Obtener algo de inmediato, que la
gente estudie para colocarse. Conocer unas cuantas materias y un poco de
inglés. Creo que todo eso es un empobrecimiento. El ser humano tiene
unas capacidades imaginativas, y de memoria y de entendimiento, que se
abren con la cultura. Pero eso a los Gobiernos de ahora no les interesa.
No es rentable para ellos como políticos y, piensan, tampoco es
rentable para los que tienen que colocarse. Pero reducir la vida a eso
es un poco triste. Hay tiempo para todo: se puede ser un buen lector y
un buen ingeniero. Esta es una batalla, la batalla de las humanidades,
perdida. En grandes líneas Pero puede haber focos de resistencia. Hay que volver a las
barricadas, individuales y de pequeños grupos. El lector seguirá
existiendo, aunque sea en este mundo hostil. Serán minoría, pero
existirán. La lectura está unida a la crítica y a los grandes
horizontes. La gente que no lee es gente de mentalidad muy reducida:
viven en la prisión del presente.¿Hay alguna salida? Es difícil. La
vulgaridad tiene siempre a su favor la facilidad. Es muy fácil ser
vulgar, ser como todos, el mínimo común denominador. Es lo que hay.
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