Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2012

Dior, el modista que vistió el celuloide


FOTOGALERÍA
Natalie Portman en el homenaje a Dior.
Si nunca falta un modelo Christian Dior en la alfombra roja, la historia de amor entre el costurero y fundador de la firma francesa de moda va mucho más allá que la de vestir a las grandes estrellas tanto en la gran pantalla como en la vida.
 La relación entre Dior y el cine se remonta de hecho a sus inicios.
 Antes incluso de fundar su firma mundialmente conocida en 1946, el diseñador trabajaba ya como encargado de vestuario para los grandes estudios
. Desde entonces ha contado con grandes mitos de la época entre sus incondicionales, como Marlène Dietrich, Grace Kelly o Marilyn Monroe, a las que suceden hoy otras como Nathalie Portman, Charlize Theron o Marion Cotillard.
El museo del diseñador en Granville, su ciudad natal, en el norte de Francia, prepara una gran retrospectiva sobre la relación de Dior con el séptimo arte que se inaugura a mediados de mayo en la que rescata las glamorosas imágenes de las grandes divas en sus modelos más elegantes, acompañadas por documentos sobre las películas a las que se remiten.
 El proyecto se completa con un libro que recoge unas 250 imágenes de la editora Rizzoli, una suerte de viaje visual al particular universo del creador.
Indisociable del nombre de Dior, se encuentra primero el de la gran Marlène Dietrich. Incondicional del costurero desde sus inicios —asistió a su primer desfile en febrero de 1947—, la actriz y cantante impuso sin rodeos al cineasta Alfred Hitchcock el vestuario del francés como condición para protagonizar Pánico en la escena (1950). Utilizó entonces una fórmula directa y convertida en legendaria en la casa de moda:
 “No Dior, no Dietrich”.
La muerte prematura del diseñador en 1957, víctima de un paro cardiaco mientras se encontraba de descanso en Italia, no cesó la atracción del mundo del cine por las creaciones de las que se fueron haciendo cargo sus sucesores. Así lucen sus modelos desde Sofia Loren en La condesa de Hong Kong (1957) de Charlie Chaplin, Elisabeth Taylor en Ceremonia secreta (1968) de Joseph Losey, hasta Penélope Cruz en Los abrazos rotos (2007) de Pedro Almodovar.
 En total, la marca Dior está presente en más de 90 películas.
El propio modisto ha sido el responsable del vestuario de proyectos de grandes cineastas como Vittorio de Sica o Marcel Carné.
Las estrellas visten Dior en el cine, pero también fuera de la pantalla.
Entre las fotografías rescatadas por el proyecto, se puede admirar por ejemplo una instantánea de Marilyn en su última sesión fotográfica en el Hotel de Bel Air en Los Ángeles, retratada con un vestido negro con la espalda al descubierto por el fotógrafo Bert Stern.
 Otra capta la visita de Kim Novak a una perfumería Dior parisiense.
No podían faltar la actual representante de Miss Dior Chérie, Nathalie Portman, o Charlize Theron, una de las grandes protagonistas de la muestra, imagen del perfume J'adore Dior.

Alain Delon, operado del corazón

El actor francés, de 76 años, sufría una arritmia de la que ha sido intervenido en un hospital de París.

