Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

15 abr 2017

Con las misioneras del dolor..... Alberto G. Palomo

Al centro de la Madre Teresa en Calcuta acuden cientos de enfermos a pasar sus últimos días y de voluntarios internacionales deseosos de ayudar. 

La canonización de la fundadora levantó polémica.

Una misionera de la caridad limpia una da las habitaciones del centro para enfermos Prendam, donde se encuentra un paciente. 
Una misionera de la caridad limpia una da las habitaciones del centro para enfermos Prendam, donde se encuentra un paciente.

 Tres hileras de enfermos se funden bajo el calor que soporta una de las mayores urbes del planeta. 

Apenas pueden moverse de sus camillas. Esperan sus curas diarias con resignación.

 Estamos en Calcuta, al este de la India, con cinco millones de personas y una temperatura media de 27 grados centígrados que llega a los 43 en determinados meses.

 Aquí, el centro de Misioneras de la Caridad fundado por la Madre Teresa resiste el paso de los años sirviendo a aquellos que van a abandonar irremediablemente la vida. 

De nombre Kalighat y abierto en 1952, fue el inicio de un icono del catolicismo que ganó el Premio Nobel de la Paz hace cuatro décadas y acaba de ser canonizado.

 Sus actividades, no obstante, han estado cargadas de polémica: algunos las alaban como un ejercicio de amor incondicional al ser humano; otros las tachan, precisamente, de inhumanas.

Situado muy cerca del Barrio Rojo, famoso nicho de prostitución al sur de la ciudad, el centro de Misioneras se ha erigido como la meca del voluntariado internacional.
 Miles de personas eligen el lugar como espacio donde tender una mano a los más necesitados.
 Dentro de él, el dolor se palia con fe.
 Cuando no existe tratamiento, el paciente está llamado a atravesar un recorrido místico que descubra la presencia de lo supraterrenal en su interior. La aflicción será su único remedio.
 Así lo determinó la Madre Teresa, creadora de este hogar y llamada originalmente Agnes Gonxha Bojaxhiu (Skopje, Macedonia, 1910- Calcuta, India, 1997).
“El sufrimiento en sí mismo no tiene ningún sentido, pero cuando permito que sea Cristo quien sufra en mí, cuando Cristo me permite compartir su pasión, entonces tiene un significado tremendo.
 Es el mayor regalo que Dios puede darle a un alma”, rezaba la religiosa. Su biografía se cimentó en la creación de más de 50 centros de Misioneras de la Caridad por el mundo. 
El principal, el ya citado de Calcuta (obtuvo la nacionalidad india), fue su mascarón de proa.
 Aquel con el que ayudar a “los más pobres de los pobres”, objetivo de su orden, se hizo más flagrante. 
Aquel en el que se funden las hileras de camillas.

 

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