Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 nov 2016

Un asteroide pasa la Tierra cinco veces más cerca que la Luna

Un cuerpo de un tamaño similar al que impactó en Siberia causando cientos de heridos pasa a 77.000 kilómetros del planeta.

Un asteroide detectado solo unas horas antes rozó la Tierra en la madrugada de ayer.
 La roca pasó a unos 77.000 kilómetros de la Tierra, unas cinco veces menos que la distancia hasta la Luna.
 El cuerpo tenía entre seis y 22 metros de diámetro, según ha informado el Centro de Planetas Menores en Cambridge (EE UU).
El asteroide, denominado 2016 VA, pasó frente a la Tierra a las 1:32 de la madrugada del 2 de noviembre, hora peninsular española.
 Un telescopio del observatorio del Monte Lemmon, en Arizona, EE UU, fue el primero en alertar de su existencia unas horas antes de su pasada.
El Telescopio Virtual del astrónomo italiano Gianluca Masi ha publicado una imagen del asteroide cuando estaba a unos 200.000 kilómetros de nuestro planeta. 
 Según sus observaciones el cuerpo tendría unos 12 metros de ancho.
 El telescopio también ha captado un vídeo en el que se puede apreciar este cuerpo a su paso cerca de la Tierra. 
Sus responsables han explicado en su web que es la primera vez que se ha podido grabar el “eclipse” completo de un asteroide mientras atraviesa la sombra de la Tierra.
El 15 de febrero de 2013, un asteroide de un tamaño similar al 2016 VA que no había sido detectado previamente impactó en Cheliábinsk (Rusia) hiriendo a 1.500 personas, muchas de ellas por cristales rotos.
 Gran parte de este cuerpo, de unos 20 metros, se desintegró en la atmósfera dejando una visible bola de fuego.
 Un fragmento sobrevivió a su entrada en la atmósfera y cayó en un lago helado.
La NASA calcula que hay en torno a un millón de asteroides cercanos a la Tierra y solo se conocen unos 15.000 de ellos. 
Es relativamente habitual que los cuerpos de menor tamaño, como el de Cheliábinsk, no sean detectados.
 Se estima que los asteroides deben ser mucho más grandes, en torno a un kilómetro de diámetro, para afectar a la Tierra de forma global tras un impacto.
 Por el momento se conoce en torno al 95% de este tipo de objetos.

 

Todo cambia para que siga todo igual.....................................................Rafa de Miguel

Cospedal, Nadal, Zoido, De la Serna, Dastis y Montserrat, nuevos ministros en el Gobierno de Rajoy.

Margallo, Fernández Díaz y Morenés son los únicos tres ministros que dejan el Ejecutivo

 
 
 
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. EFE
Fiel a su estilo, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha dado pocas sorpresas al anunciar la composición del nuevo Ejecutivo, tras comunicárselo en persona a Felipe VI. Rajoy ha apostado por combinar continuismo y novedad
. La vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, acumula aún más poder.
 Asumirá la cartera de Administraciones Públicas, fundamental en una etapa en la que el diálogo con las Comunidades Autónomas va a ser más necesario que nunca.
A cambio, Sáenz de Santamaría dejará de ser la cara del Gobierno cada viernes. 
Pierde su papel de portavoz. Es una de las sorpresas del nuevo Gobierno. Íñigo Méndez de Vigo, que se mantiene al frente de Educación, Cultura y Deportes, se convierte además en el nuevo portavoz del Gobierno.

