Cómo las folclóricas se convirtieron en musas de la cultura gay sin pretenderlo.
Desde la teatralidad de las copleras añejas a cuando Rocío Jurado dijo aquel célebre: "Yo soy progay".
Rocío Jurado introdujo en sus canciones temáticas como el lesbianismo. En la imagen, en su domicilio madrileño en 1976.Getty
En 2003, durante una entrevista en Canal+,
a Rocío Jurado le preguntaron cómo llevaba que los gays fueran grandes
fans de su persona. “Estoy orgullosísima de que eso ocurra —respondió
con ese aire solemne y ausente que le caracterizaba—, son personas de
muchísima sensibilidad, con muchos valores. Para mí es muy importante”. Y
rubricó: “Yo-soy-pro-gay”. Dejando aparte que la frase ha sido
estampada hasta en camisetas,
resulta innegable que la Jurado tuvo un gran predicamento entre el
público homosexual, lo mismo que Sara Montiel, Marujita Díaz, Carmen
Sevilla, Lola Flores, Isabel Pantoja y otras reinas de la bata de cola.
Divas, pero en versión cañí.
Marujita Díaz durante un concierto en Madrid en 1976.Getty
Para encontrar explicación a ese idilio hay que remontarse a los
tiempos del franquismo. En la anodina cultura oficial de la dictadura,
las copleras eran personajes excesivos, barrocos y frívolos. Como
recuerda el periodista Carlos Primo,
“en la España de los setenta la subcultura homosexual estaba siempre
ligada a las folclóricas. Los travestis imitaban a Juanita Reina. Les
fascinaba ese escapismo, muy teatral, muy femenino y muy exagerado”. Resulta cuando menos curioso: aparentemente, las folclóricas eran
unas señoras conservadoras que le bailaban el agua al régimen. (Por
cierto, los entendidos prefieren llamarlas “copleras”, pues no
interpretaban folclore, sino canciones de autores registrados y bien
conocidos.) Pero los homosexuales supieron ver más allá. “Aunque de la
copla se desprende una especie de conformismo con la realidad
franquista, en el fondo subyace una rebelión constante de la mujer
contra las circunstancias en las que se encuentra”, dice Pive Amador,
músico y productor sevillano, autor de El libro de la copla (2013) y jurado del programa de televisión Se llama copla, de Canal Sur.
Las estrellas de la música de esos años
son casi los únicos ejemplos de personalidad femenina fuerte, ajena a
los estereotipos machistas. “Eran mujeres empresarias que dirigían
habitualmente su propia carrera, que tenían un estilo de vida que no
encajaba con la idea de madre abnegada, a pesar de que luego hicieran
muchas portadas para intentar lavar esa imagen.
Eran figuras
provocadoras en un contexto muy rígido”, sostiene Carlos Primo.
Las
primeras copleras, dicho sea de paso, venían del cuplé, un género de
canciones picantes que se representaba en tugurios de mala muerte "ante
público exclusivamente masculino", como precisa Pive Amador.
Era lo mismo que había ocurrido en los
albores de Hollywood, uno de los primeros ámbitos donde las mujeres eran
más importantes que los hombres.
“Los estudios se medían por tener en
nómina a Greta Garbo o Ava Gardner más que por tener a Gary Cooper o a
Clark Gable, que eran galanes a la medida de esas actrices”, añade
Primo.
Paco España en la película 'La Carmen', de Julio Diamante (1977).
En los setenta, uno de los escasos reductos de irreverencia estaba en
las canciones de la copla. No todos sabían leer entre líneas, lo que
hizo de aquellos discos éxitos masivos: entre los 20 más vendidos de la
historia en España hay dos de Rocío Jurado. Aunque pertenecen a su faceta más pop, sus letras no son aptas para
mentes mojigatas. “Tratan una cantidad de temas (infidelidad, amantes
juveniles, masturbación) con una libertad que en literatura habría sido
un escándalo”, plantea Carlos Primo. Otro dato: cuando a Rocío Jurado le
dieron el premio Shangay en 2004 se lo dedicó a "esas niñas del pelo
corto", en clara alusión a su público gay. Incluso antes, sus letras eran tan escandalosas que en ocasiones no
pasaban la criba de la censura. “A Juanita Reina se le censuró Yo soy esa, de la película Aeropuerto (1953), porque hacía referencia a una ‘mujer de la vida’. A Concha Piquer la multaban cada vez que cantaba Ojos verdes,
una copla de la República, porque decía ‘mancebía’ [prostíbulo], cosa
que estaba prohibida, y ella no quería cambiar la letra”, explica Pive
Amador. El público homosexual a menudo se identificaba con la
sensibilidad que derrochaban las canciones, “las más memorables escritas
por un homosexual, como era Rafael de León”, prosigue.
