Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 sept 2016

Cousteau el aventurero, el seductor, el ególatra, el ecologista...................................... Rocío García

Jérôme Salle clausura el Festival de San Sebastián con ‘The Odyssey’, un ‘biopic’ sobre el comandante francés.


Lambert Wilson, en el papel Jacques Cousteau, en un fotograma de la película. Tráiler 'The Odyssey'
Unos le adoraban como si de un santo laico se tratara, a otros les producía un rechazo enorme.
 Jacques Cousteau, el comandante francés amante de las profundidades del mar, el soñador, el hombre que paseó por el mundo entero sus aventuras y sus películas, era, ante todo un hombre, polémico sí, pero un hombre con sus defectos y sus virtudes.
 El cineasta francés, Jèrôme Salle clausura esta noche la 64ª edición del Festival de Cine de San Sebastián con un biopic sobre el marino, todo un retrato de su vida y su relación con su hijo Philippe, el heredero de sus pasiones por el mar y la naturaleza, que falleció muy joven en un accidente de aviación.
 The Odyssey, una de las grandes producciones de la industria francesa de este año, está protagonizada por Lambert Wilson (en el papel de Jacques Cousteau), Pierre Niney (Philippe) y Audrey Tautou, entre todos.
Jèrôme Salle (París, 1967), realizador de títulos como Largo Winch, The tourist o El secreto de Anthony Zimmer, es consciente de la controversia que rodea al personaje de Cousteau (1910-1997).
 “No fue un santo pero tampoco un canalla.
 Le admiro en muchas de las cosas que él hizo. Una de las razones por las que yo me he metido en esta gran aventura es porque es un hombre que representa como pocos el siglo XX y la evolución del hombre con respecto a la naturaleza.
 Fue alguien que pasó por querer dominar la naturaleza, por intentar explotarla y, poco a poco, se fue dando cuenta de la importancia de protegerla para el futuro del mundo”, dice Salle, que ha realizado una exhaustiva investigación en torno al personaje, con los documentales realizados por el propio Cousteau y su hijo Philippe, libros publicados por el propio comandante, y por el segundo de los hijos, Jean-Michel.
 Se ha reunido con todos los miembros de la familia, con aquellos que le veneran, pero, también, con todos los que le rechazan.
 Y ha escrito su propio relato, con absoluta libertad y respeto por esa figura tan conocida en Francia y en el mundo entero. 
gura tan conocida en Francia y en el mundo entero.
Fotograma de la película
“Cousteau era un hombre que vendía muy bien su imagen, pero, al mismo tiempo, guardaba muchos secretos”, añade Salle, que no se ha limitado a realizar un retrato amable y heroico del personaje.
 En The Odyssey salen a relucir los aspectos menos positivos de Cousteau: su egolatría, su ambición sin límites por el dinero, los engaños a su mujer.
 El director mostró hace pocos días el filme en Marsella a muchos de los trabajadores del Calypso, el barco de Cousteau, y todos dieron su aprobación ante el retrato del personaje.
 “Todos estos hombres adoraban a Cousteau pero, también, amaban a su mujer, que hizo de esta embarcación su verdadero hogar”.

The Odyssey, que muestra unas imágenes de gran belleza de las profundidades del mar pero también del exterior, ha sido rodado en paisajes como la Antártida, Sudáfrica, Croacia o las Bahamas. Todo ha sido grabado con imágenes reales, sin efectos especiales, incluidas algunas de las escenas con tiburones. La aventura de Cousteau es hoy la aventura de Jèrôme Salle.


 

John Banville: “Me encanta ser Black. Odio ser Banville”............................................. Juan Carlos Galindo

El escritor irlandés habla sobre la identidad, la literatura y los grandes problemas de su país.

John Banville, este sábado en Segovia.
John Banville, alias Benjamin Black (Wexford, 1945), deja una inconfundible marca de estilo según se aproxima al lugar de la entrevista por la calle Juan Bravo de Segovia, donde ha acudido como estrella invitada del Hay Festival.
 Fino traje de rayas, pañuelo de lunares en el bolsillo, sempiterno sombrero para protegerle del sol en una deliciosa mañana de sábado.
 Durante la sesión de fotos, que aguanta estoico y educado, y en sus respuestas a El PAÍS — tranquilas, duras y frías a veces, divertidas y anecdóticas otras—, Banville se confunde con su otro yo, se esconde en Black, castiga a Banville, bromea, deja en el aire la duda sobre quién es realmente.
 