Tres veteranos, amigos personales de Rajoy, abandonan el Gobierno: José Manuel García Margallo, Jorge Fernández Díaz y Pedro Morenés.
Rajoy mantiene al frente de Economía a Luis de Guindos, pero no le da todo el poder que buscaba.
 Amplía sus competencias, al añadir a su cartera la competencia de Industria.
 Pero no consigue hacerse con la cartera de Hacienda, que retiene Cristóbal Montoro.
El hasta ahora jefe de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, Álvaro Nadal, responsable del discurso y las líneas estratégicas de Rajoy en los últimos años, se ve premiado con un ministerio: Energía, Turismo y Agenda Digital.
Fátima Báñez, responsable de haber dado la vuelta a las cifras del paro durante este mandato, mantiene su cartera. Continuará siendo ministra de Empleo y Seguridad Social.
Lo mismo sucede con Isabel García Tejerina, que retiene el ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
Finalmente, otra cartera económica recae en el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna. 
El político cántabro, uno de los hombres jóvenes de mayor relevancia en el PP nacional, se pone al frente del Ministerio de Fomento.
Un ministerio para Cospedal
María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, entra finalmente en el Gobierno.
 Ocupará una cartera de Estado, Defensa, aunque de escaso impacto político. 
Su pugna con Soraya Sáenz de Santamaría se resuelve claramente en favor de esta última.
El exalcalde de Sevilla, el juez Juan Ignacio Zoido, hombre de confianza de Javier Arenas, ocupará otra relevante cartera de Estado, el ministerio del Interior.
Mantiene también su cartera Rafael Catalá, el hombre que sustituyó a Alberto Ruiz- Gallardón con el encargo de establecer la calma entre los jueces y registradores.
 Seguirá al frente de la cartera de Justicia.
La política catalana Dolores Montserrat, que ocupaba en la actualidad la Vicepresidencia Tercera del Congreso de los Diputados, será la nueva ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Europa, una prioridad

Rajoy prescinde de su viejo amigo al frente de Exteriores, José Manuel García Margallo, pero echa mano de otro político bregado en asuntos comunitarios.
 El actual representante español ante la Unión Europea asume una cartera que deberá volcarse en los próximos años en reforzar el papel de España en la resolución de todos los frentes abiertos en Bruselas.
Rajoy, Santamaría (vicepresidenta), Guindos (Economía e Industria), Monserrat (Sanidad), Catalá (Justicia), Dastis (Exteriores), Nadal (Energía, Turismo y Agenda digital), Montoro (Hacienda), Cospedal (Defensa), Méndez de Vigo (Educación y portavoz), Báñez (Trabajo), Tejerina (Agricultura), Zoido (Interior) y De la Serna (Fomento).

 

Fortuny, los pliegues de la melancolía............................................................Josep Casamartina i Parassols

Fortuny en 1900. Archivo Museo Fortuny
Mariano Fortuny y Madrazo cerró con broche de oro la historia de dos familias de artistas.
 Fue pintor, escultor, fotógrafo y escenógrafo, pero el mundo se rindió ante su genio como autor de telas y vestidos.
 Entre ellos, la túnica Delphos, emblema del talento de uno de los creadores más influyentes de la primera mitad del XX. 
EL GENIO NACE, no se hace, pero para desarrollarse necesita de una atmósfera o de circunstancias que le sean favorables.
 Al contrario de la belleza, que se puede heredar aunque a veces dure poco, la genialidad no suele transmitirse fácilmente de padres a hijos, por más que se hayan empeñado en ello muchos clanes familiares a lo largo de la historia.
 Empeñarse a ultranza en el genio heredado parece condenado fatalmente a la decrepitud.
 Sin embargo, siempre hay excepciones para confirmar la regla, y los Fortuny y los Madrazo, dos familias de artistas que se acabarían mezclando, son un ejemplo estupendo de pervivencia.
 En realidad el eje vertebral de esta nutrida saga de pintores serían los Madrazo, pues de Fortuny tan solo hay dos, pero de Madrazo siete, y su origen como artistas se remonta al siglo XVIII, entre Santander –en donde nació José Madrazo y Agudo, pintor de cámara de Fernando VII– y la región polaca de Silesia –de donde procedía su esposa, Isabel Kuntz Valentini, a su vez hija del pintor Tadeusz Kuntz–.
Y esa mezcla de culturas quizá sería el motivo de que, a lo largo del siglo XIX, el espectro de los Madrazo se extendiera por media Europa, cosechando amistades, relaciones, éxitos y honores con desigual fortuna, de Madrid a Roma pasando por Múnich y Berlín, y de Granada a París para terminar en Venecia.
 Es en este contexto ilustre, cosmopolita y estético donde nace, y también se hace, Mariano Fortuny y Madrazo, el enigmático e hipersensible mago de Venecia que sería además quien acabaría cerrando el prolífico clan con un espectacular broche de oro. 
Fortuny y Madrazo se dedicó con ahínco a la pintura, siguiendo de cerca a todos sus antepasados, pero no llegó a ser un genio de los pinceles. 
 Como pintor fue digno y nada más, no destacó demasiado, incluso fue bastante aburrido, dada la época en que vivió, aunque como grabador tiene bastante más interés.
 Su olimpo sería de otro talante, más etéreo y superficial y, a la larga, paradójicamente mucho más duradero y moderno.
 Fuera de España es posible que ya nadie se acuerde de quiénes eran los Madrazo, ese nombre curioso que ostentan calles de Madrid y Barcelona. 
También a escala internacional y a nivel popular, poca gente debe conocer al otrora famosísimo y cotizado Mariano Fortuny i Marsal, más allá de algunos buenos connaisseurs y conservadores y directores de museo. 
Pero al Fortuny de las telas y vestidos se le conoce en todo el mundo, incluso al margen de su nombre, por alguna de sus magníficas realizaciones o por las fotografías de actrices y modelos que lucieron, o siguen luciendo, con glamur sus hermosos trajes plisados de suave seda japonesa y colores argentados que se ajustan con delicadeza al cuerpo femenino y lo dejan, a su vez, libre, creando sinuosidades sin hacer caso de las tallas. 

