Y si se llama Julia Roberts, mucho menos. Tras Pretty Woman, la actriz, se ganó el título de La novia de América y ahora, con 45 años y 25 de carrera, su sonrisa los sigue enamorando.
El Festival de Toronto ha sido el gran escaparate de su regreso.
Volvió a pisar la alfombra roja para presentar su último estreno, August: Osage County, un título que ya resuena como oscarizable.
La actriz estadounidense declaró recientemente que “todo es paz y descanso” en su vida, pero eso en lo que se refiere a lo personal, plano en el que lleva casada ya 11 años con el camarógrafo Daniel Moder y es madre de tres hijos, los gemelos Hazel y Phinnaeus, de 8 años, y el pequeño Henry, de 6.
Porque en lo que se refiere a su vida profesional, si hubo un tiempo en que fue la estrella más cotizada de Hollywood, en los últimos años todo ha sido vacío y fracaso.
En el último tiempo, encadenó fiasco tras fiasco con unos estrenos que pasaron sin pena ni gloria o aburrieron hasta al más entusiasta de los espectadores. Entre ellos, Come, reza, ama; Larry Crowne, nunca es tarde; Luciérnagas en el jardín o incluso Blancanieves, Mirror, mirror.
Roberts ha vuelto, pero nunca se fue a ningún lado. Simplemente dejó de tener el éxito conseguido por películas como Pretty Woman, Notting Hill o Erin Brockovich, la cinta que la coronó como estrella, le dio el Oscar a la mejor actriz, le consiguió un cheque de 15 millones de euros y amasó una taquilla mundial superior a los 190 millones. Pero ella tiene claro lo que causó ese giro en su carrera.
Y no se arrepiente. Según su visión, los papeles de madre, esposa y ama de casa son mucho más importantes que su trabajo frente a las cámaras.
Como dijo en Toronto “si hablamos de valores, la familia es lo único que importa.
La fama es una brisa pasajera. Lo importante es tener una piedra de toque te recuerde quién eres”. Su vida personal volvió a salir a relucir cuando la preguntaron si pensaba dirigir en alguna ocasión.
En una extraña forma de decir que no, la actriz aseguró que, como diría cualquier ama de casa, en el hogar uno se pasa haciendo las labores de un director las 24 horas del día.
“Me encanta ser actriz y madre de familia y eso es suficiente”, dijo. Y al público quizás se le vino a la mente la parte más hogareña de la intérprete, que se autoproclama buena cocinera y cuenta entre sus pasiones hacer punto.
Antes que hacer películas exitosas, Julia Roberts prefiere disfrutar de su segundo matrimonio con el hombre que conoció en el rodaje de The Mexican y al resto de su familia, ya sea en su rancho de Nuevo México donde asegura que no puede ponerse de mal humor, o en las playas de Malibú, California, donde vive.
Pero su grandioso regreso a la gran pantalla también significa el retorno a la alfombra roja.
Ella lo sabe y en Toronto sorprendió a los asistentes que la esperaban, no por esa sonrisa tan llena de dientes que le dio la fama, sino por sus largas piernas descubiertas, que asomaban bajo un modelo rojo y minifaldero que vistió para la ocasión, obra de Dolce & Gabbana.
Un vestido que puso en evidencia a una estrella ufana con su regreso, pero capaz, como siempre, de sacar las uñas a relucir si alguna pregunta la incomoda
. Algo que pudo comprobar un periodista al que la actriz le ofreció cinco dólares si se olvidaba de la pregunta que le acababa de hacer. Lo consiguió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario