Risto Mejide mete miedo..................................... Borja Hermoso
De la vuelta de 'Chester' se concluye que Risto es de los entrevistadores buenos.
La entrevista de la madre de las Campos fue una sencilla tonteria, estoy harta que vivan a base de entrevistas , el sábado a su hija mayor que quiso quedar como una actriz erótica o de una chica que estuvo con varios hombres y ahora está sola pero que no paró mientras pudo, no sé si es bueno o malo ni me importa pero viven a todo tren con deudas millonarias.
Risto y María Teresa Campos en 'Chester'.
Para cualquier entrevistador televisivo de por aquí debe de
ser una faena tener sobre la cabeza el péndulo de Iñaki Gabilondo, más
que una referencia un estigma en el muy difícil género periodístico del
tú a tú, donde tantos hacen el ridículo día sí y día también.
Pero
quitando la irremediable evidencia de que en esas lides Gabilondo es
Dios o se le parece cantidad, hay que concluir que Risto Mejide es de los buenos, incluso de los muy buenos.
Ha vuelto Chester
en Cuatro, y sin filtro, lo que es de agradecer.
El feroz verdugo de
triunfitos reconvertido en sacacorchos de confesiones, lágrimas y
revelaciones más o menos exclusivas colocó la palabra Miedo como leit motiv
de su regreso en la noche del domingo en Cuatro.
Miedo era lo que él
metía a aquellos pobres diablos que intentaban hacer gorgoritos en busca
de una carrera musical, así que de esto sabe bastante.
Era un ogro sin atisvo de espernza para unos chicos que querían empezar en el mundo de la música, pero se casó con una niña marisabidilla y los dos se aprovechan de ello.
Pero más sabe Antonio Pampliega ,
un tipo que llora ante la cámara como Nureyev volaba por los aires, con
una mezcla desarmante de poesía y cojones.
Al Qaeda lo secuestró en
Siria y, de los 299 días que duró su cautiverio, este periodista se pasó
204 a solas en un cuartucho esperando a que lo degollaran.
“Todos los
días durante todos esos meses me estuve preparando para morir”. Eso es
miedo.
Y pensar en lo que estará pensando tu madre, me quedé sin hijo,
por ejemplo.
Eso también da miedo.
Para más inri, estamos ante un hombre
con sentimiento de culpa. “Lo siento”, le dice el héroe Pampliega a su
hermana Alejandra, que visita el plató.
Me interesó ese testimonio mucho un hombre al borde de ser ejecutado eso debe ser terror y ese chico a vuelto a hacer lo que casi le causa la muerte. Dice sin miedo , porque esos quieren que les tengas miedo y claro pasan cosas terribles en nombre de Alá o de Dios.
También ese señor sin rostro capaz de bloquear cuerpos y mentes debió de
coger la mano de María Teresa Campos en el trayecto hacia la Jiménez
Díaz cuando una isquemia cerebral entró sin llamar a la puerta.
Se salvó
y luce estupenda, pero no hay marcha atrás: “Ese miedo te deja ya
tocada”.
La Campos, también con lágrimas asomando, le revela a Risto
cómo ella ya se había autodiagnosticado por adelantado: “Entonces había
demasiadas cosas que me hacían daño y yo me decía: te va a dar algo en
la cabeza”, y le dio.
Risto Mejide logra, no se sabe bien cómo, que una de las dos reinas de
la mañana (la otra es Ana Rosa Quintana y, visto lo visto el domingo,
bajo la educada carantoña mutua subyacen soterradas batallas entre las
dos damas) hable del suicidio de su marido, José María Borrego, en 1984.
El hombre llevaba años con esa idea en la cabeza, “casi desde el
principio”, confiesa la invitada.
Pero también hay sitio para el cachondeo.
María Teresa
Campos cuenta aquella noche en que compartió un porrete con Joaquín
Sabina durante una entrevista. “¿Me estás diciendo que estabais fumados
durante la entrevista?”, inquiere el lobo feroz no tan feroz. “Pero era
por trabajo”, ríe la invitada.
Risto Mejide se hace bastante el actor durante las
entrevistas en su sillón Chester, esto va con el personaje, una marca en
sí mismo, no se olvide que viene de la publicidad.
Pero deja hablar con
inteligencia y buen tino
. A Risto Mejide, que habla poco, la gente le
cuenta cosas. Y eso es lo que cuenta.
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