Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 nov 2015

Echarle cara y paciencia............................................................... Ana Rodríguez Fischer

'El secreto de la modelo extraviada' lleva el sello del mejor Eduardo Mendoza: una falsa intriga para tapar otra más turbia cuyos personajes dibujan la microhistoria de Barcelona.

 

Eduardo Mendoza, visto por Sciammarella.

No sabemos su nombre, pero es imposible olvidar al personaje que Eduardo Mendoza nos dio a conocer en El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982): un maleante estrafalario y pendenciero que, a fuerza de verse involucrado en algunas historias rocambolescas, se hace detective
. Va siempre a su aire, y tiene como método “echarle cara y paciencia a los asuntos”. Años más tarde reaparecía en La aventura del tocador de señoras (2001), y volvíamos a encontrarlo en El enredo de la bolsa y la vida (2012), novela ambientada en la reciente crisis económica de nuestro país. Ya un tanto cambiado, el detective regentaba entonces una peluquería de señoras que al final traspasaba a los dueños de un vecino bazar chino.
 Estos abrirán allí un restaurante y le darán empleo, confiándole pequeños encargos. En esta situación lo vemos al inicio de El secreto de la modelo extraviada, la nueva novela de Eduardo Mendoza. Anda afanado en el desempeño de un encargo, cuando de repente un incidente callejero le lleva a recordar un caso en el que estuvo involucrado 20 años antes.
La relación de aquellos sucesos lejanos ocupa la primera parte de la novela. La segunda, que transcurre en el presente, está dedicada a revisar dicho caso, aunque ya hubiera prescrito. Lo hace porque ya en su día sospechó de la versión oficial, de la manera tan tonta con que explicaron un desenlace en el que quedaban muchos flecos y no pocos extremos dudosos.
El secreto de la modelo extraviada lleva el sello del mejor Eduardo Mendoza: una falsa intriga inicial urdida para tapar otra bastante más turbia y tentacular.
 Y es la investigación de esta lo que propicia un sinnúmero de lances, en apariencia disparatados e incluso absurdos, dado que aquí la farsa lo recubre todo.
Las peripecias se desencadenan a un ritmo frenético, subrayado en gran medida por el incesante ir y venir del detective en sus pesquisas y por el cañamazo persecución-huida que caracteriza los enredos de este personaje.
 Y así, van desfilando por las páginas de la novela una galería de personajes cuyas vidas dibujan la microhistoria de Barcelona y, especialmente, el contraste entre quienes pululan por los bajos fondos o son simples peones-comparsas y el “senado de plutócratas” miembros de la sociedad secreta APALF —siglas que corresponden al grito Andreu, porti’m a la fàbrica!—; es decir, un grupo de empresarios que, convencidos de que los cambios en la política económica del régimen llevarían a la bancarrota, deciden “poner sus valores fiduciarios, o también podríamos decir calerones [dinero]”, a buen recaudo. Y para ello, organizan “un complejo tejido de evasión de capitales”.
El contrapunto temporal —los 35 años que median entre la primera y la segunda parte de El secreto de la modelo extraviada— es sin duda un recurso afortunado, porque potencia mucho más el sentido de este microcosmos.
 El derrotero seguido por la mayoría de estos personajes sirve para subrayar los cambios en los hábitos y las formas de vida, los valores, y desde luego las transformaciones de la propia ciudad, una Barcelona que algunos juzgan como la “capital mundial del baratillo y la idiocia”.
“Qué se hizo de…” es otro hilo que tira del detective en este retorno a aquel turbio asunto, lo que no presupone blandenguería alguna, pues el relato sigue arrancándole carcajadas al lector porque Eduardo Mendoza no prescinde de sus señas narrativas más genuinas: el humor, la ironía, la parodia, el esperpento y un lenguaje repleto de alusiones y dobles sentidos en el que se mezclan los más variados registros.
 Lo que no excluye que la reaparición de la Sta. Westinghouse, por grotesca que sea, rezume tanta acidez como gravedad cuando concluye que “lo banal cansa y empacha”. Ni tampoco el sarcasmo en el análisis que hace la nueva empresaria Lola Campos de la aventura de los prohombres de la APALF palía la crudeza. “Cada época tiene su metodología. Andando el tiempo, yo acabaré igual o peor. Son las reglas del juego y es bueno que así sea.
 En esto Cataluña lleva ventaja al resto del mundo
. El clásico ciclo catalán pobre-rico-preso favorece la movilidad social y previene la sobrecarga de la tradición”.
 Y en tanto, la suerte de la fregona Blancaflor no ha variado un ápice. Por fortuna, queda el perrito Toby, que no olvida afrentas.
El secreto de la modelo extraviada. Eduardo Mendoza. Seix Barral. Barcelona, 2015. 318 páginas. 18,50 euros. (digital, 12,99)

