Cuando la pareja no nos acompaña en los momentos buenos parece que su ausencia pesa más.
Si quieres fortalecer tu relación de pareja, sé empático o empática, en especial cuando la otra persona atraviese un buen momento.
Este es el resultado de una curiosa investigación, realizada por Michael Andreychik de la Universidad de Fairfield en Connecticut. Desde hace años se ha destacado que la empatía es una de las habilidades más deseadas en el mundo de la pareja.
Es lo que te permite ponerte en los zapatos del otro y ayudarle a superar los malos momentos, fundamentalmente.
Y tiene su lógica.
Cuando se está desanimado, se espera que la otra persona te entienda y te apoye (sea hombre o mujer, y cada uno a su modo, como ya vimos en otra ocasión).
Pero curiosamente, según Andreychik, esta actitud se valora especialmente cuando la persona te acompaña en tus emociones positivas, más que en las negativas.
Como era de esperar, las personas que percibían una mayor empatía cuando estaban atravesando algún momento malo se mostraban más satisfechas con sus relaciones.
De algún modo, sentían que podían contar con el otro. Pero lo curioso de este estudio es cuando se preguntaba por emociones positivas.
Cuando la otra persona percibía que su pareja era empática con sus éxitos o sus momentos amables, la satisfacción de la relación era hasta cinco veces mayor que si no se daba este hecho. ¿Y cuál es el motivo?
Según Andreychik, cuando uno está mal, implica un mayor riesgo para la otra persona saber cómo ayudarle.
Los hombres y las mujeres buscamos diferentes vías de olvido o de superación de las dificultades.
Algunos prefieren huir a la cueva para ordenar sus ideas o, sencillamente, dejarlas bajo una alfombra hasta saber qué hacer con ellas; y otras mujeres, por ejemplo, prefieren hablar de ello hasta encontrar una solución o, al menos, un alivio.
Son estrategias diferentes, que requieren actitudes por parte del otro también distintas y que no siempre son fáciles de prever.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos a emociones positivas, lo que buscamos es celebrarlo conjuntamente.
Se ve ante un éxito profesional, cuando los hijos te sorprenden con algo o cuando tu equipo de fútbol ha ganado un título.
La celebración compartida sabe mejor, es más plena. Y si tu pareja no te acompaña en dicho momento parece que su ausencia pesa más.
Los motivos pueden variar desde tener criterios diferentes hasta estar demasiado enfrascado en los temas personales para ver más allá de uno mismo o sencillamente, que el éxito despierte cierta envidia encubierta.
Lo que sea.
Pero si tenemos en cuenta los resultados de esta investigación, en la medida en que sepamos acompañar en las emociones positivas a la otra persona, seremos capaces de reforzar nuestra relación de pareja.
Para ello, necesitamos entrenar la empatía positiva.
Primero, es necesario identificar qué le ocurre al otro. Si solo estamos contemplando nuestro ombligo, será difícil percibir emociones positivas o negativas en otra persona que no sea uno mismo.
Necesitamos parar en algún momento nuestras rumias mentales, alzar la cabeza y preguntarnos: ¿qué le está ocurriendo a mi pareja? Segundo, la empatía exige un interés genuino y sincero por lo que le está sucediendo a la otra persona, lo que requiere preguntar y escuchar, sin imponer opinión.
Y tercero, en caso de emociones positivas, cuando sepas de un éxito, es bueno darle pie a que hable de ello, sorprenderle con una celebración o, si se trata de una historia divertida o de una afición, compartirla juntos.
En suma, cuando nos alegramos de verdad por lo que nuestra pareja consigue y disfruta, conseguimos reforzar el lazo que nos une y nos sentimos mejor con nosotros mismos.
Como resumió Mariano Yela, catedrático de la Universidad Complutense (1921-1994): “El amor no es necesario para vivir pero sí para que merezca la pena vivir”. ¡Feliz San Valentín!
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