El
columnista Sami Naïr recuerda el accidente mortal de Lady Di, cuya
respuesta estuvo en sus manos como alto cargo del Ministerio del
Interior francés.
El coche Mercedes en el que murió Diana de Gales, tal y como quedó después del accidente el 31 de agosto de 1997.PIERRE BOUSSEL (AFP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY
“Le toqué la cara. Tenía una cara de ángel. Y pensé: El ángel de la muerte. Guapísima”, recuerda una de las últimas personas que vio viva a la princesa Diana. Ella acaba de llegar en condiciones críticas al hospital de la
Pitié-Salpêtrière, en París, en una ambulancia, después de sufrir un
accidente violentísimo en un túnel junto al Puente de Alma. Tenía 36
años. Él era un intelectual de 51 años temporalmente metido en política
y, aquella noche de verano, el más alto responsable del Ministerio del
Interior francés. El 31 de agosto de 1997 estaba de guardia cuando
recibió una llamada: se había producido un accidente y parecía que entre
las víctimas había una personalidad.
Sami Naïr calló durante años sobre aquella noche. Su cargo en aquella
época, como colaborador del ministro del Interior, Jean-Pierre
Chevènement, le imponía un deber de reserva sobre unas horas que han
dado pie a multitud de descabelladas teorías de la conspiración. No era
un episodio demasiado conocido en la trayectoria de este ensayista y
colaborador de EL PAÍS. Pero su nombre aparece en algunos de los relatos sobre las últimas horas de Lady Di,
un torbellino de nervios, alcohol y confusión que terminó con la
persecución por los paparazis del coche en que la princesa de Gales
viajaba junto a su amante, Dodi al Fayed, un guardaespaldas y el chófer,
que llevaba varias copas de más. Y él no ha olvidado aquellas horas, en
las que en sus espaldas cargó con la responsabilidad de la respuesta
del Estado francés a una crisis imprevista y cuyos efectos aún perduran. En 1981 Diana Spencer, hija de una vieja familia aristocrática
inglesa, se había casado con el príncipe Carlos, heredero de la Corona
británica. Ella tenía veinte años; él, 32. Fue un matrimonio infeliz
desde el principio, pero, como escribe su biógrafa, Tina Brown, en el
libro Las crónicas de Diana el y fueron felices y comieron perdices nunca será tan sugerente como el y todo salió mal. Ni para la prensa ni para el público en general. Porque la historia de la Princesa de Gales fue desde el primer minuto un reality show. Los protagonistas eran, de un lado, un estirado heredero y su
acartonado clan, incómodos con los medios de comunicación de masas y la
llamada cultura de las celebridades, y enclaustrados en unas tradiciones
y maneras arcaicas. Del otro, una mujer que aceleradamente aprendió a
manejarse con los medios, una mujer poco formada y que se consideraba
poco inteligente pero que desbordaba inteligencia emocional, capacidad
de empatía y conexión. La "reina de los corazones", o "la princesa del
pueblo", como la llamó el hábil primer ministro Tony Blair tras su
muerte. La boda esplendorosa, de cuento de hadas; la posterior degradación de
la relación; los trapos sucios aireados en público; la separación y el
divorcio... En la era anterior a Twitter, Instagram y las redes
sociales, los tabloides lo cubrieron minuto a minuto, día a día, durante
16 años, hasta la muerte trágica, la fría reacción de la Reina, el
duelo de millones de británicos y la canonización oficiosa de la
princesa. "Demostró que la familia real, como institución, estaba desconectada
de los tiempos", recuerda el político laborista Denis MacShane, y
entonces parlamentario adscrito al Foreign Office. "Hubo una expresión de dolor que nunca había visto en Inglaterra: no
somos un pueblo emocional", continúa MacShane. "Era algo que parecía
sacado de la Edad Media. Miles y miles de persones llorando. Recuerdo
que llamé por teléfono al secretario privado de la Reina, y le dije: Mira, si no baja [Isabel II se encontraba de vacaciones en el castillo de Balmoral, en Escocia] y si la bandera real no se pone a media asta, en una semana tendremos una república". Sami Naïr nunca había visto una foto de Diana cuando le avisaron de
que algo había ocurrido en un túnel junto al Sena y que la personalidad
implicada podría ser la Princesa de Gales. Nunca le había interesado los asuntos de la realeza. Despertó a
Philippe Masoni, el prefecto de la policía en París. Diez minutos
después, este volvió a llamarle con la información confirmada: “Se
trataba de Diana”. Naïr llamó al ministro, que no se encontraba en París. En aquel
momento Diana, todavía con vida, seguía atrapada en el Mercedes del
accidente. Había dos muertos: Dodi El Fayed, hijo del magnate egipcio
Mohammed El Fayed, y el chófer, Henri Paul. Diana y el guardaespaldas de
El Fayed, Trevor Rees-Jones, cuarto ocupante del coche, habían
sobrevivido. Naïr se desplazó al hospital. La ambulancia que llevaba a Diana
tardaría casi 45 minutos en llegar. Frente al hospital, la esperaban él y
Chevènement. La ambulancia llegó entre la 1.30 y la 1.45. Ambos, junto
al conductor de la ambulancia y un enfermero que viajaba dentro, la
sacaron.
