Los bienes del empresario, que desde 2017 es pareja de Raúl Prieto, uno de los hombres fuertes de La Fábrica de la Tele, serán controlados por un administrador que tendrá que autorizar todos sus gastos y negociar con sus acreedores.
Joaquín Torres en una fotografía de archivo en un acto en Madrid.
Joaquín Torres es un símbolo.
Ha sido el arquitecto de los nuevos ricos, incluso cuando estalló la burbuja inmobiliaria y la construcción casi se paralizó en España.
El nombre que se usa para designar un estilo de vivienda, una forma de vida y un estatus económico porque sus casas cotizan en millones de euros.
Su nombre y el de A-cero, el estudio de arquitectura que fundó en 1996 junto a Rafael Llamazares, está ligado a un tipo de viviendas que rompió moldes en su momento y que ha creado un modelo de casas de apariencia minimalista y concepto integral, ya que sus creadores entienden los proyectos como un todo en el que desde el paisajismo al interiorismo forman parte del proyecto.
Pero Joaquín Torres también es en sí mismo un espectáculo, un provocador, un charlatán casi incontenible y un profesional convertido en personaje desde el día en el que decidió sin consultar con nadie que salir en televisión era la forma de conseguir su obsesión:dar a conocer su arquitectura incluso arriesgándose a ser clasificado como un bufón por los arquitectos más puristas.
Fernando Hierro, Carlos Sainz, Fonsi Nieto, Ronaldo, Penélope Cruz y Javier Barden, Gonzalo Miró, Alejandro Sanz o Fernando Torres han sido algunos de sus famosos clientes.
“Desde que empecé en 1996”, dijo a este diario en una entrevista realizada por Jesús Rodríguez para El País Semanal, “tuve claro que de lo que se trataba era de vender, y el márketing era básico. Teníamos que ser noticia.
El tiempo me ha dado la razón”.
Estas palabras las pronunciaba en 2012, cuando la crisis económica que arrasaba estudios de arquitectos parecía ajena al suyo.
Pero desde el pasado 29 de septiembre, según publicó el Boletín Oficial del Estado, Joaquín Torres es también una persona que se ha declarado voluntariamente en concurso de acreedores.
De momento se desconocen los motivos que le han llevado a recurrir a esta figura legal pero conviene aclarar que le afecta a él como persona física y no a su estudio de arquitectura, que como negocio independiente tiene personalidad jurídica propia y aparentemente no pasa por problemas económicos.
Este proceso significa que es Joaquín Torres quien se declara en quiebra, un recurso al que puede recurrir cualquier persona física desde que se aprobó en 2015 la que se conoce como Ley de Segunda Oportunidad, que permite que un particular pueda presentar concurso voluntario para liquidar sus bienes y conseguir que se condonen parte de sus deudas.
También tiene que haber intentado previamente llegar a un acuerdo extrajudicial con sus acreedores, una situación en la que Torres ha estado trabajando desde la pasada primavera sin llegar a una solución.
Una vez sin acuerdos es cuando el acreedor, en este caso Torres, se dirige al juzgado para declararse en concurso voluntario, un hecho que solicitó el pasado día 17 de septiembre.
Desde que la nueva situación de Joaquín Torres se publicó en el BOE, la ley establece que “las facultades del deudor quedan sustituidas por la Administración concursal”, es decir que un administrador se encarga de gestionar desde ese momento las cuentas personales del arquitecto, que deberá pedir autorización para sus gastos.
Este mismo administrador se encarga de negociar con los acreedores cómo se pagarán las deudas, lo que implica que Torres tendrá una asignación para sus gastos básicos —ropa, facturas de su vivienda y comida— y el resto quedará sujeto a criterio del administrador para ir amortizando las deudas que haya contraído hasta el momento el arquitecto.
La situación no es nueva para el mediático arquitecto.
En 2014 ya solicitó concurso para la sociedad limitada A-Cero Inmobiliaria, que acumulaba más de diez millones de euros en impagos, aunque según la versión que entonces facilitó Torres se trataba de deudas que en realidad eran de una de las empresas ligadas a la familia propietaria de la exclusiva urbanización La Finca, entorno en el que están ubicadas algunas de las millonarias construcciones que se le atribuyen al arquitecto y su estudio.
Su padre es Juan Torres Piñón, un ingeniero de caminos que fue socio de Florentino Pérez, el actual presidente del Real Madrid, en diversas aventuras empresariales hasta que fundaron juntos el imperio ACS.
En 1998 sus destinos se separaron después de llegar a un acuerdo económico que dejó la economía de la familia Torres más que saneada.
Una fortuna que se sigue moviendo en el mundo de la construcción, las inmobiliarias, el ocio y las energías limpias.
El arquitecto, además de tener sus propias empresas, comparte con su familia la sociedad propietaria en un 99% de Cartera Kairos, la empresa matriz de los negocios familiares.
“Cuanto más mediático eres, cuanto más destacas, peor te trata el gremio.
Y si encima tienes un padre rico y haces casas para Ronaldo, Raúl, Alejandro Sanz o Bardem, que son las estrellas de nuestro tiempo, te machacan.
Cuestión de envidia. Soy un maldito entre esos arquitectos superestirados, vestidos de negro y con portaminas en el bolsillo de la chaqueta de Prada”, dijo Torres en su entrevista con El País Semanal.
Además de por su verbo ligero, Joaquín Torres también se convirtió en personaje de la prensa del corazón en 2015, fecha en la que su mujer, la pintora Mercedes Rodríguez, solicitó el divorcio alegando diversas infidelidades.
En julio de 2017 el arquitecto oficializaba su relación sentimental con Raúl Prieto, entonces director del programa Sálvame, de Telecinco, y uno de los hombres fuertes de la productora La Fábrica de la Tele.
Desde entonces la pareja no ha ocultado su relación y han aparecido juntos en numerosos actos sociales o han compartido fotografías de sus vacaciones en las redes sociales, como ha ocurrido este verano, cuando han viajado a Maldivas y Hong Kong.
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