Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 jul 2011

Ava Gardner contra Ava Gardner

. ."Yo siempre le digo a mi equipo: 'Crear es recordar. La memoria es la base de todo". Crear. Recordar.
 Dos verbos aparentemente poco conciliables en una misma oración pero que, unidos, adquieren una nueva dimensión.
La frase es de Akira Kurosawa y con ella se refería a sus propias películas, pero fue introducida por otro cineasta, el muy particular documentalista Chris Marker, en el inicio de A. K., su creativo recuerdo sobre la figura del director japonés.
Creativo recuerdo. Algo que parece haberse aplicado también Isaki Lacuesta, otro documentalista alejado de los convencionalismos, en La noche que no acaba, personalísima visión fílmica de Beberse la vida: Ava Gardner en España, ensayo del escritor y crítico de teatro Marcos Ordóñez sobre los días más de vino que de rosas de la actriz estadounidense en nuestro país.








Al otro extremo del lineal academicismo de la inmensa mayoría de los documentales españoles actuales, La noche que no acaba es pura creatividad desde su original enfoque narrativo: un diálogo a dos voces entre la Ava joven, rotunda, escultural y triunfadora, pero también muy ingenua, que llegó a España para rodar Pandora y el holandés errante, y la madura, destruida y cicatrizada mujer que, poco después de filmar Harem, dejó este mundo.
 Una conversación que, recitada por Ariadna Gil y Charo López, dos mujeres de diferentes generaciones y ciertas semejanzas físicas con Gardner, va acompañada de muy diversos testimonios y documentos audiovisuales, pero expuestos de forma insólita (a veces, incluso, al borde de la discutible digresión, como ese baño nocturno de la doble de cuerpo de Ava o ese decadentísimo minuto final al piano).



Como en Cravan vs. Cravan y en La leyenda del tiempo, Lacuesta opta por los detalles formales para ir orquestando un discurso propio (continuos ralentís de las imágenes de archivo, eliminación de buena parte de los rostros de los evocadores de vivencias en beneficio de su voz), al tiempo que va posando su mirada no solo en Gardner sino también en esa esquina del encuadre histórico que no se suele mirar (el pescadorcillo con nueve fotogramas de película para la construcción de su propia historia; el torso y la mano del camarero que lleva a la actriz la botella, siempre la botella, durante sus eternas noches de juerga), pero que le sirve para encontrar nueva y suculenta información a una existencia que deambula entre la inconsciencia, el éxtasis, la pasión y el desmadre.






Así, aunque en ciertos textos en off parezca vislumbrarse la monumental ironía de los originales de Ordóñez, es la imagen la verdadera protagonista de La noche que no acaba. Sobre todo los equívocos entre las apariencias ópticas y las realidades que se esconden detrás.

Nuria Espert vuelve al Real con una 'Tosca' con sabor a despedida

La actriz y directora regresa para dirigir la ópera de Puccini que ya presentó en 2004 y afirma que no volverá al mundo de la lírica .
.Nuria Espert vuelve al Teatro Real para rememorar otros tiempos.
La actriz y directora gestiona la escena de la Tosca que ya estrenó en 2004 en el coliseo madrileño.
Dirigida por Renato Palumbo, la producción que entonces costó 700.000 euros llega al Real el martes para cerrar la temporada lírica.





Sin embargo, la ópera de Puccini que concibió Espert hace siete años no es la que hubiese hecho hoy.
"Si ahora decidiera hacer otra Tosca, haría una cosa diferente.
No porque el espectáculo haya envejecido, sino porque yo ya soy otra persona", explica. Esos cambios se deben a seis años de trabajo en el teatro: "he tenido muchas experiencias, el 90% de ellas buenas y algunas terribles, como la muerte de mi madre. Ahora soy más sabia, me gustan cosas diferentes y he viajado más.
 Lo que ha cambiado es que en este tiempo he vivido".
 "Esta reposición la tomo con mucho cariño, y voy a tratar que tenga la misma frescura que tuvo el día de su estreno", ha comentado.



La presentación de este montaje a la prensa, sin embargo, ha tenido sabor a despedida y muchos momentos de nostalgia.
 "No tengo ganas de abordar nuevos proyectos.
Creo que este momento dorado de mi vida como intérprete es lo que me hace más feliz", ha explicado la actriz, que ha rechazado con un tono agridulce volver a dirigir ninguna ópera.
 La sombra de la muerte en 1994 de su marido, Armando Moreno, que fue el que la introdujo en el mundo de la ópera, sigue presente en sus acercamientos a la lírica. "Estoy, por decisión personal, muy alejada del mundo de la ópera.
 Después de 10 años maravillosos, tuve la necesidad de volver a la interpretación.
La vida nómada del mundo de la ópera no me seducía ya", explica la actriz, que ha recordado el papel de su marido en su afición por la lírica. "Él me enseñó a amar la ópera con 20 años, me enseñó a escuchar", ha confesado.




Espert, que ya colaboró con el director del Teatro Real, Gerard Mortier, en el teatro de la Monnaie de Bruselas con Electra, ha ensalzado el papel del director del coliseo. "Esta reposición me ha hecho mucha ilusión porque está Mortier al frente del teatro, y sé que esta obra no le gusta mucho", ha dicho Espert, que se ha confesado madrileña de adopción y ha manifestado su adoración al Real.
"Amo todas las cosas buenas que le pasen a este teatro, porque es como si me pasaran a mi", ha explicado emocionada.



Esta Tosca se representó en 2004 más de 20 veces, entre la temporada del teatro y el festival veraniego del coliseo.
Ahora vuelve con 12 funciones, con los mismos decorados y dando paso a la nueva temporada de Mortier, rompedora y polémica.
 Mortier se ha mantenido cauto respecto a este Puccini, a pesar de que ha confesado varias veces que no es partidario de la música de este compositor.
 "Cuando dicen que no me gusta tanto tienen razón, pero es que muchas veces Puccini se interpreta mal. Es una obra muy difícil", ha admitido el director.

7 jul 2011

-ANSIEDAD- Nat King Cole

Ah de la vida!,

Ah de la vida!, a veces proclamas en medio de la selva, o del desierto, o entre las angosturas.
Como si volvieras de un sueño a la realidad, o de la realidad subieras a un sueño en el que se multiplica tu confusión, tu no saber, tu andar a tientas.


Todo está en orden, tus pasos continúan; respiras.
 Están los pájaros piando, la arquitectura del firmamento fulgurando quién sabe para qué atención, las nubes descorridas.
Pero de repente te sacude esa extrañeza de haberte colado por una calle, por una escena de barrio, y no acabas de entender qué haces, o qué harías bajo otro cielo distinto.

Morir allá no es distinto a morir en otro lugar.
No hay, tampoco en eso, patrias diferentes.
Morir es universal, en el rincón prosaico de un hospital igual a todos, sábanas, cromados, paredes, luz artificial.

No tiene importancia. Nada, salvo la curva que va bajando y cerrándose. Sólo es como un desvanecimiento, unas ganas de palpar roca viva, tierra, la material existencia. Sólo son ganas, una y otra vez, de escribir una palabra que se correspondiera con el todo.

Publicado por José Carlos Cataño