“Tenía un rostro angelical”, recuerda Naïr por teléfono. “Muy pálida. Rubia”. Era cerca de las dos y muy pocas personas conocían el accidente. El
embajador británico, sir Michael Jay, que no hablaba una palabra de
francés, se había desplazado también al hospital. El primer ministro
francés, Lionel Jospin, fue informado más tarde. Una persona, el
presidente Jacques Chirac, estuvo en paradero desconocido durante
aquella noche y la mañana siguiente, una subtrama vodevilesca a la
tragedia de Lady Di. El equipo de Jospin intentó hablar con él varias
veces, sin éxito. "Nunca conseguimos contactar con el jefe de Estado",
escribe Aquilino Morelle, entonces asesor de Jospin, en su libro L'abdication. Algunas versiones apuntan a que pasaba la noche con una mujer fuera del Palacio del Elíseo. Mientras los médicos hacían lo posible para salvar la vida de la
Princesa, ellos esperaban en una habitación al lado. A las cuatro les
dijeron que había muerto. “El embajador empezó a llorar, llorar, llorar, como un niño”, dice
Sami Naïr. “Llamamos a Jospin y él nos pidió que avisásemos a la Reina”,
dice. Naïr se comunicó con el jefe de protocolo de la Reina. El primer
ministro británico, Tony Blair, ya estaba informado. También el
presidente de EE UU, Bill Clinton, que incluso antes de la muerte de
Diana llamó a Jospin. Era las 4.30 de la mañana. No tardó en llegar el padre de Dodi El
Fayed, directo desde el aeropuerto de Le Bourget. Naïr fue el encargado
de recibirle. “Vi un hombre muy alto, pálido, pero con un porte, una
nobleza, extraordinario. Él decía: Es el destino, Dios ha querido esto.
Pidió visitarla. El ministro aceptó. Fue a verla. Puso la mano sobre su frente”.
Naïr preparó con Chevènement la declaración a la prensa —que todavía
conserva, como otros documentos de aquella noche— y siguió en el
hospital hasta la llegada del príncipe Carlos, exmarido de Diana. La muerte de Diana había dejado de ser un asunto francés. Ya era
británico, global. En las horas siguientes comenzaría las muestras de
dolor en Reino Unido, una semana catártica que probablemente transformó
la monarquía británica para siempre.
"La muerte de Diana fue un señal de alerta para la monarquía: debían
estar más cerca del pueblo", dice MacShane.
"Formaba parte de un cambio
extraordinario en Reino Unido, que probablemente empezó con la llegada
al poder de Margaret Thatcher, con los años ochenta.
La Reino Unido de
Dunquerque, del Imperio, de Winston Churchill, de los comportamientos
convencionales, donde se enviaba a los gais a prisión, esta Reino Unido
murió muy rápido. Londres se convirtió en una ciudad más internacional,
más moderna, más alegre y más gay.
Pasamos de la Reino Unido industrial a
financiera, con enormes diferencias entre ricos y pobres, un país
comprometido con la construcción europea, y con un primer ministro
laborista joven [Tony Blair] que casi incorporó el mito de Diana en su
propia idea del país".
Diana, y su muerte, captaron el espíritu de los
tiempos, cuyo reverso, según esta lectura, es el Reino Unido ensimismado
del Brexit Sami Naïr, que unas horas antes prácticamente ni sabía quién era
Diana, entendió las dimensones de lo que acababa de vivir.
"Inmediatamente me di cuenta del alcance de lo ocurrido. Mi primera
reacción fue callarme: evitar a los periodistas. Me propusieron después
mucho dinero para hablar, los americanos sobre todo, pero nunca lo
acepté", dice. "Un día", sonríe, "escribiré un libro titulado Mi noche con Lady Di". Consulta el especial: 20 años sin Diana
El domingo 31 de agosto de 1997 era un día como otro cualquiera de un
fin de semana de verano en la redacción de EL PAÍS. La principal noticia
internacional eran las incesantes matanzas islamistas en Argelia, que
habían puesto en jaque al Gobierno de ese país. De España, lo más
destacado era que José María Aznar, que llevaba gobernando un año, tenía
intención de reinstaurar el servicio militar obligatorio si el Ejército
no lograba suficientes soldados voluntarios. Y el suplemento Domingo
recogía un amplio reportaje elaborado desde Melilla sobre la vida de los
menores marroquíes que eran obligados a mendigar por redes de trata.
Pasada la una de la madrugada, cuando el diario ya se estaba
imprimiendo, llegaron a la redacción de EL PAÍS los primeros teletipos: Diana de Gales y su pareja, Dodi al Fayed, habían sufrido un aparatoso accidente
a las 00.23 de la madrugada del 31 en el túnel Place de l’Alma de
París, en la margen derecha del Sena. De los cuatro ocupantes del coche
sólo sobreviviría el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, que viajaba de
copiloto en la parte delantera del Mercedes S280. Este se estrelló a
unos 105 kilómetros por hora contra el decimotercer pilar del túnel,
perseguido momentos antes por un enjambre de paparazzi a los que su hijo
Guillermo llamó posteriormente “jauría de perros”. La autopsia reveló
semanas después que el conductor, Henri Paul, tenía elevados índices de
alcohol en sangre.
Trasladada al hospital, Diana falleció a las 04.05 de la madrugada. El periódico se había cerrado a medianoche y ya estaban distribuyéndose
en camiones las copias que se vendían fuera de Madrid. Aunque entre
semana EL PAÍS vendía de media unos 413.000 ejemplares, en los domingos
esa cifra era de más del doble: 1.005.272 ejemplares, según la OJD. Entonces no había más de 200.000 ordenadores conectados a la Red en
España. EL PAÍS había lanzado una versión electrónica el 4 de mayo de
1996, de acceso libre, pero que no se actualizaba al minuto. La única
forma de saber sobre la muerte de Diana de Gales era a través de la
radio, la televisión o un periódico.
