Las obras
de Ernaux, Aubenas, Eribon, Louis, Houellebecq o el último premio
Goncourt, Nicolas Mathieu, captaron las síntomas que han llevado a la
revuelta de los ‘chalecos amarillos’
Protesta de los 'chalecos amarillos' ante el Arco del Triunfo en los Campos Elíseos de París, el pasado día 5.LUCAS BARIOULETGetty Images
Las señales estaban ahí. Bastaba leer algunas de las obras literarias
más celebradas en los últimos años en Francia. En ellas aparecen los
síntomas del malestar que ha estallado con la crisis de los chalecos amarillos.
El cierre de las fábricas, los salarios bajos, las humillaciones
cotidianas. El aislamiento de las pequeñas ciudades alejadas de la
capital y la dependencia respecto al automóvil para trabajar: para
sobrevivir. La educación y la cultura como señas de identidad de las
clases sociales. Los paisajes desangelados de los centros comerciales y
las impersonales rotondas en las afueras de las ciudades. También la
seducción del voto ultra. Todo estaba ahí, a la vista de cualquiera,
pero muy pocos prestaron atención.
Por su esteticismo decadentista y por su visión reaccionaria, Houellebecq es una excepción. La posición poética y política del autor de Serotonina contrasta
con la perspectiva de izquierdas —o extrema izquierda en algunos casos—
de otros autores que han retratado la llamada Francia periférica.
La inspiración
Muchos de estos autores —desde el filósofo Didier Eribon, responsable del ensayo memorialístico Regreso a Reims (Libros del Zorzal), a Nicolas Mathieu, recién premiado con el Goncourt en 2018 por la brillante Leurs enfants après eux—
citan como inspiración y modelo a Annie Ernaux, que en sus breves
novelas autobiográficas retrata esta otra Francia: la de los de abajo,
la de su familia en la Normandía rural y la de la anodina periferia
parisiense. Si Macron y sus consejeros hubiesen leído estos libros con atención,
quizá se habrían dado cuenta de que algo en apariencia tan técnico como
el precio del diésel y de la gasolina es una cuestión casi existencial
para esta Francia. Quizá habrían detectado que podía ser el detonante de
una revuelta. Hay una literatura de los chalecos amarillos,
el movimiento que estalló en noviembre del pasado año como una protesta
por el precio del carburante y ha acabado precipitando la mayor crisis
de la presidencia de Emmanuel Macron. El ejemplo más reciente es el de
Michel Houellebecq. Su nueva novela, Serotonina (Anagrama),
publicada este enero, describe la desmoralización de un mundo rural que
se siente despreciado por París y Bruselas. Los campesinos en cólera
cortan una autopista y se enfrentan con la policía. Houellebecq lo escribió antes de la crisis de los chalecos amarillos, pero parece que esté describiendo las derivas violentas del movimiento. Cuando Anthony, el protagonista de Leurs enfants après eux,
al fin consigue un empleo, el narrador observa: “El problema es que no
se encontraba a la puerta de al lado de su casa, toda la paga se iba en
el carburante, o casi”. “Te proponían agotadores empleos a media
jornada, físicos, en la gran ciudad a 40 kilómetros de casa. Pagar la
gasolina para hacer la ida y vuelta cada día te habría costado 300 euros
al mes”, lamenta Édouard Louis, discípulo de Eribon, en Qui a tué mon père (2018), un epílogo en forma de panfleto a Para acabar con Eddy Bellegueule (Ediciones Salamandra), la historia de su infancia y adolescencia en una familia desestructurada en el norte de Francia.
El ovetense se había convertido en el concursante más longevo del programa.
Fran, de 'Pasapalabra'.
Durante 168 programas, el asturiano Fran González ha estado plantado ante las cámaras de Pasapalabra,
con la cabeza metida en el rosco de 25 palabras, intentando acertarlas
todas a tiempo.
Ha estado a punto de conseguirlo en varias ocasiones: en
15 de ellas llegó a acertar 24 de las 25 palabras.
Ahora, en el
programa que se emite el martes 22 de enero a partir de las 20.15 horas,
el concursante más longevo del concurso, parte indeleble de la familia
del programa, lo va a lograr, según ha anunciado Telecinco.
El bote en
todo este tiempo ha ascendido a 1.542.000 euros, el tercero más elevado
de la historia del premio.
El biólogo, de 28 años, investigador en la Universidad de Oviedo,
logra imponerse a su rival, José Manuel Seseña. Al ganador le ayudan
Boris Izaguirre y Pilar Cernuda; al otro, Nina y Agustín Jiménez. Con el
dinero conseguido, ha dicho, querría costear los estudios de sus dos
sobrinos y llenar su casa de libros, una de sus grandes pasiones (es
miembro de un club de lectura de Oviedo). También sopesa fundar un
laboratorio biológico para desarrollar curas a enfermedades.
Fran también ha dejado caer que ayudará a sus padres con parte de lo obtenido en el premio. En una de sus anteriores visitas a Pasapalabra,
en 2018, tuvo que interrumpir voluntariamente una racha de 48 programas
para cuidar a su padre, afligido por una enfermedad pulmonar. Y aquella
ni siquiera fue la primera vez que el ovetense fue al concurso. Su
estreno se remonta a mayo de 2017, cuando fue eliminado tras tres
programas. El miércoles, un día después de erigirse ganador, Fran se incorporará
a una serie de programas especiales del concurso en Telecinco: la
llamada Academia de Pasapalabra, donde se encontrará con otros 15 de los mejores concursantes de los últimos años.
Juan Antón Mora (82 años) empieza el día con su rutina de ejercicios.
Se
agacha y se levanta mientras estira y encoge los brazos una y otra vez
al unísono.
Después de unos 10 minutos repitiendo el ejercicio, a esto
le siguen cinco kilómetros en los que alterna correr con andar.
En los
días de verano, prosigue su ritual con un baño en la pequeña balsa
contigua a su casa de campo.
Después continúa sombrero y rastrillo en
mano y la compañía de sus inseparables perros, con sus labores diarias.
Empieza a quitar algunas hierbas y a amontonarlas alrededor de los
árboles.
Da de comer a sus gallinas con cascaras de melón y otras sobras
del día anterior y recoge unos cuantos plátanos y manzanas que ya están
maduros.
“La parra hace tanta uva que salta hasta la casa del vecino.
La recojo para hacer mosto o para comer directamente.
Con el resto de
frutas hago mermeladas y con las verduras preparo botes de conserva.
En
el campo, no echo ningún tipo de abono ni fertilizante y todo funciona
perfectamente”, comenta Mora recogiendo un racimo de uva que añadirá a
su menú del desayuno.
