Por JOAQUÍN ESTEFANÍA. La obra de Fitzgerald es una novela de clase
en la que el dinero sirve para comprar la distancia social con el fin de
marcarla mejor.
Trata de muy pocos personajes de la clase elevada y de
un testigo que se asimila a ellos
. En el libro no aparece la mayor parte
de la sociedad americana, la que tuvo que emplearse en combatir durante
la Primera Guerra Mundial: es como si no existiera
. El autor describe
los excesos de los felices veinte, cuya burbuja, explotada, dio lugar a
la Gran Depresión de tres lustros después. Jay Gatsby, el caballero que
reina sobre West Egg, es el arquetipo de una época dominada por los
excesos sociales, las grandes diferencias, el gansterismo y la
corrupción política generalizada que acabó en la mayor crisis del
capitalismo de todos los tiempos.
Fitzgerald tiene la técnica literaria
de fijarse en uno de los dos extremos de la sociedad, el de la gente
bonita, riquísima, las mansiones, los criados fieles, la rutilancia de
las noches sin mesura, en definitiva, el mundo de los ricos.
Es la
imagen del esplendor y de las élites de Pareto.
Casi nueve décadas
después de aquello, la sociedad de los extremos y de la polarización han
vuelto a Estados Unidos, tras el paréntesis del New Deal y su
influencia en la sociedad americana. (En la imagen: Robert Redford, como
Gatsby, en la versión de Jack Clayton, 1974, delante del Rolls Royce
Phantom 1 Ascot Tourer de 1928).
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