Al día siguiente, una buena parte de España se enteró de la muerte de Diana de Gales
por la portada de EL PAÍS, que se agotó en numerosos quioscos. La
noticia provocó una gran conmoción en una época de auge de las revistas
del corazón. Las cadenas de noticias habían comenzado a emitir en ciclos
continuos y de hecho Radiotelevisión Española lanzó días después de la
muerte de Diana 24 Horas, su propia emisora en ese mismo formato. El primer día, el mismo domingo 31 de agosto, el diario le dedicó a
la noticia la portada completa, con un titular a cinco columnas: "Diana
de Gales y su novio mueren en un accidente de tráfico en París". Dentro,
ocupaba las tres primeras páginas de la sección de Internacional. Al
día siguiente se publicaron 13 páginas, algo que en aquella época marcó
un récord: era hasta la fecha el mayor espacio dedicado a un solo
personaje en los 21 años de historia de EL PAÍS.
Hoy, EL PAÍS publica, 20 años después, el relato de los últimos
minutos de la vida de Diana por Sami Naïr, colaborador del ministro del
Interior, Jean-Pierre Chevènement. Aquella noche de verano era el más
alto responsable del Ministerio del Interior francés. El 31 de agosto de
1997 estaba de guardia cuando recibió una llamada: se había producido
un accidente y parecía que entre las víctimas había una personalidad
"Diana muere en accidente de tráfico" 31.08.97
Final de una princesa triste
"Diana muere en accidente de tráfico" 31.08.97 Por José Luis Barbería
Final de una princesa triste Por Juan Carlos Gumucio
Diana, la caja de los truenos La subversión subversivamente correcta
"Diana muere en accidente de tráfico" 31.08.97 Por José Luis Barbería
Final de una princesa triste Por Juan Carlos Gumucio
Diana, la caja de los truenos Por Mario Vargas Llosa
La subversión subversivamente correcta Por Manuel Vázquez Montalbán
La princesa que quería vivir
"Diana muere en accidente de tráfico" 31.08.97 Por José Luis Barbería
Final de una princesa triste Por Juan Carlos Gumucio
Diana, la caja de los truenos Por Mario Vargas Llosa
La subversión subversivamente correcta Por Manuel Vázquez Montalbán
La princesa que quería vivir Por Guillermo Cabrera Infante
El domingo 31 de agosto de 1997 era un día como otro cualquiera de un
fin de semana de verano en la redacción de EL PAÍS. La principal
noticia internacional eran las incesantes matanzas islamistas en
Argelia, que habían puesto en jaque al Gobierno de ese país. De España,
lo más destacado era que José María Aznar, que llevaba gobernando un
año, tenía intención de reinstaurar el servicio militar obligatorio si
el Ejército no lograba suficientes soldados voluntarios. Y el suplemento
Domingo recogía un amplio reportaje elaborado desde Melilla sobre la
vida de los menores marroquíes que eran obligados a mendigar por redes
de trata.
Pasada la una de la madrugada, cuando el diario ya se estaba
imprimiendo, llegaron a la redacción de EL PAÍS los primeros teletipos: Diana de Gales y su pareja, Dodi al Fayed, habían sufrido un aparatoso accidente
a las 00.23 de la madrugada del 31 en el túnel Place de l’Alma de
París, en la margen derecha del Sena. De los cuatro ocupantes del coche
sólo sobreviviría el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, que viajaba de
copiloto en la parte delantera del Mercedes S280. Este se estrelló a
unos 105 kilómetros por hora contra el decimotercer pilar del túnel,
perseguido momentos antes por un enjambre de paparazzi a los que su hijo
Guillermo llamó posteriormente “jauría de perros”. La autopsia reveló
semanas después que el conductor, Henri Paul, tenía elevados índices de
alcohol en sangre.
Trasladada al hospital, Diana falleció a las 04.05 de la madrugada.
El periódico se había cerrado a medianoche y ya estaban distribuyéndose
en camiones las copias que se vendían fuera de Madrid. Aunque entre
semana EL PAÍS vendía de media unos 413.000 ejemplares, en los domingos
esa cifra era de más del doble: 1.005.272 ejemplares, según la OJD.
Entonces no había más de 200.000 ordenadores conectados a la Red en
España. EL PAÍS había lanzado una versión electrónica el 4 de mayo de
1996, de acceso libre, pero que no se actualizaba al minuto. La única
forma de saber sobre la muerte de Diana de Gales era a través de la
radio, la televisión o un periódico.
Al día siguiente, una buena parte de España se enteró de la muerte de Diana de Gales
por la portada de EL PAÍS, que se agotó en numerosos quioscos. La
noticia provocó una gran conmoción en una época de auge de las revistas
del corazón. Las cadenas de noticias habían comenzado a emitir en ciclos
continuos y de hecho Radiotelevisión Española lanzó días después de la
muerte de Diana 24 Horas, su propia emisora en ese mismo formato.
El primer día, el mismo domingo 31 de agosto, el diario le dedicó a
la noticia la portada completa, con un titular a cinco columnas: "Diana
de Gales y su novio mueren en un accidente de tráfico en París". Dentro,
ocupaba las tres primeras páginas de la sección de Internacional. Al
día siguiente se publicaron 13 páginas, algo que en aquella época marcó
un récord: era hasta la fecha el mayor espacio dedicado a un solo
personaje en los 21 años de historia de EL PAÍS.
