Encandiló hace 20 años, se borró para criar a su hijo (y darse cuenta de que había sido muy 'generosa' con el dinero) y ahora le piden selfis los adolescentes por su papel en 'Vis a vis'.
Hoy estrena película.
En ninguna película se la ha visto tan entusiasmada como en la
habitación donde nos encontramos, mientras se prueba ropa para ser
fotografiada para ICON e insiste en ponerse la funda del traje. Mientras
Najwa Nimri (Pamplona, 1972) explica con orgullo que se ha cortado y
teñido el pelo ella misma en su casa (con la ayuda de un tutorial de
YouTube), se acuerda de que para su nueva película, Quién te cantará
(estrenada el 26 de octubre), el director (Carlos Vermut) descartó dos
pelucas de 9.000 euros cada una para quedarse con “una del chino” de 30
euros.
Carlos Vermut es el científico loco que la ha transformado en su monstruo:
“Me sentí como la criatura de Frankenstein, aunque bellísima porque me miraba él.
Mi trabajo ha consistido en entender su mundo interior. Por eso ahora somos amigos.
Mi personaje, Lila, es una diva antigua. Mina. Marisol.
Un poco de mí en el disco 'Cuando rugen los volcanes' y de Naomi Chiaki, una cantante japonesa de los setenta”.
La actriz asegura que esta es su película favorita de toda su filmografía.
Y ni siquiera ha comenzado la entrevista. “¿Qué? ¿Estás apuntándolo todo ya?”.
Han pasado 20 años desde Los amantes del círculo polar, un clásico generacional que ella recuerda como “el final de una poesía, de un romanticismo, la película los agarró… y se fueron.
Ya no existen”. No me diga que no van a volver.
“El mundo es mucho más duro, tío.
Aquel fue un momento precioso y hay una generación que todavía recuerda que existió ese vals.
Los niños ahora están jugando con consolas matando gente”.
Pero algunos nos enamoramos con Ana y Oto y también jugábamos a videojuegos.
“Pero no con tus amigos sincronizados. Ahora no hace falta que salgan a la calle para ver a sus colegas.
Ha cambiado el paradigma.
Por eso la poesía de Carlos Vermut tiene que ver con algo más crudo, más despiadado”, responde
Quién te cantará, un melodrama fantasmagórico rodado como si estuviera ocurriendo solo en la cabeza de alguna de sus cuatro mujeres protagonistas, trata sobre la no identidad y Vermut, el director, empezó por quitarle a Najwa la suya: su voz (reemplazada por la de Eva Amaral cuando canta:
Najwa interpreta a una exitosa vocalista que desaparece misteriosamente), sus cejas y su vanidad.
“Por primera vez me importa poco mi participación y lo que hago. Me importa más la película que yo.
La obra es lo más importante”.
Su personaje, una diva amnésica, se enfrenta al mismo misterio que el público lleva dos décadas intentando desentrañar: ¿cómo es Najwa Nimri? Ella lo desarma.
“Mi misterio tenía que ver con que me llamo Najwa, me pintaba los ojos muy negros y, como no me gustaba la gente, hablaba poco. Ahora no.
Ahora soy mayor y ya no me da miedo la gente”.
Su irrupción en la cultura pop española como actriz y cantante de electrónica la mostró como una artista exótica, exportable y muy moderna.
Quizá la actriz menos folclórica que habíamos tenido hasta entonces.
Y luego estaba esa voz, siempre varias frecuencias por debajo de las de sus compañeros de reparto.
“Yo quería hablar de una forma que te metiera en un ambiente, así que lo forcé.
Pero luego me quedé sin voz, me operaron y se acentuó. Básicamente, mi misterio en la voz es por un defecto de cuerdas vocales.
Las tengo muy separadas. Pasa mucho aire”.
Nimri celebró los 40 posando desnuda (“me pagaron y me dejaron llevar
a mi fotógrafo”, recuerda) y regalando un titular igual de desnudo:
“Los tíos sois unos cerdos y me encanta”.
¿Estaba su imagen sujeta a la mirada masculina? “Hablé de cómo mira un director y concretamente de Asfalto, que dirigió mi entonces marido [Daniel Calparsoro], donde yo me enrollaba con otros dos tíos.
Delante de él.
Haciendo cine. Surgió una situación de cachondeo real, porque yo no me desnudaba del todo pero hubo un momento de pezones erectos, el otro, palote, y mi marido rodando”, recuerda.
“Me he sentido peor con mujeres y con hombres que parecía que entendían la sexualidad con una visión benevolente y dulce.
La gente que menos sustos me ha dado son los que hipotéticamente eran más sucios y turbios”.
