Este mismo pensamiento era el que tenía en mente
Carmen Posadas cuando escribió un artículo titulado Los hombres las prefieren gordas en el que decía: «Rindámonos de una vez a la evidencia: los hombres, todos, las prefieren redondas por no decir gordas.
Sin embargo, tan mediatizados estamos por la tele y las revistas, que pensamos que los cánones de belleza son lo que vemos en las pasarelas: niñas andróginas». «¡La que se armó!», recuerda la escritora. «Nunca he recibido más comentarios ni más insultos, tanto de hombres como de mujeres, porque se me ocurrió decir que Scarlett Johansson está gorda… Pero es que es verdad: por más que quede bien decir que a uno le gusta Audrey Hepburn, en cuanto rascas un poquito te das cuenta de que todo hombre lleva una gordita en su corazón».
Parece que sí la llevan desde Mario Vaquerizo –«Me gustan las mujeres con curvas y con tetas. No soy gay»– a Carlos Baute –«La curva me encanta, no me gustan las mujeres esqueléticas, para nada»–; desde John Travolta –«Cuando era joven, las mujeres tenían formas; a mí me gustan Sophia Loren, Brigitte Bardot o Marilyn Monroe»– a Toni Cantó –«Nunca me han gustado las mujeres delgadas. Lo de que a los hombres nos gustan mujeres contundentes no es un topicazo. ¡Es verdad!»–, o incluso a Zac Efron –«No sabría citar exactamente unas medidas concretas, pero me gustan las chicas con curvas, chicas con caderas»–.
Y, cada vez más, ellas comienzan a darse cuenta de que la obsesión actual por estar delgadas es mucho más femenina que masculina.
Del mismo modo, la cantante Edurne, tras ser elegida en una encuesta como la mujer más sexy de España, aseguraba: «Somos nosotras las que creemos que la delgadez es sensual; a los chicos les encantan las curvas. El cuerpo de guitarra es lo más sexy».
Todo indica que esa aspiración a alzarse como la mujer incorpórea, apenas un suspiro, es
una trampa en la que ha caído el sector femenino y que tiene bastante poco que ver con el gusto real de los hombres. Pero ¿quién tendió el lazo?
«En los últimos años, la moda pareció convertirse en árbitro de la elegancia; terminó haciéndonos creer que es ella quien dicta lo que es y lo que no es bello, y nos propuso el modelo de la delgadez más elitista», señala
Pedro Mansilla, sociólogo especializado en moda.
«Más todavía: aun a riesgo de caer en la incorrección política, diría que la moda es un discurso estético que, pese a dirigirse a las mujeres, está dominado por un clan formado mayoritariamente por hombres homosexuales.
Y, para los gais, una mujer con curvas es demasiado real, demasiado tentadora y apetecible… Lo que ha pasado en los últimos años es que el cine y la música han tomado el relevo y han surgido nuevos mitos, como Scarlett Johansson o Beyoncé, más sensuales y reales».