Hoy, EL PAÍS publica, 20 años después, el relato de los últimos
minutos de la vida de Diana por Sami Naïr, colaborador del ministro del
Interior, Jean-Pierre Chevènement. Aquella noche de verano era el más
alto responsable del Ministerio del Interior francés. El 31 de agosto de
1997 estaba de guardia cuando recibió una llamada: se había producido
un accidente y parecía que entre las víctimas había una personalidad. Puedes leer su narración aquí.
"Diana muere en accidente de tráfico" 31.08.97 Por José Luis Barbería
Final de una princesa triste Por Juan Carlos Gumucio
Diana, la caja de los truenos Por Mario Vargas Llosa
La subversión subversivamente correcta Por Manuel Vázquez Montalbán
La princesa que quería vivir Por Guillermo Cabrera Infante
Y ¿Ahora que? un aviso que no tenía credibilidad, pues se arma una muy gorda, porque el atentado se hizo creible, que se lo cuenten al mundo, no solo a España y si es posible que se atrevan con pitidos. Los terroristas vivian en Catalunya, y mataron. Y ahora que? que dice la Colau, la Rahola o puigdemont o Junqueras,,,que dicen ahora? no son responsables? tanta gaita con el independetismo y no saben proteger a los ciudadanos!!!
Forn sostiene que, tras el 17-A, "el Estado descartó" que la alerta "tuviera relación" con los atentados.
Joaquim Forn i Josep Lluís Trapero.JOAN SÁNCHEZ / VÍDEO: QUALITY
La Generalitat ha admitido este jueves que, el pasado 25 de mayo, los Mossos d'Esquadra recibieron un aviso sobre la posibilidad de que se cometiera un atentado terrorista en La Rambla de Barcelona en verano. El Gobierno catalán, sin embargo, ha negado que esa alerta procediera
de la CIA o de los servicios antiterroristas de Estados Unidos, aunque
se ha negado a revelar la fuente. El consejero de Interior, Joaquim
Forn, ha matizado que "el aviso tenía muy poca credibilidad" y que la
Generalitat comunicó la amenaza al Estado que, días después, "no le dio
credibilidad".
Forn ha dado a entender que esa alerta, en cualquier caso, no habría servido para evitar los ataques sobre Barcelona y Cambrils del pasado 17 de agosto. La razón, ha esgrimido, es que unos días después de los atentados —que han dejado 16 muertos y decenas de heridos— "el
Estado dijo que ninguno de los avisos recibidos tenían relación con el
ataque". Porque lo cierto es que no hubo una sola alerta, ha remarcado
el consejero. "Desde hace meses", dijo, los Mossos han recibido avisos de
actos terroristas desde diferentes fuentes y "en diferentes puntos de
Cataluña", incluidos "centros de culto, infraestructuras, conciertos,
acontecimientos deportivos y lugares donde hay grandes aglomeraciones de
gente; también en La Rambla o la Sagrada Familia".
Forn ha remarcado que el aviso del 25 de mayo "no se habló ni se
comentó en las mesas de evaluación antiterrorista", una prueba más, ha
dicho, de que "no era una alerta importante". El Estado, ha remarcado,
contaba con esa información. El consejero ha remarcado que ni esa ni
otras alertas habrían servido para evitar la tragedia del 17-A. "Esa
hipótesis de que había una información, y que si se hubiera trasladado
correctamente hubiera evitado los atentados es absolutamente falsa". El jefe de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha concretado
que el aviso sobre La Rambla "se recibió y se evaluó", como todos, tanto
a nivel gubernamental como policial. "Se contrastó con el Estado.
Entendimos que la fiabilidad es baja", ha sostenido. Y ha reiterado que
en ninguna de las mesas de evaluación de riesgo antiterrorista (el 25 de
mayo y el 8 de junio) se contempló ese aviso como una amenaza.
Críticas a El Periódico
Tanto el consejero como el jefe de los Mossos han cargado con dureza contra El Periódico
de Cataluña, que este jueves ha publicado en exclusiva el aviso del
atentado. El documento que publica el diario, ha dicho Forn, es "un
montaje que el mismo director reconoce que ha sido fabricado a partir de
diferentes informaciones", lo que califica como "un hecho muy grave". El consejero ha atribuido la información a "una campaña de desprestigio e
intoxicación" para "ensuciar" la labor "excelente" de los Mossos y
"confundir a la ciudadanía". No tiene sentido que esto se convierta en
un mercadeo con intencionalidades políticas. Es injusto e
irresponsable". El mayor Trapero ha ido más allá y ha retado al director, Enric
Hernández, a acudir a la rueda de prensa. "¿Por qué me he de creer que
el documento es de la CIA? ¿Dónde está el sello?", se ha preguntado
antes de acusar a Hernández de "estar preocupado por desprestigiar a los
Mossos y por hacer una gran exclusiva". "Yo también tengo muchas dudas
de su información, de quiénes son los intermediarios y de con qué
voluntad actúa". Trapero ha defendido que los Mossos "en ningún caso"
han trasladado información falsa a los mandos políticos.
Con motivo
del 20 aniversario de su muerte, la diseñadora Lana Marks lanza una
edición especial del complemento creado para la princesa cuyos ingresos
se donarán a la Cruz Roja.