Estas cifras resonaban
en la cabeza de Mora una y otra vez y, reconoce, muchos días le han
impedido conciliar el sueño.
Por eso, hace más de 20 años cuando dejó la
imprenta donde trabajó como técnico de artes gráficas durante toda la
vida y se jubiló, decidió centrar su vida en poner en práctica su idea,
crear lo que él denomina su "bosque contra el hambre".
“He reflexionado mucho sobre el problema del hambre, es algo que me
preocupa muchísimo. Un día pensé que tenía que hacer algo en este trozo
de tierra que tengo para contribuir a acabar con esta lacra”, afirma.
Con esta idea acabó convirtiendo su pequeña parcela de la localidad
valenciana de Alzira en un bosque de alimentos o bosque comestible. En
él, 400 árboles frutales conviven en perfecta simbiosis junto a un
pequeño huerto, arbustos y plantas aromáticas, que son una fuente de
alimentación variada, rica y saludable. “Tengo unas 36 variedades de
árboles y arbustos con los que obtengo caquis, ciruelos, peras,
plátanos, naranjas, olivas, zapote, granadas, uva, almendras,
melocotones, aguacates, membrillo, guayabas, papayas…”, comenta
perdiendo la cuenta.
Se le olvida nombrar toda la verdura que cultiva en
su huerto y que, dependiendo de la época del año, llena su cocina de
tomates, pimientos, berenjenas, lechugas o habas.
La variedad y el colorido del bosque de Mora
contrastan con los campos de naranjos de monocultivo que le rodean.
Además, en su parcela no utiliza estiércol, ni fertilizantes, no se
mueve la tierra ni se utilizan herbicidas.
De vez en cuando siega la
hierba y la deposita debajo de los árboles para que mantengan más tiempo
la humedad y para que los microorganismos actúen sobre la materia
orgánica y al descomponerse le den al árbol el alimento que necesita.
“Un bosque de alimentos consiste en copiar los
procesos de la naturaleza en un entorno controlado por el hombre para
crear un espacio que produce alimentos sin apenas mantenimiento ni gasto
energético.
Es la demostración práctica de que, siguiendo el ejemplo de
la naturaleza sin alterar nada, todo funciona correctamente.
Ya lleva
más de 20 años así, sin abonos ni cuidados específicos. Saber cultivar
tu propia comida es hacerte un seguro contra el hambre”, explica.
Un
lugar como el que Mora ha creado puede alimentar a generaciones y
generaciones de seres humanos, sin apenas mantenimiento, gasto
energético ni agua y con cero emisión de gases contaminantes.
Juan Antón Mora acude a su pequeño huerto para recoger unas cuantas patatas y zanahorias.Ana Valiño
La Red Ibérica de Bosques Comestibles y Semillas Libres
cuenta ya con más de 30 proyectos iniciados en varios puntos de la
geografía española y otros cuantos en fase de estudio. “Somos un
colectivo en el cual diseñamos proyectos de reforestación tanto públicos
como privados de manera gratuita. Ingenieros agrícolas, diseñadores
gráficos, paisajistas o arquitectos componemos un equipo de personas que
hace ya un par de años nos dimos cuenta de la necesidad de hacer algo
por todas las personas que querían crear un bosque de alimentos y no
sabían cómo hacerlo”, comenta Diego Luis López Pérez, cofundador de la
red. El próximo paso de la iniciativa es consolidar otros 20 bosques y
crear una relación de colaboración entre ellos para organizar sus
producciones e intercambiar excedentes. Mora no se ha limitado a crear su propio modelo de autoalimentación,
sino también a divulgarlo. Su casa siempre está abierta para compartir
su experiencia con otras personas interesadas en crear su propio sistema
de autoalimentación y ha recibido visitas desde Suiza, Holanda o
Francia.
“Cuando viajé a Honduras, le pregunté a un chico
que trabajaba lavando coches cuánto ganaba.
Me dijo la misma cifra que
yo me gastaba en tabaco todos los meses.
Me dio mucha vergüenza y supe
que tenía que seguir haciendo algo”. Desde ese momento con ese dinero ha
implementado varios proyectos en Tegucigalpa como plantar 1.500 arboles
frutales en una de sus barriadas.
También ha visitado los campamentos
de refugiados saharauis en Argelia y sueña con poder crear allí un
modelo de autoalimentación sostenible.
“Cuando viajé a Honduras, le pregunté a un chico
que trabajaba lavando coches cuánto ganaba.
Me dijo la misma cifra que
yo me gastaba en tabaco todos los meses. Me dio mucha vergüenza y supe
que tenía que seguir haciendo algo”.
Desde ese momento con ese dinero ha
implementado varios proyectos en Tegucigalpa como plantar 1.500 arboles
frutales en una de sus barriadas.
También ha visitado los campamentos
de refugiados saharauis en Argelia y sueña con poder crear allí un
modelo de autoalimentación sostenible.
En España, cada vez más gente está apostando por producir sus propios alimentos y hacerlo de manera sostenible. Según Luis Martínez-Zaporta,
biólogo especializado en agricultura ecológica y consultor de
biodiversidad, entre 2000 y 2015, las parcelas dedicadas a huertos
urbanos en España pasaron de apenas 1.000 a más de 20.000, y de ocupar
una superficie menor de 15 hectáreas a más de 200.
“Está claro que buscamos alternativas a cosas que no
nos gusta cómo se hacen. Los que pueden tienen un huerto, otros cultivan
en pequeñas macetas en los huertos verticales que construyen en sus
terrazas y otros compran en grupos de consumo a un agricultor que les
garantiza comer sano”. Juan Antón Mora lo tiene claro: quiere con su
ejemplo animar a otras personas a ponerse en marcha y contribuir a crear
un mundo más sostenible y menos desigual.
En España, cada vez más gente está apostando por producir sus propios alimentos y hacerlo de manera sostenible. Según Luis Martínez-Zaporta,
biólogo especializado en agricultura ecológica y consultor de
biodiversidad, entre 2000 y 2015, las parcelas dedicadas a huertos
urbanos en España pasaron de apenas 1.000 a más de 20.000, y de ocupar
una superficie menor de 15 hectáreas a más de 200.
“Está claro que buscamos alternativas a cosas que no
nos gusta cómo se hacen. Los que pueden tienen un huerto, otros cultivan
en pequeñas macetas en los huertos verticales que construyen en sus
terrazas y otros compran en grupos de consumo a un agricultor que les
garantiza comer sano”. Juan Antón Mora lo tiene claro: quiere con su
ejemplo animar a otras personas a ponerse en marcha y contribuir a crear
un mundo más sostenible y menos desigual.
