El sistema es antisistema por las mismas razones que el ejército es antibelicista: porque para perpetuarse conviene mutar, que es lo que hacen los virus.
No se extrañen ustedes.
La literatura, cuando no es antiliteraria, es un fósil. Todo ello hace del mundo un espectáculo asombroso.
Los mejores días de la vida son los que se recuerdan como soñados mientras que los mejores sueños poseen la calidad de lo real.
Si Obama ha escogido como asesores económicos a los mismos que acabaron con la economía, es porque conoce bien esta mecánica.
Como se comprobó recientemente en la plaza de Cataluña, en Barcelona, un buen policía antidisturbios debe ser un experto en causarlos, lo mismo que un partido xenófobo ha de llevar en sus listas a varios inmigrantes.
Ahora mismo, la política española, tan desprestigiada, no ha tenido más remedio, para sobrevivir, que volverse antipolítica.
De ahí que los mismos que roban, por ejemplo, en Valencia, tachen de ladrones a sus adversarios, pongamos por caso, de Toledo. En cuanto a los acusados, carecen o deben fingir que carecen de instrumentos legales para defenderse de unas imputaciones que ponen los pelos de punta al contribuyente.
No les resulta difícil porque la justicia, que lógicamente es arbitraria, ayuda lo suyo a que la realidad parezca una bacanal.
De ahí que la fiscalía no haya abierto todavía la boca.
De una verdad que no admite discusión solemos decir que es "impepinable" como si lo "pepinable" transmitiera alguna enfermedad moral.
Y ya hemos visto que no, que nuestros pepinos están libres de toda sospecha.
Para sobrevivir a la idea en curso de que la actual forma de hacer política conduce a la nada, el sistema no ha tenido otro remedio que antisistematizarse, y en eso estamos.
Gracias por el espectáculo. ¿Quién iba a decirnos que el mejor modo de votar sería no hacerlo?
10 jun 2011
Una millonaria indignada
En A Coruña a nadie le llama la atención cruzarse por la calle Real con la mujer más rica de España, dueña de una fortuna que Forbes calcula en unos 3.000 millones de euros. Rosalía Mera Goyenechea (A Coruña, 1944) suele pasear por esa calle, con sus mechas de colores y su ropa moderna, alternativa pero de diseño, siempre sin escolta, camino de la sede de la Fundación Paideia.
La que fue durante dos décadas, hasta 1986, mujer de Amancio Ortega e impulsora, a su lado, del imperio de la moda Inditex (Zara), creó esta institución de apoyo a los discapacitados por amor a su hijo varón, Marcos, nacido con una grave enfermedad congénita.
Y en las cristaleras de la misma sede, en la plaza consistorial de María Pita, escenario del consejo de ministros que llevó a Aznar y a Rajoy a A Coruña después de la marea negra del Prestige, mantuvo colgadas durante mucho tiempo las pancartas de "Nunca Mais", porque fue una de las personalidades que más se significaron contra la gestión de la catástrofe.
Por eso, tampoco es sorprendente que ahora la multimillonaria haya apoyado abiertamente a los indignados.
Porque Rosalía Mera, que fue niña del barrio obrero de Monte Alto, también ha participado en otras campañas, protestas y concentraciones varias en pro de causas sociales, a favor de las mujeres y en contra de conflictos como la guerra de Irak.
.Rosalía Mera se confiesa progresista.
Le gustan las causas en pro de los menos favorecidos, las ideas novedosas, los emprendedores que buscan abrirse camino en sectores difíciles y ambientes áridos, por eso, a su despacho no cesan de llegarle propuestas de inversión.
Además de trabajar por la integración social y laboral de los discapacitados, también apoya proyectos artísticos e investigaciones científicas, como la de un fármaco anticancerígeno.
En los últimos años ha dado su respaldo a firmas biotecnológicas y a productoras de cine gallegas, y cerca de su ciudad dirige un centro de iniciativas empresariales centrado en la producción audiovisual y musical.
La historia, en Galicia, todo el mundo se la sabe. Rosalía Mera empezó en esto de los negocios con su marido. De adolescente, él, nacido en la provincia de León, ya había sido dependiente en La Maja, una pequeña tienda de A Coruña, y después, con su tío y con ella, empezó a mejorar confeccionando batas.