Huracán Lola Flores en una actuación 1978.Getty
Y, por supuesto, está la imagen. En los setenta, transformistas como Paco España recorrían las salas de fiestas a golpe de abanico imitando a las tonadilleras. Sobre estas, Joaquín Hurtado, locutor de Radiolé
y especialista en música española, dice que “llevan su estética al
límite: el maquillaje, el mal gusto en el vestuario y los pelos
supercardados son la precuela de las drag queens. Ese exceso no es tan frecuente, y todo lo que sea colorín y púrpura siempre llama la atención”, explica. Para José Aguilar, autor del libro Divinas y humanas
(2016), “son mujeres con personalidades muy marcadas, exacerbadas, con
una gran belleza, personajes muy histriónicos, hasta en la manera de
utilizar los maquillajes. Representan el cliché de lo que de alguna
manera se puede imitar”. Un conjunto de razones que hacen que incluso
hoy estas grandes damas de la canción española sigan levantando suspiros
en España.
Simone Veil nunca se explicó por qué la indultó en Auschwitz la jefa del campo, y sostuvo que ser mujer fue su mejor fortuna.
Simone Veil, entonces ministro de Sanidad, en una imagen de noviembre de 1977.MARCEL BINH (AFP) / QUALITY-REUTERSReuters-Quality
Me contó Simone Veil
que fue "aquel" un gesto de coquetería. Rociarse el pelo y el cuerpo
con un perfume de Lanvin antes de quedarse desnuda en las duchas de
Auschwitz. El frasco era de una amiga francesa. Sospechaban que iban a
requisárselo las autoridades nazis en el campo de concentración. Lo
compartieron como si fuera un ritual catártico, o embriagador, o
inocentemente rebelde. Les aguardaban la humillación y el maltrato. Soportar el hedor de la carne muerta. Contemplar, sin quererlo, el humo
macilento que evacuaban las chimeneas de ladrillo. Podía haber muerto
Simone Veil. La podrían haber despedazado y abierto en canal, igual que
les ocurrió las pasajeras de otros vagones, pero vino a redimirla una
prostituta polaca que ejercía con crueldad profesional las funciones de
Kapo.
La deportaron a Veil al campo de concentración de Auschwitz recién
cumplidos los 16 años. Tuvo la suerte de llegar cuando el invierno había
sepultado decenas de miles de esqueletos, pero la primavera fue atroz.
Simone Veil mencionaba la experiencia como si las lágrimas gotearan
evocando el hallazgo del deshielo. Trenes de moribundos. Ejecuciones
industriales. Y una prostituta polaca, Stenia, que se apiadó de ella
porque la consideraba demasiado hermosa para amontonarla en el matadero. Simone Veil, lúcida, erguida, no encontró nunca una respuesta
demasiado convincente a su redención, y hasta maldijo su buena suerte. ¿Por qué ella? Pensaba que Stenia hizo un gesto de piedad filantrópico. Cree que también ella, implacable en las instrucciones del genocidio,
necesitaba demostrarse humana. Los ingleses la colgaron de un árbol y la exhibieron como un monstruo
de guerra. Veil tiene un recuerdo distinto, incluso entrañable. Sobre
todo porque la jefa del campo, gritona, andrógina, cruel, también se
avino a salvar sin condiciones ni matices la vida de su madre y de su
hermana. Y Simone Veil nunca supo por qué. Desde entonces no soportaba hacer una cola en la panadería de su
barrio parisino ni se avenía a desnudarse con otras mujeres en un
vestuario común. Le habían extirpado la intimidad. Le estremecía mirar
de reojo el número azul con que la herraron. Echaba de menos a su madre, que agonizó a su lado de tifus en el campo
germano de Mauthausen. Stenia, la meretriz polaca, les encontró acomodo
allí para evitarles las duchas de gas. Trabajaban en las cocinas.