¿Qué pintura nos impresiona más por su realismo y detalle?...................................Javier Bilbao



A la pregunta «¿qué es el arte?» lo primero que se nos viene a todos a la mente es inevitablemente «morirse de frío», pero si indagamos un poco más encontraremos que la historia de la filosofía está repleta de teorías estéticas. 
Cada pensador tiene la suya, pero cualquier intento de establecer una definición que abarque a todas las obras de arte termina siendo una manta que al taparnos los hombros nos deja los pies fríos; al fin y al cabo ¿qué pueden tener en común la Venus de Willendorf con Thriller de Michael Jackson
El catedrático de filosofía del arte Denis Dutton, por su parte, señala doce características de la creación artística: proporciona placer, demuestra pericia, está sujeta a un estilo, es novedosa, hay una crítica sobre ella, representa algo real o imaginario, enfoca la atención, expresa individualidad, transmite emoción, es un desafío intelectual, está inserta en una tradición y estimula la imaginación. 

Vieja friendo huevos, de Velázquez
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De este autor sevillano podríamos poner cualquiera de sus obras. Pintó escenas de la Biblia y de la mitología griega, acontecimientos históricos como la rendición de Breda, retrató a personajes eclesiásticos, de la realeza y también a enanos de corte (o «gente de placer», como se les llamaba) confiriéndoles tanta dignidad como a los anteriores, y también recreó bodegones.
 En ellos supo captar hasta los detalles más sutiles, como en El aguador de Sevilla, pero nos quedamos con este otro aunque solo sea por haberlo pintado con apenas diecinueve años. Prácticamente un adolescente, y ya era capaz de hacer algo como esto.
La incredulidad de Santo Tomás, de Caravaggio
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Unos años antes Caravaggio había estado pintando escenas religiosas que se caracterizaban por su crudeza. Tanto por la violencia que mostraban, por su hábil uso de las luces y las sombras, como por el aspecto feo e incluso deforme de sus protagonistas, pues acostumbraba a tomar a pordioseros como modelos. En su obra no hay rastro de santidad ni sonrisas beatíficas, todo es humano, demasiado humano. Por eso tampoco podemos dejar de mirarlo.
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert Pérez
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«Con su muerte dieron almas al cielo, a España nombradía. Ansia de patria y libertad henchía sus nobles pechos que jamás temieron», así describió Espronceda a estos liberales que lucharon contra el absolutismo de Fernando VII con el fin de restablecer la Constitución de 1812. Merece la pena fijarse con atención en sus rostros, pensativos y serenos, perfectamente conscientes de la gravedad del momento y de su inminente destino pero sin perder la compostura. El cuadro podemos verlo en el Museo del Prado, del que el propio pintor fue director entre 1868 y 1873.
Doña Juana la Loca, de Francisco Pradilla y Ortiz
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Esta otra pintura también retrata un acontecimiento histórico de nuestro país y la encontraremos en el Museo del Prado, del que igualmente este artista fue director. En la imagen vemos el féretro de Felipe el Hermoso durante su largo traslado de varios meses de duración hasta el lugar en donde sería enterrado, siempre con su desconsolada viuda al lado velando el cadáver. Más adelante, cuando ya estaba recluida en Tordesillas, es de nuevo protagonista de otra obra de Pradilla.
Sagrada Familia del pajarito, de Bartolomé Esteban Murillo
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Una apacible escena familiar con san José, la Virgen María y el niño Jesús dando de comer un pajarito a su perro. Murillo fue el autor de esta pintura en el año 1650.
Galería de cuadros con vistas de la Roma moderna, de Pannini
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Giovanni Paolo Panini fue un pintor y arquitecto del siglo XVIII fascinado por las ruinas de Roma de tal manera que en esta obra combinó todas sus pasiones. Un cuadro repleto de cuadros que nos deja perplejos por su nivel de detalle y complejidad. Todo un trabajo de chinos al que suponemos debió de dedicar un incontable número de horas.
Au Moulin de la Galette, de Ramón Casas
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Una joven parisina fumando un puro y tomando una copa no sabemos si distraída en sus pensamientos o tal vez mirando la entrada a la espera de alguien. En tal caso nos encantaría ser ese alguien. El autor es Ramón Casas, nacido en 1866 y que vivió entre París, Madrid y su ciudad natal, Barcelona.