En los 60, fundaron GOA, y el 15 de mayo de 1975, inauguraron la primera tienda de Zara, también en A Coruña, hoy, junto con el municipio vecino de Arteixo, todavía capital de su imperio mundial. Rosalía Mera se empezó a desvincular de Inditex cuando se divorció de Ortega, pero todavía conserva un 6,69% de la multinacional y alguna propiedad en común con su ex marido.
Ha adquirido numerosos inmuebles en España, pero ella sigue viviendo en A Coruña, acudiendo a sus citas a pie o en taxi, y acudiendo a los bares más populares como cualquier otro vecino de la ciudad.
No es raro encontrársela en Os Belés, un local lleno de gente y música en directo del barrio de Monelos.
Viéndola en un lugar como ése, o en una actividad de su Fundación Paideia, no chocan en absoluto sus declaraciones.
Rosalía Mera puede ser rica, la española más rica, y al mismo tiempo, decirse indignada con lo que, a distancia, la rodea.
La que fue durante dos décadas, hasta 1986, mujer de Amancio Ortega e impulsora, a su lado, del imperio de la moda Inditex (Zara), creó esta institución de apoyo a los discapacitados por amor a su hijo varón, Marcos, nacido con una grave enfermedad congénita.
Y en las cristaleras de la misma sede, en la plaza consistorial de María Pita, escenario del consejo de ministros que llevó a Aznar y a Rajoy a A Coruña después de la marea negra del Prestige, mantuvo colgadas durante mucho tiempo las pancartas de "Nunca Mais", porque fue una de las personalidades que más se significaron contra la gestión de la catástrofe.
Por eso, tampoco es sorprendente que ahora la multimillonaria haya apoyado abiertamente a los indignados.
Porque Rosalía Mera, que fue niña del barrio obrero de Monte Alto, también ha participado en otras campañas, protestas y concentraciones varias en pro de causas sociales, a favor de las mujeres y en contra de conflictos como la guerra de Irak.
.Rosalía Mera se confiesa progresista.
Le gustan las causas en pro de los menos favorecidos, las ideas novedosas, los emprendedores que buscan abrirse camino en sectores difíciles y ambientes áridos, por eso, a su despacho no cesan de llegarle propuestas de inversión.
Además de trabajar por la integración social y laboral de los discapacitados, también apoya proyectos artísticos e investigaciones científicas, como la de un fármaco anticancerígeno.
En los últimos años ha dado su respaldo a firmas biotecnológicas y a productoras de cine gallegas, y cerca de su ciudad dirige un centro de iniciativas empresariales centrado en la producción audiovisual y musical.
La historia, en Galicia, todo el mundo se la sabe. Rosalía Mera empezó en esto de los negocios con su marido. De adolescente, él, nacido en la provincia de León, ya había sido dependiente en La Maja, una pequeña tienda de A Coruña, y después, con su tío y con ella, empezó a mejorar confeccionando batas.
En los 60, fundaron GOA, y el 15 de mayo de 1975, inauguraron la primera tienda de Zara, también en A Coruña, hoy, junto con el municipio vecino de Arteixo, todavía capital de su imperio mundial. Rosalía Mera se empezó a desvincular de Inditex cuando se divorció de Ortega, pero todavía conserva un 6,69% de la multinacional y alguna propiedad en común con su ex marido.
Ha adquirido numerosos inmuebles en España, pero ella sigue viviendo en A Coruña, acudiendo a sus citas a pie o en taxi, y acudiendo a los bares más populares como cualquier otro vecino de la ciudad.
No es raro encontrársela en Os Belés, un local lleno de gente y música en directo del barrio de Monelos.
Viéndola en un lugar como ése, o en una actividad de su Fundación Paideia, no chocan en absoluto sus declaraciones.
Rosalía Mera puede ser rica, la española más rica, y al mismo tiempo, decirse indignada con lo que, a distancia, la rodea.
Políticas que ven la viga en el ojo ajeno
Sobre el autor
Tenemos diferentes puntos de vista, distintas edades, diversos perfiles. Somos un grupo de periodistas, especialistas y colaboradores coordinado por Berna González Harbour, subdirectora de EL PAÍS.
