Sasha Grey (23 años) y Madison Young (31 años) son dos estrellas de la escena del porno planetario y, además, son dos mujeres que se han empeñado en romper algún que otro cliché. Eso ha desatado las iras no solo de los puritanos de toda la vida (cosa previsible) sino también de más de uno dentro del mundillo del sexo explícito. El mes pasado Grey (que lleva dos años retirada del cuerpo a cuerpo y ahora trabaja como actriz convencional) participó en un programa de lectura en la escuela infantil Emerson, en Compton, California, lo reveló la web TMZ.com. Por su parte, Madison Young lleva la galería Femina Potens (se traduce del latín como ‘la mujer puede’ o ‘la mujer capaz’).
En verano, semanas después de haber dado a luz, montó una exposición que giraba sobre una imagen suya dando el pecho a su niña.
La foto formaba parte, junto con otras 12 obras, de la muestra Becoming MILF que en español (y dicho de manera bastante más suave que en inglés), vendría a querer decir ‘Convertirse en una madre sexualmente atractiva’.
Una colega de profesión, no tan famosa, eso sí, la acusó de alimentar las mentes de los pedófilos.
8 dic 2011
La soledad, el dolor y La muerte.
Siendo un héroe del futbol, no se asimila una derrota de ese calibre, hay muchos jugadores que por un tiempo viven en esa nube donde les encumbran y luego se le olvida, son esos los juguetes rotos? no lo sé, pero muchachos muy jovenes alcanzan un nivel que no saben que pueden caer.
Tu juan escribiste sobre la levedad o fragilidad del futbolista, yo tengo un texto sobre la soledad del portero, siempre me han llamado la atención y debo decir que a raiz del mundial me fijaba en IKER casillas, hombre entero, disciplinado y con un sentido de la concentración enorme, o eso no es así pero así lo percibí, Robert Enke , amado y humillado, debe ser dificil, y luego que tenga la mala fortuna de que su hijita se le fuera, el aprendió hoy estoy aqui mañana Dios dirá, y seguramente se diría que esa decisión la tomaria él solo, su muerte. Nadie llorara por nosotros después de muertos, es una Peli, de Victoria Abril y Pilar Bardem.
Los que no tienen piedad ni para los muertos no piensan que igual a ellos les ocurra lo mismo, La Fragilidad del ser Humano, aunque no haya Leído a Kundera, es facil deducir que su alma ya está seca.
Y como tu dices te hace sentir dolor la insensibilidad para con el prójimo, y se escudan en esas frases vacías.
Dumi
Tu juan escribiste sobre la levedad o fragilidad del futbolista, yo tengo un texto sobre la soledad del portero, siempre me han llamado la atención y debo decir que a raiz del mundial me fijaba en IKER casillas, hombre entero, disciplinado y con un sentido de la concentración enorme, o eso no es así pero así lo percibí, Robert Enke , amado y humillado, debe ser dificil, y luego que tenga la mala fortuna de que su hijita se le fuera, el aprendió hoy estoy aqui mañana Dios dirá, y seguramente se diría que esa decisión la tomaria él solo, su muerte. Nadie llorara por nosotros después de muertos, es una Peli, de Victoria Abril y Pilar Bardem.
Los que no tienen piedad ni para los muertos no piensan que igual a ellos les ocurra lo mismo, La Fragilidad del ser Humano, aunque no haya Leído a Kundera, es facil deducir que su alma ya está seca.
Y como tu dices te hace sentir dolor la insensibilidad para con el prójimo, y se escudan en esas frases vacías.
Dumi
La soledad de Robert Enke
El 6 de noviembre de 2011 John Carlin escribió en El País un artículo antológico que tituló ´La insoportable fragibilidad del fútbolista`.