El polifacético artista lleva desde hace un mes apartado de la vida pública y con fuertes dolores.
El cantante Mario Vaquerizo.GTRESMario Vaquerizo
lleva varias semanas sin trabajar y apartado de la vida pública a causa
de una enfermedad. Haciendo un alto en su comparecencia el fin de
semana ha acudido a Sábado deluxe para habla de su salud. "Tengo una degeneración que acaba en artrosis crónica. Soy muy mal
paciente, el dolor continuado no lo soporto", ha explicado. Días antes
su esposa Alaska hablaba de su estado de salud: "Está perfectamente,
dentro de la gravedad". Horas después, en las redes sociales, Vaquerizo
lanzaba un mensaje a su fans: "Llevo varios días desaparecido y metido
en la cama por culpa de un pinzamiento o como se diga en la espalda que
me sigue teniendo k.o. y sin ganas de nada, ni Nochevieja, ni contestar a mensajes, ni ganas de hablar (y mira que es difícil)..." Todo ello comenzó el pasado 28 de diciembre: "Menudo día y menuda
broma", dice el cantante en relación al Día de los Santos Inocentes. "No
puedo correr ni peinarme con el secador, pero beber cerveza sí. Mi
enfermedad me está afectando tanto que no tengo ganas de nada". Los
médicos le han dicho que mejorará: "Me han dicho que esto es para
siempre, pero que me recuperaré". Entre las recomendaciones de los
especialistas está hacer algo de ejercicio para fortalecer su
musculatura.Mario ha pasado estos días en casa,
acompañado de los suyos. "Mis dolores siguen pero no van a poder con
esta Nancy pesada que está deseando volver a ser una mariquita inquieta,
que ese es mi estado natural", ha escrito en sus redes. Tras terminar de grabar MasterChef, el vocalista de Las Nancys Rubias está preparando su siguiente trabajo con la banda y, además, está escribiendo un libro.
Por otro lado, Vaquerizo ha confesado que su sueño es abrir un
negocio en el centro de Madrid. "Mi plan es comprar la librería de al
lado de mi casa y vender objetos de Alaska y míos. Y por un euro más
pueden subir a nuestras casas. Tengo cinco y sé que me van a llamar
capitalista", ha dicho.
Más de dos
años después de su separación de Angelina Jolie, los tabloides
británicos afirman que el actor y la intérprete sudafricana llevan
alrededor de un mes saliendo juntos.
Brad PItt, en Hollywood en noviembre de 2018.Tommaso BoddiGETTY
En septiembre de 2016, Brad Pitt y Angelina Jolie anunciaban su separación. Tras una década de noviazgo, dos años de matrimonio y seis hijos en
común, la pareja alegaba "diferencias irreconciliables". Una perfecta
definición para su ruptura, como se demostró a lo largo de los
siguientes meses, en los que las dos estrellas de Hollywood pelearon por
su patrimonio y por la custodia de sus hijos, sobre la que ya han llegado a un acuerdo. Lo que también ha ocurrido desde que se separaron es que a ambos se
les han asignado nuevas parejas, en especial a Pitt. Novias pasadas y
presentes han ido desfilando por los tabloides como acompañantes del
intérprete de Seven, y en ocasiones portavoces de él o de ellas han tenido que desmentirlo. Ese fue el caso de Jennifer Aniston. La protagonista de Friends estuvo casada durante cinco años (2000-2005) con Pitt. Desde 2001 salió con el actor Justin Theroux, con quien se casó en agosto de 2015 y hasta febrero de 2018. Al poco de conocerse su ruptura, muchos quisieron asociarla a una nueva relación con Pitt. Sin embargo, una agente de la actriz tuvo que contar que no volvían a
estar juntos ni a pasar las vacaciones en la casa de George Clooney en
el lago Como, como algunos insinuaban.
Ahora la elegida por los tabloides británicos como acompañante de Brad Pitt, de 55 años, es Charlize Theron, de 43. El actor sería el nuevo novio de la ganadora del Oscar por Monster en 2003, según The Sun. Cuenta
este medio británico que la pareja es reciente, y que llevarían
saliendo apenas un mes, aproximadamente desde Navidad. Como detalles
extra, aporta que los presentó el actor Sean Penn, con quien Theron
salió desde finales de 2013 hasta junio de 2015. Según The Sun, que cita a una fuente cercana, "se han estado
viendo durante un mes. Han sido amigos durante algún tiempo, pero las
cosas han evolucionado". Al parecer, se les ha visto en un pase de una
película y después tomando algo en un bar de un hotel. Las informaciones
sobre la pareja se refuerzan a causa el perfil de Theron, similar al de
Angelina Jolie:
una mujer triunfadora desde la nada, con relaciones conflictivas con
sus padres, que ha pasado por distintas relaciones y ha decidido adoptar
a hijos al margen de ellas, y con un perfil solidario.
Charlize Theron, en unos premios celebrados en enero de 2019 en California.CORDON PRESS
Aniston y Theron son algunas de las mujeres famosas con las que se ha
asociado a Pitt, pero no la única. Una de las primeras fue Marion
Cotillard, con la que compartió protagonismo en Aliados, y que tuvo que
salir a desmentirlo. "No estoy acostumbrada a comentar cosas como esta,
ni a tomármelas en serio, pero ya que esta situación llegó demasiado
lejos y al ver que le afecta a la gente que quiero, tengo que hablar.
Antes de nada, decir que yo hace muchos años que conocí al hombre de mi
vida, padre de mi hijo y del bebé que viene en camino. Él es mi amor, mi
mejor amigo y el único que necesito", negó Cotillard en un comunicado en septiembre de 2016, haciendo referencia a su pareja, el actor y director Guillaume Canet. Además, en los primeros meses de su divorcio se habló de un posible romance con la actriz Kate Hudson,
aunque ella acabó contando que se trataba del "rumor más loco de todos
los tiempos". Ahora, Hudson sale con el músico Danny Fujikawa, con quien
acaba de tener una hija, Rani Rose. Otra que tuvo que desmentir su
romance con Pitt fue Sienna Miller,
que aseguraba que no iba "a hacer digna la pregunta con una respuesta"
al ser preguntada al respecto. "Es predecible y absurdo", aseguró a Page Six en abril de 2017. No solo de mujeres famosas han hablado los medios; también se ha citado como romances de Pitt a otras menos conocidas. Como Neri Oxman, arquitecta y profesora de 42 años del destacado instituto MIT, que el pasado octubre tuvo que confirmar personalmente a través de un perfil en The New York Times
que no estaba saliendo con el actor y que solo les unía su gusto por el
arte y la arquitectura. También se le asoció con la gurú espiritual y
diseñadora de joyas Sat Hari Kalsa. "Son buenos amigos", tuvo que decir
una fuente al respecto.
