Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 nov 2016

Seis libros de esta semana

De la vuelta de Kirmen Uribe al debut de José Andrés Rojo, pasando por la biografía de Montserrat Roig.


  • "Esta es la historia más triste que he oído jamás. Habíamos tratado íntimamente a los Ashburnham durante nueve temporadas en la ciudad de Nauheim... O, para ser más exactos, habíamos tenido con ellos un trato tan holgado, cómodo y, al mismo tiempo, tan estrecho como un buen guante en nuestra mano. Mi mujer y yo conocíamos tan bien al capitán Ashburn­ham y a su esposa como es posible conocer a alguien y, a pesar de todo, en cierto sentido, no sabíamos nada de ellos. Esta es, supongo, una situación que sólo puede darse cuando se trata con ingleses, de quienes, hasta hoy mismo, si me paro a pensar en lo que sé de este triste asunto, sigo sin saber nada en absoluto. Hasta hace seis meses, jamás había estado en Inglaterra y, desde luego, jamás había sondado las profundidades de un corazón inglés. Sólo había conocido su superficie”. ¿Quién es esta persona que habla? ¿Conoce o no conoce bien a los tales Ashburnham?". Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU
    La tragedia de la vida 
     "Esta es la historia más triste que he oído jamás. Habíamos tratado íntimamente a los Ashburnham durante nueve temporadas en la ciudad de Nauheim... O, para ser más exactos, habíamos tenido con ellos un trato tan holgado, cómodo y, al mismo tiempo, tan estrecho como un buen guante en nuestra mano
    . Mi mujer y yo conocíamos tan bien al capitán Ashburn­ham y a su esposa como es posible conocer a alguien y, a pesar de todo, en cierto sentido, no sabíamos nada de ellos
    . Esta es, supongo, una situación que sólo puede darse cuando se trata con ingleses, de quienes, hasta hoy mismo, si me paro a pensar en lo que sé de este triste asunto, sigo sin saber nada en absoluto.
     Hasta hace seis meses, jamás había estado en Inglaterra y, desde luego, jamás había sondado las profundidades de un corazón inglés. Sólo había conocido su superficie”. ¿Quién es esta persona que habla? ¿Conoce o no conoce bien a los tales Ashburnham?". Por JOSÉ MARÍA GUELBENZU

    • "A finales de 1967, el PCE, entonces principal fuerza activa de la oposición al Régimen, encargó a la poeta Angelina Ga­tell una antología que diera testimonio de la oposición de la intelectualidad de la época a la política norteamericana en Vietnam y a una guerra convertida en sangría cotidiana y en referente de la violación de los derechos humanos en el mundo. A lo largo de 1968, la barcelonesa trabajó intensamente en su preparación: se carteó con los poetas que conocía, incluyendo algunos exiliados, y acabó conformando un volumen en el que estaban presentes los autores más relevantes de la época. El libro iba a contar con dibujos y grabados de los que se encargó el pintor Julio Álvarez. El proyecto, rechazado por Aguilar y la Alfaguara de Cela, fue acogido por Ciencia Nueva, que, siguiendo la liberal Ley de Prensa e Imprenta de Fraga Iribarne, hizo el depósito previo en septiembre de aquel año. Tras varios dictámenes, fue prohibido por la censura y quedó varado, durante casi medio siglo, en el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares) y en el cajón de Gatell. La editorial fue cerrada en 1969 por orden gubernativa y de las ilustraciones nunca más se supo". Por MANUEL RICO
      Medio siglo de censura iluminado "A finales de 1967, el PCE, entonces principal fuerza activa de la oposición al Régimen, encargó a la poeta Angelina Ga­tell una antología que diera testimonio de la oposición de la intelectualidad de la época a la política norteamericana en Vietnam y a una guerra convertida en sangría cotidiana y en referente de la violación de los derechos humanos en el mundo
      . A lo largo de 1968, la barcelonesa trabajó intensamente en su preparación: se carteó con los poetas que conocía, incluyendo algunos exiliados, y acabó conformando un volumen en el que estaban presentes los autores más relevantes de la época. El libro iba a contar con dibujos y grabados de los que se encargó el pintor Julio Álvarez. 
      El proyecto, rechazado por Aguilar y la Alfaguara de Cela, fue acogido por Ciencia Nueva, que, siguiendo la liberal Ley de Prensa e Imprenta de Fraga Iribarne, hizo el depósito previo en septiembre de aquel año. Tras varios dictámenes, fue prohibido por la censura y quedó varado, durante casi medio siglo, en el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares) y en el cajón de Gatell. La editorial fue cerrada en 1969 por orden gubernativa y de las ilustraciones nunca más se supo". Por MANUEL RICO