Sustraían los mendrugos de pan y algunas sobras. Una mujer con suerte,
decía de sí misma Veil. Ministra de Giscard, promotora y pionera de la
despenalización del aborto. Símbolo del feminismo
y de la discriminación, aunque matizaba ella misma que ser mujer le
salvó la vida. Y se acordaba de su madre todas las noches. Y de Stenia
todos los días, preguntándose por qué ella fue la elegida.
La primera presidenta del Parlamento Europeo ha fallecido a los 89 años.
Simone Veil, en una imagen de 2009 Marcel.Li SaenzReuters-Quality
La intensa vida de Simone Veil, superviviente del Holocausto, figura clave de la política francesa, referente del feminismo y europeísta convencida, se apagó este viernes, a los 89 años. “Mi
madre ha muerto esta mañana en su domicilio” en París, confirmó su
hijo, Jean Veil, a la agencia France Presse. Simone Veil habría cumplido
el 13 de julio 90 años.
El mundo político francés reaccionó con consternación a la pérdida de una figura que marcó buena parte de la política del siglo XX en Francia y Europa
y que continuó siendo un referente en el XXI. “Que su ejemplo inspire a
nuestros compatriotas, que encontrarán en ella lo mejor de Francia”,
dijo el presidente, Emmanuel Macron, tras conocer el deceso de la que,
como ministra de Salud, impulsó la despenalización del aborto, la “Loi
Veil”, cuya defensa ante una Asamblea Nacional casi exclusivamente
masculina se ha convertido en una de las imágenes icónicas de la
política francesa. Pero esa no fue ni la primera ni la última batalla de una
mujer que desde muy joven se vio arrastrada, no arrollada, por la
historia. Simone Jacob, su nombre de soltera, nació el 13 de julio de
1927 en Niza, en el seno de una familia judía laica. Todos sus miembros
—sus padres, su hermano y sus otras dos hermanas— fueron deportados en
1944. Ella acabó, junto a su madre y su hermana Milou en Auschwitz. Solo las tres hermanas sobrevivieron al Holocausto. “Creo que soy una optimista pero, desde 1945, no albergo ilusiones. De
esa terrible experiencia guardé la convicción de que algunos seres
humanos son capaces de lo mejor y de lo peor”, dijo en una entrevista
hace diez años.
Reconoció que sobrevivir al Holocausto le hizo “querer
vivir” y, asimismo, contar lo vivido para que no fuera nunca olvidado,
hecho por el cual decidió no borrarse jamás el número de prisionera, el
78651, que los nazis le tatuaron en el brazo a su llegada al campo de
concentración. Simone Veil cumplió ampliamente esa promesa, como
presidenta de la Fundación para la Memoria del Holocausto y con su labor
al frente del Fondo para las Víctimas, dependiente del Tribunal Penal
Internacional (TPI).
También vivió intensamente una vida marcada siempre
por un fuerte y diverso compromiso político. Magistrada, su vida da un
giro definitivo en 1974, cuando el entonces primer ministro, Jacques
Chirac, le propone ser ministra de Salud y, poco después, se enfrenta a
parte incluso de sus amigos y aliados políticos con su propuesta de ley
para despenalizar el aborto. “No podemos seguir cerrando los ojos ante
los 300.000 abortos que, cada año, mutilan a las mujeres de este país,
que pisotean nuestras leyes y que humillan o traumatizan a aquellas que
tienen que recurrir a ellos”, dijo en defensa de una normativa que le
valió incluso comparaciones con Hitler, según lamentaría años más tarde. “El combate que lideró para que el derecho al aborto
sin abandonar jamás su objetivo ni ceder un milímetro de terreno a los
reaccionarios seguirá siendo una inspiración para generaciones enteras”,
afirmó este viernes Marlène Schiappa, secretaria de Estado para la
igualdad de hombres y mujeres del Gobierno de Macron. En 1979, apoyada por Valéry Giscard d’Estaing, Veil se
convirtió en la primera presidenta del Parlamento Europeo, puesto que
conservó hasta 1982. “El hecho de haber construido Europa me reconcilió
con el Siglo XX”, afirmó la europeísta convencida, que, en 2005 salió de
su cada vez mayor retiro de la vida pública —aunque siguió
políticamente activa— para pedir el sí en el referéndum de la
Constitución Europea. Un europeísmo que, ese mismo año, le valió el
premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en
reconocimiento a "los ideales y realizaciones de una Europa unida y la
proyección de los valores europeos al resto del mundo" de Veil, así como
por "su coherencia, fuerza y constancia en la defensa de valores y
objetivos en un momento histórico, en el que están apareciendo ciertas
dudas y vacilaciones con respecto al futuro de Europa y a su propia
identidad”. El actual presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, consideró la vida de Veil “un ejemplo a seguir” y lamentó que, tras la muerte del excanciller alemán Helmut Kohl, “perdemos a otra gran europea”, dijo a la agencia France Presse. Infatigable, Veil regresó a comienzos de los años 90
al Gobierno como ministra de Estado encargada de Asuntos Sociales y
Sanidad del Gobierno de Édouard Balladur. En 1997 pasó a presidir el
Alto Consejo de Integración y, un año más tarde, ingresó en el Consejo
Constitucional de Francia, donde permaneció hasta 2007. Desde 2008 era
miembro de la Academia francesa. Para el expresidente François Hollande, Veil “encarnó la dignidad,
el valor y la rectitud”. Con su muerte, agregó, “Francia pierde una de
sus grandes conciencias”.