Tras cinco años sin actuar.
Tiempo que pasó componiendo y criando a su hijo (“estaba separada y dependía sobre todo de mí”), Najwa Nimri regresó para reclamar su trono como ídolo de toda una generación.
Y ya va por la segunda. Zulema, el “elfo del puto infierno” de Vis a vis, hace que no haya gorra suficientemente capada ni pintalabios suficientemente rojo como para que hordas de adolescentes no le pidan selfis.
Tras cuatro temporadas, Zulema, la tipa más mala de la televisión nacional, se va quedando dentro:
“De cabeza salgo muy rápido porque me lo preparo mucho, pero vas a comer y la mano te tiembla.
El cuerpo tiene memoria. Yo, que no tengo ni medio golpe, tengo un clic que ya es mío.
El otro día un conductor me dijo: ‘¿Qué? ¿Te crees que hay un paso de cebra?’, me encaré con él y mi hijo me decía: ‘¿Dónde vas, flipada? Mamá, cállate por favor”.
Para exorcizarse de Zulema, se va al mar. Y a veces a Port Aventura.
En la vida real Najwa se lleva bien con casi todo el mundo.
“Soy más de pelearme con el poder.
Maribel Verdú me dijo una vez: ‘Ay, hija, de verdad, pareces una niña, si sabes que vas a perder’.
Ella sabía cómo hacerlo de otra manera y dije:
‘Mira qué lista, y qué tonta yo”. Tonta en absoluto, un poco desorganizada sí: cuando el dinero se acabó, descubrió que llevaba años pagando el ADSL de todos los pisos donde había vivido.
“El único consejo que le puedo dar a alguien más joven es que se administre.
Yo nunca revisaba la cuenta, nunca ahorré y un día me metí una hostia.
Las nuevas generaciones son mucho más conscientes, tío, se meten en la espiral del éxito sabiendo que va a acabar.
Es más realista, que es lo más bonito de todo”.
A ella la realidad le interesa, pero no para comentarla en público. Y eso que en el 11-S y el 11-M la llamaron de todos sitios para opinar, por árabe (Nimri) y por vasca (Urruticoechea).
“¿Qué te voy a contar yo? No, hombre, yo tengo un poco de respeto.
No es mi vaina, no por si no me contratan, es que no creo en la política.
Yo solo puedo hacer letras de una tipa que está en Serrano componiendo canciones”.
Su próximo disco conecta con Kase.O, C. Tangana o La Mala. Najwa entra en el personaje y se gusta susurrando con ritmo un adelanto:
“Desayuno un café, dos cafés, tres cafés, y ahora a correr como si no hubiera un mañana.
Empieza la jornada. En el parque hay runners, barcas, cuervos, gorditos, pederastas y caras lavadas.
Yo voy bien maquillada”.
Carlos Vermut es el científico loco que la ha transformado en su monstruo:
“Me sentí como la criatura de Frankenstein, aunque bellísima porque me miraba él.
Mi trabajo ha consistido en entender su mundo interior. Por eso ahora somos amigos.
Mi personaje, Lila, es una diva antigua. Mina. Marisol.
Un poco de mí en el disco 'Cuando rugen los volcanes' y de Naomi Chiaki, una cantante japonesa de los setenta”.
La actriz asegura que esta es su película favorita de toda su filmografía.
Y ni siquiera ha comenzado la entrevista. “¿Qué? ¿Estás apuntándolo todo ya?”.
Han pasado 20 años desde Los amantes del círculo polar, un clásico generacional que ella recuerda como “el final de una poesía, de un romanticismo, la película los agarró… y se fueron.
Ya no existen”. No me diga que no van a volver.
“El mundo es mucho más duro, tío.
Aquel fue un momento precioso y hay una generación que todavía recuerda que existió ese vals.
Los niños ahora están jugando con consolas matando gente”.
Pero algunos nos enamoramos con Ana y Oto y también jugábamos a videojuegos.
“Pero no con tus amigos sincronizados. Ahora no hace falta que salgan a la calle para ver a sus colegas.
Ha cambiado el paradigma.
Por eso la poesía de Carlos Vermut tiene que ver con algo más crudo, más despiadado”, responde
Quién te cantará, un melodrama fantasmagórico rodado como si estuviera ocurriendo solo en la cabeza de alguna de sus cuatro mujeres protagonistas, trata sobre la no identidad y Vermut, el director, empezó por quitarle a Najwa la suya: su voz (reemplazada por la de Eva Amaral cuando canta:
Najwa interpreta a una exitosa vocalista que desaparece misteriosamente), sus cejas y su vanidad.