La princesa Diana de Gales durante una cena de gala en el Parlamento en Budapest (Hungría) en 1990LAJOS SOOSEFEEntre todos los homenajes que se están celebrando por el 20 aniversario de la muerte de Lady Di, el mundo de la moda también ha querido rendir un tributo al que fue uno de los personajes más icónicos del siglo XX. La diseñadora Lana Marks ha sido la responsable de incluir el bolso que
ella misma confeccionó para la princesa Diana dentro de la subasta de
accesorios de lujo de Heritage Auctions, que se celebra el próximo 26 de
septiembre en Beverly Hills. Según ha informado la casa de apuestas, todos los ingresos obtenidos
por este bolso único serán donados a una de las organizaciones benéficas
favoritas de Diana de Gales, la Cruz Roja estadounidense, cuyos
objetivos se centran en los niños que han sufrido desastres naturales. “La princesa Diana era una excelente persona y buena amiga, y sé que
estaría encantada de vernos honrando su memoria", ha asegurado Marks
sobre esta subasta.
GETTY IMAGES
Entre el vestuario y complementos de Lady Di destacaba un bolso al
que la princesa le guardaba un cariño especial ya que había sido creado y
diseñado exclusivamente para ella por parte de su amiga la modista Lana
Marks en la década de los 90. Se trata de un modelo estilo tote, de
tamaño medio y asa superior que se convirtió en su amuleto y accesorio
fetiche y que coleccionaba en varios colores. El bolso que será subastado con fines benéficos está elaborado con
piel de cocodrilo, adornado con un broche en forma de corazón de oro de
18 quilates con 225 diamantes blancos incrustados. Aunque en la página web de la diseñadora no aparece el precio de estos modelos –están en varios colores– la casa de apuestas Heritage Auctions estima que se superen los 17.000 euros. Lana Marks no ha sido la única diseñadora en crear un bolso único para
Diana de Gales. La princesa también contaba con este accesorio propio de
parte de la marca Dior. El bolso Lady Dior, es uno de los accesorios
más carismáticos de la casa francesa desde que en 1995 Lady Di
presidiera la cena de gala de una exposición de Paul Cezanne en el Grand
Palais de París y todas las cámaras la captaran con este accesorio de
la mano realizado en exclusiva para ella. Además de la princesa Diana, los nombres y estilos de otras celebridades han inspirado muchas piezas icónicas de la moda. Jacqueline Kennedy, esposa del presidente americano John Kennedy, cedió
su nombre a un bolso de Gucci y a unas gafas de sol; Dolce &
Gabanna denominó a uno de sus verdes vestidos Kate Middleton, en honor
de la duquesa de Cambridge, o las zapatillas Stan Smith de Adidas, de
las que el tenista cedió su nombre.
Ian Schrager vigilando a Andy Warhol y Jerry Hall en Studio 54.Ullstein Bild / KPA Archival CollectionEn los setenta no le gustaban los clubes para heterosexuales y, junto a otro judío de Brooklyn, se inventó Studio 54. Tras un paso por la cárcel por evasión de impuestos –no ayudó mucho que
su socio, Steve Rubell, presumiera de ganar más dinero que la mafia–
salió y descubrió que tampoco le gustaban los hoteles. Así que en los
ochenta creó el concepto de hotel boutique y empezó a abrirlos,
primero en Nueva York y después en todo el mundo, de la mano de Julian
Schnabel o Philippe Starck. Ahora, con casi 70 establecimientos, se
dispone a darle otra vuelta a la industria de la buena vida con Public, un macrohotel en el Lower East Side neoyorquino diseñado por Herzog & De Meuron, con clubes, restaurantes y espacio de coworking,
pero todo a precios bastante asequibles. Ya no tiene ficha criminal,
por cierto: Barack Obama le concedió el perdón en uno de sus últimos
actos como presidente de Estados Unidos. Hablamos con él en sus
impolutas oficinas del Greenwich Village y queda claro que para ganarse
la vida tan espectacularmente con el hedonismo hace falta ser el tipo
que se va primero de las fiestas. Ahora, todo lo que no es o una pensión o un Hilton se llama hotel boutique. Usted patentó ese concepto.
Creo que fue la última gran idea del mundo de la hospitalidad. Pero
ahora los tiempos han cambiado. La gente cambia, los coches cambian, las
neveras cambian… y los hoteles siguen anclados en la misma idea de los
ochenta. Ahora lo importante no es el coste de algo, sino cómo haces
sentir a la gente. Creo que todo el mundo debería tener acceso al lujo. Por eso quiero hacer un hotel que tenga gran estilo, que sea muy
sofisticado, que albergue clubes y bares excitantes, pero que a la vez
sea muy accesible y tenga un precio muy razonable. En Public las
habitaciones costarán a partir de 150 dólares.
¿Y cómo le salen los números? Librándonos de todas esas
cosas que la hostelería se ha inventado en los últimos 100 años y que
ya no le importan a nadie. ¿Quién quiere que le sirvan café en su
habitación en una taza de porcelana? Tampoco tenemos botones, porque la
mayoría de la gente viene con maletas de ruedas. ¿Qué es lo que quiere
todo el mundo? Una buena cama, unas buenas sábanas y que te hagan sentir
como en tu casa, pero mejor.
