentido
profundo de aquellos pactos”, sostiene José Luis Leal, entonces director general de Política Económica. Leal, que luego sería ministro de Economía con UCD, formó el equipo que
redactó el documento técnico base para los pactos junto a Manuel
Lagares, subsecretario de Economía; Luis Ángel Rojo, director del
Servicio de Estudios del Banco de España, y Blas Calzada, director
general de Estadística.
“Situación insostenible”
El documento técnico tenía que pasar la aprobación política. Abril negoció primero con Carrillo, lo que no agradó mucho al PSOE, que
había salido de las elecciones generales con una clara perspectiva de
llegar al poder. Quizá por ello mostró bastantes reticencias a dar su
respaldo, cuando la propia UGT (su sindicato hermano) no los veía mal. Sin embargo, Felipe González accedió a firmar. “Había un evidente riesgo
de descarrilamiento, los ingresos no iban bien, la balanza exterior
presentaba un enorme déficit, empezaba a aflorar el desempleo..., la
situación era insostenible”, afirma Carlos Solchaga, que unos años
después sería ministro de Industria con el PSOE y, después, de Economía. La ausencia de los sindicatos y la patronal de la histórica foto de la firma
en la Moncloa se debió, según recuerdan algunos de los protagonistas, a
que los pactos tuvieran más la rúbrica política de las fuerzas
representadas en el Parlamento. “Los Pactos de la Moncloa se hicieron
porque los sindicatos nos negamos a hacer el pacto social que nos
proponía Suárez”, recuerda Nicolás Sartorius, dirigente entonces de
Comisiones Obreras y del PCE; “le sugerimos que lo importante era
alcanzar un acuerdo económico y político. Si hubiera alcanzado un pacto
social con nosotros, probablemente habría pasado de buscar acuerdos tan
amplios con los partidos como los que dieron lugar a los Pactos de la
Moncloa”.