La discusión política, de Émile Friant
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«Mira yo te explico, aquí hay muchos intereses ocultos y el gobierno no quiere que se sepa que…». La escena está retratada con tal realismo que parece que estuviéramos en la mesa de al lado escuchándolos. El de la derecha está tenso y no quiere ni mirar al que intuimos será su cuñado, el otro se lleva la mano a la cabeza de lo que tiene que escuchar y el cuarto personaje, quizá por efecto del vino que están trasegando, parece tener la mente en algún lugar lejano. El autor de esta pequeña maravilla fue el pintor francés Émile Friant, nacido en 1863, del que también cabe destacar La Toussaint, con el impresionante detalle y expresividad de sus rostros.
Entierro en Ornans, de Gustave Courbet
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Gustave Courbet no podía faltar en esta lista y ya hablamos de él en otra ocasión por su afición a retratar mujeres desnudas. Con el cuadro que vemos sobre estas líneas contribuyó a la fundación de la corriente realista a mediados del siglo XIX, un estilo artístico que era también un compromiso ético y político, pues se reclamaba «por encima de todo realista… realista significa también sincero con la verdadera verdad» y en otra ocasión sostenía que «es mi manera de ver la sociedad en sus intereses y sus pasiones. Es el mundo quien viene a mi casa para ser pintado».
Las espigadoras, de Millet
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Jean-François Millet sentía predilección por mostrar el mundo rural con obras como El Ángelus o esta.
No lo esperaban, de Iliá Repin
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Los sirgadores del Volga, Procesión de Pascua en la región de Kursk o Los cosacos Zaporogos le escriben una carta al Sultán de Turquía son algunos ejemplos del excepcional talento que poseía este pintor ruso decimonónico, que sería posteriormente un ejemplo a seguir para el realismo socialista. La imagen que tenemos sobre estas líneas muestra a un exiliado político regresando a casa, una escena cargada de emoción en la que cada personaje expresa algo distinto con sus gestos y miradas.
Ofelia, de Millais
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Con Hamlet hablando solo de un lado a otro y clamando por una venganza que parece no atreverse a ejecutar, al final la pobre Ofelia también acabó desquiciada perdida y muriendo ahogada, que por algo es una tragedia shakesperiana. John Everett Millais representó en 1852 ese momento con una gran sensibilidad.
Huyendo de la crítica, de Pere Borrell
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Una vez alcanzado cierto nivel de virtuosismo en la representación, la propia naturaleza bidimensional del cuadro empieza a ser una molesta limitación que el pintor querría superar. Aquí vemos al niño retratado por este autor catalán del siglo XIX asomándose a nuestro mundo, por su mirada parece que los seres tridimensionales le resultamos rematadamente extraños.
Gran Vía, de Antonio López
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Este pintor y escultor contemporáneo galardonado con el premio ahora llamado Princesa de Asturias se distingue por su extraordinaria dedicación a cada una de sus obras. Veinte años tardó en terminar el retrato de la familia real, de manera que cuando finalmente se expuso con ellos posando al lado parecía un retrato de Dorian Grey a la inversa. Una de sus pinturas más conocidas es esta magnífica estampa de la Gran Vía madrileña que comenzó en 1975 y terminó cinco años después. El hecho de no pintar vehículos ni personas responde simplemente a la dificultad de hacerlo por su movimiento, aunque contribuye así a realzar la belleza de la imagen, mostrando una ciudad solitaria y postapocalíptica.
Aún dicen que el pescado es caro, de Sorolla
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El extremo opuesto lo encontramos en este artista valenciano, autor de una exorbitante cantidad de cuadros, cuya cifra supera los dos mil doscientos. Este en concreto, protagonizado por un joven pescador herido y dos veteranos atendiéndole, es del año 1894 y su título proviene de una novela de Vicente Blasco Ibáñez.

Carlota Casiraghi rompe con Gad Elmaleh................................................. María Salas Oraá

Unas fotos en la prensa francesa muestran la relación de la hija de Carolina de Mónaco con un director de cine italiano.