El diestro Francisco Rivera Ordóñez, Paquirri en los carteles, se retira de los ruedos este sábado,
2 de septiembre, en la corrida goyesca de Ronda. Allí, en la antigua y
señorial plaza de piedra malagueña, rodeado de amigos y curiosos, pondrá
punto y final a una irregular carrera de 22 años como matador de toros. En el ruedo, también vestido de luces, estará su hermano Cayetano, que
vive un momento dulce como torero y en su vida personal. El mayor
(Madrid, 1974) cierra una etapa fundamental en su vida, y el menor
(Madrid, 1977) abre otra no menos importante, pues se acaba de anunciar
que él y su esposa, la modelo y presentadora Eva González, serán padres próximamente. Se espera que en los tendidos les acompañe el hermano Kiko, hijo de Isabel Pantoja y Francisco Rivera Paquirri, un DJ
desaliñado, que será padre por tercera vez a pesar de su juventud
(Sevilla, 1984) y que parece que ha comenzado a sentar la cabeza tras
una etapa excesiva de música y mujeres. El único que estará lejos de Ronda será Julián Contreras
(Sevilla, 1986), hijo de Carmina Ordóñez y Julián Contreras, que no ha
encontrado aún la necesaria conexión fraternal con su familia materna, y
busca con éxito incierto su propio futuro.
Cuatro hermanos, Francisco, Cayetano, Kiko y Julián de tres
ramas distintas y un solo tronco verdadero, el de la fama y la
popularidad; fuentes todos ellos de noticias, carne de revistas y
pantallas de televisión, motivos de conversaciones de tertulia y café, y
de chanza, también, para endulzar los malos ratos de la vida. Porque sea como fuere, se retire de los ruedos el mayor,
ande ocupado el más pequeño con los amores veraniegos de su padre con
una rubia desconocida en bikini, y Cayetano y Kiko acaricien el vientre
de sus parejas y se ocupen del nuevo vástago que ha anunciado su
llegada, los Rivera son una factoría de comunicación en permanente y
constante ebullición.
Las fotos en Ibiza junto a su familia parecen buscar un paralelismo con las de Lady Di en Portofino.
No es que lo busque , es que lo copia descaradamente, claro que Lady Di muuuuucho más guapa.
Diana está sentada, cabizbaja y pensativa, en la pasarela del barco de
su suegro, el fastuoso yate Jonikal, con un traje de baño azul celeste
de estilo camiseta elevado hoy a icono de la década.
Ninguna princesa ha defendido tan bien esta prenda, incluso el biquini. No hay que olvidar que Diana murió a unos espléndidos 36 años.
La exclusiva de la revista muestra las primeras
fotos de la tonadillera rodeada de sus hijos y nietos en las aguas
transparentes de la isla, en la que se citan como las "vacaciones más
esperadas" de Pantoja.
Las imágenes aparentan ser un posado robado, por
el que la cantante habría cobrado unos 50.000 euros por las imágenes de
su primer verano tras la libertad recobrada, según fuentes del sector de
la prensa de papel cuché.
sabel Pantoja, con 61 años recién cumplidos, pasa su primer verano en
libertad tras haber cumplido dos años de condena por blanqueo de
dinero.
En las imágenes se la ve distraída y absorta, con bañador azul
claro sobre la pasarela de baño de la popa de un yate. En el interior se
la puede ver en el mar, con un churro de flotación, junto a Kiko, con
gafas de buceo.
La cantante ha vuelto a los escenarios y se ha mantenido
aparentemente apartada del huracán mediático en el que se ha visto
envuelta durante años. Ahora se está preparando una serie sobre su vida. En junio, la productora BTF Media, con cuartel general en Miami,
desveló que llevaban seis meses trabajando junto a Isabel Pantoja y su
hermano Agustín para realizar una serie sobre la vida de la artista. De momento, y hasta estas imágenes que aparentan ser un trasunto de
las de Lady Di sola y de azul sobre un espectacular yate -fue captada en
Portofino por el paparazzi Stephane Cardinale el 24 de agosto
de 1997-, la artista se ha mantenido apartada de los medios: no ha
concedido ninguna entrevista, salvo la que ofreció en el programa de Pablo Motos El Hormiguero a mayor gloria de su imagen más blanca y campechana. Como dijo en junio en Sevilla: "Sigo estando viva". Ahora lo demuestra
en aguas de Ibiza, y no en Marbella, la ciudad que tantas alegrías y
tanta amargura -y cárcel- le ha traído. Allí ha caído pasto de la
piqueta el chalé Mi gitana, que fue testigo del amor y las detenciones
de Isabel Pantoja y Julián Muñoz la pareja por el Caso Malaya. Su nuevo
propietario, un desconocido inversor británico, ha ordenado su derribo. Ha sido este verano.
La policía
de Fargo, Dakota del Norte, ha detenido a dos sospechosos pero hasta el
momento no cuenta con suficientes pruebas para esclarecer este caso.
Savanna Lafontaine-Greywind, una chica de 22 años
embarazada de ocho meses, se despidió de su madre el 19 de agosto y le
dijo que subía a casa de unos vecinos del mismo edificio para ayudar con
un proyecto de costura.
Ocho días después, el domingo pasado, su cuerpo
sin vida, envuelto en plásticos y colgado de un tronco, apareció cerca
de un río a pocos kilómetros de Fargo, Dakota del Norte.
Pero tres días
antes del hallazgo del cadáver, en el apartamento de sus vecinos, las
autoridades encontraron a un bebé: era la hija de Savanna.
Apenas hay detalles.
La policía mueve cielo y tierra en
busca de pistas que puedan ayudar a descifrar cómo fueron las últimas
horas de Savanna, de pelo marrón y ojos verdes, cuya localización se
desconocía hasta que unos piragüistas divisaron su cuerpo a orillas del
río Red en el colindante Estado de Minnesota.
Los vecinos, Brooke Lynn
Crews y William Henry Hoehn, han sido arrestados por delitos de
conspiración para matar, conspiración para secuestrar e información
falsa.
Pero por el momento las autoridades solo han podido demostrar que
los dos sospechosos fueron los últimos en ver a Savanna con vida.