La
iniciativa, a tres meses de las elecciones generales, fue apoyada por
393 diputados. Merkel y otros 225 parlamentarios han votado en contra.
Se espera que la posibilidad de matrimonio entre personas del mismo sexo
—con los mismos derechos que las parejas heterosexuales, incluida la
adopción— entre en vigor antes de final de año en Alemania.
En Europa todavía hay un buen número de países en los que esta opción no es posible, entre otros en Austria, Italia o Grecia; también en los países del Este.
El debate sobre el
matrimonio gay se había avivado en Alemania tras el cambio de postura de
la canciller Merkel.
Esta este lunes sorprendió durante un acto
organizado por la revista femenina Brigitte al despegarse del
rotundo "no" al que tenía acostumbrados a los votantes a la hora de
hablar de matrimonios entre personas del mismo sexo para indicar que
estaba abierta a un "voto de conciencia" de los diputados alemanes.
La
canciller ha abierto la mano a la disciplina de voto, pero ella no ha
respaldado las bodas entre personas del mismo sexo.
"Para mí, el matrimonio
es, según nuestra Constitución, una unión entre un hombre y una mujer,
es por ello que he votado contra el proyecto de ley", señaló Merkel a la
prensa tras la votación.
Sin embargo, la canciller comentó que había
cambiado de opinión, sin embargo, sobre la adopción por parejas del
mismo sexo, a la que antes se oponía alegando el "bienestar" de los
menores. "Espero que la votación de hoy no solo promueva el respeto a
distintas opiniones sino que también traiga mayor cohesión social y
paz".
Las asociaciones de derechos civiles han celebrado el paso de Alemania,
que llega incluso después de que la católica Irlanda aprobase el
matrimonio homosexual, hace ya dos años.
"Después de años de espera y
esperanzas, las familias arcoíris en Alemania recibirán ahora el mismo
reconocimiento ante la ley.
Este es un hito histórico que inspirará aún
más cambios para las personas LGTB+", ha declarado Evelyne Paradis, la
directora ejecutiva de ILGA, que agrupa a asociaciones de todo el mundo.
"Esto ha sido el resultado de años de persistencia, y ahora es el
momento de Alemania.
El matrimonio igualitario no es el destino final.
Las personas LGBT y sus familias necesitan sentirse seguras y apoyadas
en todas las facetas de sus vidas, dentro de los registros civiles pero
también fuera", ha añadido.
En pleno 2017, las
relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son ilegales aún en al
menos 72 países —la mayoría, de hombres; en 45 de ellos, también en
mujeres—.
Y en 12 de ellos (o partes de su territorio) pueden llegar a
pagarse con la muerte, como apunta el informe de ILGA, que se publica
este lunes.
Cuatro países —Arabia Saudí, Irán, Yemen y Sudán—, parte de
Somalia y 12 Estados de Nigeria recogen en sus leyes la pena capital
para estas relaciones. Actores no estatales (fundamentalmente el Estado
Islámico) la aplican en Irak y Siria. Además, Catar, Mauritania,
Pakistán y Emiratos Árabes Unidos mantienen la posibilidad de aplicarla;
aunque no existe evidencia de ejecuciones en los últimos años por
relaciones consensuales en privado.
