Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 ene 2017

Eduardo Mendoza: “¿Gamberro y caballero? No es mala combinación”

El último premio Cervantes repasa su carrera y habla de Barcelona, de sus grandes éxitos, las modas literarias, la censura, la dimensión humorística de su obra y de Marta Sánchez.

Eduardo Mendoza, en Barcelona en diciembre pasado.
Eduardo Mendoza cumplirá 74 años el próximo 11 de enero y el 23 de abril recibirá el Premio Cervantes.
 Ahora pasa más tiempo en Londres que en Barcelona, pero ha vuelto a su ciudad natal para pasar la Navidad. Sentado en la cafetería del Museo Marítimo, el escritor parece más abrumado por las fiestas que por los honores.
 En 2015 se cumplieron 40 de su debut como novelista con La verdad sobre el caso Savolta
Ese mismo año publicó en Seix Barral, su editorial de siempre, El secreto de la modelo extraviada, su última novela por ahora, otra disparatada peripecia del detective loco nacido en 1979 con su segunda obra: El misterio de la cripta embrujada. Hay un Mendoza serio y un Mendoza humorístico.
PREGUNTA. Es imposible encontrar a alguien que hable mal de usted. Para los jóvenes es un gamberro; para los mayores, un caballero. ¿Usted qué se siente?
RESPUESTA. Ninguna de las dos cosas, pero no me parece mala combinación. Si eres solo un gamberro, eres un indeseable. Si solo eres un caballero, eres un muermo.
P. Todos lo clasifican como escritor de humor, incluso el jurado del Cervantes. ¿Se identifica con la etiqueta?
R. Tengo que asumirlo: he hecho una parte de mi obra no ya con humor, sino claramente humorística, o sea, planteada para hacer reír. No de humor, de risa. Creo que a través de mí el jurado del Cervantes ha querido reconocer una vertiente de la literatura que hasta hace poco se consideraba de segunda fila.
P. La tradición española está llena de chistes y, a la vez, de reparos hacia el humor.
R. Es cierto. De hecho, la literatura de humor española ha sido fundacional. La literatura de humor inglesa nace cuando leen el Quijote y la picaresca.
 La francesa, porque leen a Cervantes y a Quevedo.
 Los dos son corrosivos, los dos tienen lectores devotos.
P. ¿Cómo se explica entonces ese desdén?
R. Quizá porque somos dados al chiste, al juego de palabras y a la risa en el bar identificamos el humor con lo relajado. Eso ha provocado olvidos en el canon contemporáneo de escritores muy valiosos.
P. ¿Por ejemplo?
R. Mihura, Jardiel. Mihura está a la altura de muchos escritores dramáticos. Sin embargo, parece que es para el domingo por la tarde, cosa de chiste.

P. ¿Le gustan los chistes?
R. Mucho. El chiste es algo extraordinario, un minirrelato con sorpresa.
 El chiste y el juego de manos me fascinan. El trabajo lo pone el receptor, que se deja llevar por el engaño. Es la esencia misma de la ficción.
P. ¿Tiene alguno favorito?
R. Alguno, pero no te lo voy a contar [se ríe]. Los cuento muy mal.
P. El chiste malo también es un género.
R. Claro, solo con decir “te voy a contar un chiste”, el que escucha empieza a reírse. Esa complicidad es estupenda. Ojalá la literatura tuviera esta rapidez de comunicación.
P. ¿No tiene miedo de que se lean como de humor sus libros serios?