Vestidos túnica, de una o dos piezas, sin decoración alguna más allá de una simple cinta ancha, con algún toque dorado ligeramente estarcido, para realzar busto y caderas, y del juego de luz y sombra de centenares de pequeñas aristas que, como una tierra arada, recorren toda la superficie de la tela en sentido vertical adaptándose mórbidamente a la orografía femenina.
Fortuny y Madrazo fue el príncipe de la luz, inventó un sinfín de patentes relacionadas con ella y se esmeró en captarla en todas las disciplinas artísticas posibles, con todo su esplendor y magnificencia.
 Por eso no se quedó solo en el ámbito de la pintura. 
Fue el primero en dedicarse a la incandescencia indirecta para iluminar de manera fluida y continuada interiores palaciegos, techos con frescos sublimes, tiendas, salones, boudoirs y escenarios.
 Fiel seguidor de Richard Wagner y su idea de un arte total, intervino decisivamente en escenografías y atrezos de ópera, ballet y teatro.
 Creó una cúpula, que llevaría su nombre, precursora de los cicloramas, esos cielos iluminados sin ángulos que son, ya desde hace mucho tiempo, fundamentales en la escenografía moderna.
 Ideó diferentes tipos de lámparas, de pie, techo y sobremesa, en tela o metal, que aún se producen en la actualidad y decoran interiores exquisitos en todo el mundo. 
También, evidentemente, relacionada con la luz fue su dedicación a la fotografía. 
Pero, sobre todo, su mayor y más celebrada ocupación fueron los tejidos y la indumentaria en los que la luz tampoco era un factor ausente, sino todo lo contrario, pues Fortuny trabajó siempre con sedas y terciopelos para captarla mejor. 