      • "Hay un narrador en la primera novela de José Andrés Rojo, Camino a Trinidad, que de alguna manera nos representa y nos interpela. Es el narrador que no solo nos conduce por una parte crucial de su vida, también lo hace por nuestra propia historia contemporánea. Nuestra historia son muchas historias que a veces, desde Europa, ignoramos. Incluso lo que ocurrió en la misma luctuosa Europa. Escribo esto porque es de lo que nos habla, si mucho no me equivoco, José Andrés Rojo, periodista de EL PAÍS. De cómo encajar una experiencia histórica (desde la experiencia privada) en otra lejana en el tiempo y en el espacio, pero no en el imaginario cultural que nos alimentó y todavía lo sigue haciendo como un milagro o una adicción del intelecto". Por J. ERNESTO AYALA-DIP
        El fin de las utopías "Hay un narrador en la primera novela de José Andrés Rojo, Camino a Trinidad, que de alguna manera nos representa y nos interpela.
         Es el narrador que no solo nos conduce por una parte crucial de su vida, también lo hace por nuestra propia historia contemporánea. Nuestra historia son muchas historias que a veces, desde Europa, ignoramos.
         Incluso lo que ocurrió en la misma luctuosa Europa
        . Escribo esto porque es de lo que nos habla, si mucho no me equivoco, José Andrés Rojo, periodista de EL PAÍS. 
        De cómo encajar una experiencia histórica (desde la experiencia privada) en otra lejana en el tiempo y en el espacio, pero no en el imaginario cultural que nos alimentó y todavía lo sigue haciendo como un milagro o una adicción del intelecto". Por J. ERNESTO AYALA-DIP   
         
         
         

        • "En una obra de lectura fluida y magnética, Wolfgang y las fotografías de Stanislav Krupar no solo consiguen ponerle rostro a las consecuencias humanas del conflicto sirio, sino que explican al detalle cómo las restricciones de la política de asilo europea hacen aún peor esta travesía por la supervivencia. En la primera parte del libro, periodista y fotógrafo logran, bajo identidades falsas, integrarse en un grupo de refugiados que desde Egipto desean llegar a Italia. Un grupo heterogéneo de nacionalidades, todas convertidas en vulnerables por la burocracia europea, que se expone a un viaje controlado por las mafias, contrabandistas, guardacostas corruptos, falsificadores y secuestros. Interceptado en el mar, el grupo es enviado de vuelta a Egipto y recluido en un campo de internamiento de refugiados sirios donde más de 200 personas conviven en una celda comunitaria sin comida ni agua limpia". Por KATTYA CASCANTE
          La penúltima oportunidad "En una obra de lectura fluida y magnética, Wolfgang y las fotografías de Stanislav Krupar no solo consiguen ponerle rostro a las consecuencias humanas del conflicto sirio, sino que explican al detalle cómo las restricciones de la política de asilo europea hacen aún peor esta travesía por la supervivencia. En la primera parte del libro, periodista y fotógrafo logran, bajo identidades falsas, integrarse en un grupo de refugiados que desde Egipto desean llegar a Italia
          . Un grupo heterogéneo de nacionalidades, todas convertidas en vulnerables por la burocracia europea, que se expone a un viaje controlado por las mafias, contrabandistas, guardacostas corruptos, falsificadores y secuestros. Interceptado en el mar, el grupo es enviado de vuelta a Egipto y recluido en un campo de internamiento de refugiados sirios donde más de 200 personas conviven en una celda comunitaria sin comida ni agua limpia". Por KATTYA CASCANTE La penúltima oportunidad
           
           
           