La
hipótesis que manejan de momento los investigadores, según The Washington Post, es una abducción fetal: forzar a la embarazada a dar a luz o extraer a la fuerza el feto de la madre.
La joven subió al apartamento de Crews y Hoehn, dos pisos
encima del que habitaba con sus padres, tras recibir una oferta: le
pagarían 20 dólares por posar para un vestido
que estaba cosiendo Crews, la vecina de 38 años.
Antes de salir de
casa, a las 13:30, la joven, pidió una pizza.
No se llevó la cartera.
Para su madre, Norberta, ambos gestos indicaban que planeaba regresar
con relativa rapidez.
Pasado un tiempo, Norberta subió las escaleras y
tocó la puerta del apartamento de Crews y Hoehn.
Su hija se había
marchado, le dijeron.
A las 16:30 denunció la desaparición a la policía.
“Supe de inmediato que algo estaba mal porque su coche
seguía aparcado delante de la casa.
Estaba embarazada de ocho meses y
tenía los pies hinchados, no se iría a pasear.
Había una pizza en casa
que todavía no se había comido”, explicó Norberta al diario local Duluth News Tribune dos días después de la desaparición.
Más de 30 agentes y unidades caninas rastrearon el
municipio y sus alrededores
. También registraron el apartamento de Crews
y Hoehn, sin éxito hasta la cuarta vez, cuando encontraron a un bebé
recién nacido —un componente conmovedor adicional del misterioso caso.
Era una niña, la hija de Savanna, según confirmaron los propios
sospechosos una vez detenidos.
El jefe de la policía, David Todd,
explicó a los medios que la niña podría no haber estado en la residencia
durante los tres primeros registros.
“Lo único que quería era una vida con Savanna y mi bebé. Me
lo han robado todo”, declaró el novio de Savanna, Ashton Matheny, con
quien planeaba mudarse el próximo mes.
El joven, angustiado, se ha
sometido a unas pruebas de ADN para confirmar que el recién nacido es en
efecto su hija, según informó al canal local WDAY.
“Savanna fue una víctima de un acto cruel y depravado”, afirmó Todd.
Un
'smartphone' y un microscopio de bajo coste son suficientes para que un
sistema de análisis de imágenes detecte productos falsificados, desde
ropa hasta pastillas.
Una buena falsificación puede pasar inadvertida incluso ante ojos expertos. A no ser que esos ojos cuenten con un smartphone
y un microscopio de bajo coste. La inteligencia artificial aplicada a
las imágenes, similar a la que usan los buscadores de fotos en Internet,
ya hace posible que cualquiera pueda distinguir si un bolso de
Balenciaga o una pastilla de Viagra son o no auténticas.
Un
equipo de investigadores de EE UU, liderado por Lakshminarayanan
Subramanian, de la Universidad de Nueva York (NYU), ha desarrollado un
mecanismo, Entrupy, que utiliza algoritmos de aprendizaje automático
para distinguir entre versiones genuinas y falsificadas del mismo
producto.
Más de un centenar de tiendas, en su mayoría estadounidenses,
utilizan ya el sistema, que se contrata como servicio por un mínimo de
100 dólares mensuales.
"El principio subyacente proviene de la idea de que las
características microscópicas de un artículo o de una clase de artículos
auténticos exhiben similitudes inherentes que pueden utilizarse para
distinguirlos de sus versiones falsificadas", explica Subramanian,
profesor del Instituto Courant de Matemáticas de la NYU. El nombre, Entrupy, es una mezcla de entropy, entropía, y truth,
verdad. “Entropía por la aleatoriedad inherente al universo y verdad
por la verdad que hay detrás de los objetos físicos”, explica otro de
los creadores del proyecto, Vidyuth Srinivasan. El tercer fundador es
Ashlesh Sharma, doctorado por el Instituto Courant.
Un negocio muy rentable
Según la OCDE, el tráfico de falsificaciones representa el
2,5% del comercio mundial, y el 5% de las importaciones realizadas por
países de la UE. La mayoría de métodos de autenticación de productos son
invasivos, y se basan en sistemas integrados en los objetos en el
momento de su fabricación, como códigos de barras, hologramas o
etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), que se pueden
arrancar o duplicar. Salvo los más sofisticados, que a cambio son
extremadamente caros de incorporar y de revisar durante la compra. En el
caso del lujo o de la ropa, además hay motivos estéticos para no
usarlos. A diferencia de ellos, el microscopio gran angular portátil de Entrupy simplemente emite un vídeo en streaming de la estructura interna del objeto: tejidos, cuero, pastillas, electrónica, juguetes, zapatos… El streaming pasa por wifi a un smartphone,
que hace capturas de imágenes y las envía a la nube, donde la
inteligencia artificial las compara, mediante sus algoritmos de
aprendizaje, con una base de datos de tres millones de fotos de las
estructuras utilizadas por sus legítimos fabricantes. En pocos segundos,
el usuario tiene la respuesta. Por ejemplo, es posible que un bolso falso de superlujo de
LVMH utilice la misma tela que el original, pero el proceso de impresión
del logotipo puede que sea distinto. Los falsificadores, dicen los
científicos, no analizan sus productos a nivel microscópico porque no
les sale a cuenta. "Entrupy tiene una precisión de más del 98%", señala
Subramanian, y es capaz de descubrir objetos falsificados que parecen
originales al ojo humano. La única excepción, obviamente, es que el
falsificador venda mercancías auténticas, aunque de forma ilegal, lo que
puede lograrse si se accede a la cadena de producción. También podría ocurrir que el falsario imitara la tecnología
de Entrupy. “Tardaría bastante tiempo, y tenemos medidas de seguridad
suficientes para descubrir intrusiones o un mal uso del sistema”,
explica Srinivasan. Otra opción sería que lo utilizaran para copiar la
fabricación hasta el mínimo detalle, pero en ese caso, “se tardaría poco
en volver a pillarlos, y en cierto modo eso contradice el propósito
original de falsificar”.