 

Gad Elmaleh y Carlota Casiraghi en la boda de su hermano Pierre.
Gad Elmaleh y Carlota Casiraghi en la boda de su hermano Pierre. / CORDON PRESS

Tras varios meses de rumores sobre su ruptura con el cómico francés Gad Elmaleh, Carlota Casiraghi ha sido fotografiada con un director de cine italiano y los medios del país ya han anunciado el inicio de un nuevo romance. Las fotografías las tomó la revista francesa Voici y los semanarios italianos publican que la hija de Carolina de Mónaco y nieta de Grace Kelly tiene un novio "completamente italiano y muy guapo".
Es Lamberto Sanfelice, un director de cine de 40 años a quien la princesa conoció el pasado mes de febrero durante el Festival de Cine de Berlín. En él, Sanfelice presentó su primera película, Cloro. Aunque el director todavía no es demasiado conocido, los expertos afirman que su trabajo en el cine es prometedor y tiene un gran futuro.
La portada de la revista.
Las fotos de la princesa de 29 años y el director de cine, de 40, confirmarían el fin de la relación con el cómico francés  Gad Elmaleh, 15 años mayor que ella.
 Comenzaron a salir a finales de 2011 y en diciembre de 2013 nació su hijo Raphaël, el primero de la princesa de Mónaco y segundo del humorista.
La pareja no convivía desde hace varios meses y aunque los rumores de ruptura planeaban sobre ella, sí acudieron juntos a algunos eventos, como el Longines Athina Onassis Horse Show, en Saint-Tropez y a la boda de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo este pasado verano.
Desde entonces, Carlota ha sido cada vez más independiente.
Se ha comprado una casa en París y ha inaugurado unos seminarios de filosofía dedicados al amor en Mónaco.
 Dos señales que, junto a las imágenes publicadas con el director de cine, para las revistas italianas son claros signos de que la relación con el humorista francés ha llegado al final.
En las últimas semanas, la hija de Carolina de Mónaco ha asegurado que la filosofía “cambió su vida”. Licenciada en la Sorbona, la descubrió en el instituto de la mano del crítico de Libération Robert Maggiori.
 Con él organiza los Encuentros Filosóficos de Mónaco que se inauguran este jueves en torno al concepto del amor.
 Como preámbulo, la nieta de Grace de Mónaco reflexiona sobre el tema en la revista Philosophie Magazine.
 Carlota tiene su propia receta para un amor que resista al tiempo
. "Creo que la clave de una relación amorosa duradera es cuando ambos comparten pasión por lo verdadero, por la vida", explica en la entrevista cruzada con el filósofo André Comte-Sponville publicada en este magazine.
El pasado mes de junio la pareja se dejó ver por las calles de Saint-Tropez con su hijo Raphael, en medio de las noticias aparecidas en diversos medios franceses que aseguraban que habían roto su relación tras tres años y medio.
 Carlota no habla nunca de su vida privada.
 Fue de nuevo Voici  la revista que aseguró poseer pruebas de que la hija de Carolina de Mónaco había regresado al Principado con su hijo Raphael y abandonado el piso que compartía con el actor en París.
Las informaciones se basaban, entre otras cosas, en que el apartamento está vacío y a que la pareja, tras haber pasado una larga temporada en la lujosa villa que posee el actor en Los Ángeles, la ha puesto a la venta.

Pasolini, cuarenta años de cenizas.........................................................no matarán a Pasolini



El militante comunista

El polifacético Pier Paolo Pasolini, uno de los intelectuales más importantes del siglo XX en Italia, frente a la tumba de Antonio Gramsci en 1970. Pasolini dedicó un poemario, 'Las cenizas de Gramsci', al histórico dirigente de la organización en la que militaba.
 Con esa obra ganó el Premio Viareggio en 1957. 





Pasolini íntimo

Pasolini nació el 5 de marzo de 1922 en Bolonia, una ciudad con tradición izquierdista. Su padre descendía de una familia noble de la Romaña, que decidió ser soldado, profesión en la que se hizo famoso por salvar la vida de Benito Mussolini cuando el joven Anteo Zamboni atentó contra su vida. Su madre, con la que mantenía una estrecha relación, descendía de una familia campesina de Piamonte. 




Una referencia del cine

Pier Paolo Pasolini, durante el rodaje de la película 'El Decamerón de Boccaccio' (1971).
 Con esta obra el autor italiano inicia la llamada 'Trilogía de la vida', que completan las cintas 'Los cuentos de Canterbury' (1972) y 'Las mil y una noches' (1974). 
Las obras pasaron por los festivales de cine de Cannes, Berlín y Venecia con éxito crítico y comercial, aunque se criticaron los desnundos que mostraban.