R. No es un temor, es la realidad.
 Hay gente que me ha dicho que se ha reído mucho con un libro que yo he escrito totalmente en serio. 
A veces me veo como esos actores cómicos que quieren hacer un papel dramático y, nada más aparecer, la gente se ríe.
P. ¿Alguna vez ha pensado cómo habría sido su carrera si en lugar de empezar a publicar con La verdad sobre el caso Savolta hubiera sido con El misterio de la cripta embrujada?
R. Sí, pero no hay respuesta. El Savolta es la primera novela que publiqué, pero antes había escrito cosas que intenté publicar y, por suerte, me rechazaron.
 Y eran de humor. Me metí en el Savolta porque también me interesaba la novela de gran calado.
P. ¿Es cierto que quemó esas primeras novelas?
R. Sí, claro. Para no tener tentaciones o que las tuviera alguien. Pensé: “Si me muero tal vez lo publican y quedo muy mal” [se ríe]. Las quemé para favorecerme a mí mismo y a los posibles lectores.

Eduardo Mendoza, en Barcelona en diciembre pasado.


P. A veces, sin embargo, ha abandonado una novela y la ha retomado luego. La ciudad de los prodigios, ¿no?
R. La empecé porque yo continuaba con el mismo estilo del Savolta, entre novela histórica y memoria colectiva, pero el Savolta se me fue de las manos.
 Pensé que era un libro que iba a pasar más o menos inadvertido y de repente… Salió en 1975, murió Franco y aquello creó una expectativa respecto a la segunda novela que me paralizó.





 

 

El jardín impresionista de Claude Monet...................Jean Marie del Moral

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Nenúfares. / Jean Marie del Moral 
Desde 1895 hasta su muerte, en el año 1926, Claude Monet pintó sin descanso su jardín de Giverny. 
Este es un recorrido fotográfico por los rincones preferidos del maestro del impresionismo en aquel vergel de Normandía cuyos paisajes de agua y reflejos se volvieron obsesivos en su vida y en su obra. 
TARDES DE SOL. Mirlos disfrutando y cantando.
 Durante casi un año, con Monet en la mente, he tenido el privilegio de pasearme con mi cámara por este jardín de Normandía, en Giverny, a solo unos 50 kilómetros de París.
 Me han maravillado los amaneceres y los atardeceres, cuando los turistas regresan a sus autocares y ya solo mandan el silencio y la paz.
 Hasta las flores y los árboles parecen apreciarlo.
Claude Monet amaba esos momentos del día, cuando cae el sol y las ranas del estanque empiezan a croar. 
Se levantaba de su taburete y abandonaba el caballete y el cuadro en proceso.
 En verano, a partir de las cinco de la tarde, los nenúfares se cierran.
 Fumando su pipa, el viejo maestro, enfadado con la catarata que dificultaba su trabajo, se paseaba entre el Estanque Japonés y Le Clos Normand admirando capuchinas, cerezos, glicinias, sauces y nenúfares.  
Miraba los reflejos y el agua temblando. 
Es un jardín de pintor, no se parece a ningún otro. De inspiración francesa, británica y japonesa, también tiene un toque mediterráneo.
 “Esos paisajes de agua y reflejos se han vuelto obsesivos para mí, pero quiero seguir pintando más allá de mis fuerzas de viejo”, decía el artista. 

Una dalia rosa. Jean Marie del Moral

9 ene 2017

Los libros que hay que leer en 2017...................... Javier Rodríguez Marcos

El centenario de la Revolución rusa y la Transición española protagonizan los títulos literarios del año.