John Banville, este sábado en Segovia.

“Me encanta ser Black, odio ser Banville”, asegura sin la pausa que sí está presente en su discurso sobre el estilo literario o los grandes problemas de Irlanda. En una dicotomía imposible, propia de su protagonista Quirke, ese patólogo forense perdido en la vida, Black se arrepiente de haber sido Black, de haberse adentrado en ese laberinto que tantos frutos le ha dado
 “Queria pensar que estaba en un juego, que era Pessoa o Borges. Quería que la gente supiera que esto eran novelas negras y nada más, y para eso tenía que diferenciarme, tomar distancia de Banville.
 Ahora lo siento, creo que no me tendría que haber escondido detrás de Black, que eso hubiera sido mucho más divertido.
 Creo también que hubiera vendido mucho más libros”, sostiene segundos antes de volver a loar a su versión negra: “Banville trata de ser un artista, signifique eso lo que signifique. 
Me gusta escribir rápido cuando soy Benjamin Black, porque Banville tacha mucho, una y otra vez, tarda mucho en escribir una o dos frases mientras que Black escribe y escribe y es muy divertido”, asegura.

Emocionado como un amigo algo ebrio que te recomienda algo, la mirada de Banville, prescriptor de primer orden, adquiere un brillo extraño cuando glosa las virtudes de George Simenon o Richard Stark.
 El premio Príncipe de Asturias está inevitablemente en el centro del eterno debate sobre los géneros, el negro en particular, y la calidad literaria.
 Si le hacemos caso, el debate nació muerto:"No sé si en España hacéis esa distinción entre la gran literatura y la literatura popular, pero es una distinción ridícula. 
Si estuviera trabajando en una librería mi orden sería puramente alfabético. 
Todo mezclado: historia, novela negra, filosofía… Claro que la literatura criminal puede ser tan literaria como otra cualquiera. 
La buena literatura puede ocurrir en cualquier parte”, zanja con una seguridad que solo su bonhomía salva de la vehemencia.

La curiosidad y la culpa

Quirke es uno de los grandes hallazgos de la novela negra contemporánea.
 Definido a partes iguales por su creador como “triste, solitario, cargado de ira y culpabilidad”, este forense de curiosidad inagotable ha protagonizado seis excelentes novelas (todas en Alfagurara), la séptima llega a España en febrero (Las sombras de Quirke), en las que cae casi por casualidad en tramas urdidas por hombres poderosos y detrás de las que siempre, es Irlanda, se encuentra de una u otra manera la iglesia católica.
 “Sí, la Iglesia ha sido uno de los grandes actores de la escena criminal en Irlanda en las últimas décadas.
 Conozco a muchos curas y monjas decentes, gente honesta y trabajadora.
 La iglesia católica ha sacado de la nada para Irlanda un sistema educativo y de salud cuando no teníamos dinero.
 Y hay que reconocerlo. 
 Pero al mismo tiempo, un número considerable de monjas y curas han cometido crímenes terribles contra los niños y eso hay que decirlo. 
Y la iglesia lo ha ocultado y ese es su mayor crimen”, asegura.

El otro gran problema de Irlanda, el alcoholismo, queda zanjado o abierto de manera irresoluble por el propio Black:
 “Quirke no es alcohólico, simplemente bebe como un irlandés.
 Un amigo mío italiano solía decir que para nosotros el alcohol es como el sol para la gente de los países del sur”.
Pero la fuerza de Quirke se ve contrarrestada por el empuje de unos personajes femeninos construidos desde la grandeza y la miseria y cuyo mundo interior ayuda a elevar a los altares literarios las novelas de Black.
 “Mi agente me dice que estoy enamorado de Phoebe (la hija de Quirke). No me pidas que te lo explique, pero si tengo que elegir un personaje, yo diría que soy Phoebe”, sentencia antes de coger su sombrero y marcharse, encantador, elegante y ambiguo.