El domingo, en su Congreso extraordinario, el SPD fijó el matrimonio homosexual
como condición para renovar una nueva alianza tras las elecciones
legislativas que tendrán lugar en septiembre. Desde hace años, las
formaciones que ocupan el banquillo de la oposición, Los Verdes y el
partido La Izquierda, junto con el Bundesrat —la Cámara de
representación de los estados federados— persiguen que se apruebe un
proyecto de ley que equipare los derechos de todos los ciudadanos al
matrimonio, independientemente de su orientación sexual. Pero el partido
conservador que dirige Merkel, de corte conservador, siempre se había
resistido. En Alemania, desde 2001 están permitidas las uniones civiles
de personas del mismo sexo pero estas no dan plena igualdad jurídica.
También se les niegan determinados derechos, por ejemplo, la adopción.
Canarias conmemora el centenario del escritor canario, miembro de una familia dedicada al arte.
Agustín Millares Sall (izquierda), con Rafael Alberti.
Magdalena Cantero, la viuda del escritor canario Agustín Millares Sall,
decía ayer de su marido, un gran poeta español de la posguerra: “Escribía de noche, a la luz de una vela. Salía al pasillo y recitaba
solo”. Su hijo Óscar, coreógrafo, lo recuerda: “Ha pasado tanto de su
muerte [en 1989] y es como si lo siguiera escuchando de madrugada”. La
suya era, dice otro hijo, el historiador Agustín Millares Cantero, que
ha escrito un libro sobre su padre, “una poesía rabiosamente humana”. Hoy se cumple un siglo del nacimiento del hombre que, según Magdalena,
“respiraba poesía”. Los canarios de todas las generaciones recientes hemos
cantado en las calles sus versos de protesta o paradoja. Pero ese
desvelo del poeta está sobre todo en sus versos más íntimos, hasta su
muerte. Magdalena Cantero lo ve en su poema El amanecer me duerme:“No estoy en paz cuando duermo/ Frecuentemente despierto/ Sufro el
reloj que se duerme/ Y que se queda durmiente/ Durante todo el desvelo/
Sus agujas no se mueven/ Casi están exactamente/ Donde las dejé hace
tiempo/ Entre la vida y la muerte”. Ese poema está entre los últimos que
escribió. Aparece en su libro póstumo Salvas de juguetería. Otros libros suyos son Sueño a la deriva, Poesía unánime, Segunda enseñanza o La palabra o la vida.Fue premio Canarias de Literatura 1985. Nació el poeta en Las Palmas de Gran Canaria en el seno de
una familia excepcional: los Millares. Su padre fue el escritor Juan
Millares Carló, y sus hermanos fueron los pintores Manolo (el más
conocido fuera de Canarias), Jane y Eduardo, el músico Totoyo, el poeta
José María Millares… La guerra civil interrumpió su formación; su
trabajo alimenticio fue en el comercio marítimo y aquellos desvelos, las
madrugadas y su compromiso con la vida en su país y en su tierra lo
convirtieron en un poeta extremadamente popular. Millares fue militante comunista desde su juventud. Como
dice su viuda, en él “lo primero era la militancia”, pero eso no lo
convirtió en un poeta social en el sentido estricto. “Creo que es tópico
encasillar a mi padre como tal”, dice su hijo Agustín. “Él cubrió todos
los registros de la creación poética; la suya fue poesía combativa
cuando lo exigieron las circunstancias, pero al unísono escribía otros
poemas intimistas”.
Vicente Alexandre, Agustín Millares Sall, Pedro Lezcano, Pino Ojeda, Pedro Lezcano y Manolo Padorno, entre otros.
Es, pues, “una poesía humana” que se incorporó en el tiempo a
la de otros grandes de la generación de la guerra y la inmediata
posguerra, como Pedro García Cabrera, Manuel Padorno o Pedro Lezcano. En
el ámbito de la poesía de las islas, padres suyos fueron Tomás
Morales o Alonso Quesada. Antecedentes de Millares Sall fueron poetas
de la generación del 27, como Miguel Hernández, o más actuales, como
Blas de Otero. Magdalena Cantero une a esas influencias la de Quevedo.
