JO VINC D'UN SILENCI
Jo vinc d'un silenci antic i molt llarg de gent que va alçant-se des
del fons dels segles, de gent que anomenen classes subalternes, jo vinc
d'un silenci antic i molt llarg.
Jo vinc de les places i dels carrers plens de xiquets que juguen i de
vells que esperen, mentre homes i dones estan treballant als petits
tallers, a casa o al camp.
Jo vinc d'un silenci que no és resignat, d'on comença l'horta i acaba
el secà, d'esforç i blasfèmia perquè tot va mal: qui perd els orígens
perd identitat.
Jo vinc d'un silenci antic i molt llarg, de gent sense místics ni
grans capitans, que viuen i moren en l'anonimat, que en frases solemnes
no han cregut mai.
Jo vinc d'una lluita que és sorda i constant, jo vinc d'un silenci
que romprà la gent que ara vol ser lliure i estima la vida, que exigeix
les coses que li han negat.
Jo vinc d'un silenci antic i molt llarg, jo vinc d'un silenci que no és resignat.
RAIMON.
17 sept 2013
16 sept 2013
Los mitos en el amor Por: Pilar Jericó | 16 de septiembre de 2013
De Kus, Bernardien Sternheim (2001), Marcel Oosterwijk
Si hiciéramos una lista de las cosas que necesitamos para ser más felices, es posible que incluyéramos tener pareja, casarnos o evitar una posible separación.
La ciencia se ha remangado y ha analizado si toda esta lista de cosas maravillosas realmente nos aportarían la felicidad que buscamos.
Y los datos son concluyentes: parece que son más mito que realidad. Vamos a continuación a analizarlos tomando como referencia las conclusiones de la doctora Sonja Lyubornirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California:
1. Seré feliz cuando me case con la persona adecuada:
Casarse nos hace felices (al igual que genera un estrés no siempre valorado a priori, pero eso da para otro tipo de análisis). El problema no es contraer matrimonio, la dificultad surge cuando uno lleva casado más de dos años según la psicología. En 2003 investigadores europeos y americanos monitorizaron a un grupo de 1.761 personas que se casaron y cuyo matrimonio duró al menos quince años. Los resultados fueron claros: los matrimonios recientes experimentan una gran felicidad durante los dos primeros años. Pasado ese tiempo, los niveles de felicidad regresan al mismo nivel en el que se encontraban. Este estudio ha sido replicado obteniendo resultados similares en varias ocasiones. Así pues, lo importante no es casarse sino mantenerse feliz pasado el momento del entusiasmo de los primeros años.
2. No puedo ser feliz cuando mi relación se ha roto.
Otro mito en la felicidad. Cuando rompemos nuestras relaciones sentimentales, ocurren dos fenómenos al mismo tiempo: por un lado, sobrestimamos lo vivido. En ese momento nos martilleamos con todos los bonitos momentos que hemos perdido, instantes, músicas, palabras dichas… y dejamos aparcados los amargos (nunca sabré si hay algo de disfrute en esa extraña tortura a la que nosotros solos nos sometemos). Y por otro lado, subestimamos nuestra capacidad de resiliencia, es decir, de saber remontarnos de situaciones difíciles. El escenario que se construye en nuestra cabeza está relacionado con la vida que dejamos de tener, que creemos que va a ser mucho mejor que la que el futuro nos depara. Una vez más, la ciencia investiga sobre nuestra predisposición a la felicidad en este tema. Sonja Lyubornirsky nuevamente concluye: dos años antes de separarnos registramos los momentos de menos felicidad y a los cuatro años de divorcio en situaciones realmente complicadas, nos encontramos significativamente más felices de lo que fuimos mientras estuvimos casados. No está mal para desmontar un mito.
