El Literaturarchiv Salzburg lanza una web donde se puede bucear por primera vez en el inabarcable legado personal del autor austriaco.
Cuaderno de anillas de 92 hojas, 30x20
cm, tapas color césped recién cortado, adquirido en una compra privada a
Christie’s en Londres en 2014 en un lote con otros manuscritos de
Stefan Zweig por una suma elevada de seis cifras.
Cuando el investigador
recién llegado logra por un instante levantar la cabeza tras hojear
fascinado el borrador original de El mundo de ayer se encuentra con la mirada cómplice de Lina Maria Zangerl.
"En el manuscrito de Montaigne descubrimos un mosquito", dice la archivera del Literaturarchiv Salzburg.
Stefan Zweig
compró el cuaderno en Petrópolis: nos parece un testigo silencioso de
las últimas semanas de Zweig viviendo en el exilio y de la ruta del
cuaderno de regreso a Europa como parte del patrimonio literario que
conservó su editor Atrium Press hasta que llegó a nosotros.
Ahora ese mosquito brasileño, los cuadernos originales de Montaigne y El mundo de ayer y hasta más de 280 manuscritos de Stefan Zweig se pueden hojear y ojear en la web stefanzweig.digital que acaba de lanzar el Literaturarchiv Salzburg tras varios años de trabajo en su digitalización.
Entre ellos, Momentos estelares de la humanidad, las biografías de Balzac, María Antonieta y Magallanes, las obras de teatro Tersites y Adam Lux y los relatos póstumos Clarissa y La chica de la estafeta de correos.
Este colosal proyecto aspira a convertirse en una plataforma en Internet que conecte todos los archivos de Stefan Zweig
en el mundo.
De momento registra el material que conserva el Archivo
Literario de Salzburgo y la biblioteca Daniel A. Reed de la Universidad
de Nueva York en Fredonia.
En el manuscrito de Montaigne
no sólo hablan los mosquitos. Fue la última biografía en la que trabajó
Zweig poco antes de su muerte y en los márgenes escribió anotaciones que
pueden leerse como una nota a pie de página de su propio suicidio:
“¿Cómo puedo no caer preso de este mundo de locura, del que no tengo
poder para aliviarme y del que no puedo escapar? ¿Cómo puedo salvar la
mayoría de edad y la humanidad en mí mismo? ¿Cómo puedo no desesperar?”.
En el cuaderno de El mundo de ayer
donde Zweig escribió sus memorias habla la tinta violeta.
Zangerl
dibuja una biografía del escritor con la fisicidad de los manuscritos:
–Se puede aprender mucho de la obra de Stefan Zweig,
de su personalidad y de su vida observando los detalles tangibles de
los cuadernos originales.
Por ejemplo, durante sus años felices en
Salzburgo escribía siempre con tinta violeta.
En su exilio americano no
fue capaz de encontrarla y tuvo que escribir con la tinta azul
corriente.
La web facilita vías temáticas de investigación que arranca con la serie sobre María Antonieta.
Junto con el original de agosto de 1932, se muestran las pruebas de
corrección, los bocetos, las notas de trabajo e incluso el formulario
del contrato para las traducciones: el proceso creativo de Stefan Zweig
al desnudo. También reúne virtualmente fragmentos de la misma obra que
se habían dispersado tras la muerte de Zweig, como el elogio a Sigmund
Freud Worte am Sarge Sigmund Freuds.
La biblioteca de Zweig
Stefan Zweig vivió 15 años en la colina
de Kapuzinerberg en Salzburgo.
Allí se convirtió en el escritor más
traducido del mundo al mismo tiempo que Hugo von Hofmannsthal y Max
Reinhardt lo marginaban de la vida artística local porque despreciaban
sus libretos.
El Archivo Literario de Salzburgo se encuentra en
Residenzplatz: justo en la misma plaza donde hoy se permite el acceso al
universo creativo de Zweig a todo aquel que tenga conexión a internet,
los nazis hacían en 1938 una hoguera con sus libros.
–Salzburgo era una ciudad muy parda
–recuerda Klemens Renoldner, director del Stefan Zweig Centre, también
en Salzburgo, inaugurado en 2008 para difundir el legado del escritor.
Se refiere al uniforme nazi–. El nazismo caló muy rápido.
El
antisemitismo venía de antiguo. Se exilió en el momento adecuado, aunque
también le movieron razones familiares.
Zweig abandonó Austria en 1934 cuando la
policía registró su casa con la excusa de buscar armas.
Furioso con la
deriva política y triste en un matrimonio fracasado, Zweig lo dejó todo,
a su mujer y a sus dos ruidosas hijas fruto de un matrimonio previo que
tanto le molestaban cuando trabajaba, su hermosa casa, su biblioteca
borgiana.
El escritor austriaco, que amaba a los perros y no a los
gatos, el café y no el té, era un bibliófilo insaciable.
Compró libros
en Viena y Salzburgo y no dejó de hacerlo durante su exilio en Londres,
Bath, Petrópolis.
La web también ha indexado
más de 1.300 títulos de su biblioteca personal, que hoy se encuentran
dispersos por el mundo entre sus herederos en Londres y varias
colecciones públicas y privadas, y los exhibe catalogados incluso con
las dedicatorias, el ex libris y aclarando si hay subrayados y
anotaciones personales: una fuente de primera mano, casi de voyeristas,
para saber qué leía y qué fuentes utilizaba Zweig para escribir sus
propias obras.
Se puede leer el bautismo de tinta que Zweig le dedicó a un rarísimo ejemplar de Une saison en enfèr
de Arthur Rimbaud (“La edición completa, salvo siete ejemplares, fue
destruida por el propio autor. Este es uno de los existentes”).
Los
libros de Joseph Roth revelan las tiernas palabras que le dedicó su
viejo amigo gruñón y alcoholizado (“Stefan Zweig, a quién le debo Job –y más que Job
y mucho más de lo que cualquier libro pueda significar–…”).
Se puede
incluso seguir el rastro al destino y la ubicación actual de los libros
que Zweig tenía de Rilke, ante cuya tumba Zweig pronunció la oración
fúnebre en 1927.
En 1942 cuando Europa era, en palabras de
Joseph Roth, un cadáver que se había suicidado, Stefan Zweig y su
segunda esposa Lotte Altman se quitaron la vida.
Un día antes había
enviado a sus diferentes editores repartidos por el mundo Novela de ajedrez.
El manuscrito de ese relato también está abierto en canal en la web.
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