Por JOSÉ ANDRÉS ROJO. 'Hermosos y malditos'.
Así tituló Francis
Scott Fitzgerald una de sus novelas
. Y así fueron sus personajes
. Les
tocó vivir una época en que las cadenas del pasado se han enmohecido ya y
todavía no te agarran los invisibles lazos de un tiempo nuevo.
Así que
todo parecía posible. Tocaba bailar.
Tocaba arreglarse y ver en el
espejo reflejada esa extraña belleza que irradia quien se encuentra
ebrio de vida.
El dinero, el éxito y la fama estaban a la mano con solo
mezclar las dosis adecuadas de coraje y audacia.
Y los excesos formaban
parte del itinerario que se tenía que recorrer para certificar que se
había alcanzado la dicha.
Lo que acaso resultaba más difícil percibir
era la fuerza de la corriente y, de pronto, se encontraron al borde del
precipicio.
Era cuestión de dar un paso para caer en la ruina y la
enfermedad.
Fíjense en Scott y Zelda, arrastrados por una arrebatadora
pasión y torpes, inmensamente torpes, a la hora de administrar sus
recursos, su energía, su futuro.
Estuvieron flotando sobre una ola y un
día descubrieron que conducían un coche averiado.
La fiesta había
acabado. (En la imagen: Fotograma de 'El gran Gatsby?, dirigida por Baz
Luhrmann, en 2013)
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