3. Necesito una pareja.
Muchos de nosotros pensamos que el hecho de no tener un compañero o compañera sentimental nos hará infelices para siempre. Personalmente, creo que Hollywood se encarga de ello porque curiosamente casi todas las películas terminan en el momento del encuentro y obvian la rutina de la pareja. Pues bien, hay estudios que demuestran que no existen diferencias en los niveles de felicidad entre las personas solteras y las casadas, y que las solteras encuentran más felicidad y significado en otras relaciones y ocupaciones. Ahora bien, aquí vale la pena remarcar una idea. Si uno no se da cuenta de la ventajas de la soltería, puede embarcarse en relaciones poco satisfactorias o de poco peso, como demostró en su libro Bella DePaulo y como seguro más de uno habrá vivido en sus propias carnes.
Fórmula:
Casarnos, evitar una posible separación o tener pareja no nos hacen felices necesariamente.Recetas:
- Reflexiona sobre cuál es tu situación en el mundo de la pareja y qué te dices a ti mismo que crees que aumentaría tu felicidad: tener a alguien, separarte… ¿Cuáles son tus propios mitos?
- Piensa en momentos pasados cuando estabas soltero o antes del divorcio. Sé honesto contigo mismo y encuentra aquellos otros detalles que habitualmente obviamos: los malos momentos cuando estábamos con ella o con él; o los buenos cuando disfrutábamos de la soltería.
- Y por supuesto, toma las decisiones que requieres con valentía: A veces, es luchar por una relación; en otras, es rendirse a la evidencia. La vida pasa demasiado deprisa para quedarse atrapado en futuribles.
Al menos 12 muertos en el tiroteo de Washington
Al menos 12 personas han perdido la vida
esta mañana en el Mando de Operaciones de la Armada en Washington, a
menos de cinco kilómetros de la Casa Blanca y dos del Capitolio, cuando
un hombre armado con un rifle de asalto y una pistola –algunas fuentes
decían que también portaba una escopeta- abrió fuego. Según varios
medios, se trataba de un hombre de 34 años identificado como Aaron
Alexis, de Texas.
El tirador resultó muerto en el ataque, según confirmó la policía, que aseguró tener “múltiples datos” que la situaban tras la pista de otros dos posibles asaltantes, un hombre blanco y otro negro, el primero de los cuales ha sido absuelto de sospecha según avanzaba el día.
La jefa de la policía de Washington, Cathy Lanier, confirmó pasado el mediodía (hora local de Washington, seis horas más en la España peninsular) que uno de los tiradores había muerto y que su gran preocupación era que existían “otros dos potenciales tiradores sin localizar por el momento”, de entre 40 y 50 años.
Según Lanier, ambos sospechosos vestían ropas militares –aunque ese dato no implicaba que fueran miembros del Ejército- e iban armados. Lanier reforzó poco después en una nueva comparecencia ante la prensa la tesis de que el tirador no había actuado en solitario, aunque no aportó información concreta.
El alcalde de la ciudad, Vincent Gray, atajó la naturaleza del asalto diciendo que en ese momento no podía “ni confirmar ni desmentir” que se tratara de un acto terrorista. Gray añadió que se desconocían los motivos del ataque.
Aprovechando una comparecencia pública con motivo del quinto aniversario del inicio de la crisis económica provocada por el hundimiento de Lehman Brothers, el presidente de Estados Unidos condenó el tiroteo y lo calificó de “un acto cobarde”. Barack Obama informó que no se conocían todavía todos los hechos pero que sin duda se estaba ante “otro tiroteo de masas”, se lamentó el mandatario. “Sabemos que varias personas han resultado heridas y algunas han muerto”, añadió tras asegurar que los autores de la matanza serían llevados ante la justicia. “Se trata de hombres y mujeres que estaban en su trabajo, protegiéndonos a todos”, dijo Obama. “Son patriotas que conocen los riesgos de servir a su país fuera”, prosiguió el mandatario. “Y sin embargo hoy se han enfrentado a lo inimaginable: una violencia que no deberían de sufrir en casa”.
