Las dos ruinas, los 70 kilos y las cuatro veces que el actor casi deja 'Cuéntame', la serie que protagoniza y que emite su 20ª temporada.
Setenta kilos. Es lo único que permanece inalterable en Imanol Arias desde que en 2001, hace 18 años, se emitiese el primer episodio de Cuéntame cómo pasó.
El actor pesa lo mismo con 62 años, su edad actual, que con 44, cuando arrancó la serie.
Lo demás ha cambiado mucho. En este tiempo, Imanol Arias se ha separado, ha visto crecer a un hijo y ha tenido otro, su Athletic de Bilbao ha perdido cinco finales, se ha vuelto a casar, ha tenido un problema importante con Hacienda, su figura como actor se ha agrandado… ¿Más cosas?
Cuando comenzó Cuéntame, dice, estaba arruinado.
“No tuve suerte con una inversión empresarial que realicé.
Así que económicamente me vino muy bien Cuéntame: un papel protagonista, 20 capítulos al año…”, explica sobre un negocio fallido.
Arias está sentado en un sofá, con las piernas cruzadas.
Se mueve con una elegancia que no se aprende: se tiene y punto. Su voz suena profunda, acerada por muchos años de nicotina que sigue consumiendo, “con discreción”, dice.
Su discurso es elaborado, algunas veces lindando el circunloquio en temas en los que el periodista desearía que fuera más al grano. No evita, sin embargo, su publicitado conflicto con Hacienda: “Nunca pensé que las cosas se estaban haciendo mal. Y acepto que, al hacerlas mal, tenga que reponer.
Esa es la lección aprendida: no tienes que descuidar las cosas.
Es verdad que todo viene de posiciones ingenuas.
Es un caso que se ha dado en muchos compañeros: en un momento determinado nos recomendaron tener sociedades”.
Tuvo que pagar unos cinco millones de euros.
Por eso lleva tres años sin parar de trabajar:
“Y cuando digo sin parar es sin parar. Espero bajar el ritmo este verano”.
Hablamos de la sorprendente longevidad de Cuéntame (se está emitiendo la temporada 20ª en 18 años) y de los que la abandonaron voluntariamente.
El actor pesa lo mismo con 62 años, su edad actual, que con 44, cuando arrancó la serie.
Lo demás ha cambiado mucho. En este tiempo, Imanol Arias se ha separado, ha visto crecer a un hijo y ha tenido otro, su Athletic de Bilbao ha perdido cinco finales, se ha vuelto a casar, ha tenido un problema importante con Hacienda, su figura como actor se ha agrandado… ¿Más cosas?
Cuando comenzó Cuéntame, dice, estaba arruinado.
“No tuve suerte con una inversión empresarial que realicé.
Así que económicamente me vino muy bien Cuéntame: un papel protagonista, 20 capítulos al año…”, explica sobre un negocio fallido.
Arias está sentado en un sofá, con las piernas cruzadas.
Se mueve con una elegancia que no se aprende: se tiene y punto. Su voz suena profunda, acerada por muchos años de nicotina que sigue consumiendo, “con discreción”, dice.
Su discurso es elaborado, algunas veces lindando el circunloquio en temas en los que el periodista desearía que fuera más al grano. No evita, sin embargo, su publicitado conflicto con Hacienda: “Nunca pensé que las cosas se estaban haciendo mal. Y acepto que, al hacerlas mal, tenga que reponer.
Esa es la lección aprendida: no tienes que descuidar las cosas.
Es verdad que todo viene de posiciones ingenuas.
Es un caso que se ha dado en muchos compañeros: en un momento determinado nos recomendaron tener sociedades”.
Tuvo que pagar unos cinco millones de euros.
Por eso lleva tres años sin parar de trabajar:
“Y cuando digo sin parar es sin parar. Espero bajar el ritmo este verano”.
Hablamos de la sorprendente longevidad de Cuéntame (se está emitiendo la temporada 20ª en 18 años) y de los que la abandonaron voluntariamente.
El último, una de las figuras básicas, Ricardo Gómez, el intérprete de su hijo en la ficción,
Carlos Alcántara.
Y él, ¿cuántas veces se ha planteado dejar la serie?
“Por diferentes motivos, al menos cuatro.
Siempre con la sensación de
que cuando me lo planteaba rompía un compromiso. Es que han pasado
muchas vicisitudes.
Por ejemplo, cuando TVE abandonó la publicidad.
Pensé que eso iba a afectarnos.
Y otras veces me he preguntado si hacía falta tener un trabajo
continuado durante tanto tiempo
. Después de 18 años de éxito me pregunto
dónde está el siguiente escalón del fracaso para un fracasador como
yo”.
El actor propone un trayecto vital que, visto desde fuera con esa
imagen de hombre de éxito que tiene, resulta extraña.
Pero él lo defiende: “Mi vida ha ido de fracaso en fracaso, que es no llegar a la puntuación media mínima.
Lo que hay que hacer es digerir el fracaso muy rápido, no ir de tragedia en tragedia, ser exigente, pero no de una manera doliente”.
Habla de política, claro, de la desunión de la izquierda, "un clásico".
Le pregunto si prefiere vivir en un régimen como el de Venezuela o en un país gobernado por un partido de ultraderecha.
Y responde: "Yo con un tipo de régimen como el de Venezuela tendría muchos problemas para vivir porque es muy intervencionista.
