El centenario de la Revolución rusa y la Transición española protagonizan los títulos literarios del año.
De todo empieza a hacer ya cien años.
Por ejemplo, de la revolución bolchevique,
que formateó política y geográficamente el mundo hasta el punto de que
algunos historiadores hablan del “corto siglo XX” para subrayar que la
centuria pasada no duró diez décadas completas, sino que empezó en 1917 y
terminó en 1991, el tiempo que duró la Unión Soviética. Aunque las
turbulencias en Oriente Próximo matizan ese subrayado y demuestran que
seguimos pagando la factura de la Primera Guerra Mundial, las librerías
se llenarán este año de títulos relacionados con la sustitución de la
Santa Rusia por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Así, a la reciente recuperación de La revolución rusa (Debate),
un exhaustivo panorama convertido en clásico desde que el historiador
estadounidense de origen polaco Richard Pipes lo publicó en 1990, se le
sumarán títulos como Cartas desde la revolución bolchevique (Turner), de Jacques Sadoul, o El tren de Lenin
(Crítica), en el que Catherine Merridale relata el viaje de Vladímir
Ilich Ulíanov de Zúrich a la Estación Finlandia (San Petersburgo) en un
tren fletado por el Gobierno alemán, que confiaba en que el líder rojo
sacara a Rusia de la Gran Guerra.
Para
los que no se atrevan con las mil páginas de Pipes, Galaxia Gutenberg y
Crítica publicarán sendos estudios divulgativos firmados,
respectivamente, por Mira Milosevic —Breve historia de la revolución rusa— y Julián Casanova —La venganza de los siervos—.
Para los que quieran una visión más panorámica aún —y desde la otra
orilla ideológica del conservador Pipes—, la propia Crítica publica el
mes que viene El siglo de la revolución. Una historia del mundo de 1914 a 2017, del historiador y maestro de historiadores Josep Fontana.
Pero igual que la influencia de la URSS se extendía más allá de la
tópica estepa rusa, el comunismo como género literario está plagado de
subgéneros de ficción y de no ficción.
Por el lado de esta última, los
historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs publican este mes De la hegemonía a la autodestrucción
(Crítica), una historia del Partido Comunista de España entre 1956 y
1982 que explica cómo la principal fuerza del antifranquismo desembocó
en la irrelevancia con la democracia.
Por el lado de la narrativa, la
poeta yperiodista Aroa Moreno debuta en la novela con La hija del comunista (Caballo de Troya), un retrato de emigrantes españoles en la República Democrática Alemana, al otro lado del Muro de Berlín.
Padres de lengua española. “El pasado es un pozo
insondable en cuya negrura apenas alcanzamos a percibir destellos de
verdad”. Esto escribe Javier Cercas en su nueva obra, El monarca de las sombras (Literatura Random House), que se publica el 16 de febrero y en la que el autor de Soldados de Salamina
vuelve a la Guerra Civil para reconstruir la poliédrica figura de su
tío abuelo Manuel Mena, alférez de la Falange muerto en la batalla del
Ebro y convertido por la memoria familiar en héroe de una sola pieza.
La
figura de su madre, emigrante extremeña en Girona, y el viejo malestar
del escritor por pertenecer a una familia de vencedores de la guerra,
atraviesan un libro que, sin pretenderlo, invita a leer otras dos
novedades, publicadas por Debate: Elogio del olvido, en el que David Rieff, hijo de Susan Sontag, indaga de un modo crítico en las paradojas de la memoria histórica, y José Antonio. Realidad y mito,
en el que Joan Maria Thomàs, experto en historia de la Falange,
biografía a Primo de Rivera y revela sus pretensiones de dirigir una
posible España fascista, a la vez que analiza las diferencias entre su
ideario político y lo que Franco hizo con él.
Además de Cercas, también publican libro nuevo este año Luis Goytisolo —Coincidencias (Anagrama)—, Enrique Vila-Matas —Mac y su contratiempo (Seix Barral)— y Luis Landero —La vida negociable
(Tusquets)—. Y si unos vuelven a la revolución rusa o a la Guerra
Civil, Ignacio Martínez de Pisón vuelve a la Transición con su nueva
novela, Derecho natural
(Seix Barral), en la que el paso a la edad adulta es un rito tanto para
el protagonista como para el país en el que vive.
De ese país y, en
parte, de ese tiempo hablan también, por las vías de la historia y del
testimonio personal, Transición, que Santos Juliá publicará en Galaxia Gutenberg y, en el mismo sello, Una historia para compartir. Al cambio por la reforma,
las memorias de Landelino Lavilla, presidente del Congreso en el 23-F.
Lo que en la Rusia de 1917 fue ruptura, fue reforma en la España de
1977, el año en que se celebraron las primeras elecciones democráticas
desde 1936.
Es el caso de Ian McEwan,
que se suma a esa tradición de narradores desde el útero materno de la
que forman parte Lawrence Sterne, Carlos Fuentes o Juan Marsé.
Él lo
hace en Cáscara de nuez (Anagrama), que pone en boca de un feto
la infidelidad de su madre. Distinta es la madre de la primera novela
—autobiográfica— de la estadounidense Merritt Tierce, que en Que me quieras
(Blackie Books) relata con crudeza cómo una estudiante de secundaria se
queda embarazada durante unas convivencias religiosas.
Tiene 16 años y
la acaban de aceptar en Yale. Nada será ya lo mismo, por eso dice:
“No
oigo cómo se escribe mi vida dentro de mí, célula a célula”. No
obstante, el niño más enigmático de la literatura reciente es el
protagonista de Los días de Jesús en la escuela, de J. M. Coetzee, en la que el Nobel sudafricano retoma al muchacho de su anterior novela, La infancia de Jesús.
No era la mejor de las suyas, pero uno de los grandes narradores de las
últimas décadas tiene crédito para rato. Como mínimo para este año que
empieza.
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