Cada mujer acudió a la manifestación con su propio manifiesto en la cabeza.
Según observé, cada mujer acudió a la manifestación con su propio manifiesto en la cabeza, aún diría más, rumiando su historia íntima y personal, porque son muchas las maneras, de la más agresiva a la más tenue, en las que una mujer ha podido sentir el menosprecio a lo largo de su vida.
Así que no os preocupéis por el tema manifiesto: llegadas a este punto nadie nos va a hacer pensar lo que no queremos.
—A los que afirman que fue una movilización pija porque en ella abundaban las mujeres profesionales.
Qué hartazgo. Este razonamiento responde a la vieja idea de que en cuanto una mujer es profesional, tiene una carrera o ha ganado algo de dinero ya tiene que andar dando las gracias por no llevar un burka.
Nuestra protesta, añaden ahora con retorcimiento, mostró una gran insolidaridad con las mujeres del mundo oprimido.
En fin, se trata de dar un rodeo tramposo para mandarte callar.
—A los que dicen que por lo menos inspiraremos a las mujeres de los países árabes: esto es irrisorio y paternalista. Ellas tienen sus propios movimientos feministas liderados por mujeres valientes e intelectuales brillantes (Lean el libro El tiempo de las mujeres, de Ángeles Espinosa).
—A los que para demostrar que tienen en alta consideración a las mujeres recuerdan solo a aquellas que pasaron a la historia por su excelencia. Gracias de corazón, pero los derechos son para las brillantes y para las que no saben leer. Por lo demás, exigir que una mujer sea excepcional para alcanzar un puesto suele ser algo habitual en hombres con una desproporcionada consideración de sí mismos.
—Y cómo olvidar a aquellos que por un lado critican a las mujeres que se manifiestan en Europa, y por otro, se indignan furiosamente con esos países en los que las mujeres no pueden manifestarse. Esto denota, valga la redundancia, tener la picha hecha un lío.
—¿No será que jode bastante que la mayor manifestación que se ha organizado en un país con crecientes problemas sociales haya sido liderada por mujeres?
—Esta misma semana, la Unión Europea alertaba de que la recuperación de la economía no estaba favoreciendo a los sectores más vulnerables: ¿sobre qué hombros creéis que recae fundamentalmente la falta de ayuda, asistencia, trabajo, guarderías, conciliación y desamparo? ¿Quiénes son las cuidadoras silenciosas?
—Estos días hemos visto a muchos hombres explicarnos qué es el feminismo: para enmendarnos la plana o para sobreactuarlo.
Un poco de prudencia, por una vez, no vendría mal.
—También sé del miedo de algunos a ver amenazada su masculinidad.
Esto merece una encuesta: ¿siente usted que desde que la causa feminista ha entrado en el debate público ha empeorado su vida sexual? ¿Se siente censurado o disminuido en la intimidad?
—Qué pena de aquellos que enfermos de prejuicios no supieron disfrutar de una jornada gloriosa.
Por unos días, el protagonismo cambió de sexo, y de verdad, queridos, qué mal lo habéis llevado algunos.
Por mi parte, expreso un deseo: que no decaiga.

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