Narraba el gran periodista la historia de Robert Enke, que triunfó en el Benfica, fracasó en el Barça, se rehizo en el Tenerife, regresó a su país, Alemania, jugó en el Hannover y lo hizo tan bien que fue seleccionado para la portería de la selección alemana...; no pudo superar ´el inimaginable dolor` por la muerte de su hija de dos años, y ese hecho se juntó con la depresión que lo venía lastrando desde aquel fracaso en la portería del Barcelona. Hasta que se suicidó, dejando atrás un diario en el que iba explicando el lastre enorme de su melancolía. Leí ese artículo, narrado con la habitual maestría, y sencillez, del periodista Carlin y ahora lo he utilizado para un libro de divulgación sobre el buen periodismo que me han encargado.
He usado una copia impresa de internet de ese texto de Carlin; en el momento en que lo imprimí había 25 comentarios de lectores, que, como es habitual, no dan sus nombres para expresar sus opiniones, muchas veces tan interesantes o atrevidas que merecerían ser firmadas con nombres propios.
Pero, en fin, al pie de esa historia dramática de la persona llamada Enke leí, mientras cerraba la carpeta de los textos que seleccionado, esta opinión de alguien que firma, con minúsculas, ´disconformidad`. Dice:
´me parece mucho peor un pobre trabajador q no tiene dinero para poder dar de comer a sus hijos... en ese caso si se suicida es un inútil y un débil no?? esa exposición a la luz pública viene en el sueldo`
Sentí, ante la necesidad de la comparación que padeció el lector, un intenso escalofrío
. Un dolor como antiguo, que viene de lejos. Luego he pensado, ¿y por qué he sentido dolor? No sé, pero como lo he sentido lo digo.
Que al menos ese ser humano que esconde su nombre tras esa palabra tan noble, ´disconformidad` piense sobre lo que dijo sobre la historia dramática de aquel hombre solitario que al final se arroja al paso de un tren.
Como decía Pepe Hierro, sin vuelo en el verso, esa es la historia.
Comparar no es justo, pero a veces es lo más odioso que hacemos.
Juan Cruz
Narraba el gran periodista la historia de Robert Enke, que triunfó en el Benfica, fracasó en el Barça, se rehizo en el Tenerife, regresó a su país, Alemania, jugó en el Hannover y lo hizo tan bien que fue seleccionado para la portería de la selección alemana...; no pudo superar ´el inimaginable dolor` por la muerte de su hija de dos años, y ese hecho se juntó con la depresión que lo venía lastrando desde aquel fracaso en la portería del Barcelona. Hasta que se suicidó, dejando atrás un diario en el que iba explicando el lastre enorme de su melancolía. Leí ese artículo, narrado con la habitual maestría, y sencillez, del periodista Carlin y ahora lo he utilizado para un libro de divulgación sobre el buen periodismo que me han encargado.
He usado una copia impresa de internet de ese texto de Carlin; en el momento en que lo imprimí había 25 comentarios de lectores, que, como es habitual, no dan sus nombres para expresar sus opiniones, muchas veces tan interesantes o atrevidas que merecerían ser firmadas con nombres propios.
Pero, en fin, al pie de esa historia dramática de la persona llamada Enke leí, mientras cerraba la carpeta de los textos que seleccionado, esta opinión de alguien que firma, con minúsculas, ´disconformidad`. Dice:
´me parece mucho peor un pobre trabajador q no tiene dinero para poder dar de comer a sus hijos... en ese caso si se suicida es un inútil y un débil no?? esa exposición a la luz pública viene en el sueldo`
Sentí, ante la necesidad de la comparación que padeció el lector, un intenso escalofrío
. Un dolor como antiguo, que viene de lejos. Luego he pensado, ¿y por qué he sentido dolor? No sé, pero como lo he sentido lo digo.
Que al menos ese ser humano que esconde su nombre tras esa palabra tan noble, ´disconformidad` piense sobre lo que dijo sobre la historia dramática de aquel hombre solitario que al final se arroja al paso de un tren.
Como decía Pepe Hierro, sin vuelo en el verso, esa es la historia.
Comparar no es justo, pero a veces es lo más odioso que hacemos.
Juan Cruz
7 dic 2011
Descargo DAVID TRUEBA
La vodevilesca conclusión de la aplicación de la ley sobre descargas ilegales en la Red culmina una legislatura socialista que ha provocado el desaliento de muchos de sus votantes.