El actor francés Alain Delon.
Alain Delon, de 76 años, ha sido operado del corazón según indican varios medios franceses.
 El actor ingresó el martes en el Hospital de Neuilly en París, aunque sus problemas de salud no se han dado a conocer hasta este miércoles
"Estoy bien. He tenido una cirugía de dos horas", ha explicado el actor al diario Le Parisien. "Hace dos semanas, tuve mareos y náuseas
.Me hicieron un chequeo, todo estaba bien a nivel neurológico.
 Sin embargo, se descubrió una arritmia cardíaca.
 Esto es algo que sucede a la gente como yo, cuando hay una acumulación de emociones", añadió.
Alain-Fabien Delon, de 17 años, el hijo que tuvo con Rosalie Van Breemen Delon, fue acusado de negligencia y daño corporal A principios de julio en una fiesta organizada por el joven, donde una niña tuvo recibió un disparo en el abdomen.
Nacido el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux (Francia),
Delon ha trabajo en un centenar de películas a lo largo de más de 50 años de carrera, la más reciente Astérix en los Juegos Olímpicos.
 Si bien sus grandes papeles fueron de la mano de Visconti en El Gatopardo y a Rocco y sus hermanos
El año pasado el actor hizo un repaso a su vida y a las mujeres que han ocupado su corazón. "Es por las mujeres que siempre quise ser el más grande, el más guapo, el más fuerte"
. Lo dijo quien fue el mayor seductor del cine francés, Alain Delon, en un libro dedicado precisamente a las mujeres de su vida: desde su madre hasta sus compañeras de reparto, con un enfoque especial, por supuesto, para sus parejas sentimentales más destacadas
. A lo largo de más de 200 fotografías en blanco y negro, escogidas por el propio Delon y acompañadas por comentarios suyos, el libro (Delon: Les femmes de ma vie -Delon: las mujeres de mi vida-, dirigido por Philippe Barbier), recorrió momentos clave de las vivencias de este mito de la gran pantalla, que siempre se ha negado a dar muchos detalles sobre su vida privada.
 El todo estuvo bendecido nada menos que por su gran amiga Brigitte Bardot, quien firmó la introducción.

 

Brooke Astor ya descansa en paz


Brooke Astor y su hijo Anthony Marshall. / Ron Galella
Brooke Astor, la dama de la filantropía en Nueva York, murió en agosto de 2007 dejando a repartir una herencia de casi 200 millones de dólares (150 millones de euros).
 Desde entonces, esa fortuna estuvo literalmente bajo llave fruto de una batalla legal que iba a servir para definir el lugar que grandes instituciones como el Carnagie Hall, el Metropolitan Museum of Art e incluso las Naciones Unidas ocupan en el mundo convertido en negocio de las obras benéficas.
Ahora ese dinero se libera y el culebrón de la alta clase social neoyorquina termina con Anthony Marshall, el único hijo de la benefactora, claudicando.
 El heredero esperaba llevarse una tajada de varias decenas de millones tras la muerte de su madre, a los 105 años.
 Eso le llevó a convencerla de firmar una serie de modificaciones al testamento para que gran parte de su legado fuera a su bolsillo. Pero hace tres años fue acusado de fraude, tras ser denunciado su propio hijo, Philip, de abusar de la generosidad de la abuela.
Fue condenado a entre uno y tres años de prisión.
 La apelación le permitió seguir en libertad. Y tras cinco años de batallas, el juez ha aceptado un arreglo que permitirá repartir la fortuna.
 A Marshall le tocan 14,4 millones de herencia, mucho menos de lo que esperaba embolsarse cuando inició su trama.
Pero quizás lo más relevante es que el exdiplomático, que tiene 87 años, acepta ceder cualquier poder de influencia en la distribución de la fortuna.
Los documentos del pacto son públicos.
 La herencia que firmó Brooke Astor en 2002 se da por válida. Anthony Marshall habría recibido gracias a ella dos propiedades inmobiliarias valoradas en casi 30 millones, más de cinco millones en efectivo y el 7% de interés anual de un fondo con 60 millones.
 Sin embargo, optó por no luchar en la apelación al comprobar que los retoques que se hicieron al testamento nunca habrían prosperado en la corte.
Como dijo el fiscal general neoyorquino Eric Schneiderman, el acuerdo “honra” los deseos finales de Brooke Astor y “beneficiará” con su generosidad “a lugares históricos de la ciudad así como instituciones educativas y culturales”.
 Del total del legado, 100 millones se destinaran a organizaciones sin ánimo de lucro y se crea un fondo de 30 millones para mejorar la educación en la ciudad de los rascacielos.
 Sus obras de arte se subastarán en septiembre.
Si Marshall no hubiera tratado de engañar a su madre, ahora tendría 70 millones en el bolsillo.
 No acaba ahí la cosa.
 Al final el heredero se queda solo con tres millones, porque del total que le corresponde gracias al acuerdo extrajudicial, unos 11,6 millones se van a cubrir los costes legales de la batalla.
 Nadie siente pena por el heredero derrotado, sobre el que aún pesa la pena de cárcel si no muere antes de que finalice el proceso de apelación.