Sobre las 8.20 de la mañana, se escucharon tres disparos en el edificio 197 del Cuartel General de la Armada, desde donde se controlan algunos de los principales centros de operaciones de la Armada, situado al sureste de Washington, edificio que alberga a más de 3.000 personas. Según relató a la agencia Associated Press un testigo de los hechos, un civil que trabaja como analista de programas, el tirador disparó desde la balconada del cuarto piso hacia la cafetería que existe en el primero.
Tim Jirus, comandante de la Armada que trabaja en el edificio 197, declaró a los medios de comunicación que pudo oír mas disparos tras las primeras detonaciones y que, en medio de la confusión y poco después de conversar brevemente con un hombre sobre lo que estaba sucediendo, vio a este yaciendo en el suelo con un tiro en la cabeza.
La mañana del lunes se tornaba sangrienta en Washington y llena de incógnitas sobre lo sucedido. Las calles que rodean al Cuartel General del Mando de Sistemas de la Armada estaban cortadas y tomadas por cualquier fuerza del orden que pudo acudir a la llamada de alerta, ya fuera policía, servicio secreto o detectives con sirenas sobre los coches civiles. Varios helicópteros sobrevolaban el área. El aeropuerto Nacional cancelaba sus operaciones duarnte varias horas. Al menos cinco colegios recibieron la orden de cerrar sus puertas y no dejar entrar ni salir a nadie. Sobre la Casa Blanca, el Pentágono y el Capitolio se incrementaba la seguridad, a pesar de que no había constancia de una amenaza concreta.
“Esto no es un simulacro, esto no es un simulacro”, se oyó por la megafonía del edificio, según relató otro empleado del Centro de la Armada que controla submarinos y barcos. “Nos dijeron que corrieramos lo más lejos posible del lugar”. Terry Durham relató que según huía del lugar, ella y unas compañeras de trabajo vieron a un hombre armado con un rifle que les apuntaba y disparaba, errando el tiro y alcanzado una pared. “Era un hombre negro alto”, explicó otro testigo. “No dijo ni una palabra”.
Dos mujeres y un hombre están siendo sometidos a cirugía en un hospital de la ciudad. Una de las mujeres tenía un disparo en la cabeza y en la mano; otra en un hombro; el hombre tenía diversos impactos de bala en las piernas. Varios policías también eran atendidos en el hospital MedStar.
El mayor ataque contra un centro del Ejército sucedió en noviembre de 2009, cuando un psiquiatra militar destacado en Fort Hood (Texas) acababa con la vida de 13 personas y hería a otras 30. El asalto no fue considerado un ataque terrorista a pesar de que Nidal Malik Hasan se definiera como un yihadista que deseaba matar al mayor número posible de militares para que no pudieran matar musulmanes en Afganistán. A finales de agosto, Hasan era condenado a muerte.
La de ayer es la mayor pérdida de vidas humanas sucedida en la capital de EEUU desde que en 1982 un avión se estrellara contra el río Potomac, dejando 78 muertos. En el año 2002, una de las diez víctimas de los francotiradores de Washington moría dentro de los límites del distrito, que tiene frontera con Virginia y Maryland.
En el año 2009, un supremacista blanco mataba a un guarda de seguridad en el museo del Holocausto en Washington.
El tirador resultó muerto en el ataque, según confirmó la policía, que aseguró tener “múltiples datos” que la situaban tras la pista de otros dos posibles asaltantes, un hombre blanco y otro negro, el primero de los cuales ha sido absuelto de sospecha según avanzaba el día.
La jefa de la policía de Washington, Cathy Lanier, confirmó pasado el mediodía (hora local de Washington, seis horas más en la España peninsular) que uno de los tiradores había muerto y que su gran preocupación era que existían “otros dos potenciales tiradores sin localizar por el momento”, de entre 40 y 50 años.
Según Lanier, ambos sospechosos vestían ropas militares –aunque ese dato no implicaba que fueran miembros del Ejército- e iban armados. Lanier reforzó poco después en una nueva comparecencia ante la prensa la tesis de que el tirador no había actuado en solitario, aunque no aportó información concreta.