“Por primera vez me importa poco mi participación y lo que hago. Me importa más la película que yo.
La obra es lo más importante”.
Su personaje, una diva amnésica, se enfrenta al mismo misterio que el público lleva dos décadas intentando desentrañar: ¿cómo es Najwa Nimri? Ella lo desarma.
“Mi misterio tenía que ver con que me llamo Najwa, me pintaba los ojos muy negros y, como no me gustaba la gente, hablaba poco. Ahora no.
Ahora soy mayor y ya no me da miedo la gente”.
Su irrupción en la cultura pop española como actriz y cantante de electrónica la mostró como una artista exótica, exportable y muy moderna.
Quizá la actriz menos folclórica que habíamos tenido hasta entonces.
Y luego estaba esa voz, siempre varias frecuencias por debajo de las de sus compañeros de reparto.
“Yo quería hablar de una forma que te metiera en un ambiente, así que lo forcé.
Pero luego me quedé sin voz, me operaron y se acentuó. Básicamente, mi misterio en la voz es por un defecto de cuerdas vocales.
Las tengo muy separadas. Pasa mucho aire”.
“Los tíos sois unos cerdos y me encanta”.
¿Estaba su imagen sujeta a la mirada masculina? “Hablé de cómo mira un director y concretamente de Asfalto, que dirigió mi entonces marido [Daniel Calparsoro], donde yo me enrollaba con otros dos tíos.
Delante de él.
Haciendo cine. Surgió una situación de cachondeo real, porque yo no me desnudaba del todo pero hubo un momento de pezones erectos, el otro, palote, y mi marido rodando”, recuerda.
“Me he sentido peor con mujeres y con hombres que parecía que entendían la sexualidad con una visión benevolente y dulce.
La gente que menos sustos me ha dado son los que hipotéticamente eran más sucios y turbios”.
Tras cinco años sin actuar.
Tiempo que pasó componiendo y criando a su hijo (“estaba separada y dependía sobre todo de mí”), Najwa Nimri regresó para reclamar su trono como ídolo de toda una generación.
Y ya va por la segunda. Zulema, el “elfo del puto infierno” de Vis a vis, hace que no haya gorra suficientemente capada ni pintalabios suficientemente rojo como para que hordas de adolescentes no le pidan selfis.
Tras cuatro temporadas, Zulema, la tipa más mala de la televisión nacional, se va quedando dentro:
“De cabeza salgo muy rápido porque me lo preparo mucho, pero vas a comer y la mano te tiembla.
El cuerpo tiene memoria. Yo, que no tengo ni medio golpe, tengo un clic que ya es mío.
El otro día un conductor me dijo: ‘¿Qué? ¿Te crees que hay un paso de cebra?’, me encaré con él y mi hijo me decía: ‘¿Dónde vas, flipada? Mamá, cállate por favor”.
Para exorcizarse de Zulema, se va al mar. Y a veces a Port Aventura.
En la vida real Najwa se lleva bien con casi todo el mundo.
“Soy más de pelearme con el poder.
Maribel Verdú me dijo una vez: ‘Ay, hija, de verdad, pareces una niña, si sabes que vas a perder’.
Ella sabía cómo hacerlo de otra manera y dije:
‘Mira qué lista, y qué tonta yo”. Tonta en absoluto, un poco desorganizada sí: cuando el dinero se acabó, descubrió que llevaba años pagando el ADSL de todos los pisos donde había vivido.
“El único consejo que le puedo dar a alguien más joven es que se administre.
Yo nunca revisaba la cuenta, nunca ahorré y un día me metí una hostia.
Las nuevas generaciones son mucho más conscientes, tío, se meten en la espiral del éxito sabiendo que va a acabar.
Es más realista, que es lo más bonito de todo”.
A ella la realidad le interesa, pero no para comentarla en público. Y eso que en el 11-S y el 11-M la llamaron de todos sitios para opinar, por árabe (Nimri) y por vasca (Urruticoechea).
“¿Qué te voy a contar yo? No, hombre, yo tengo un poco de respeto.
No es mi vaina, no por si no me contratan, es que no creo en la política.
Yo solo puedo hacer letras de una tipa que está en Serrano componiendo canciones”.
Su próximo disco conecta con Kase.O, C. Tangana o La Mala. Najwa entra en el personaje y se gusta susurrando con ritmo un adelanto:
“Desayuno un café, dos cafés, tres cafés, y ahora a correr como si no hubiera un mañana.
Empieza la jornada. En el parque hay runners, barcas, cuervos, gorditos, pederastas y caras lavadas.
Yo voy bien maquillada”.
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