El poeta proletario

El poeta español José Agustín Goytisolo con Pasolini (izqda.), en 1966
. El autor italiano comenzó a escribir versos con 7 años y publicó su primer libro a los 19, mientras estudiaba en la Universidad de Bolonia. 
Su obra polemiza con el marxismo oficial y el catolicismo, a los que llamaba 'las dos iglesias' y reprochaba no entender la cultura de las bases proletarias y campesinas. 




Un brillante cineasta

Pier Paolo Pasolini (con gafas, el segundo por la derecha), en un rodaje. El italiano dirigió 26 películas en su carrera.
 Destacan cintas como 'Mamma Roma' (1962); 'El evangelio según San Mateo' (1964); 'Teorema' (1967); 'El Decamerón' (1971) o 'Saló o los 120 días de Sodoma' (1975).



Una prolífera obra

Pierre Paolo Pasolini nunca se mordió la lengua.
 En ‘Escritos Corsarios’, que reúne sus artículos de 1973 a 1975, el director italiano demuestra ser un analista brillante y combativo.
 Durante su vida, el italiano escribió múltiples obras de teatro, poesía, novela y ensayo, aunque su faceta más reconocida es la cinematográfica. 



El artista combatiente

El cineasta en una imagen de la exposición 'Pasolini y Roma' en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en 2013.
 El artista italiano fue reclutado durante la Segunda Guerra Mundial, en la que fue capturado por los alemanes.
 Logró escapar y al finalizar la contienda se unió al Partido Comunista Italiano (PCI), del que fue expulsado en 1949.
 Aunque dejó la política, nunca abandonó la defensa del marxismo y las clases más desfavorecidas. 




El fútbol, su lado oculto

“Los deportistas están poco cultivados, y los hombres cultivados son poco deportistas. 
Yo soy una excepción”, reconoció en su día Pasolini. En 'Sobre el deporte', el genio italiano rememora, en un compendio de artículos, los días en los que jugó al fútbol
. Fueron algunas de las tardes más bonitas de su vida, reconoce el intelectual mientras hace caer algunos tópicos. 




Amigos íntimos

Pier Paolo Pasolini veranea junto a la soprano griega María Calas, con la que mantenía una estrecha amistad, en 1970. 




El rostro humano de Pasolini

En una entrevista el 31 de octubre de 1975, la víspera de su asesinato, le preguntaron cuál era su calificación profesional preferida, a lo que Pasolini respondió: ‘En mi pasaporte yo escribo simplemente escritor’. Sin embargo es más conocido en el mundo del cine, al que accedió de la mano de Fellini en los años 50.
 Tuvo una obsesión por reflejar la realidad de la Italia profunda, volcado en su ideología (marxista) y sus profundas convicciones católicas, pero siempre defendiendo a los más desfavorecidos
. En la imagen, Pasolini caminando con un niño por un arrabal de chabolas en Roma.



Davoli, su actor fetiche

Pasolini, asistido por Davoli, realiza la obra 'Pali e reti del Safon'. Ninetto Davoli fue el actor fetiche del director italiano.
 Ambos mantuvieron una relación sentimental durante años, que terminó Davoli para casarse con una mujer, lo cual Pasolini quiso dejar plasmado de forma subliminal en la película 'Las mil y una noches' (1974). 




Un artista polémico

La carrera del cineasta se vio truncada cuando, en 1975, se estrena 'Saló o los 120 días de Sodoma', una película que convulsiona a toda la sociedad italiana y hace que el autor sea objeto de multitud de amenazas de muerte y presiones. 
En la cinta, Pasolini adapta al Marqués de Sade con toda crudeza y con la mayor libertad con la que un creador se haya dotado a sí mismo nunca, desdibujando los límites convencionales y cinematográficos que encierran el erotismo, pornografía, expresión, sadismo, provocación y degradación humanas.





Una muerte sin aclarar

Fotograma de 'Las mil y una noches' (1974), una de las últimas películas del controvertido cineasta que fue asesinato el 2 de noviembre de 1975, hace ahora 40 años en Ostia, a 20 kilómetros de Roma, por un joven con el que iba a mantener relaciones sexuales.
 Sin embargo, cuatro décadas después de su desapareción siguen abriéndose debates en torno a la autoría de su muerte
. En 2005, Pelosi, el joven de 17 años acusado de matar a Pasolini, declaró que aquella noche tres personas atacaron al cineasta.