Un Blues

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24 sept 2018

Álex González: “Intento no explotar mucho los desnudos en la pantalla”

Es uno de los actores de moda. Ahora regresa con ‘Vivir sin permiso’, donde se reencuentra con Jose Coronado.

El actor Álex González durante la presentación de 'Vivir sin permiso', en el Festival de Cine de San Sebastián.
El actor Álex González durante la presentación de 'Vivir sin permiso', en el Festival de Cine de San Sebastián. EFE
Álex González (Madrid, 1980) comenzó desde muy joven en series como Los Serrano u Hospital Central, pero fue su personaje del inspector de policía Javier Morey en El Príncipe el que le consagró como uno de los actores más prometedores del panorama español. “Me cambió la vida completamente”, confiesa.
 Ahora, en Vivir sin permiso, serie de Mediaset que se estrena hoy en Telecinco, no solo vuelve a ponerse bajo las órdenes de Aitor Gabilondo, sino que repite compañero. 
 “A pesar de la amistad que tenemos, nunca he perdido el respeto que siento hacia Jose Coronado. Me sigue imponiendo mucho trabajar con él”, admite el actor.

En esta ocasión se mete en la piel de Mario Mendoza, el hijo adoptado de Nemo Bandeira (Coronado), un patriarca gallego que adquirió su fortuna mediante el narcotráfico y que ahora busca un heredero para su imperio tras ser diagnosticado con Alzhéimer. “Nadie en mi familia ha padecido esta enfermedad, pero me parece importante que se den a conocer los síntomas.
 Si lo conseguimos, habríamos hecho algo importante con nuestro trabajo”.
Con 38 años recién cumplidos este verano, González confiesa que le gustaría abordar otro tipo de retos interpretativos, indagar en otras personalidades y alejarse un poco del papel de héroe que salva a la chica. 
“La cuestión es que es difícil que la industria te vea de otra forma y que te llame para hacer papeles que aún no has hecho”.
 Sin embargo, en 2016 no dudó en irse a California para probar suerte. “Justo acababa de terminar una época de muchos rodajes y necesitaba desconectar”, recuerda. También quería perfeccionar su inglés.
Los medios estadounidenses, y poco después también los españoles, se hicieron eco de una relación entre González y la actriz Olivia Munn, conocida por su papel en The Newsroom o en la recién estrenada Predator, película en la que la actriz denunció haberse sentido abandonada por el director y el reparto tras haber denunciado que su compañero de rodaje, Steven Wilder Striegel, era un agresor sexual registrado por haber intentado tener relaciones sexuales con una menor de 14 años cuando él rondaba los 40 en 2009. 
González prefiere no pronunciarse. “Se me hace incluso raro hablar de mi vida personal con mis amigos”. 
Lo achaca a su timidez. A pesar de ello, sí que se conocen algunas de sus conquistas, como Chenoa, la piloto de Fórmula 1 Carmen Jordá o Adriana Ugarte, con la que coincidió en el rodaje de Combustión.
Casi como una constante en su trabajo, los personajes que interpreta tienden a aparecer en pantalla sin camiseta y el madrileño admite que al principio era algo que le incomodaba. “De los 20 a los 30 tuve mucho conflicto interno porque los actores a los que yo admiraba no hacían desnudos.
 Siempre he intentado no explotar mucho esa faceta”. Comenzó entonces a fijarse en otro tipo de intérpretes “que sí que usaban las herramientas que tenían y las dotes que le había dado la vida”. Tomó el ejemplo de Matthew McConaughey, a quien al principio de su carrera solo se le conocía por comedias románticas, pero tras retirarse un par de años, consiguió dar otra dirección a su carrera. “Me gustaría tener la trayectoria de Javier Bardem, pero Bardem solo hay uno
. Está como tocado por la mano de Dios y con su talento puede acceder a otro tipo de proyectos”. 
 Admite que le da bastante importancia a su imagen. “Me gusta cuidarme, estar a gusto conmigo mismo. El deporte me ayuda a desconectar”, cuenta. 
Convaleciente aún de la segunda operación de menisco en menos de un año, el actor explica que eso no le ha impedido seguir rodando. 
“Esto es como los toreros: debería haber estado con muletas mínimo dos semanas, pero yo al quinto día ya estaba de vuelta” y concluye:
 “El poder de la recuperación está en la mente”.
 

 

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