Lenin, en un mitin en la Plaza Roja de Moscú, en 1918. CORDON PRESS
De todo empieza a hacer ya cien años.
 Por ejemplo, de la revolución bolchevique, que formateó política y geográficamente el mundo hasta el punto de que algunos historiadores hablan del “corto siglo XX” para subrayar que la centuria pasada no duró diez décadas completas, sino que empezó en 1917 y terminó en 1991, el tiempo que duró la Unión Soviética. Aunque las turbulencias en Oriente Próximo matizan ese subrayado y demuestran que seguimos pagando la factura de la Primera Guerra Mundial, las librerías se llenarán este año de títulos relacionados con la sustitución de la Santa Rusia por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. 
  Así, a la reciente recuperación de La revolución rusa (Debate), un exhaustivo panorama convertido en clásico desde que el historiador estadounidense de origen polaco Richard Pipes lo publicó en 1990, se le sumarán títulos como Cartas desde la revolución bolchevique (Turner), de Jacques Sadoul, o El tren de Lenin (Crítica), en el que Catherine Merridale relata el viaje de Vladímir Ilich Ulíanov de Zúrich a la Estación Finlandia (San Petersburgo) en un tren fletado por el Gobierno alemán, que confiaba en que el líder rojo sacara a Rusia de la Gran Guerra.
Para los que no se atrevan con las mil páginas de Pipes, Galaxia Gutenberg y Crítica publicarán sendos estudios divulgativos firmados, respectivamente, por Mira Milosevic —Breve historia de la revolución rusa— y Julián Casanova —La venganza de los siervos—. 
Para los que quieran una visión más panorámica aún —y desde la otra orilla ideológica del conservador Pipes—, la propia Crítica publica el mes que viene El siglo de la revolución. Una historia del mundo de 1914 a 2017, del historiador y maestro de historiadores Josep Fontana.
Pero igual que la influencia de la URSS se extendía más allá de la tópica estepa rusa, el comunismo como género literario está plagado de subgéneros de ficción y de no ficción.
 Por el lado de esta última, los historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs publican este mes De la hegemonía a la autodestrucción (Crítica), una historia del Partido Comunista de España entre 1956 y 1982 que explica cómo la principal fuerza del antifranquismo desembocó en la irrelevancia con la democracia.
 Por el lado de la narrativa, la poeta yperiodista Aroa Moreno debuta en la novela con La hija del comunista (Caballo de Troya), un retrato de emigrantes españoles en la República Democrática Alemana, al otro lado del Muro de Berlín.
Padres de lengua española. “El pasado es un pozo insondable en cuya negrura apenas alcanzamos a percibir destellos de verdad”. Esto escribe Javier Cercas en su nueva obra, El monarca de las sombras (Literatura Random House), que se publica el 16 de febrero y en la que el autor de Soldados de Salamina vuelve a la Guerra Civil para reconstruir la poliédrica figura de su tío abuelo Manuel Mena, alférez de la Falange muerto en la batalla del Ebro y convertido por la memoria familiar en héroe de una sola pieza.
 La figura de su madre, emigrante extremeña en Girona, y el viejo malestar del escritor por pertenecer a una familia de vencedores de la guerra, atraviesan un libro que, sin pretenderlo, invita a leer otras dos novedades, publicadas por Debate: Elogio del olvido, en el que David Rieff, hijo de Susan Sontag, indaga de un modo crítico en las paradojas de la memoria histórica, y José Antonio. Realidad y mito, en el que Joan Maria Thomàs, experto en historia de la Falange, biografía a Primo de Rivera y revela sus pretensiones de dirigir una posible España fascista, a la vez que analiza las diferencias entre su ideario político y lo que Franco hizo con él.
Además de Cercas, también publican libro nuevo este año Luis Goytisolo —Coincidencias (Anagrama)—, Enrique Vila-Matas —Mac y su contratiempo (Seix Barral)— y Luis Landero —La vida negociable (Tusquets)—. Y si unos vuelven a la revolución rusa o a la Guerra Civil, Ignacio Martínez de Pisón vuelve a la Transición con su nueva novela, Derecho natural (Seix Barral), en la que el paso a la edad adulta es un rito tanto para el protagonista como para el país en el que vive.
 De ese país y, en parte, de ese tiempo hablan también, por las vías de la historia y del testimonio personal, Transición, que Santos Juliá publicará en Galaxia Gutenberg y, en el mismo sello, Una historia para compartir. Al cambio por la reforma, las memorias de Landelino Lavilla, presidente del Congreso en el 23-F.
 Lo que en la Rusia de 1917 fue ruptura, fue reforma en la España de 1977, el año en que se celebraron las primeras elecciones democráticas desde 1936. 

