Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de
Madrid, perjura que solo piensa en el presente y que sus energías se
centran en objetivos realistas que a veces consigue "haciéndose la
rubia".
Milagros Pérez Oliva
Cristina Cifuentes viste quimono de ADRIANA IGLESIAS y pendientes
de ANTON HEUNIS. Estilismo: Francesa Rinciari
Once de la mañana. La espera se hace larga y alto tediosa ante los
magníficos ventanales de la Real Casa de Correos que dan a la Puerta del
Sol
. Abajo, la ciudad se mueve, va y viene.
Arriba, esperamos. Los
vestidos están sobre la mesa, cuidadosamente dispuestos, las cámaras
preparadas para disparar. La mañana se le ha complicado a Cristina
Cifuentes y acumula un considerable retraso.
Pero cuando llega, todo se
acelera.
El clima se vuelve frenético: da órdenes, consulta a sus
asesores, siempre sonriente y derrochando complicidad.
De repente se
detiene, extasiada, ante la mesa donde le espera la ropa con que habrá
de posar. Se prueba todas las prendas y todas le gustan.
Pide
direcciones y referencias, se mira, se vuelve a mirar. Le encanta la
moda.
El sector representa más del 3% del PIB. ¿Los poderes públicos hacen suficiente por esta industria?
No, hemos de apoyarla mucho más. Pasa una cosa curiosa y es
que cuando a los políticos se les pregunta por el mundo de la moda,
parece que les incomode responder.
Tienen miedo de parecer frívolos.
Nosotros trabajamos mucho con la Asociación de Creadores de Moda de
España para ver de qué forma podemos ayudar. Yo voy todos los años a la
Fashion Week y la última edición se ha abierto aquí, en el edificio de
Correos, con Roberto Verino.
Se trata de una industria que crea
muchísimos puestos de trabajo y que apuesta por la creatividad. Tenemos
grandes diseñadores a los que hemos de apoyar.
Hemos de lograr que todo
ese talento vaya a más y que nuestra moda se pueda vender fuera.
“Cuando estás representando a los ciudadanos tienes que hacerlo con dignidad y eso incluye cuidar tu aspecto físico”.
¿Hasta qué punto la imagen, la forma de vestir y estar es importante para un político?
Desde luego que cuenta.
Yo creo que cuando estás
representando a los ciudadanos, tienes que hacerlo con dignidad, y eso
incluye cuidar tu aspecto físico. Pero también es verdad que a las
mujeres políticas se nos exige más.
Cuando un hombre va a un acto, la
noticia es lo que dice. Cuando va una política, a veces, se destaca más
lo que lleva puesto.
Lo que yo pretendo con la imagen es simplemente
mostrarme como soy.
¿Y cómo es?
Pues una persona bastante normal. Abierta en general. Yo diría que cada vez más abierta.
¿Sin miedo?
Yo no tengo miedo.
Le perdí el miedo a la muerte [en 2013
sufrió un grave accidente de moto que estuvo a punto de costarle la
vida] y eso hace que se lo pierdas a casi todo. Me ha hecho libre.
Ha dicho muchas veces que esa circunstancia le cambió la vida. ¿En qué sentido?
Aprendes a valorar las cosas importantes y te das cuenta de
que son muy pocas.
En mi caso, la salud, sobre todo la de mi familia.
Los amigos de verdad y poder disfrutar de las cosas sencillas.
Pensar
que cada nuevo día es un regalo.
Y también intentar hacer agradable la
vida a quienes tienes a tu alrededor.
Hay personas que, tras encontrarse en una situación
límite como la suya, no sienten ninguna necesidad de cambiar. Piensan
que su vida anterior era ya satisfactoria. ¿No era ese su caso?
Cuando estuve al borde de la muerte, no hice una
recapitulación, simplemente me di cuenta de que me moría y me preparé
para morir.
Ahí puede estar la diferencia. Hay mucha gente que ha estado
a punto de morir, pero no tanto como para prepararse para ello. Cuando
eres consciente de haber llegado a ese punto, de alguna forma quedas en
paz contigo misma y con los demás, porque perdonas.
Y cuando sales de
ahí, estás en una posición un poco, no sé… ¡zen! Yo me he vuelto mucho
más comprensiva con los defectos de los demás y con los míos.
Lo
relativizo casi todo.
Estuvo en coma mucho tiempo, pero salió bien.
Salí, pero sufrí mucho.
Salí con mucho dolor, y sigo teniendo una vértebra aplastada, pero me quejo lo justo.
¿Y si hubiera salido mal? ¿Y si hubiera quedado
postrada en una cama, sin tratamiento posible? ¿Sería partidaria de
regular la eutanasia en España?