CATEGORÍAS
CulturaEducaciónEmpleoEmpresaEstilo de vidaInternetMundoOpiniónPoderPolíticaViolencia de géneroMujeres que cambian el mundoESKUP
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Generocidio y progreso
¿Trabajadoras o siervas?
"La conciliación es necesaria para que seamos felices"
Defensa recorta la conciliación de las militares
Derecho al pantalón
Las víctimas del machismo son cada vez más jóvenes
"Ahora espero que me llamen para testificar"
"La política no es una batalla perdida"
Asesinado por enseñar a niñas afganas
"Estoy harta de que me den un móvil rosa y con curvas"
Ocultar la violencia nunca ayuda
El esplendor de las mujeres solistas
El PP es el partido con más mujeres cabeza de lista
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Bruselas deja abierta la criticada euroorden para maltratadas
'DSK: sexo, poder y violencia de género'
"Tuve que matar mi parte más humana para hacer carrera"
Vótame, mujer
DÍA será el mayor grupo español presidido por una mujer
Despedido un obispo favorable a la ordenación de mujeres
La igualdad de sexos, una meta aún lejana
Sin varón no eres madre
Noruega lija su techo de cristal
Tigresas de Bengala
Francia estrena la ley que prohíbe el velo integral
Por qué voy al cole con velo
La única teniente coronel en España
La mujer que clavó a Gadafi en el suelo
"Sin mujeres directivas es imposible ser competitivo"
La mujer que desafió a Walmart: "Pedí lo justo en un mundo de hombres"
Teresa Moure, la mujer de las palabras
Las religiones perderán a la mujer por el patriarcado
'La mujer valiente'
Una mujer relevará al dimitido fiscal general de México
Boda forzosa, mejor prohibida
Negocio alegal, anuncio ilegal
"Tuve hijos tarde para poder pagar una asistenta"
Lento adiós al piropo
Mamá Anna
Las reinas del pop
Violadas por ser lesbianas
"Ahora que Túnez es nuestra, nos toca protegerla"
"¿Por qué no se puede ser maruja?"
La UE abre el debate para imponer cuotas de mujeres en las empresas
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"Las mujeres en la Universidad eligen el segundo plano"
"He salvado muchos matrimonios"
La Red libera a las 'blogueras' de Gaza
Solo una mujer va a formar parte de la Mesa de la Asamblea de Madrid, en la que hay siete miembros.
Ninguna ley exige la paridad en los órganos de gobierno parlamentarios, porque la Ley de Igualdad solo se refiere a la composición de las listas electorales.
Pero esta situación ha servido a las diputadas socialistas para firmar un manifiesto en el que se quejan de la escasa representación femenina en la Mesa.
“Si la mayoría de la sociedad madrileña somos mujeres, y si los madrileños hemos elegido a nuestros representantes según el criterio de paridad, esa igualdad debe estar representada en la Mesa que rige los debates de la Asamblea”, afirman las 17 parlamentarias del grupo socialista.
La paradoja es que el Partido Socialista de Madrid (PSM) no ha incluido a ninguna mujer en el puesto que le corresponde, como tampoco lo han hecho IU ni UPyD. Solo hay una mujer en la Mesa y la ha propuesto el PP: la vicepresidenta de la Asamblea, Cristina Cifuentes. En la legislatura que acaba de terminar, cuatro de los siete miembros eran mujeres: tres del PP y una del PSM.
Los socialistas sí tenían pensado presentar ahora una representante, la exministra Matilde Fernández. Pero un pacto del resto de partidos con el fin de que todos los grupos estuvieran en la mesa, al que el PSM no se sumó, les dejó sin uno de los dos puestos que les habría correspondido por la representación obtenida en las elecciones del 22 de mayo. “Parece mentira que Esperanza Aguirre, la única presidenta regional en la última legislatura, haya permitido que la composición de esta Mesa solamente cuente con una mujer de entre siete miembros que la componen”, ha declarado una de las diputadas socialistas, Josefa Pardo.
Los reproches de las diputadas socialistas se han dirigido en todo momento al PP, que tiene mayoría en la Cámara madrileña y que fue el artífice del pacto que restó puestos al PSM en la Mesa. Pero no han exigido ninguna responsabilidad a la dirección de su grupo que, en lugar de presentar a Matilde Fernández, decidió que el lugar que les correspondía lo ocupara el diputado Juan Barranco.