El escritor sudafricano J. M. Coetzee, en el Museo Reina Sofia en junio de 2016.
Hijos de lengua extranjera. Si las figuras paternas están presentes en varios de los libros que verán la luz este año firmados por autores españoles, algunos de los más destacados de la narrativa internacional se centran en la figura de los hijos, incluso para darles voz antes de nacer.
  Es el caso de Ian McEwan, que se suma a esa tradición de narradores desde el útero materno de la que forman parte Lawrence Sterne, Carlos Fuentes o Juan Marsé.
 Él lo hace en Cáscara de nuez (Anagrama), que pone en boca de un feto la infidelidad de su madre. Distinta es la madre de la primera novela —autobiográfica— de la estadounidense Merritt Tierce, que en Que me quieras (Blackie Books) relata con crudeza cómo una estudiante de secundaria se queda embarazada durante unas convivencias religiosas. 
Tiene 16 años y la acaban de aceptar en Yale. Nada será ya lo mismo, por eso dice: 
“No oigo cómo se escribe mi vida dentro de mí, célula a célula”. No obstante, el niño más enigmático de la literatura reciente es el protagonista de Los días de Jesús en la escuela, de J. M. Coetzee, en la que el Nobel sudafricano retoma al muchacho de su anterior novela, La infancia de Jesús.
 No era la mejor de las suyas, pero uno de los grandes narradores de las últimas décadas tiene crédito para rato. Como mínimo para este año que empieza.

 

Muere el pensador Zygmunt Bauman, ‘padre’ de la “modernidad líquida”

El filósofo tenía 91 años y estaba considerado uno de los intelectuales clave del siglo XX.

Zygmunt Bauman, en Burgos. En la entrevista habla del impacto de las redes sociales VÍDEO Y FOTOS: SAMUEL SÁNCHE

El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman ha fallecido hoy, lunes, a los 91 años en la ciudad inglesa de Leeds, donde residía desde hacía años, ha adelantado el periódico de su país Gazeta Wyborzca.
 Era el creador del concepto de la "modernidad líquida" y fue uno de los intelectuales clave del siglo XX. Se mantuvo activo y trabajando hasta sus últimos momentos de vida.

Bauman nació en Poznan (Polonia) en 1925 y era un niño cuando su familia, judía, huyó del país y del nazismo a la URSS al comienzo de la II Guerra Mundial. 
Tras el conflicto volvió a su país, que nuevamente abandonó en 1968, desposeído de su puesto de profesor y expulsado del Partido Comunista en una purga marcada por el antisemitismo tras la guerra árabe-israelí. Bauman renunció a su nacionalidad, emigró a Tel Aviv y vivió en Israel hasta 1970.
Ha impartido clases en universidades de Estados Unidos, Australia y Canadá y es profesor emérito de Sociología de la Universidad de Leeds, que ha acogido la mayor parte de su carrera.
 Su obra, que arranca en los años cincuenta del pasado siglo, ha sido reconocida con premios como el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, que obtuvo junto a su colega Alain Touraine.

Las teorías de Bauman han ejercido gran influencia en los movimientos antiglobalización.
 Su obra ensayística alcanzó fama internacional en los 80 con títulos como Modernidad y holocausto (1989), donde define el exterminio de judíos por los nazis como un fenómeno relacionado con el desarrollo de la modernidad.
Entre sus obras más significativas destacan La modernidad líquida (2000), considerada su obra cumbre, en la que señalaba que el capitalismo globalizado estaba acabando con la solidez de la sociedad industrial; Amor líquido (2005) y Vida líquida (2006). Además es autor de títulos como La cultura como praxis (1973), La posmodernidad y sus descontentos (1997), La globalización: consecuencias humanas (1998), En búsqueda de la política (1999), La sociedad individualizada (2001) y Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005).
Entre sus trabajos publicados en español se encuentran Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores (2007), Vida de consumo (2007), Archipiélago de excepciones (2008), Múltiples culturas, una sola humanidad (2008), El arte de la vida (2009) y Mundo consumo (2010).