        "Recuerdo a Montserrat Roig en un almuerzo, diría que en 1990. Cuando llegué, ella ya estaba sentada a la mesa junto al poeta Álex Susanna. Iba con una pequeña pamela y me sorprendió que no se desprendiera de ella en ningún momento. Alguien me dijo que estaba recibiendo quimioterapia y entonces la observé con más detalle. Me pareció ver una inmensa tristeza contenida. Es inevitable pensar en su muerte al año siguiente, a los 45 años, porque Roig se hallaba en pleno proceso de maduración personal y creativo. No todos los escritores hacen de su oficio un ejercicio de pensamiento. Ella sí porque fue una intelectual que se buscó permanentemente a sí misma y empleó a fondo sus recursos: escribió novelas que desarrollaban una mirada feminista, coqueteó con la interpretación, fue una gran entrevistadora, ejerció como periodista, como docente y como historiadora de la cultura en un libro que se convertiría en referente, Els catalans als camps nazis (1977). Por último, supo tejer una red de amistades que la convirtió en cap i casal del progresismo catalán". Por ANNA CABALLÉ Una escritora sin anteojeras "Recuerdo a Montserrat Roig en un almuerzo, diría que en 1990
        . Cuando llegué, ella ya estaba sentada a la mesa junto al poeta Álex Susanna.
         Iba con una pequeña pamela y me sorprendió que no se desprendiera de ella en ningún momento. Alguien me dijo que estaba recibiendo quimioterapia y entonces la observé con más detalle
        . Me pareció ver una inmensa tristeza contenida. Es inevitable pensar en su muerte al año siguiente, a los 45 años, porque Roig se hallaba en pleno proceso de maduración personal y creativo.
         No todos los escritores hacen de su oficio un ejercicio de pensamiento. Ella sí porque fue una intelectual que se buscó permanentemente a sí misma y empleó a fondo sus recursos: escribió novelas que desarrollaban una mirada feminista, coqueteó con la interpretación, fue una gran entrevistadora, ejerció como periodista, como docente y como historiadora de la cultura en un libro que se convertiría en referente,
         Els catalans als camps nazis (1977). Por último, supo tejer una red de amistades que la convirtió en cap i casal del progresismo catalán". Por ANNA CABALLÉ  
         

        • "En la trama de Bilbao-New York-Bilbao, la novela le dio a Uribe el Premio Nacional de Narrativa de 2009, un cuadro de Aurelio Arteta es punto de arranque de una búsqueda en el pasado de la familia del autor, con aventuras marineras y recuerdos de una guerra perdida. Los exergos de Elias Canetti, W. G. Sebald y Virginia Woolf son una apelación a quienes también fueron exploradores del pasado: pero debemos recordar que la evocación de Canetti estuvo marcada por una tragedia universal, la de Sebald por el desvanecimiento de cualquier identidad reconocible, la de Virginia Woolf por el íntimo desasosiego. La nueva novela de Kirmen Uribe invoca ahora a Carlos Fuentes, otra memoria masoquista en pos del entendimiento del pasado. La hora de despertarnos juntos surge también de un cuadro de Antonio Guezala, Noche de artistas en Ibaigane, pero lo hace sin sensación de culpabilidad, como la reconstrucción de un pasado risueño y feliz, aunque su inocencia esté cercada siempre por la hostilidad ajena. Más que a J. M. Coetzee o a los citados, recuerda a las primeras novelas de Antonio Muñoz Molina —Beatus ille y El jinete polaco—, que también parten de cuadros-emblema o de fotos envejecidas que exorcizan una inocencia o una pasada gallardía que nunca se han perdido del todo". Por JOSÉ-CARLOS MAINER
          La memoria indulgente
           "En la trama de Bilbao-New York-Bilbao, la novela le dio a Uribe el Premio Nacional de Narrativa de 2009, un cuadro de Aurelio Arteta es punto de arranque de una búsqueda en el pasado de la familia del autor, con aventuras marineras y recuerdos de una guerra perdida. Los exergos de Elias Canetti, W. G. Sebald y Virginia Woolf son una apelación a quienes también fueron exploradores del pasado: pero debemos recordar que la evocación de Canetti estuvo marcada por una tragedia universal, la de Sebald por el desvanecimiento de cualquier identidad reconocible, la de Virginia Woolf por el íntimo desasosiego. La nueva novela de Kirmen Uribe invoca ahora a Carlos Fuentes, otra memoria masoquista en pos del entendimiento del pasado. La hora de despertarnos juntos surge también de un cuadro de Antonio Guezala, Noche de artistas en Ibaigane, pero lo hace sin sensación de culpabilidad, como la reconstrucción de un pasado risueño y feliz, aunque su inocencia esté cercada siempre por la hostilidad ajena. 
          Más que a J. M. Coetzee o a los citados, recuerda a las primeras novelas de Antonio Muñoz Molina —Beatus ille y El jinete polaco—, que también parten de cuadros-emblema o de fotos envejecidas que exorcizan una inocencia o una pasada gallardía que nunca se han perdido del todo". Por JOSÉ-CARLOS MAINER  
         

