Por PALOMA ABAD.
Con el fin de la Primera Guerra Mundial se inició
una década en la que el mundo occidental se dedicó a celebrar el simple
hecho de estar vivos.
El armario femenino, tras cuatro años de guerra,
estaba listo para ser alimentado de la forma más ostentosa posible.
Además, había que añadir el factor de la autosuficiencia: las mujeres
(trabajadoras ya) se negaban a renunciar a la libertad adquirida durante
los tiempos difíciles, cuando los varones se habían tenido que ir al
frente.
Si alguien representó ese sentir independiente fueron las
flappers, jóvenes emancipadas que huían del constreñido corsé y
preferían, en su lugar, vestidos vaporosos, de corte recto (resultaban
fáciles de replicar en casa con una máquina de coser) y cortados a la
altura de la rodilla.
Esa fue la silueta que propusieron y popularizaron
Paul Poiret, Jean Patou o Coco Chanel.
Las flappers fueron mujeres
enigmáticas y liberadas, que se mantuvieron fieles a su propio patrón
hasta el colapso de la bolsa en octubre de 1929: sus noches de humo y
bailes estaban indiscutiblemente acompañados de tacones anchos y con
hebilla, collares largos de perlas, tocados de plumas y boquillas largas
para fumar cigarros
. Casi 100 años después, las casas de moda -desde
Gucci a Ralph Lauren, pasando por la propia maison Chanel- siguen
tomando como referencia estética esa breve década rendida al hedonismo
.
(En la imagen: fotograma de 'El gran Gatsby', de Luhrmann)
15 may 2013
Por JOSÉ ANDRÉS ROJO. 'Hermosos y malditos'.
Así tituló Francis Scott Fitzgerald una de sus novelas
. Y así fueron sus personajes
. Les tocó vivir una época en que las cadenas del pasado se han enmohecido ya y todavía no te agarran los invisibles lazos de un tiempo nuevo.
Así que todo parecía posible. Tocaba bailar.
Tocaba arreglarse y ver en el espejo reflejada esa extraña belleza que irradia quien se encuentra ebrio de vida.
El dinero, el éxito y la fama estaban a la mano con solo mezclar las dosis adecuadas de coraje y audacia.
Y los excesos formaban parte del itinerario que se tenía que recorrer para certificar que se había alcanzado la dicha.
Lo que acaso resultaba más difícil percibir era la fuerza de la corriente y, de pronto, se encontraron al borde del precipicio.
Era cuestión de dar un paso para caer en la ruina y la enfermedad.
Fíjense en Scott y Zelda, arrastrados por una arrebatadora pasión y torpes, inmensamente torpes, a la hora de administrar sus recursos, su energía, su futuro.
Estuvieron flotando sobre una ola y un día descubrieron que conducían un coche averiado.
La fiesta había acabado. (En la imagen: Fotograma de 'El gran Gatsby?, dirigida por Baz Luhrmann, en 2013)
Así tituló Francis Scott Fitzgerald una de sus novelas
. Y así fueron sus personajes
. Les tocó vivir una época en que las cadenas del pasado se han enmohecido ya y todavía no te agarran los invisibles lazos de un tiempo nuevo.
Así que todo parecía posible. Tocaba bailar.
Tocaba arreglarse y ver en el espejo reflejada esa extraña belleza que irradia quien se encuentra ebrio de vida.
El dinero, el éxito y la fama estaban a la mano con solo mezclar las dosis adecuadas de coraje y audacia.
Y los excesos formaban parte del itinerario que se tenía que recorrer para certificar que se había alcanzado la dicha.
Lo que acaso resultaba más difícil percibir era la fuerza de la corriente y, de pronto, se encontraron al borde del precipicio.
Era cuestión de dar un paso para caer en la ruina y la enfermedad.
Fíjense en Scott y Zelda, arrastrados por una arrebatadora pasión y torpes, inmensamente torpes, a la hora de administrar sus recursos, su energía, su futuro.
Estuvieron flotando sobre una ola y un día descubrieron que conducían un coche averiado.
La fiesta había acabado. (En la imagen: Fotograma de 'El gran Gatsby?, dirigida por Baz Luhrmann, en 2013)
Rutilancia y desigualdad
Por JOAQUÍN ESTEFANÍA. La obra de Fitzgerald es una novela de clase
en la que el dinero sirve para comprar la distancia social con el fin de
marcarla mejor.
Trata de muy pocos personajes de la clase elevada y de un testigo que se asimila a ellos
. En el libro no aparece la mayor parte de la sociedad americana, la que tuvo que emplearse en combatir durante la Primera Guerra Mundial: es como si no existiera
. El autor describe los excesos de los felices veinte, cuya burbuja, explotada, dio lugar a la Gran Depresión de tres lustros después. Jay Gatsby, el caballero que reina sobre West Egg, es el arquetipo de una época dominada por los excesos sociales, las grandes diferencias, el gansterismo y la corrupción política generalizada que acabó en la mayor crisis del capitalismo de todos los tiempos.
Fitzgerald tiene la técnica literaria de fijarse en uno de los dos extremos de la sociedad, el de la gente bonita, riquísima, las mansiones, los criados fieles, la rutilancia de las noches sin mesura, en definitiva, el mundo de los ricos.
Es la imagen del esplendor y de las élites de Pareto.
Casi nueve décadas después de aquello, la sociedad de los extremos y de la polarización han vuelto a Estados Unidos, tras el paréntesis del New Deal y su influencia en la sociedad americana. (En la imagen: Robert Redford, como Gatsby, en la versión de Jack Clayton, 1974, delante del Rolls Royce Phantom 1 Ascot Tourer de 1928).
Trata de muy pocos personajes de la clase elevada y de un testigo que se asimila a ellos
. En el libro no aparece la mayor parte de la sociedad americana, la que tuvo que emplearse en combatir durante la Primera Guerra Mundial: es como si no existiera
. El autor describe los excesos de los felices veinte, cuya burbuja, explotada, dio lugar a la Gran Depresión de tres lustros después. Jay Gatsby, el caballero que reina sobre West Egg, es el arquetipo de una época dominada por los excesos sociales, las grandes diferencias, el gansterismo y la corrupción política generalizada que acabó en la mayor crisis del capitalismo de todos los tiempos.
Fitzgerald tiene la técnica literaria de fijarse en uno de los dos extremos de la sociedad, el de la gente bonita, riquísima, las mansiones, los criados fieles, la rutilancia de las noches sin mesura, en definitiva, el mundo de los ricos.
Es la imagen del esplendor y de las élites de Pareto.
Casi nueve décadas después de aquello, la sociedad de los extremos y de la polarización han vuelto a Estados Unidos, tras el paréntesis del New Deal y su influencia en la sociedad americana. (En la imagen: Robert Redford, como Gatsby, en la versión de Jack Clayton, 1974, delante del Rolls Royce Phantom 1 Ascot Tourer de 1928).
Un importante detalle
Un
detalle que poca gente conoce: esta magnífica portada de la edición
original fue diseñada por Francis Cugat (Barcelona, 1893 - Westport,
Conn. 1981), el hermano mayor de Xavier Cugat.
La Revista de Girona
acaba de publicar un interesante artículo sobre este artista que, como
suele decirse, ha quedado a la sombra de su famoso hermano: http://cort.as/43Je http://cort.as/43Jf
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