Las
autoridades de Alemania estudian qué hacer con la villa de Bogensee,
donde el ministro nazi de Propaganda seducía actrices y escribió varios
de sus discursos.
El
ministro nazi de Propaganda Joseph Goebbels saluda a la actriz italiana
Elli Parvo, en 1941. En el vídeo, la historia de la villa de Bogensee.Getty Images / EPV
Una verdadera patata caliente, si se permite la expresión, es lo que
tiene el Gobierno municipal de Berlín, ciudad a la que le pertenece, con
el nido de amor de Joseph Goebbels, la casa campestre a la que el rijoso ministro nazi de Propaganda llevaba a sus conquistas pour consommer y donde (mientras no estaba con lo otro) escribió algunos de sus más famosos discursos, como el de la guerra total.
La propiedad, abandonada desde la reunificación alemana hace dos décadas, cuesta un congo
al erario público (un millón de euros de mantenimiento al año) y no hay
forma de saber qué hacer con ella. Entre las propuestas está venderla,
musealizarla o demolerla. Lo primero presenta el problema de que ve a
saber quién la compra, igual van y te montan un santuario neonazi o un
puticlub pardo. Rehabilitarla y convertirla en museo exige, aparte de la
inversión (100 millones), hacerlo con mucha sutileza y revivir un
pasado muy incómodo en Alemania. En cuanto a derribar la casa —que es de
lo poco que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial
en el área de Berlín—, como ha sugerido un miembro del partido
socialdemócrata, desde luego acabaría con el problema, pero parece
demasiado drástico. La villa, el suntuoso concepto de cottage o manor house
que se le pude suponer a un jerarca del III Reich con gustos caros y
ganas de impresionar a las visitas (sobre todo a las jóvenes actrices
que eran la especialidad del depredador doctor Goebbels), es uno de los
pocos edificios de los nazis que se conserva intacto (el equivalente de
Goering, el famoso Carinhall, fue volado), con todos los poco agradables
recuerdos que concita.
La villa de Bogensee, a 15 kilómetros de Berlín.Getty Images
Se alza a quinientos metros del pequeño y cuco lago de Bogensee,
cerca de Wandlitz, en el Estado de Brandeburgo, unos 15 kilómetros al
norte de la ciudad de Berlín. Allí decidió tener un lugar de refugio, un
retiro y, por decirlo claro, un picadero, el lujurioso ministro, que
sería bajito (metro y medio) y cojo pero actuaba como si fuera el
mismísimo Casanova, el tío. Lo hacía usando el poder que le
proporcionaba ser uno de los grandes jerarcas nazis y el responsable del
cine alemán: eso le permitía hacer unos castings de sofá dignos de un Harvey Weinstein con esvástica. Cualquiera le montaba un Me Too a Goebbels: no es que acabaras con tu carrera es que acababas en el campo de concentración Ravensbrück.
Para que no hubiera duda de dónde te metías, Haus am Bogensee, la
villa contaba no solo con amplias instalaciones, incluidas 700
habitaciones (con cama grande, imagino), un cine privado y un
impresionante comedor (aunque a Goebbels no le importaba nada la comida,
véase la biografía de referencia de Peter Longerich, RBA, 2012), sino
con un barracón anexo para una unidad de las SS, que ya es incitación al romance.
La casa se la obsequió a Goebbels para su uso en 1936 la
Administración de Berlín por el 39 cumpleaños del jerarca, que también
era el Gauleiter, el jefe regional del Partido.
La célebre Ufa,
los estudios cinematográficos Universum Film Ag convertidos por los
nazis en una sociedad estatal, se encargaba de cofinanciar los gastos,
que también pagaba el Ministerio de Propaganda.
Joseph Goebbels, rodeado de mujeres, en Nuremberg en 1938.Getty Images
Tras la guerra, la administración militar soviética se hizo cargo de la
casa y luego pasó a la Asociación de la Juventud Libre de Alemania del
Este, aunque no parece que fuera un sitio muy edificante.
Goebbels fue muy feliz allí, a su manera de nazi.
Le permitía escapar
por elevación (!) de su rutina familiar con su esposa Magda y sus seis
hijos, unos chicos sin demasiado futuro, en la mansión que tenían en
Schwanenwerder o en la de Berlín.
El ministro, que poseía otras casas, además de yates y coches de
lujo, era un as del sector inmobiliario, lo que es fácil si tienes a tu
disposición mucho patrimonio judío a precio de saldo.
Y era un ligón de
cuidado.
Él, que padecía un trastorno narcisista compulsivo, según
Longerich ("no tengo tiempo para entregarme del todo a las mujeres,
misiones mayores esperan de mí", escribió en su diario), achacaba su
éxito a sus dotes de seductor, pero tenía más que ver con que es difícil
resistirte a un amigo de Hitler, aunque sea un cardo y el personal
femenino del ministerio lo apode (por lo bajo) "la cabra cachonda".La carrera de mujeriego de Goebbels se frenó un poco con la guerra
—de las pocas cosas buenas que trajo la contienda— y ya se había
ralentizado un poco antes, en 1938, cuando el propio Hitler le llamó la
atención por su romance pasado de rosca con la actriz checa de 21 años Lída Baarová. En plena crisis de Checoslovaquia parecía poco fino que un ministro alemán se anexionara sus propios Sudetes. Además, Magda, que tenía una relación muy intensa con Hitler que llegaba hasta donde permitía el libro Mein Kampf, dijo basta y amenazó con divorciarse, lo que hubiera provocado un gran escándalo. Goebbels siguió yendo a Bodensee hasta que decidió fijar su
residencia definitiva (y chamuscada) en el Bunker de la Cancillería.
Ahora se habla también de hacer en la antigua villa del ministro un
hotel o un spa. Sea como sea, de pervivir el lugar, se le ocurre a uno
que no es mala idea, si se visita, hacer como el comisario Bernie
Gunther, el personaje de las novelas de Philip Kerr, cuando Goebbels lo cita en su casa: ir al baño y marcharse sin tirar de la cadena.
El actor y humorista Pablo Carbonell ha sido entrevistado este domingo por Emma García en el programa Viva La Vida de Telecinco. Allí,
Carbonell ha podido escuchar en directo las novedades del rescate del
pequeño Julen, el niño de 2 años que cayó a un pozo el pasado domingo y
cuya búsqueda todavía continúa con un gran despliegue técnico. A
la vuelta de la conexión en directo con Totalán (Málaga), Carbonell ha
querido expresar su opinión sobre el suceso: "Pero vamos a ver, Emma,
¿cuánto tiempo lleva ese chiquillo metido en ese agujero?". "Pues mira, lo dijimos el domingo pasado, Pablo, en directo lo contamos", contestó García, que se temía lo peor.