Una fiesta, un milagro

JUAN CARLOS GALINDO
Alguien comentaba en una larga cola de espera para ver uno de los actos del Hay Festival el milagro que supone en el mundo de hoy en día organizar un evento con cientos de actividades, muchas de ellas a la vez, y llenarlas de un público que no sólo asiste encantado sino que paga por escuchar a escritores, periodistas, arquitectos, artistas, profesores y politólogos.
 Durante toda la semana, la cultura invade Segovia en la undécima edición de esta multinacional de la cultura en su versión castellana. “El tiempo es infinito cuando tenemos fe en él” decía el poeta Antonio Colinas el sábado en la pequeña iglesia de San Nicolás. Pero lo cierto es que hay que tener más que fe para no dejarse nada en un programa que ha tratado igual el Brexit (excelente clase magistral del profesor Michael Cox) que la poesía, bellos recitales en el bello jardín del Romeral de San Marcos, o la literatura india, país invitado de este año con estrellas como Anuradha Roy.
 Un lugar en el que en dos horas se puede asistir a una charla del tenor Juan Diego Florez y escuchar al súper ventas Santiago Posteguillo merece la pena ser contado y vivido.

 

Pierre Casiraghi: “A Beatrice le gusta verme feliz y divirtiéndome”.......................................... Raúl Limón

El hijo de Carolina de Mónaco visita Cádiz, hermético con su vida personal, habla de su afición por los deportes náuticos y de su esposa. Un nombre un apellido una madre y un doloroso recuerdo.

Un fotógrafo toma una imagen de Pierre Casiraghi en Sotogrande.
Pierre Rainier Stéfano Casiraghi (Mónaco, 1987), tercero de los hijos de Carolina de Mónaco y Stefano Casiraghi y casado hace poco más de un año con la periodista italiana Beatrice Borromeo, elude toda cuestión de su vida personal o sobre asuntos internacionales.
 Se niega a hablar de la crisis de los refugiados, de economía o de terrorismo, ni siquiera para condenarlo.
 Ha pasado por Sotogrande (Cádiz) para participar en una de las pruebas de la GC32 Racing Tour a bordo de su barco, Malizia, con el que sufrió un percance sin daños personales el pasado 8 de julio. 
Pero no le ha afectado. “Me siento a gusto navegando”, afirma. Su padre murió cuando él tenía tres años en un accidente náutico.
Tampoco su esposa ha cuestionado esta afición.
 “A ella le gusta navegar también y venir, verme feliz y divirtiéndome”, asegura. Es la única licencia que se permite sobre su vida personal después de que una revista italiana publicara fotos de él y una amiga.
Pierre Casiraghi, que pilota un barco propio que puede superar los 39 nudos (72 kilómetros por hora), explica que “en todos los deportes puedes lesionarte”.
 Y pone de ejemplo otra de sus aficiones, el fútbol: “Ayer [por el miércoles] Falcao [Radamel] sufrió una conmoción al chocar con el portero”.
 Se refiere al jugador colombiano del Mónaco, que perdió con el Niza por 4 a 0. “Mi país y su historia están vinculados al mar.
 Es natural en Mónaco, incluso en la escuela navegamos”, añade. 



Comenta que viajó en 2009 y 2007 al país africano y que le atrae tanto la región como el programa de ayuda. “Estuve con los responsables del proyecto y me introdujeron en la zona. 
Está bien colaborar en un sitio que me gusta y donde tengo amigos en los que confío y que trabajan en el programa”.
Aún no tiene hijos ni quiere hablar del tema, pero sí defiende cualquier iniciativa relacionada con la infancia: “Los niños, la mayoría de las veces son los más vulnerables
. No tienen posibilidades de defenderse y son los que más sufren".
 Dice que intenta ayudar en cuanto puede y que "venir de una familia que intenta ayudar tanto como sea posible hace más fácil entender los problemas y cómo funcionan los proyectos".
"Los niños son el futuro, son una prioridad.
 Cuando este proyecto acabe, me gustaría centrarme en otros relacionados con la infancia
. Desafortunadamente, es fácil porque los niños afrontan muchos problemas", concluye antes de jugar al Kubb, un entretenimiento de origen vikingo que consiste en derribar tacos de madera lanzando un cilindro del mismo material.


Diferencias irreconciliables............................................................................. Boris Izaguirre

Las mujeres fuertes no te miran con rayos x sino que te arrastran hacia su profundidad.

La actriz Penélope Cruz, el pasado lunes en Madrid.