“Agustín escribió muy buenos sonetos, que son tan difíciles para un poeta”. Fue un poeta de la calle,
para la calle y también un poeta íntimo. Óscar recuerda lo que decía
antes de la guerra su abuelo sobre su hijo poeta: “Mi hijo milita en las
Juventudes Comunistas, que es donde en estos momentos está la juventud
inteligente”. “El suyo era un compromiso social con las causas nobles”,
dice Óscar. “Pero no era poesía militante. Era poesía”. El 2 de febrero de 1931 apareció en La voz obrera de Las Palmas de Gran Canaria su primer poema, El barco muerto. “La negra silueta de un barco/ destaca en la oscuridad,/ y a merced de
las olas/ va sobre el enfurecido mar…”. Poco después, el joven poeta se
daba a conocer con el mismo poema en un periódico que se editaba en
Madrid por entonces llamado El País. Este viernes, escritores de las islas conmemorarán en su
ciudad natal al que fue uno de los más queridos poetas del siglo XX
canario. Fue un gran poeta, lo admiraba desde mis ojos casi una niña estudiando en La Universidad de La Laguna . Su hijo Agustín tb estaba en ella y tb es poeta. Me emocionaba cuando retiraba el micrófono y decía "Un fantasma recorre ......", su hijo Agustín tampoco necesitaba micrófono. Eran personas excepcionales como otros poetas, pertenecian al Partido Comunista y por ello fueron perseguidos en la Dictadura. Recuerdo muchas cosas y todas son pocas para esta familia , Los Millares.... Todo homenaje que se haga en su recuerdo es poco, fue y es para muchos un referente de lucha, y de escritor de Poemas , como diría su hijo , Fieramente humanas en unos años en que la vida de muchos fue muy dificil. Pero quedará su voz en el recuerdo , su imágen y nuestra admiración más profuna por él.
La joven visitó a su tía en Honduras en la edición de 2016.
MEDIASET
La undécima gala del programa de Telecinco Supervivientes 2017 ha vivido un triste momento. Su presentador, Jorge Javier Vázquez,
ha sorprendido a la audiencia informando de que la sobrina de la
televisiva Yola Berrocal, quien la visitara en Honduras en la edición de
2016, ha muerto esta semana.
"Esta semana ha fallecido Sheila, la sobrina de Yola Berrocal",
afirmaba Vázquez, quien ha querido enviar un beso muy fuerte a Yola y a
toda su familia.
TELECINCO
Sheila anunció durante su visita a Honduras que acababa de ganarle el
pulso a una grave enfermedad: "Estoy genial. Todo perfecto", afirmó
entonces la joven, quien sorprendió a su tía Yola en la dura fase final
del concurso.
Ágatha Ruiz de la Prada recuerda su ruptura: 'Me trajo el desayuno a mi dormitorio y me dijo que quería separarse'
En su entrevista más sincera y reveladora, la
diseñadora cuenta, por primera vez, cómo ha vivido su separación de
Pedro J. Ramírez.
Siete meses después de separarse, Ágatha Ruiz de la Prada se ha sincerado y ha contado en las páginas de ¡HOLA! cómo
ha vivido su ruptura de Pedro J. Ramírez después de treinta años juntos
y dos hijos en común, Tristán y Cósima. La famosa diseñadora, marquesa
de Castelldosrius y baronesa de Santa Pau, reconoce que se quedó sin
palabras cuando el periodista le confesó la decisión que había tomado,
sin embargo, asegura que ella ya tenía algún presentimiento de lo que
podía suceder. "Reconozco que mi último viaje ha sido uno de los más 'salvajes' que he hecho,
en el sentido de que se prolongó veintiséis días: Madrid, Nueva York,
Panamá, Nicaragua, México, Perú... ", explica Ágatha, que continua: "Después de tanto tiempo fuera, estaba muerta, agotada. Solo deseaba descansar. Ese mismo día, ya me chocó algo cuando Pedro J. me dijo: 'Mañana no
como en casa'". La popular diseñadora afirma que siempre que regresaba
de algún viaje "le notaba más pendiente, aparte de que lo normal era que
hubiera querido comer conmigo después de haber estado fuera casi un
mes". Pero ese fue un detalle importante para ella y hubo una noche que al
llegar a casa tuvo un presentimiento y pensó que el periodista podía
estar acompañado: "Como él estaba en su despacho, me metí en mi cuarto y
eché el pestillo, porque me notaba un poco intranquila. Llevaba dos noches encontrándome la puerta del portal semiabierta al bajar a los perros de madrugada y no fuera a ser que alguien estuviera planeando entrar". A la mañana siguiente se produjo todo. "Toca a la puerta y me dice que me trae el desayuno. Alarmada, le pregunté la hora, puesto que siempre suelo levantarme a
las cinco y media o seis de la mañana. Pero cuando me dijo que eras las
diez, aluciné. Acto seguido, va y me dice que ha pensado que se quiere
separar", nos confiesa en las páginas de ¡HOLA!, además de explicar cómo
fue su reacción: "Me quedé muda, pero él me argumentó que se encontraba muy solo y que los niños estaban conmigo… cuatro tonterías, a mi entender". En sus propias palabras, Pedro J. le dijo que "a lo mejor, le quedaban diez años y que quería ser feliz. ¡Y yo que creía que éramos superfelices! Pero bueno, así es la vida".