“¿Cómo pueden quejarse si ellos han presentado a un hombre?”, afirma la única mujer que se sentará en la Mesa, la diputada popular Cristina Cifuentes. “Los únicos que hemos elegido a una mujer somos nosotros, que no creemos en las cuotas. Que empiecen por aplicarse lo que piden”.
Tenemos diferentes puntos de vista, distintas edades, diversos perfiles. Somos un grupo de periodistas, especialistas y colaboradores coordinado por Berna González Harbour, subdirectora de EL PAÍS.
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Pero esta situación ha servido a las diputadas socialistas para firmar un manifiesto en el que se quejan de la escasa representación femenina en la Mesa.
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La paradoja es que el Partido Socialista de Madrid (PSM) no ha incluido a ninguna mujer en el puesto que le corresponde, como tampoco lo han hecho IU ni UPyD. Solo hay una mujer en la Mesa y la ha propuesto el PP: la vicepresidenta de la Asamblea, Cristina Cifuentes. En la legislatura que acaba de terminar, cuatro de los siete miembros eran mujeres: tres del PP y una del PSM.
Los socialistas sí tenían pensado presentar ahora una representante, la exministra Matilde Fernández. Pero un pacto del resto de partidos con el fin de que todos los grupos estuvieran en la mesa, al que el PSM no se sumó, les dejó sin uno de los dos puestos que les habría correspondido por la representación obtenida en las elecciones del 22 de mayo. “Parece mentira que Esperanza Aguirre, la única presidenta regional en la última legislatura, haya permitido que la composición de esta Mesa solamente cuente con una mujer de entre siete miembros que la componen”, ha declarado una de las diputadas socialistas, Josefa Pardo.
Los reproches de las diputadas socialistas se han dirigido en todo momento al PP, que tiene mayoría en la Cámara madrileña y que fue el artífice del pacto que restó puestos al PSM en la Mesa. Pero no han exigido ninguna responsabilidad a la dirección de su grupo que, en lugar de presentar a Matilde Fernández, decidió que el lugar que les correspondía lo ocupara el diputado Juan Barranco.
“¿Cómo pueden quejarse si ellos han presentado a un hombre?”, afirma la única mujer que se sentará en la Mesa, la diputada popular Cristina Cifuentes. “Los únicos que hemos elegido a una mujer somos nosotros, que no creemos en las cuotas. Que empiecen por aplicarse lo que piden”.
Las Bettencourt vuelven a pelearse por su fortuna
La hija de la millonaria de L'Oréal pide a una jueza que incapacite a su madre.- Cree que hay personas que influyen en su voluntad .
Françoise Bettencourt-Meyers, hija de la multimillonaria dueña de L'Oréal, Liliane Bettencourt, intenta de nuevo que la justicia declare a su madre incapaz de gestionar su fortuna, según ha informado hoy la edición digital de Le Monde.
Argumenta que su madre "no está en condiciones" de gestionar su fortuna y que de nuevo hay un grupo a su alrededor que quiere manipularla.
De esta manera se recrudece la batalla entre ambas tras la paz firmada hace meses y las decalarciones de Liliane Bettencourt en las que asegura "estar feliz" de haber recuperado la relación familiar.
De hecho ambas habían sido visto en varios actos sociales en París.
La ex contable de Liliane Bettencourt se retracta de parte de sus declaraciones ante la policía
Las Bettencourt lucen reconciliación
"Estoy feliz de vivir en paz"
Guía de personajes del culebrón L'Oréal
Liliane Bettencourt, a escena
Pero Bettencourt-Meyers recurrió ayer a la jueza de Courbevoie (cerca de París) para intentar "asegurar la protección jurídica de su madre".
Los moviminetos comenzaron el pasado mes de marzo pero no se han conocido hasta ahora.
La hija de la multimillonaria, cuya fortuna asciende a los 17.000 millones de euros, ve en el médico y la enfermera que atienden a su madre un nuevo núcleo de influencia .
"Han constituido un verdadero cinturón de seguridad que opera en detrimento de su familia".
La nueva tentativa para conseguir que la justicia declare a Bettencourt incapaz de ocuparse de sus bienes se produce después de saberse que la jueza ya había constatado la debilidad de la multimillonaria.