El alcalde de la ciudad, Vincent Gray, atajó la naturaleza del asalto diciendo que en ese momento no podía “ni confirmar ni desmentir” que se tratara de un acto terrorista. Gray añadió que se desconocían los motivos del ataque.
Aprovechando una comparecencia pública con motivo del quinto aniversario del inicio de la crisis económica provocada por el hundimiento de Lehman Brothers, el presidente de Estados Unidos condenó el tiroteo y lo calificó de “un acto cobarde”. Barack Obama informó que no se conocían todavía todos los hechos pero que sin duda se estaba ante “otro tiroteo de masas”, se lamentó el mandatario. “Sabemos que varias personas han resultado heridas y algunas han muerto”, añadió tras asegurar que los autores de la matanza serían llevados ante la justicia. “Se trata de hombres y mujeres que estaban en su trabajo, protegiéndonos a todos”, dijo Obama. “Son patriotas que conocen los riesgos de servir a su país fuera”, prosiguió el mandatario. “Y sin embargo hoy se han enfrentado a lo inimaginable: una violencia que no deberían de sufrir en casa”.
Sobre las 8.20 de la mañana, se escucharon tres disparos en el edificio 197 del Cuartel General de la Armada, desde donde se controlan algunos de los principales centros de operaciones de la Armada, situado al sureste de Washington, edificio que alberga a más de 3.000 personas. Según relató a la agencia Associated Press un testigo de los hechos, un civil que trabaja como analista de programas, el tirador disparó desde la balconada del cuarto piso hacia la cafetería que existe en el primero.
Tim Jirus, comandante de la Armada que trabaja en el edificio 197, declaró a los medios de comunicación que pudo oír mas disparos tras las primeras detonaciones y que, en medio de la confusión y poco después de conversar brevemente con un hombre sobre lo que estaba sucediendo, vio a este yaciendo en el suelo con un tiro en la cabeza.
La mañana del lunes se tornaba sangrienta en Washington y llena de incógnitas sobre lo sucedido. Las calles que rodean al Cuartel General del Mando de Sistemas de la Armada estaban cortadas y tomadas por cualquier fuerza del orden que pudo acudir a la llamada de alerta, ya fuera policía, servicio secreto o detectives con sirenas sobre los coches civiles. Varios helicópteros sobrevolaban el área. El aeropuerto Nacional cancelaba sus operaciones duarnte varias horas. Al menos cinco colegios recibieron la orden de cerrar sus puertas y no dejar entrar ni salir a nadie. Sobre la Casa Blanca, el Pentágono y el Capitolio se incrementaba la seguridad, a pesar de que no había constancia de una amenaza concreta.
“Esto no es un simulacro, esto no es un simulacro”, se oyó por la megafonía del edificio, según relató otro empleado del Centro de la Armada que controla submarinos y barcos. “Nos dijeron que corrieramos lo más lejos posible del lugar”. Terry Durham relató que según huía del lugar, ella y unas compañeras de trabajo vieron a un hombre armado con un rifle que les apuntaba y disparaba, errando el tiro y alcanzado una pared. “Era un hombre negro alto”, explicó otro testigo. “No dijo ni una palabra”.
Dos mujeres y un hombre están siendo sometidos a cirugía en un hospital de la ciudad. Una de las mujeres tenía un disparo en la cabeza y en la mano; otra en un hombro; el hombre tenía diversos impactos de bala en las piernas. Varios policías también eran atendidos en el hospital MedStar.
El mayor ataque contra un centro del Ejército sucedió en noviembre de 2009, cuando un psiquiatra militar destacado en Fort Hood (Texas) acababa con la vida de 13 personas y hería a otras 30. El asalto no fue considerado un ataque terrorista a pesar de que Nidal Malik Hasan se definiera como un yihadista que deseaba matar al mayor número posible de militares para que no pudieran matar musulmanes en Afganistán. A finales de agosto, Hasan era condenado a muerte.