"¿Lleva seis días dentro del agujero?", preguntó Carbonell. "Siete", contestó la presentadora.
"Con dos años", apuntó el actor, "después de haber caído 100
metros... ¿Y han metido algo de comida? ¿Algo de bebida? ¿Con un algo?
¿Con una caña de pescar?". García guardaba silencio sin saber qué decir. "¿Sabemos
algo de eso?", insistía Carbonell. "Porque es que... uhmmm....",
prosiguió el actor, que, no obstante, quiso decir que "si sale vivo será
un verdadero milagro".
"Yo no quiero ser mal agorero pero, ¿un niño, siete días, en un sitio
oscuro con ese oxígeno? ¿Y sin alimentos? ¿Y sin bebida?", cuestionó
Carbonell. Y García seguía sin saber qué decir, limitándose a
asentir. "Un rescate muy angustioso, nos ponemos en la piel de los
padres", acertó a afirmar tras un par de segundos de silencio.
El cantante muestra su vida en familia en varias fotos en las redes sociales pero sigue sin hablar de Nacho Palau.
Hicieron falta años y una amenaza de chantaje para que Miguel Bosé
publicara una foto de sus hijos en un parque de atracciones pero de un
tiempo a esta parte es cada vez más frecuente que el cantante muestre su
aspecto más familiar. Con el mensaje de "tiempo de amores, de familia",
el artista ha mostrado fotos de dos de sus hijos a bordo de un barco. En una sostiene en brazos a uno de sus niños con el mensaje "amores". A
los pequeños no se les ve el rostro mientras el del cantante aparece muy
risueño. El despacho ha señalado que Palau pide "acciones de filiación paterna
no matrimonial", así como el establecimiento de medidas paternofiliales
de hijos no matrimoniales". También exige el reconocimiento y fijación
de un derecho de relación de allegados", y solicita "medidas cautelares
para el establecimiento urgente de visitas y alimentos". Es decir, que
Palau pueda ver a los hijos de Bosé gracias al término de "apego" que
contempla en Código Civil ya que los niños se crearon en un ambiente de
familia desde que nacieron. Desde que se separó de Palau y este inicio el proceso legal en
marcha, Bosé no ha hecho declaraciones sobre el asunto como tampoco
ninguno de sus familiares. Solo el artista ha alzado la voz solo cuando
se ha cuestionado su estado de salud. Bosé felicitó el inicio de 2019 en
un vídeo en el que aparece con una voz muy afónica y con el rostro
visiblemente cambiado
Bosé ha pasado la Navidad en el Caribe acompañado también su madre Lucía Bosé que reside largas temporadas con su hijo establecido ahora en México
desde el verano tras dejar Panamá a donde se mudó inicialmente con
Nacho Palau, su pareja durante 26 años y con quien ha criado cuatro
niños. Bosé se ha hecho cargo de dos y Palau de los otros dos.
La expansión frenética y la competencia feroz minan la rentabilidad y frenan las aperturas.
Lineal de compra en un local Dia & Go de Madrid. Álvaro García
A la hora de hacer la compra,
Ana Belén Macías puede considerarse afortunada. O no, según se mire. Ella vive en una ciudad dormitorio aledaña a Madrid. En un radio de
cinco minutos andando de su casa, tiene un Mercadona, un Dia Maxi,
un Carrefour Market, un Lidl, un Aldi y un HiperUsera, todos ellos
supermercados de formato grande (más de 1.000 metros cuadrados). Y, más
pequeños, un establecimiento de la cadena Condis y otro de la granadina
Covirán, además de alguno independiente. En la zona residencial donde
vive con su marido y sus dos hijos, abundan las peluquerías, pero la
oferta para llenar la cesta de la compra es la que más ha proliferado,
mientras una galería con puestos de pescado, carne, fruta o pollo
languidece con una gran mayoría de sus persianas bajadas para siempre. El caso de Ana Belén ilustra muy bien un fenómeno que se produjo en España durante la crisis,
en parte como consecuencia de la misma. La explosión imparable del
formato supermercado, que no ha dejado desde entonces de ganar cuota de
mercado en detrimento de los hipermercados y de las tiendas
especializadas de toda la vida, las carnicerías, las pescaderías, las
fruterías: el canal tradicional o especialista, como se conoce en el
mundillo, que resiste como puede a la invasión la distribución moderna
(súper e híper). Es cierto que Ana y su familia tienen todas las
opciones abiertas para llenar la cesta de la compra, pero también es
cierto que con tanta abundancia de establecimientos, la rentabilidad de
alguno, por fuerza, tiene que resentirse. En ese punto, asomándose a la saturación, está hoy por hoy la
distribución en España, al menos a juicio de buena parte de los expertos
consultados para este reportaje. Y también según las cifras. A falta de
conocer los datos de 2018, a cierre de 2017, había en España 21.553
supermercados abiertos, con una superficie de venta de 11,4 millones de
metros cuadrados, según las cifras de la publicación especializada Alimarket, avaladas por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas). Esta patronal afirma representar a 19.500 establecimientos de marcas
como Mercadona, Dia o Covirán y aglutinar un 67,6% de la superficie. Por
su parte, la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES) afirma contar con otras 3.364 tiendas, de Lidl, Carrefour, Eroski, Auchan y Supercor. Como representantes del sector, Magarzo y Aurelio del Pino,
presidente de ACES, defienden que aún queda espacio para crecer en
ubicaciones. “Llevo 15 años oyendo que hay una burbuja de supermercados,
que estamos en el punto de saturación, pero desde entonces, se han
seguido abriendo”, afirma el primero. “Yo no diría saturado; yo diría
dinámico. Hay muchos formatos, cada establecimiento tiene su oferta y el
consumidor encuentra cosas distintas en cada uno”, sostiene, por su
parte, Del Pino. No obstante, ambos admiten la ralentización de la
apertura de nuevas superficies. “El saldo sigue siendo positivo. ¿Hasta
cuándo? No lo sé”, responde Magarzo. “No creo que estemos cerca del
techo”, afirma Ignacio Cobo, director de supermercados de Carrefour. Esa ralentización lleva a otros expertos a una visión algo más
sombría. “Yo diría que sí, que estamos llegando a un punto de
saturación”, afirma Juan Carlos Gázquez, profesor de Economía de la
Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Racionalización” es una palabra
frecuente. La usa, por ejemplo, José Antonio Lombardía, director de
Marketing Corporativo de Dia. “Durante la crisis, hubo una gran
proliferación de supermercados”, dice. Empujados por la recesión, los
españoles pasaron del híper y su amplia oferta paralela a la
alimentación a aprovisionarse en el supermercado al lado de casa. “Hubo
quizá una pasada de frenada en aperturas. Ahora llega la
racionalización. Aún no hay cierres netos de tiendas, pero no estamos
muy lejos”, explica. “Seguramente, las grandes cadenas estén en una
reflexión sobre si cerrar las tiendas no rentables, como han hecho ya
los comercios de moda”, tercia Javier Vello, socio responsable de retail de la consultora EY.