El 25 de mayo esta magistrada dictaminó que "las facultades cognitivas de Liliane Bettencourt están claramente alteradas por una enfermedad cerebral".
Actualmente, los bienes de Bettencourt los gestiona Pascal Wilhem, en virtud de un "mandato de protección futura" alcanzado por madre e hija en el marco del acuerdo firmado para enterrar el cisma familiar del año pasado.
Los regalos en obras de arte, seguros de vida y efectivo por valor de unos 1.000 millones de euros de Bettencourt a su amigo, el fotógrafo 20 años menor que ella François-Marie Banier, fueron el detonante del escándalo en una de las familias más ricas de Francia.
Mientras Françoise Bettencourt-Meyers intentaba poner a su madre bajo tutela judicial, florecieron en la prensa cintas con 20 horas de grabaciones de conversaciones privadas realizadas por el mayordomo de la multimillonaria en su casa.
El escándalo adquirió entonces ramificaciones político financieras que llevaron a la justicia a abrir media docena de investigaciones sobre el entonces ministro de Trabajo, Eric Woerth, para esclarecer si había cometido alguna ilegalidad para financiar, con dinero de Bettencourt, la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy.
La anciana fue también acusada de recibir un trato fiscal de favor y de esconder dinero y bienes al fisco -incluida una isla en las Seychelles- aunque recientemente explicó en una entrevista que tanto sus problemas familiares como las confusiones con la hacienda pública se habían solucionado.
Françoise Bettencourt-Meyers, hija de la multimillonaria dueña de L'Oréal, Liliane Bettencourt, intenta de nuevo que la justicia declare a su madre incapaz de gestionar su fortuna, según ha informado hoy la edición digital de Le Monde.
Argumenta que su madre "no está en condiciones" de gestionar su fortuna y que de nuevo hay un grupo a su alrededor que quiere manipularla.
De esta manera se recrudece la batalla entre ambas tras la paz firmada hace meses y las decalarciones de Liliane Bettencourt en las que asegura "estar feliz" de haber recuperado la relación familiar.
De hecho ambas habían sido visto en varios actos sociales en París.
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Pero Bettencourt-Meyers recurrió ayer a la jueza de Courbevoie (cerca de París) para intentar "asegurar la protección jurídica de su madre".
Los moviminetos comenzaron el pasado mes de marzo pero no se han conocido hasta ahora.
La hija de la multimillonaria, cuya fortuna asciende a los 17.000 millones de euros, ve en el médico y la enfermera que atienden a su madre un nuevo núcleo de influencia .
"Han constituido un verdadero cinturón de seguridad que opera en detrimento de su familia".
La nueva tentativa para conseguir que la justicia declare a Bettencourt incapaz de ocuparse de sus bienes se produce después de saberse que la jueza ya había constatado la debilidad de la multimillonaria.
El 25 de mayo esta magistrada dictaminó que "las facultades cognitivas de Liliane Bettencourt están claramente alteradas por una enfermedad cerebral".
Actualmente, los bienes de Bettencourt los gestiona Pascal Wilhem, en virtud de un "mandato de protección futura" alcanzado por madre e hija en el marco del acuerdo firmado para enterrar el cisma familiar del año pasado.
Los regalos en obras de arte, seguros de vida y efectivo por valor de unos 1.000 millones de euros de Bettencourt a su amigo, el fotógrafo 20 años menor que ella François-Marie Banier, fueron el detonante del escándalo en una de las familias más ricas de Francia.
Mientras Françoise Bettencourt-Meyers intentaba poner a su madre bajo tutela judicial, florecieron en la prensa cintas con 20 horas de grabaciones de conversaciones privadas realizadas por el mayordomo de la multimillonaria en su casa.
El escándalo adquirió entonces ramificaciones político financieras que llevaron a la justicia a abrir media docena de investigaciones sobre el entonces ministro de Trabajo, Eric Woerth, para esclarecer si había cometido alguna ilegalidad para financiar, con dinero de Bettencourt, la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy.
La anciana fue también acusada de recibir un trato fiscal de favor y de esconder dinero y bienes al fisco -incluida una isla en las Seychelles- aunque recientemente explicó en una entrevista que tanto sus problemas familiares como las confusiones con la hacienda pública se habían solucionado.
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