 

27 nov 2016

Cuando la tensión sexual estalla en pantalla



  • Ethan Hawke y Julie Delpy Lo que Richard Linklater, entonces niño mimado del 'underground' estadounidense aunque aún sin consagrar, hace en 'Antes del amanecer' (1995) sería impensable sin Hawke y Delpy. Básicamente, la cámara los persigue mientras deambulan, charlan y caen perdidamente enamorados. Y así durante —por ahora— tres películas que abarcan dos décadas, en la que es probablemente la saga romántica 'indie' por excelencia de este siglo.

    Cuando la tensión sexual estalla en pantalla

    Absenta, la reina de los bulevares.................................Enrique Redondo de Lope

    El bebedor de absenta, de Viktor Oliva.
    El bebedor de absenta, de Viktor Oliva. (DP)
    Hizo a Hemingway saltar al ruedo e intentar lidiar un toro bravo. Empujó a Van Gogh a cortarse una oreja para ofrecerla como presente. 
    Inspiró a Pablo Picasso en alguna de sus mejores pinturas. 
    El Drácula de Stoker lo consideraba su afrodisíaco. 
    Es la Fée Verte; el Hada Verde, el Diablo Verde. La musa de los artistas. La absenta.
    ¿Pero qué es la absenta? Esta pócima, como otras muchas bebidas, inicia su comercialización como un elixir medicinal, un digestivo capaz de curar todos los males.
     Basándose en la rica botánica de los valles alpinos suizos, parece ser que la madre Henriod, una destiladora de Neuchâtel, perfuma alcohol de gran pureza con una suma de hierbas más o menos secretas, con alrededor de un 80% de alcohol.
     Pero en todos los éxitos hay un visionario; en ese caso el antes y el después de esta bebida no se producirá hasta 1797, cuando el mayor Dubied creó su propia marca bajo el nombre «Dubied Père et Fils».
    Había nacido la absenta, tal y como la conocemos. Cierto que el uso del ajenjo (una planta amarga y muy aromática) para la creación de bebidas ha sido constante desde la antigüedad, pero no es hasta finales del XVIII cuando se comienza a destilar, en vez de macerar.
    Suiza, 1905; Jean Lanfray, borracho y alterado, asesina a su esposa embarazada y a sus dos hijas, actuando bajo el influjo de la absenta.
     Una ola de indignación recorre Suiza, recogiéndose más de ochenta mil firmas exigiendo la prohibición de la bebida. 
    En 1908, y tras un referéndum a nivel nacional, el Parlamento aprueba una ley que entró en vigor en la medianoche del 7 de octubre de 1910.
     Así, la producción y venta de absenta quedaban prohibidas en Suiza hasta su rehabilitación en 2005, extendiéndose esta prohibición por diversos países europeos y Estados Unidos.
     Más tarde se hará público que aparte de dos copas de absenta, Lanfray había consumido grandes cantidades de vino, coñac, brandy y crema de menta. 
    Pero la absenta, como desde hace más de un siglo, era la estrella de la fiesta.
     ¿Pero por qué se prohibió realmente la absenta en Suiza? La realidad parece menos cinematográfica que esos terribles crímenes. 
    Según varios historiadores, una de las razones para prohibir la absenta fue que contribuyó a una excesiva liberación de las mujeres.
     Por razones culturales, en Suiza (y en el resto de Europa) la absenta cautivó a las mujeres, como se puede observar en la publicidad de la época, que casi en exclusiva se dirigía a ellas.
     Otra importante razón que se maneja es la durísima competencia que representaba esta bebida para los productores de vino y cerveza. 
    La absenta era una bebida muy barata de producir, incluso más barata que la cerveza, y con más efecto sobre quienes la consumían. Con todo ello en el país helvético se produjo una extraña alianza entre los productores de cerveza y vino, a los que se sumaron las ligas antialcohol, los médicos y la Iglesia. 
    La absenta siempre ha creado extraños compañeros de cama.