Línea de caja del supermercado Dia & Go.
Charo Reyes y Mónica García, autoras de sendos informes sobre distribución y supermercados en Alimarket,
puntualizan que en algunas zonas hay más espacio que en otras. "Se ha
abierto mucha conveniencia [tiendas con aperturas muy flexibles todos
los días del año] en el centro de Madrid, por ejemplo, en los últimos
años, en calles muy transitadas, para el turismo y para residentes,
aprovechando locales de bancos o concesionarios de coches. Pero no creo
que haya muchas más calles así", apunta Reyes. "En algunas zonas
costeras, hay posibilidad de aperturas", afirma la segunda.
“Probablemente está empezando a haber una burbuja; la habrá en breve
al ritmo que vamos”, opina Florencio García, responsable de retail de la consultora Kantar, que sigue de cerca las tendencias en la distribución. “Una nueva tienda aún aporta crecimiento a una cadena, pero cada vez
menos y a costa del canal especialista”, explica García. El supermercado
aún gana cuota en alimentación —tiene un 60%— porque sigue restándosela
a las tiendas tradicionales, que aún se llevan uno de cada cinco euros
que se gastan en alimentación en España, un fenómeno que no se da en
otros países. En Portugal, la cuota del tendero de siempre es del 10% y
en Reino Unido, “insignificante”, relata García. “Pero cada vez es más
difícil robar esa cuota, por la especialización del canal tradicional
[véanse, por ejemplo, las panaderías gourmet] y porque tiene
aún un público afín”, explica. “En el momento en que ese trasvase se
frene, unos supermercados empezarán a robar ventas a otros y habrá una
burbuja y movimientos de concentración”, pronostica.
La rentabilidad es, obviamente, fundamental.
“Los empresarios del sector se quejan porque hay una competencia feroz y
baja la rentabilidad de las tiendas”, admite Magarzo. Y esa competencia
presiona a la baja en los precios, seis puntos más bajos en España que
la media de la UE, según datos de Asedas. La erosión de los márgenes ya
le ha pasado factura a Dia, por ejemplo. Pero más allá de los resultados
globales, explica Magarzo, “la competencia es muy local, se libra
barrio a barrio. Si abre un súper y le quita negocio a otro, éste
responde y se amolda, es un formato con gran capacidad de adaptación”,
concepto que ratifica el presidente de ACES: “Cada vez hay más formatos y
más híbridos”. Una de las vías para atender a la rentabilidad es el modelo de
franquicia, que crece a mayor ritmo que el número global de
establecimientos. En 2017, este modelo fue el que sostuvo el crecimiento
del parque de supermercados: las tiendas propias cayeron un 0,3%,
mientras las franquiciadas crecieron un 2,9% y representan ya un tercio
de los establecimientos. Para las cadenas, es ideal. La inversión es
reducida (el aspecto visual de la tienda y poco más) y el riesgo va a
cuenta del franquiciado, que compra el surtido a la matriz. “La marca no
le exige una rentabilidad determinada, es la que el franquiciado diga,
la que le parezca suficiente”, explica Javier Vello, responsable del
área de Retail y Consumer Products de la consultora EY. “Baja el nivel
de riesgo de la cadena”, razona. “Si el titular piensa que en su barrio
puede encajar, él decide”, abunda Aurelio del Pino. Aunque es un modelo que crece en todos los formatos de súper, se ha
dado fundamentalmente en las pequeñas tiendas. Entre los autoservicios,
los de menos de 400 metros cuadrados, más de la mitad de ellos son
franquicias, por apenas uno de cada diez de los grandes. Se ve en muchos
pueblos, pero en Madrid y Barcelona se ha dado un fenómeno llamativo:
ciudadanos chinos y paquistaníes han asociado sus tiendas de
ultramarinos a alguna gran empresa, como Dia o Covirán. Una forma de
profesionalizarse, centralizar el surtido y ganar en confianza del
consumidor. En el caso de Auchan, más de la mitad de los supermercados
en España son franquiciados, y en Dia, el 60%. Lombardía, su director de
marketing, explica que muchas de ellas son “tercerizadas”, es
decir, tiendas propias de Dia cuya gestión se cede a un franquiciado. Mercadona, sin embargo, ni tiene franquicias ni las contempla como
opción futura.
El presidente de ACES introduce otro vector. “El elemento
determinante no es el número de personas, sino de hogares”, afirma. Según el INE, la mitad de los hogares en España ya están compuestos solo
por una o dos personas. “Esto influye en la disposición de las personas
para ir a la compra, la renta, los horarios o el tamaño de las
raciones”, explica. “Vamos a ver una revolución en los formatos, el
tambor de Ariel de ocho kilos está en extinción”, ejemplifica Lombardía. “Con hogares cada vez más pequeños y más sénior, con cada vez menos
capacidad de almacenaje, cae el volumen de compra y la compra de
proximidad es una ventaja”, resume Ana Fernández, de la consultora
Nielsen. Esa abundancia de tiendas próximas —“un español, viva donde viva, tiene
un supermercado a 10 minutos andando de su casa como máximo”, afirma
Magarzo— es el factor determinante para que la venta online de alimentación apenas suponga el 1,6%, frente a cuotas cercanas al 10% en países como Reino Unido. Para qué pedir online,
si tengo una tienda debajo de casa y con horario amplio, razonan muchos
de los consultados. Por la parte empresarial, además, tiene riesgos,
que resume el director de Asedas. El económico, porque la logística es
muy cara (“todos los operadores pierden dinero”, asegura); el social,
porque en aras de la rentabilidad, el reparto no alcanzaría zonas
apartadas; y el ambiental (el súper, dice, es el formato más sostenible
porque se abastece fácilmente y la gente va andando). En cualquier caso, dejando aparte el mayor o menor nivel de
saturación, ponen el acento en la proximidad, la conveniencia y el
producto fresco como claves para que el formato siga adaptándose a los
cambios de hábito de los consumidores. La apuesta por la proximidad es
la razón de la proliferación de supermercados. Las grandes cadenas, en
mayor o menor medida, intentan acercarse al cliente, conquistando el
centro de la ciudad. Carrefour, que reina en el hipermercado, extiende
sus formatos urbanos Market (supermercado grande) y Express; Auchan se
ha enfocado en los Simply; Dia inició en 2018 el formato Dia&GO en
el centro de Madrid… Mercadona, por su parte, sostiene que el formato de
1.200-1.700 metros cuadrados es el que más convence al “jefe”, como
denomina a sus clientes, un formato que es también el favorito de Lidl. A lo que sí miran todos es a un factor clave para la evolución del
supermercado: el demográfico. No solo al estancamiento de la población,
incluso su descenso, como pronostica Kantar, sino también al
envejecimiento, que cambia hábitos y necesidades de los compradores, y a
la distribución de esa población. “Si no hay más bocas, no habrá más
ventas de alimentación”, razona Florencio García. “Es la única duda real
del sector”, puntualiza Magarzo, de Asedas. El envejecimiento de la población también traerá consecuencias a los
lineales. “Se necesitará una tienda más cómoda, con pasillos más amplios
y estanterías más bajas, para atender mejor a los mayores”, opina el
profesor Gázquez. “En Japón”, tercia Magarzo, con una población muy
envejecida, el súper es el centro del barrio. Tienen mesas para que se
sienten los mayores, atienden sus demandas y hasta les ayudan con los
recibos”.