Un grupo de inversores acaba de aportar 2,6 millones de
dólares al proyecto, que hasta el momento ha verificado productos por
valor de 14 millones de dólares. Entre los financieros está el experto
en aprendizaje automático profundo Yann LeCun. El sistema se ofrece en la versión básica, para
establecimientos que hacen solo cinco verificaciones al mes, y que
cuesta 100 dólares; la esencial (30 autenticaciones por 400 dólares); la
total (100 por 1.000 dólares) y la empresarial, que se negocia
individualmente.
Fraude en los mercados online
Otra startup, 3PM Marketplace Solutions, con sede
en Chicago, utiliza también la inteligencia artificial para encontrar
falsificaciones, pero en este caso lo hace utilizando datos de los
mercados online. Para ello, analiza si las valoraciones de los vendedores son
falsas o incluso el tipo de productos que ofrecen. Por ejemplo, alguien
que pase de ofrecer una cantidad notable de DVD de una película a
desaparecer durante semanas y luego regrese ofreciendo blu-rays de otra,
es sospechoso. Uno de sus clientes ha sido HBO, que los contrató para descubrir copias piratas de Juego de tronos, pero el fundador de la startup, Rob Dunkel –procedente del trading
bursátil con algoritmos- señala que el sistema puede beneficiar a
empresas de todos los tamaños. Al funcionar mediante aprendizaje de
máquinas, el sistema está al día de las últimas tácticas de los
falsificadores. La compañía ZeroFox, de Baltimore (EE UU), que combate todo tipo de amenazas para las empresas –phishing, filtración de datos-, utiliza también la inteligencia artificial para detectar falsificaciones en los mercados online.
Una nueva forma de catalogar
La inteligencia artificial también se puede utilizar para
catalogar mercancías legales. La plataforma online de distribución de
moda Brandsdistribution, que tiene 15.000 clientes en España y 10 veces
más en el mundo, va a utilizar un sistema de reconocimiento de imágenes
para ordenar de forma sistemática los artículos en las webs de sus
usuarios. El sistema interpreta tejidos, colores y géneros, y obtiene
las descripciones y fichas de producto asociadas a cada imagen de manera
automática. Se ha desarrollado a partir del software de código abierto
(libre) para aprendizaje automático TensorFlow, de Google, en
colaboración con la universidad Politécnica de Milán (Italia) y la
compañía de software Zero 11.
La primera dama de Estados Unidos cambia de atuendo en pleno vuelo antes de llegar a la zona afectada de Texas.
Los tacones de Melania Trump, antes de volar a Texas.JIM WATSON (AFP) / VÍDEO: ATLAS
El zapato de tacón de Melania Trump se convirtió este martes en un
símbolo -efímero- de la desconexión que tiene el clan presidencial con
la realidad. La primera dama de Estados Unidos eligió en un primer
momento un stiletto de vértigo para la primera visita a la zona afectada por el huracán Harvey. Lo completaba con una chaqueta verde tipo bomber
del ejército, gafas de aviador, pantalones capri ajustados e iba
perfectamente peinada. El conjunto provocó todo un revuelo en el
universo de Twitter, tan propenso a la conmoción instantánea, pero el debate nacional duró lo que el vuelo a Texas. Melania bajó del avión en zapatillas de deporte blancas, con el pelo recogido en una coleta. El examen al que se somete a las primeras damas por su estilo es
constante. En el caso de la esposa de Donald Trump, exmodelo, se hace
con más ahínco. Si Donald Trump buscaba ofrecer la imagen de que tiene
todo bajo control, el primer conjunto elegido por su esposa creó de
inmediato una marea de comentarios en las redes sociales, que se vio
literalmente desbordada por una multitud de fotos con distintos ángulos y
ataques en la que la comparaban con una Barbie en misión de rescate. La
elegancia que le caracteriza contrastaba radicalmente con las escenas trágicas que llegan de la zona devastada. Las fotografías de la discordia se tomaron al jardín de la Casa
Blanca, antes de dirigirse hacia el Air Force One con destino el
aeropuerto de Corpus Christi. Durante el vuelo, quizás sabiendo el
vendaval que le esperaba al tomar tierra, cambió los zapatos de tacón
por unas zapatillas de deporte blancas, se quitó la chupa militar y se
recogió el pelo bajo una gorra negra en la que se puede leer FLOTUS
–siglas de primera dama- en la visera. Después se sentó a la izquierda
de su esposo en el briefing que le falicitaron las autoridades
sobre el dispositivo en marcha. Evitaron Houston para no interferir en
las labores de rescate. El presidente iba más en sintonía con lo que se espera de un atuendo
normal para visitar a los supervivientes de la tormenta, con un
chubasquero, pantalón caqui y botas marrones. Y por su puesto, para
animar a sus bases, una gorra con el USA bordado en azul y la bandera de
las barras y estrellas al lateral. La Casa Blanca respondió a la
polémica lamentado que la gente se preocupe por los zapatos que lleva
Melania Trump cuando hay un desastre natural mayor en Texas que afecta a
la vida de cientos de miles de personas. “Es muy triste”, valoraron.