    Pero si Suiza fue el comienzo, su mayoría de edad se produjo en la vecina Francia. Año 1830. Francia comienza la colonización de Argelia, que sería su protectorado por más de cien años. Las tropas francesas no solo sufren los rigores de un clima duro y desértico, sino también el azote de enfermedades típicas de la región, como las temidas fiebres palúdicas.
     El Estado Mayor toma una determinación. 
    La tropa recibirá cantimploras llenas de absenta, la cual, convenientemente rebajada en agua, garantizará la inmunidad contra las terribles fiebres y las infecciones estomacales.
     Esas enfermedades no se sabe si se evitaron (aunque tiene toda la pinta de que no: «La absenta ha matado a más soldados franceses en el norte de África que las balas árabes» llegó a escribir Alejandro Dumas) pero sí que hizo que la campaña africana fuera menos dura para los soldados.
     Si la marihuana fue el bálsamo en Vietnam para las tropas americanas, los destacamentos franceses hicieron su campaña en Argelia un poco más llevadera gracias al hada verde.
     Estos soldados regresaron a casa, con sus recuerdos, sus historias y, por supuesto, su gusto por la absenta…
     Poco a poco empieza a hacerse habitual en bares y bistrós, en cabarés y comercios.
     Se inicia una popularización que lleva a que el consumo de absenta supere largamente el de vino.
     Hay que señalar que las cosechas de vino habían sido diezmadas en años anteriores por la filoxera —un parásito de la vid, con lo que la absenta comienza a ocupar su lugar. 
    Era barata, era un alcohol industrial y era muy fácil de comprar. Todo encajaba. 
    En Francia durante el año 1910 se consumen treinta y cinco millones de litros.
     Estamos en plena Belle Époque, Francia es la cuna cultural y París el referente en el arte y la creación.
     Y el mundo artístico adopta esta bebida, glamurosa, de referencias malevas, origen turbio y con un pasado atractivo.
     La absenta empieza a convertirse en mito.
    Póster de Henri Privat-Livemont's. (DP)
    Póster de Henri Privat-Livemont’s. (DP)
    Los rumores de prohibición no hicieron sino acrecentar el atractivo de la absenta, pero los millones de francos que ingresaba el Tesoro de la República por medio de los impuestos a la bebida actúan como un importante contrapeso.
     Como el destilado de absenta es amargo, precisaba para su aceptación de un toque dulce indispensable para hacer agradable su consumo.
     La forma de endulzarlo es básica en los rituales de invocación de las muchas musas que despierta la absenta. 
    Se trata de colocar en el fondo del vaso la cantidad exacta de alcohol (muchas veces el vaso tiene una talla que da la medida exacta), colocándose sobre el borde una cuchara con una porción de azúcar.
     Luego, con mucha lentitud, se vierte agua helada sobre el azúcar que, al disolverse lentamente cae sobre la absenta, iniciándose un proceso de coloración en el que pronto aparece el verde pálido de la musa.
     El juego de colores que va apareciendo en la copa forma parte del ritual inspirador. 
    Se comparan los tonos logrados. Las cucharas que lo contienen han dejado de ser las de café, sustituidas por espátulas y palas pequeñas, perforadas con filigranas, realizadas en metal, acero, plata y oro.
    Con su colorido ritual, es un indispensable en tertulias, y se convierte en la bebida por antonomasia de escritores y artistas, es el «catalizador» de las musas, su reclamo, su alimento.
     Se crean poemas elogiosos y aparece en novelas. Rubén Darío y Victor Hugo la idolatran.
     Degas y Picasso la hacen protagonista de sus cuadros.  
    Charles Cros, mientras desarrollaba el telégrafo y el primer fonógrafo, llegó a beber veinte vasos diarios.
     Paul Verlaine empezó a beber ajenjo en compañía de Arthur Rimbaud.
     Alfred Jarry solo la consumía en puro y se paseaba en bicicleta pintado de verde.
     Para muchos críticos de arte los colores que utilizan Van Gogh comienzan a ser relacionados al consumo de absenta.
     Pero paralelamente a su implantación en medios artísticos, millones de trabajadores se convierten en adictos a estas copas que llevan al delirio, la alucinación y la locura, sobre todo cuando en la elaboración de la absenta se han utilizado alcoholes de mala calidad o el temido metanol, causante de intoxicaciones y ceguera.
     Hasta se inventaban artilugios para poder servirla más rápido y con más eficiencia: pequeños depósitos de agua con hielo y varios grifos.
    1914; se desencadena la Primera Guerra Mundial, «la Gran Guerra». 
    El recuerdo de la humillante y bochornosa derrota de la guerra franco-prusiana de 1870 estaba en la cabeza de todos los políticos y mandos militares franceses. 
    El comienzo de la contienda no puede ser más desesperanzador.
     La pérdida de Alsacia y Lorena fue achacada a un ejército mal liderado y débil, y algunos analistas empiezan a apuntar al consumo de absenta como una de sus causas. 
    En el subconsciente se ve al soldado francés como adicto a la bebida verde.
     Se empieza a extender la idea de que las tempranas victorias alemanes son el triunfo de lo natural y sano (la cerveza) contra lo artificial y dañino (la absenta). 
    En Francia sería prohibida en 1915, como en casi la mayoría de los países europea (con las excepciones de España, Portugal y Reino Unido, países en las que este elixir nunca llegaría a ser verdaderamente popular). 
    Es sorprendente que los fabricantes de absenta no hicieran ningún comunicado ni llevaran ninguna forma de presión al Gobierno para evitar su prohibición.
     Siempre se rumoreó que fueron silenciados mediante una suculenta indemnización, pagada en parte por los fabricantes de cerveza y las grandes bodegas de vino.