Con un régimen fascista estoy más acostumbrado a esconderme y sé qué hacer.
Ni me detectarían. Pero con un aparato estatal enorme me sería muy difícil".
Imanol llegó a Madrid desde el País Vasco (donde se crio, aunque nació en Riaño, León) a mediados de los setenta.
Los excitantes ochenta madrileños le pillaron con juventud, fama, dinero y atractivo físico.
Estudió, trabajó y se lo pasó en grande.
En los noventa tuvo que parar.
El peso de la fama era insostenible y asomaba el efecto de determinadas sustancias.
Confiesa que tuvo un problema de adicciones. “Pero no fue el más mortífero. Era muy profesional. Estaba bien visto.
Mis adicciones no eran las adicciones de la muerte. Yo no soy excesivo, pero soy constante”, explica.
Antes de comenzar esta vorágine se había casado, cuando apenas
empezaba su carrera, con la actriz Socorro Anadón.
Ambos tenían veintipocos años:
“Es que no teníamos donde vivir y si nos casábamos teníamos un sitio donde meternos.
Estábamos empezando a hacer teatro.
Y los padres de Socorro tenían un sitio... Venía todo implícito. Me acuerdo que fue una de las primeras bodas civiles en España.
Hubo gente que llegó tarde porque no estaban acostumbrados a estas bodas tan rápidas”.
Al poco el actor se marchó a Cuba a rodar una película.
Sobre su problema con Hacienda, por el que tuvo
que pagar cinco millones:
“Nunca pensé que las cosas se estaban haciendo
mal.
Y acepto que, al hacerlas mal, tenga que reponer. Esa es la
lección aprendida: no tienes que descuidar las cosas"
Pero él lo defiende: “Mi vida ha ido de fracaso en fracaso, que es no llegar a la puntuación media mínima.
Lo que hay que hacer es digerir el fracaso muy rápido, no ir de tragedia en tragedia, ser exigente, pero no de una manera doliente”.
Habla de política, claro, de la desunión de la izquierda, "un clásico".
Le pregunto si prefiere vivir en un régimen como el de Venezuela o en un país gobernado por un partido de ultraderecha.
Y responde: "Yo con un tipo de régimen como el de Venezuela tendría muchos problemas para vivir porque es muy intervencionista.
Con un régimen fascista estoy más acostumbrado a esconderme y sé qué hacer.
Ni me detectarían. Pero con un aparato estatal enorme me sería muy difícil".
Imanol llegó a Madrid desde el País Vasco (donde se crio, aunque nació en Riaño, León) a mediados de los setenta.
Los excitantes ochenta madrileños le pillaron con juventud, fama, dinero y atractivo físico.
Estudió, trabajó y se lo pasó en grande.
En los noventa tuvo que parar.
El peso de la fama era insostenible y asomaba el efecto de determinadas sustancias.
Confiesa que tuvo un problema de adicciones. “Pero no fue el más mortífero. Era muy profesional. Estaba bien visto.
Mis adicciones no eran las adicciones de la muerte. Yo no soy excesivo, pero soy constante”, explica.
Sobre su posible salida de 'Cuéntame': "Me lo he planteado al menos cuatro veces"
Ambos tenían veintipocos años:
“Es que no teníamos donde vivir y si nos casábamos teníamos un sitio donde meternos.
Estábamos empezando a hacer teatro.
Y los padres de Socorro tenían un sitio... Venía todo implícito. Me acuerdo que fue una de las primeras bodas civiles en España.
Hubo gente que llegó tarde porque no estaban acostumbrados a estas bodas tan rápidas”.
Al poco el actor se marchó a Cuba a rodar una película.
Y allí estuvo
casi dos años. Al regresar, se divorció. Su periplo en La Habana deja
una relación con una de las hijas de Fidel Castro: “Fuimos muy amigos.
Muy, muy amigos. Alina es muy inteligente.
Ella tenía una hija recién nacida cuando yo la conozco. Y hacía vida familiar”. ¿Conoció personalmente a Fidel Castro? "Sí, sí le conocí. Es un personaje que te impacta mucho. Fidel no tenía casa oficial. En casa de la madre de Alina tenía una oficina a la que solía ir. Yo le conocí en un hospital, un día que Alina tuvo un problema de intoxicación. Fidel fue a verla. Imponía mucho. Era muy hablador. Alina no se llevaba mucho con él".
Sobre su coqueteo con las sustancias, que le
obligó a parar: “Era muy profesional. Estaba bien visto.
Mis adicciones
no eran las adicciones de la muerte. Yo no soy excesivo, pero soy
constante”
El actor mira ahora con orgullo la carrera de sus dos hijos (los dos con Pastora Vega). Jon, de 31, es actor (será uno de los protagonistas de una de las series más esperadas, Instinto, con Mario Casas); Daniel, de 17 es…
“Está estudiando bachillerato, y se pregunta para qué narices lo hace si él es un artista que actúa, monta cortos, escribe…
Ha salido un poco a mí.
El mayor más a la estela de su madre y el pequeño, pobrecito, se parece mucho a mí [risas].
Lo que sí le cuento es que yo durante toda mi vida he tenido la necesidad de formarme”.
La entrevista ha terminado.
El actor se levanta. Parece incluso que pesa menos de 70 kilos.
“Es posible, porque he estado unos días en cama con ciática y he adelgazado. Soy así por genética.
Voy a tener que comer mucho estos días para no escuchimizarme”.
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