“Pepe Hierro era mucho Pepe y mucho abuelo” por Juan Cruz

Tacha Romero, nieta del escritor Pepe Hierro. / CARLOS ROSILLO
Pepe Hierro es el abuelo de Tacha. Era un hombre apasionado por la vida que escondía una enorme pasión jamás resuelta con el pasado, pues sufrió como muchos la guerra y la prisión, y sin embargo pocas veces dijo nada de aquellos martirios. “Él era así. Generoso, dadivoso y alegre. La procesión iba por dentro”.
Tacha habla ante un desayuno que ella ha querido suculento, como le hubiera gustado a su abuelo, que este 3 de abril hubiera cumplido 90 años. Murió en el año 2002 en Madrid, tras una enfermedad respiratoria que lo tuvo atado a todo tipo de aparatos, “pero jamás perdió la voluntad de luchar”.
Ahora Tacha Romero, su nieta, al frente de la Fundación Cultural José Hierro, prepara un extenso homenaje a la figura del abuelo, que se inaugurará el 16 de abril en la calle de Fuenterrabía, en Madrid, donde vivió más de 40 años el poeta santanderino, y acabará el 14 de diciembre, siete días antes de que se cumplan los 10 años de su muerte.
Pepe Hierro era “mucho Pepe” y mucho Hierro. “Y mucho abuelo”.
Entraban los nietos en la casa (tuvo cuatro, Tacha es la más chica, Paula la más grande) y él gritaba. “Huele a monoooo...”. “Era”, dice Tacha, que ahora tiene 31 años y dos hijos, Gael y Naya, “un ser excepcional, y es un privilegio ser su descendiente”.
 Fue poeta y agricultor, vinatero también. “Y un gran gastrónomo. Allá donde fuese, mi abuelo intentaba no irse sin conocer su cocina y sus mercados, sin hacerse con lo más típico para poder compartirlo luego con la familia y los amigos a su llegada”.
Era un ser familiar; tanto que cuando ganó los últimos grandes premios de su vida (el Cervantes, el Reina Sofía) “se lo gastó todo llevándonos a conocer las islas Canarias”.
 Pero donde ellas, las nietas, los parientes y los amigos, que fueron muchísimos, conocieron de veras la vitalidad de Hierro “fue en Titulcia, cerca de Chinchón, donde tenía una casa que hizo con sus manos y que rodeó de árboles, de viñas...”.
 Allí cocinó para medio mundo: cordero, paellas... “Iba con su azada y volvía rojo como un tomate, con su cabeza calva que se acariciaba”.
Traía viandas que ellas probaban, dice Tacha, “como un manjar...”. De hecho, en este desayuno ella pide pan con tomate, como si estuviera rememorando los desayunos y las comidas del abuelo poeta. “A él le gustaba el jamón ibérico, esas eran palabras mayores para él. Y la merluza de la abuela Angelines, las paellas. Y el aceite, nunca te olvides del aceite si dices que le gustaba el pan”.
Tenía las manos grandes y encallecidas.
 Era tímido hasta la exageración, “y generoso, sin que los demás lo supieran”. Bromeaba con su propia poesía (“aquí, en este papel, traigo un soneto improvisado”). En la mesa “era la persona menos solemne; se fijaba si los que estábamos alrededor estábamos contentos, y con eso ya se sentía feliz”.
A ella le dedicó poemas, como a Paula, y un cariño infinito que ahora le devuelve toda la familia, “pues mi abuelo era un padre para todos, incluido mi padre, Manolo Romero, que fue su amigo...
Yo heredé, entre otras alegrías, su gusto por la cocina, su capacidad para buscar entre los cazos, platos y sartenes la alegría y la belleza... Ah, y la comida picante, cómo le gustaba”.