     Con la Exposición Universal de 1899 de París muchos visitantes regresan a su país de origen con el hábito adquirido del consumo de absenta. 

    Para 1920, la máxima graduación tolerada en Francia era de 30 grados.
     En 1922 se autorizaron los aperitivos de hasta 40 grados: Berger y Tomysette salen al mercado.
     Ricard lanzó el «pastís marsellés».
     Pero de los sucedáneos, ninguno gozó de la fama del Pernod, aunque su filiación con la absenta es apenas sentimental. 
     Poco a poco en Francia la prohibición fue relajada y se permitió que la bebida fuera vendida siempre y cuando la etiqueta dijera «una bebida a base de extractos de la planta de ajenjo».
     El ajenjo fue legalizado en la Unión Europea en 1988, siempre que la cantidad de tujona permaneciera dentro del límite acordado de 10 mg/kg, o 35mg/kg de ajenjo amargo.
     En 2010, esta absenta modernizada, rebajada y versionada, volvió a ser legal en Francia.
     En la actualidad, España, Reino Unido y República Checa son los mayores productores de esta bebida.
    ¿Pero cómo de dañina era la absenta? ¿Qué había de cierto en su mito?
     El ajenjo, o Artemisia absinthium, pertenece a la familia de las margaritas, y desde la antigüedad se le atribuye un gran valor medicinal.
     Antes de la aparición de la absenta, el ajenjo ya era un ingrediente popular para dar sabor a las bebidas alcohólicas.
     El vermut se inventó en Italia a finales del siglo XVIII y debe su nombre al alemán wermut (ajenjo).
     El principio activo del ajenjo es la tuyona, y su estructura química se parece a la del mentol, que puede ser peligroso en dosis elevadas y es cierto que tiene un efecto psicoactivo, pero no con la concentración de diez miligramos por litro que parece ser que contenían la mayoría de absentas.
     Hay que señalar que la salvia o el estragón tienen niveles parecidos de tuyona, pero curiosamente nunca se han asociado a conductas enfermas como en el caso de la absenta.
     Los legendarios efectos de esta mítica bebida se deben, casi con toda certeza, a su elevada graduación alcohólica, que a un 75-80% supera con mucho a la mayoría del resto de alcoholes destilados, que suelen estar a un 40%.
     Además, el consumo de absenta nunca se hacía de manera exclusiva y solía ir mezclado con hachís, opio, y todo tipo de licores, de ahí que los resultados fueran totalmente imprevistos. 
     
    Pero sea como sea, la absenta ocupará ya siempre un lugar en el imaginario de la cultura europea, fundamentalmente en Francia, donde siempre estará ligada al impresionismo, a las vanguardias, a la Belle Époque y a una manera de entender el arte y la vida que quizás desapareció con la Primera Guerra Mundial. 
    Y es que, como dijo Oscar Wilde«tras el primer vaso, uno ve las cosas como le agradaría que fueran. 
    Tras el segundo, uno ve las cosas que no existen. 
    Por último, uno termina viendo las cosas como son y eso es lo más terrible que puede acontecer».

    En el café o La absenta, de Edgar Degas. (DP)
    En el café o La absenta, de Edgar Degas. (DP)


    ¡Marietta, Marietta!................................................. Juan Luis Cebrián

    El secuestro de Antonio María de Oriol y Urquijo, en 1976, vertebra el décimo capítulo de las memorias del primer director de EL PAÍS, que describe uno de los momentos más peligrosos para la incipiente Transición.