Es un debate muy delicado.
Hay que tener cuidado, porque
para mucha gente supone tocar sus convicciones más íntimas, incluso sus
creencias.
Pero usted, Cristina Cifuentes, ¿qué piensa?
Personalmente creo que es importante que uno muera con
dignidad, lo que pasa es que el concepto de muerte digna también es
relativo. A mí no me gustaría, y lo he dicho, que me mantuvieran en
coma. No querría.
Pero insisto, es un debate que yo no quiero abrir, lo
digo así de claro, porque creo que no debo ser yo la persona que lo
abra.
He pasado por esa experiencia, he conocido la situación límite de
quien ya no puede más y tira la toalla, sé muy bien lo que querría para
mí.
Pero me resulta difícil pronunciarme sobre un tema del que cada
persona tendrá una opinión diferente.
Chaqueta de LOEWE y pendientes de COOLOOK DESIGN.
Foto: Rosa Copado
Parece optimista. Entusiasta incluso. Con eso ya tiene la mitad de la batalla ganada ¿no?
Sí, soy tremendamente optimista.
Las dificultades de la vida
hay que encararlas. Muchas veces estamos amargados por cosas que no son
importantes.
O porque nos marcamos objetivos y metas que no son
realistas. Yo he aprendido a disfrutar de las cosas sencillas, no
necesito mucho. Vivo de manera bastante austera.
Vengo de una familia de
ocho hermanos. Nunca nos faltó nada, pero tampoco sobró.
Alguien me ha comentado que la ha conocido con un estilo muy diferente al de ahora: morena, pelo rizado, algunos kilos más…
¡Pero eso debió de ser hace por lo menos 40 años! Sí, he
llevado el pelo a lo chico, a lo afro, de color naranja.
De joven yo era
muy rebelde.
Ahora participa cada día en comités en los que se maneja mucho poder. ¿Sin tacón no hay reunión?
¡Ja, ja! Esta frase es una broma que repetimos entre las
chicas del equipo.
Está bien frivolizar en algunas ocasiones. Decimos
que “sin tacón no hay reunión” y también que “hay que hacerse la rubia».
Cuando te reúnes con hombres y «te haces la rubia», pero sin bajar la
guardia, consigues muchísimo más.
¿Qué significa exactamente “hacerse la rubia”?
Hacerte la tonta, hacer como que no te enteras…
A muchas feministas eso les parecerá horrible…
Bueno, yo creo que también el feminismo va cambiando. Antes
había más estereotipos.
Es como decir que si eres feminista no te puedes
pintar el ojo, ni te puedes arreglar, ni ponerte tacón. Tengo amigas
que son feministas y van perfectamente arregladas.
¿Es usted una de ellas?
El feminismo tradicional ha tenido un papel muy importante,
sobre todo en la época en la que había que legislar para lograr la
igualdad.
Pero ahora, esa fase ya está superada, la igualdad legal ya
existe. El problema del feminismo tradicional es que en algunas
ocasiones se ha identificado con la defensa de las mujeres, pero a costa
de ir en contra de los hombres.
Yo creo que ellos han de ser nuestros
aliados, no nuestros enemigos.
Es cierto que la igualdad ya está en las leyes, pero no en la realidad, en nuestro día a día.
Aún existen muchos micromachismos y tenemos que seguir
reivindicando la igualdad, porque hay muchas mujeres, entre las que me
incluyo, que hemos tenido la suerte de no haber sido discriminadas, pero
hay muchas otras que lo siguen siendo.
Gabardina de ÁNGEL SCHLESSER y pendientes de COOLOOK DESIGN.
Foto: Rosa Copado
Se dice que las mujeres no han sido preparadas para ejercer el liderazgo, que se retraen ante el poder.
Las mujeres somos heroínas, nos hemos tenido que hacer cargo
de todo y con mayor nivel de exigencia.
Muchas se han quedado en el
camino porque les ha faltado apoyo. Pero el liderazgo, en general, lo
ejercemos igual, lo que pasa es que algunas características femeninas
son mejores.
Tenemos más capacidad de empatía.
La Comunidad de Madrid ha estado presidida por
mujeres potentes. A su antecesora la llamaban La Lideresa. Ella tenía un
estilo. ¿El suyo cómo es?
Lo que intento, y creo que se me da bien, es trabajar en
equipo.
Soy la cabeza visible, pero detrás hay un grupo de gente con el
que, además de trabajar, tengo una relación personal.
Es cierto que
algunos empleados de la Comunidad me han comentado que conmigo han
notado un cambio de estilo.
Hay mucho compañerismo, no tanta formalidad.
Un trato mucho más directo, más cercanía, diría yo.