Mariano Fortuny y Madrazo nació en Granada en 1871, bajo la estela de la Alhambra, hijo del pintor orientalista y grabador catalán Mariano Fortuny i Marsal y de Cecilia de Madrazo y Garreta, hija de Federico de Madrazo Kuntz y hermana de los también pintores Ricardo y Raimundo. Muy pronto la familia se trasladó a Roma, y allí Fortuny i Marsal instaló su fabuloso estudio, repleto de antigüedades, tapices y tejidos, que tanta influencia ejercería en pintores y coleccionistas coetáneos.
 Este espléndido taller romano duró poco, ya que en 1874 falleció su artífice, cuando el pequeño Fortuny y Madrazo tenía solo tres años.
 Entonces Cecilia con sus dos hijos, Mariano y María Luisa, decidió trasladarse a París y tuvo que desmantelar el fabuloso estudio de su marido y vender en subastas buena parte del contenido, entre el que figuraba la colección de tejidos orientales y renacentistas que ella también había ayudado a recopilar. 
No se vendieron todos, lo que, junto con la propia afición y grandes conocimientos en la materia que tenía Cecilia, favoreció que ella creara otra colección. 
Fue sin duda esta iniciativa la que familiarizó al pequeño Fortuny con las granadas de oro y terciopelo, de origen italiano y también valenciano, los pájaros y claveles otomanos y los arabescos y grafías andalusíes.
 En 1889, Cecilia y sus hijos dejan París y se instalan en Venecia, en el palazzo Martinengo, y recrean allá su personal universo bajo la sombra mítica del malogrado Fortuny padre, viviendo en una atmósfera suspendida en el tiempo, pero también recibiendo numerosas visitas de celebridades del mundo de la cultura, ya fueran italianos, franceses o españoles. 
Desde allí, Fortuny y Madrazo despliega sus habilidades con línea directa en París y empieza a darse a conocer, primero como pintor, participando en alguna de las primeras ediciones de la Bienal veneciana, de la que ya será, a partir de entonces, un artista habitual. 
También expone en los salones de Múnich y, sobre todo, de París.
 En uno de sus viajes a la capital francesa, en 1897, conoce a Henriette Negrin y el flechazo es fulminante.
 Mantiene en secreto relaciones con ella, pues Henriette estaba casada, pero en 1902 ella decide divorciarse para irse a vivir con Mariano a Venecia y ambos se instalan en otro palazzo, el Pesaro degli Orfei, porque ni Cecilia ni María Luisa aceptan bien esa relación.
2092 DOC fortuni14
 
Un Delphos fotografiado por Cecil Beaton en 1971. Cecil Beaton
MARGUERITE GUGGENHEIM
Al lado, Peggy Guggenheim (mecenas y coleccionista), vestida con un Delphos, en la entrada de su palacio veneciano, actual sede de su fundación. Editorial Nerea 

Pedro y la cobra................................................................ Luz Sánchez-Mellado

Después de tal escena de terror político, ver brillar el rescoldo de un amor real 15 años después del fuego, me reconcilió con la especie.


Pasé el puente de San Halloween en casita como Rajoy en la suya: con magnos proyectos en mente y sin prisa ninguna en el cuerpo. Iba a cambiar los armarios. 
Iba a encontrarme conmigo misma. Iba a exfoliarme cutis y espíritu.
 Iba a volver nueva al curro. Ilusa.

La realidad empezó a torcerme los planes desde el sábado.

 A ver quién es la guapa que se pone a ordenar cajones teniendo a un tío como un castillo llorando a lágrima viva en la tele al entregar su escaño al mismo partido que le acaba de ejecutar en vida.

 Descompuestita me quedé, confieso, ni que una fuera una esfinge.

 Como la investidura de Mariano estaba cantada y no tenía morbo ninguno, la tarde aún me cundió algo y quité por fin los biquinis de en medio.

 Pero es que el domingo, después de pasar el día de pingo —a ver quién es la sosa que se queda en casa con 25 grados ahí fuera—, puse la tele y me encontré al mismo 

Adán llorándole a un periodista, ambos de vaqueros en plan Brokeback Mountain, las mismas presiones que no tuvo gónadas a denunciar ni un minuto antes teniendo tantos púlpitos a su alcance. 

Ahí es cuando empecé a distanciarme un pelo de tanto drama. Llamadme vendida, sumisa, lameculos, incluso, como ya ha hecho algún amable tuitero, pero tanta lágrima me intriga: o son de cocodrilo, o de Judas, o de nenaza, dicho sea con todo el respeto al colectivo LGTB por delante. 

Total, que me planté en la Noche de Difuntos sin dar palo al agua.

 Y ahí fue cuando me quedé muerta del todo. 

Después de tal escena de terror político, ver brillar el rescoldo de un amor real 15 años después del fuego, me reconcilió con la especie. 

Y aún hay quien se extraña de la que se lio con la cobra de Bisbal a Chenoa.

 Tenéis gazpacho en la aorta. Pero, mientras que, por unos y por otros, Mariano presenta hoy a sus ministros, lo de Pedro y los lobos —o viceversa— tiene delito.

 Uy, ¿he dicho Pedro? ¿Qué Pedro?