La de ayer es la mayor pérdida de vidas humanas sucedida en la capital de EEUU desde que en 1982 un avión se estrellara contra el río Potomac, dejando 78 muertos. En el año 2002, una de las diez víctimas de los francotiradores de Washington moría dentro de los límites del distrito, que tiene frontera con Virginia y Maryland.
En el año 2009, un supremacista blanco mataba a un guarda de seguridad en el museo del Holocausto en Washington.
Regreso triunfal de la mujer que no se fue a ninguna parte
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Y si se llama Julia Roberts, mucho menos. Tras Pretty Woman, la actriz, se ganó el título de La novia de América y ahora, con 45 años y 25 de carrera, su sonrisa los sigue enamorando.
El Festival de Toronto ha sido el gran escaparate de su regreso.
Volvió a pisar la alfombra roja para presentar su último estreno, August: Osage County, un título que ya resuena como oscarizable.
La actriz estadounidense declaró recientemente que “todo es paz y descanso” en su vida, pero eso en lo que se refiere a lo personal, plano en el que lleva casada ya 11 años con el camarógrafo Daniel Moder y es madre de tres hijos, los gemelos Hazel y Phinnaeus, de 8 años, y el pequeño Henry, de 6.
Porque en lo que se refiere a su vida profesional, si hubo un tiempo en que fue la estrella más cotizada de Hollywood, en los últimos años todo ha sido vacío y fracaso.
En el último tiempo, encadenó fiasco tras fiasco con unos estrenos que pasaron sin pena ni gloria o aburrieron hasta al más entusiasta de los espectadores. Entre ellos, Come, reza, ama; Larry Crowne, nunca es tarde; Luciérnagas en el jardín o incluso Blancanieves, Mirror, mirror.
Roberts ha vuelto, pero nunca se fue a ningún lado. Simplemente dejó de tener el éxito conseguido por películas como Pretty Woman, Notting Hill o Erin Brockovich, la cinta que la coronó como estrella, le dio el Oscar a la mejor actriz, le consiguió un cheque de 15 millones de euros y amasó una taquilla mundial superior a los 190 millones. Pero ella tiene claro lo que causó ese giro en su carrera.
Y no se arrepiente. Según su visión, los papeles de madre, esposa y ama de casa son mucho más importantes que su trabajo frente a las cámaras.
Como dijo en Toronto “si hablamos de valores, la familia es lo único que importa.
La fama es una brisa pasajera. Lo importante es tener una piedra de toque te recuerde quién eres”. Su vida personal volvió a salir a relucir cuando la preguntaron si pensaba dirigir en alguna ocasión.
En una extraña forma de decir que no, la actriz aseguró que, como diría cualquier ama de casa, en el hogar uno se pasa haciendo las labores de un director las 24 horas del día.
“Me encanta ser actriz y madre de familia y eso es suficiente”, dijo. Y al público quizás se le vino a la mente la parte más hogareña de la intérprete, que se autoproclama buena cocinera y cuenta entre sus pasiones hacer punto.
Antes que hacer películas exitosas, Julia Roberts prefiere disfrutar de su segundo matrimonio con el hombre que conoció en el rodaje de The Mexican y al resto de su familia, ya sea en su rancho de Nuevo México donde asegura que no puede ponerse de mal humor, o en las playas de Malibú, California, donde vive.
Pero su grandioso regreso a la gran pantalla también significa el retorno a la alfombra roja.
Ella lo sabe y en Toronto sorprendió a los asistentes que la esperaban, no por esa sonrisa tan llena de dientes que le dio la fama, sino por sus largas piernas descubiertas, que asomaban bajo un modelo rojo y minifaldero que vistió para la ocasión, obra de Dolce & Gabbana.
Un vestido que puso en evidencia a una estrella ufana con su regreso, pero capaz, como siempre, de sacar las uñas a relucir si alguna pregunta la incomoda
. Algo que pudo comprobar un periodista al que la actriz le ofreció cinco dólares si se olvidaba de la pregunta que le acababa de hacer. Lo consiguió.
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