 

De entre todos los memes enviados sobre el divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt, me ha entusiasmado ese que sugiere que Albert Rivera intermediará para que negocien y vuelvan juntos. 
Es el típico chiste tonto que me hace gracia.
 Igual que a usted, a mí me tomó por sorpresa la noticia del divorcio. 
Estaba tan hechizado por las declaraciones de Raquel Mosquera contra Rociíto y Fidel que por un momento creí que se estaban inventando el típico bulo para conseguir callar a la peluquera más charlatana del país.
Para mí el shock ha sido considerable. 
Una de esas noticias que te obligan a preguntarte: ¿qué estabas haciendo cuando te enteraste que se divorciaban Brad y Angelina? Yo viendo a Raquel Mosquera mientras trotaba en mi gimnasio y pensaba que a ella le vendría bien hacer lo mismo. 
Sudoroso, divagué que la inestabilidad del amor y la duración del matrimonio están marcados por lo inesperado.
 “Es el karma”, dijo la mística de Jennifer Aniston.

En todas partes escucho especulaciones, como que la verdadera razón de la ruptura es el empeño de Jolie por ser directora y esa última película protagonizada por ambos, Frente al mar, que por mala y confusa recuerda a la que rodaran Guy Ritchie y Madonna y que igualmente propició su divorcio.
Nuestros políticos también están divorciados y calculando, mientras seguimos sin gobierno. 
Aunque durante los 12 años que duró Brangelina, como les bautizaron, no dejaron de aportar ideas y gestos a la cultura de la celebridad. 
Lo primero, refrescar el concepto de la pareja cool e híperfamosa, que no es una idea propia porque ya hubo Marco Antonio y Cleopatra en la antigüedad y Richard Burton y Elizabeth Taylor tanto en el celuloide como en la vida real. 
Pero aquellos primeros meses de Brangelina, ¡qué delirio, qué sobreexposición, qué alegría! Luego llegó esa ansia reproductiva, llena de hijos adoptados, biológicos, todos con nombres no convencionales.
 Después la evolución de Brad en hombre perfecto, padre, sex symbol, solidario y con estilo cool. 
 Hasta el selfie dicen que lo inventó Angelina en los Oscar donde vistió aquel traje con muchísima tela por donde salía perfecta, y solitaria, una de sus piernas.
 
El diseñador Alejandro Gómez Palomo posa con algunos de sus modelos en el 'backstage' de su desfile.
Antes de sus diferencias irreconciliables, no solo reinventaron el glamour en pareja en cantidades industriales sino que permitieron a su hija, Shiloh, convertirse en una precoz exponente del Gender Fluid o género fluido. 
Cuando Angelina declaró que Shiloh se sentía niño, les llovieron críticas.
 Otros lo aplaudieron y seguramente en ese momento se bautizó el Gender Fluid, en el que lo femenino y lo masculino se toman tanto prestado que terminan difuminados.
 Palomo Spain, un joven diseñador, quizá intuía algo así y mostró en los jardines del Museo Lázaro Gadiano una colección masculina repleta de lentejuelas, volantes, capas ligeras y estampados altisonantes.
 Iban acompañados de botas mosqueteras con colores empolvados y que llegaban hasta más allá de la rodilla y de lo razonable, dejando al descubierto piernas velludas.
 Un punto importante: en el Gender Fluid no es necesaria la depilación. 
La electricidad en el ambiente recordaba la de la primera colección de David Delfín en Cibeles. 
La ovación cerrada y febril hacía sentir que Madrid recuperaba ese punto de descaro que apasiona.
La misma noche del anuncio del divorcio, Penélope Cruz y Lancôme invitaron a cenar.
 En la lista de invitados, Alaska y Mario, Bibiana y Loles León, Jon Kortajarena y un buen puñado de destacadas editoras de revistas del país. 
También Encarna y Mónica, mamá y hermana de Penélope, continuamente reportándose entre ellas, cosas de la fiesta, la casa, como un triángulo femenino cómplice y fiero. 
Penélope se sienta y percibes su capacidad de liderazgo. 
Habla directamente a los ojos y confirmas que las mujeres fuertes no te miran con rayos x sino que te arrastran hacia su profundidad. Nadie se atreve a preguntarle por Brangelina.
 En un momento dado se interesa por Venezuela pero terminamos hablando de si me he hecho algo en la cara. “Me la cuido en Maribel Yébenes donde también me rizo las pestañas”, respondo, y se ríe.
 “¿No duele?”, me pregunta
. Entrecierro los parpados por toda respuesta y ella continua, “no me sale a cuenta pasar ese dolor por unos meses de firmeza”.
 Y me doy cuenta de que algunas cosas, como la cosmética, siguen manteniendo diferencias irreconciliables entre lo femenino y lo masculino.