Saturación o no, lo cierto es que en el panorama español se han
producido algunos avisos. En la última presentación de resultados, Juan
Roig, presidente de Mercadona, líder indiscutido del sector con una
cuota del 25,1% según Kantar —del 19,4%, según Alimarket—, ya
afirmó que la cadena valenciana estaba llegando al número “óptimo” de
tiendas en España. Su apuesta ahora es modernizar este parque y
extenderse en Portugal. Dia, inmersa en una grave crisis, lleva años
cerrando locales. Para sanear ahora unas cuentas maltrechas, sus planes
apuntan a la clausura de un número indeterminado de tiendas, las que no
sean rentables. La cooperativa vasca Eroski, que absorbió la cadena catalana Caprabo, también ha tenido problemas financieros.
Según las cifras de Alimarket, el número de supermercados ha
crecido un 13,7% desde 2007. Con pequeños pasos atrás en 2009 y 2012,
el formato no ha parado de crecer. “Incluso en la crisis, con la caída
del consumo, con la marcha de inmigrantes o la salida de miles de
jóvenes, el formato siguió creciendo”, recuerda Ignacio García Magarzo,
director general de Asedas. Pero esos años locos parecen tocar a su fin.
Las cifras de Alimarket indican que en 2017 apenas se ganaron
72 tiendas, un 0,33%, por un 0,4% en 2016. Cifras mucho más modestas que
en años anteriores. La expansión deja paso a las reformas de tiendas.
En ese punto, asomándose a la saturación, está hoy por hoy la
distribución en España, al menos a juicio de buena parte de los expertos
consultados para este reportaje. Y también según las cifras. A falta de
conocer los datos de 2018, a cierre de 2017, había en España 21.553
supermercados abiertos, con una superficie de venta de 11,4 millones de
metros cuadrados, según las cifras de la publicación especializada Alimarket, avaladas por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas).
Nos parece
que nos acercamos a Portugal porque se ha convertido en un habitual
destino turístico, pero aún nos falta corresponder al interés que ellos
muestran por nuestra lengua y lo que nos ocurre.
Enseres de refugiados portugueses procedentes de Angola y Mozambique, en la plaza de Belem de Lisboa, en noviembre de 1975. ALAIN KELER / SYGMA / CORBIS
Volver a España tras un viaje a América hace tan solo dos décadas te
llevaba a constatar cómo nuestro país había estado vivido ajeno y
refractario al mundo exterior. Ya desde el aeropuerto se percibía la
uniformidad física que nos convertía a todos en personajes de una misma
familia, acostumbrados a una cultura autorreferencial, no expuestos a la
mezcla. Si bien somos un país diverso en su cultura interior cuánto se
echa de menos no haber sido moldeados por el impacto de lo desconocido. He leído estos días, con admiración y asombro, Elretorno, de la escritora portuguesa Dulce María Cardoso. La novela fue publicada y recibida con entusiasmo en 2011 pero es ahora
cuando, con mucho retraso, se publica en español; retraso
injustificado, no solo por la maestría literaria de sus páginas sino
porque lo que cuenta sucedió a unos pocos kilómetros de casa. con entusiasmo en 2011 pero es ahora cuando, con mucho retraso, se
publica en español; retraso injustificado, no solo por la maestría
literaria de sus páginas sino porque lo que cuenta sucedió a unos pocos
kilómetros de casa. Nos parece que nos acercamos a Portugal porque se ha
convertido en un habitual destino turístico, pero aún nos falta
corresponder con cortesía al interés que ellos muestran por nuestra
lengua y lo que nos ocurre. El retornose enmarca dentro de la odisea
de los que fueron nombrados con muy distintos apelativos: africanistas,
colonos, ultramarinos, repatriados, desalojados, refugiados o
fugitivos. Finalmente, el Gobierno de aquel país naciente de la revolución de los claveles
optó por llamar retornados a los que, tras la declaración de
independencia de las últimas colonias portuguesas en 1975, fueron
obligados de un día para otro a abandonar sus casas en Angola,
Mozambique o Guinea-Bisáu. Esta historia es sin duda conocida por los
entonces jóvenes politizados que seguían con entusiasmo el devenir de
aquella revolución que se saldó sin un muerto, pero no sé qué puede
llegar hoy a los jóvenes de aquel transitadísimo puente aéreo que dejó
en la metrópoli, como así era llamado Portugal, a cerca de 700.000
personas. Familias enteras que el Gobierno alojó en hoteles durante casi
un año. Imaginar el impacto que sobre un país de poco más de siete
millones de habitantes supuso la llegada de aquellos familiares de
ultramar, con los que solo se habían relacionado carteándose en fechas
señaladas, es difícil de entender. Puede que solo la ficción, valiéndose
de su virtud de elegir una vida individual en el devenir colectivo,
pueda mostrarnos cómo la historia en mayúsculas puede alterar nuestro
destino. Aquí, en esta novela, seguimos los pasos de un muchacho, Rui,
que junto a su madre y su hermana salen huyendo de Angola y son
albergados en un hotel de lujo en Estoril. La novelista sabe de lo que
escribe: ella misma vivió su infancia en el país africano y experimentó
en carne propia lo que supuso para todos aquellos expatriados que venían
de países abiertos en costumbres, donde la mujer podía moverse con libertad, la naturaleza era generosa y los colores
adornaban la vestimenta de la gente, llegar a un pequeño país de
inviernos húmedos y fríos, melancólico y, a pesar de la reciente
revolución, muy conservador.