Quizá una de las razones tenga que ver con su pintoresca afición a los coitus interruptus, leyes que prometen, generan debate público, radicalizan las posiciones sociales y finalmente no se promulgan, generando una sensación de hastío y desapego cuando no de traición y abandono.
Del Estatut de Catalunya a la reforma del Valle de los Caídos, habrá que pensar que muchos votantes bajaron los brazos fatigados de tanta expectativa incumplida.
Las descargas ilegales descorcharon un debate ruidoso, ajeno a la dinámica del resto del mundo, donde se mezclaron conceptos irreconciliables como industria y cultura, entre otros galimatías patrios.
Eso sí, sirvió para retratar el arte de la ambigüedad política, con esa incapacidad de enfrentarse a la crítica ajena con la fuerza de las convicciones propias.
Al final, solo ganaron los que nadan en seco y hablan con palabras vacías.
Jaron Lanier, en su libro You are not a gadget, traducido al castellano con excesiva contundencia Contra el rebaño digital, propone una lectura particular del universo de Internet donde al menos nos libera de las homilías sobre lo que es moderno y lo que es antimoderno, y evita la edulcorada confianza en el futuro, como si el futuro no hubiera de ser, siempre, un esfuerzo colectivo de justicia, igualdad y mejora y no una mera sumisión tecnológica.
Con espíritu de controversia, compara el autoritarismo de los militantes digitales con el castigo maoísta contra intelectuales y artistas, a los que una vez teñidos de desprecio social forzó a la reeducación castradora. Reeducación que hoy obliga a pasar por el aro de la grandes marcas tecnocomunicativas.
Pero quizá la más esclarecedora conclusión surge cuando afirma que robar casas y coches es fácil, pero pocas personas lo hacen. "Las cerraduras son amuletos de un contrato social que aceptamos porque nos beneficia a todos.
Es solo la elección personal la que hace que el mundo funcione. Las restricciones que nos imponemos compensan los fallos de la naturaleza humana.
Debemos comprometernos para convertirnos en mejores personas". Es decir, un debate individual mucho más ambicioso que el vodevil patético al que nos convocan.
Quizá una de las razones tenga que ver con su pintoresca afición a los coitus interruptus, leyes que prometen, generan debate público, radicalizan las posiciones sociales y finalmente no se promulgan, generando una sensación de hastío y desapego cuando no de traición y abandono.
Del Estatut de Catalunya a la reforma del Valle de los Caídos, habrá que pensar que muchos votantes bajaron los brazos fatigados de tanta expectativa incumplida.
Eso sí, sirvió para retratar el arte de la ambigüedad política, con esa incapacidad de enfrentarse a la crítica ajena con la fuerza de las convicciones propias.
Al final, solo ganaron los que nadan en seco y hablan con palabras vacías.
Jaron Lanier, en su libro You are not a gadget, traducido al castellano con excesiva contundencia Contra el rebaño digital, propone una lectura particular del universo de Internet donde al menos nos libera de las homilías sobre lo que es moderno y lo que es antimoderno, y evita la edulcorada confianza en el futuro, como si el futuro no hubiera de ser, siempre, un esfuerzo colectivo de justicia, igualdad y mejora y no una mera sumisión tecnológica.
Con espíritu de controversia, compara el autoritarismo de los militantes digitales con el castigo maoísta contra intelectuales y artistas, a los que una vez teñidos de desprecio social forzó a la reeducación castradora. Reeducación que hoy obliga a pasar por el aro de la grandes marcas tecnocomunicativas.
Pero quizá la más esclarecedora conclusión surge cuando afirma que robar casas y coches es fácil, pero pocas personas lo hacen. "Las cerraduras son amuletos de un contrato social que aceptamos porque nos beneficia a todos.
Es solo la elección personal la que hace que el mundo funcione. Las restricciones que nos imponemos compensan los fallos de la naturaleza humana.
Debemos comprometernos para convertirnos en mejores personas". Es decir, un debate individual mucho más ambicioso que el vodevil patético al que nos convocan.
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