    Antonio María de Oriol lee EL PAÍS durante su secuestro por los GRAPO. REVISTA 'Noticias'
    Desde el comienzo del periódico traté de combinar los muy amplios poderes que tenía como director con un trabajo en equipo. El desafío ante el que me encontraba era grande y mi mayor fortaleza era la redacción.  
    Se trataba de un conjunto tan joven e inexperto como motivado por la tarea que tenía entre manos.
      Las principales decisiones institucionales que afectaban a la estructura del diario, como el orden de páginas, que decidimos que comenzara por la información internacional, y dos novedades absolutas en el panorama de la prensa española de la época, el libro de estilo y el estatuto de la redacción, fueron diseñadas en interminables reuniones de trabajo en las que procurábamos buscar el consenso.
    . Trabajábamos en permanente debate e intentábamos hacer una autocrítica severa sobre nuestra actuación, por lo que era frecuente que convocara a mis colaboradores en horas tempranas del día para someter a juicio nuestro propio trabajo.
     La mañana del 11 de diciembre de 1976 andábamos enfrascados en una de dichas sesiones cuando llegó la noticia de que el presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo, había sido secuestrado en su oficina por un comando de hombres armados.
    Había sido aprehendido a plena luz del día, en su propio despacho y en presencia de sus colaboradores, que pudieron ver la cara a los delincuentes pues no iban enmascarados, aunque los testigos se mostrarían luego incapaces de recordar con precisión ningún rostro. Pasaron largas horas sin que nadie reivindicara los hechos.
     La mayoría de las sospechas apuntaban a ETA, pero el método utilizado no se correspondía con la forma de actuar de los terroristas vascos, por lo que muchos dudaban a la hora de atribuirles el secuestro.
     Le pedí a Jesús Ceberio, corresponsal nuestro en Bilbao, que pasara a Francia y tratara de ponerse en contacto con los etarras.
     En aquella época era relativamente fácil y frecuente que los periodistas mantuvieran contactos con el entorno abertzale.
    . En cualquier bar de Hendaya, San Juan de Luz o Biarritz se podía encontrar uno con personas vinculadas a lo que ya por entonces se llamaba Movimiento de Liberación Nacional Vasco dispuestas a ofrecer e intercambiar información. 
    A última hora de la tarde recibí un telefonazo de Ceberio.
    —¡No ha sido ETA! —dijo con su habitual economía de palabras—. No saben nada, no tienen ni idea de dónde parte esto.
    Nada más colgar pedí a mi secretaria que me pusiera al habla con Rosón, gobernador civil de Madrid.
    —Juan —le dije—. Te aseguro que no ha sido ETA.
    ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro?
    —Porque así me lo ha dicho Ceberio, y si él lo dice no hay duda de que es verdad. Sus fuentes no fallan.
    Mi confianza en Jesús y en sus dotes profesionales era absoluta.
     Se trata de uno de los mejores periodistas que he conocido en mi vida. 
    Sobrio de maneras, sereno de actitud, riguroso en su trabajo, le tocaría con el tiempo dirigir EL PAÍS en la etapa de mayor esplendor del periódico.
    Poco después de hablar con Rosón, que apenas me hizo comentario alguno, se abrió sin que nadie avisara la puerta de mi despacho e irrumpió en él Soledad Álvarez Coto: «¡Hay una llamada de los secuestradores!». Parecía presa de una gran excitación, hablaba atropelladamente y no ocultaba su nerviosismo. Una vez calmada me explicó que había recibido un mensaje telefónico que reivindicaba la autoría del hecho en nombre de los GRAPO, que ya habían perpetrado varios asesinatos de guardias civiles y policías en los meses precedentes. 
    La banda se presentaba como el brazo armado del Partido Comunista Reconstituido, una escisión minúscula, manipulada por los servicios secretos y la policía política, del Partido Comunista de España.
    El comunicante indicó a Soledad que en una cabina telefónica de la calle Alcalá de Madrid había un mensaje de los secuestradores que explicaba algunos detalles.
     Mi despacho estaba abarrotado de periodistas que oyeron la noticia, y Julio Alonso, director de diseño y uno de los miembros más entusiastas del equipo fundador, se ofreció a recoger el recado. Le ordené que fuera acompañado e insistí en que tomara toda clase de precauciones.