Eran observados por los portugueses con desconfianza, juzgados como
colonos explotadores. No se comprendía tampoco su constante añoranza de
África, una añoranza que hoy forma parte de la esencia del país; porque a
pesar del trauma de unos y otros se puede afirmar que los retornados
avivaron la cultura portuguesa, la renovaron. La literatura va narrando
una experiencia que no debe perderse, porque si hablamos de movimientos
migratorios tenemos que contemplar este capítulo fascinante que nos
interpela ahora más que nunca. No quisiera que la novela de Cardoso pasara inadvertida. Tenemos que conocernos mejor.
HE AQUÍ UN DIBUJO realista a la par que abstracto. He aquí un híbrido
entre lo sustantivo y lo adjetivo, entre la esencia y la existencia. He
aquí la hazaña de mostrar el todo con la parte antes de la invención de
la retórica, del descubrimiento de la sinécdoque o la metonimia. He aquí
una obra cuyo autor podría ser indistintamente un hombre o una mujer,
un niño o un adulto. He aquí un esquema y su desarrollo, un proyecto y
su realización. He aquí una obra antigua y moderna, tan antigua que
tiene 17.000 años y tan moderna que podría ser de esta misma mañana. Pertenece a una serie hallada en la cueva de Ekain (Gipuzkoa) y fue
grabada sobre arcilla con unos dedos idénticos a los de nuestras manos. ¡Qué versátiles, los dedos! Sirven para mecer la cuna y para cerrar el
ataúd, para manipular la estilográfica y el bisturí, para coser la ropa y
las heridas, para sujetar el clavo y el martillo. Con sus yemas nos
extendemos por el rostro la crema para después del afeitado o la leche
hidratante posterior a la ducha. Con los dedos nos atamos los cordones
de los zapatos y tocamos el piano o la guitarra, y con los dedos
acariciamos y coordinamos los movimientos del cuchillo y el tenedor. Son
frágiles y duros a la vez, nerviosos y tranquilos. Saben moverse en las
zonas más sabrosas del cuerpo propio y del ajeno, en las más delicadas,
pero también en las más ásperas . Con esos mismos dedos con los que nos
arreglamos el pelo en los días de viento, dibujaron nuestros abuelos
este enigmático caballo en el interior de una oscura galería desde la
que fuimos alumbrados usted y yo. Nosotros
El anarquista Melchor Rodríguez, el llamado Ángel Rojo de Madrid, salvó
la vida de 11.000 personas durante las sacas de presos en la Guerra
Civil. EL NUEVO AÑO se nos viene encima cargado de amenazas. La crispación y
el sectarismo engordan en el mundo y, aunque estoy segura de que en lo
personal mantenemos la optimista ambición de ser felices (somos bichos
tenaces), me parece que en lo colectivo contemplamos 2019 con ojos
suspicaces y un barrunto de susto, como quien ve llegar a un toro en
campo abierto. A saber qué soponcios nos puede deparar el año próximo.
Contra ese pesimismo, y contra la creciente aspereza de los
intransigentes, voy a contar hoy una historia ejemplar. Fue un hombre
célebre en su época y en 2016 hicieron un documental sobre él y pusieron
su nombre a una calle, pero aun así sigue siendo mucho menos conocido
de lo que se merece. Hablo del anarquista Melchor Rodríguez, el llamado Ángel Rojo de Madrid,
aunque nació en Sevilla en 1893. Huérfano de padre desde muy niño, sólo
estudió hasta los 13 años y vivió una infancia paupérrima.
En 1921 se trasladó a Madrid, en donde trabajó como chapista. Su
militancia en la CNT le hizo conocer las cárceles y la indefensión
esencial del prisionero. El 10 de noviembre de 1936, en los agitados
primeros meses de la Guerra Civil, fue nombrado delegado de prisiones de
Madrid, e inmediatamente intentó detener las terribles sacas de presos
de las cárceles, es decir, los traslados de reclusos que luego eran
asesinados en Paracuellos del Jarama y otras zonas cercanas. Sólo duró
en su empeño cuatro días, porque los más feroces consiguieron forzarle a
dimitir, pero las protestas del cuerpo diplomático y de otros sectores
republicanos lograron que recuperara el cargo el 4 de diciembre. A
partir de ahí se enfrentó, a veces con grave peligro de su vida, a los
partidarios de las ejecuciones, entre quienes estaba, sí, Santiago
Carrillo, que estuvo más implicado en las matanzas de lo que nunca quiso
admitir, según un historiador tan prestigioso como Paul Preston. Melchor terminó siendo, muy brevemente, el último alcalde republicano de
Madrid. Ahora imagínate a ese hombre que, completamente solo en medio de la
furia y la violencia, lo arriesga todo para salvar la vida de sus
enemigos. Prohibió que saliera ningún preso de ninguna cárcel desde las
siete de la noche hasta las siete de la mañana, y cuando había que
trasladar de verdad a los reclusos, escoltaba él personalmente los
convoyes, lo que demuestra que no tenía a nadie en quien confiar.
Probablemente ni siquiera era entendido por sus compañeros anarquistas. Déjame contarte una de sus gestas: el 8 de diciembre de 1936, estando de
inspección en la cárcel de Alcalá de Henares, vio llegar a una turba
enfurecida. Los franquistas habían bombardeado la ciudad y matado a
media docena de personas, y una multitud de vecinos y milicianos armados
acordaron asaltar la prisión y linchar a los reclusos. Pues bien,
Melchor se plantó ante la puerta, pistola en mano, y aguantó los
insultos, las pedradas y las amenazas desde las cinco de la tarde hasta
las tres de la madrugada, momento en que consiguió que los atacantes
desistieran. Aquel día había 1.500 presos en Alcalá. Se considera que,
en total, Rodríguez salvó a 11.000 personas. “
Pero, claro, Melchor no es un santo cómodo ni para la derecha ni para
la izquierda tradicional, liderada desde el antifranquismo por los
comunistas (la represión desmanteló a los anarquistas). Un pensamiento
independiente y ético, en fin, es un lugar desapacible y ventoso. Murió
en 1972; espero que el recuerdo de las muchas personas a las que salvó
calentara lo suficiente su corazón aterido.