Isabel Preysler nos invita a una divertida fiesta en su casa y a conocer su nueva piscina.
En el magnífico porche de su jardín, a la sombra de un grandioso castaño,Isabel Preysler organizó para su otra gran familia, la de Porcelanosa, con la que lleva trabajando más de 30 años, la reunión perfecta. Peonías
y hortensias en cada rincón y en los centros de mesa, coloridas
vajillas mezcladas con el mejor gusto, frutas de verano que le daban el
toque exótico, tartas originales coronadas por frutos rojos, mezcla de
dulces y salados, música que te transportaba a una puesta de sol en
Ibiza... Al fondo, rodeada de una preciosa pradera, su nueva piscina... azul, infinita, tentadora en esa tarde de calor. Como perfecta anfitriona, Isabel fue recibiendo uno a uno a sus invitados, entre los que se encontraban su amiga del alma, Carmen Martínez Bordiú, la modelo Nieves Álvarez, la actriz Amaia Salamanca, la directiva de Porcelanosa María Colonques y el gran descubrimiento, Pepe Barroso Jr., hijo del gran empresario de Don Algodón, quienes contaron a la revista ¡HOLA! sus nuevos proyectos. En este ambiente desenfadado, también charlamos con la protagonista
de la tarde, quien, por ahora, está dando largas a esa futura boda con Mario Vargas Llosa. "No hay ninguna necesidad de casarnos porque estamos muy bien como
estamos y no quiero estropearlo. No pienso que un papel pueda hacer que
nuestra relación se vuelva más sólida. Estoy encantada en esta situación
y no quiero que cambie nada", confesaba Isabel a la vez que añadía: "La
verdad es que me he pasado toda la vida casada... No sabes la ilsuión
que me hace tener novio, aunque reconozco que es un poquito rídiculo a
mi edad...".
Nunca es
tarde para ampliar su agenda: los psicólogos advierten que, con los
años, estamos más entrenados para crear nuevas relaciones sociales.
No cuidar las relaciones sociales puede ser tan nocivo como no hacer deporte, ser alcohólico o fumar 15 cigarrillos al día. Lo aseguraba la psicóloga Julianne Holt-Lunstad, autora del metaestudio sobre amistad y riesgo de mortalidad publicado en PlosMedicine, tras analizar los datos de más de 300.000 personas. Siete años más tarde, el investigador William Chopik matiza que es sobre
todo durante la madurez cuando la amistad se convierte en un apoyo
fundamental, incluso más importante que la familia. Los resultados de su informe en la revista Personal Relationships
—en el que participaron 280.000 personas de cerca de 100 países—
relacionan la felicidad y la buena salud de los adultos con la presencia
de amistades fructíferas en sus vidas. Así, los que tenían un entorno
social más fuerte presentaban menos enfermedades crónicas, como
diabetes, alta presión, problemas psiquiátricos o complicaciones
coronarias. “Por eso es inteligente invertir en aquellas personas que te
hagan sentir bien”, señala el investigador de la Universidad de Michigan (EE UU). Holt-Lunstad y Chopik no son los únicos. El departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)
concluyó que el entorno social es importante en todas las etapas de la
vida, tras observar que los adolescentes tienen menos riesgo de
presentar síntomas depresivos, si años antes se han sentido apoyados por
sus amigos. En este sentido, la psicóloga Inés Moreno
destaca que “cultivar el área social nos ayuda a estar más relajados,
manejar el estrés mejor y ver las cosas desde otra perspectiva”. Por su
parte, la también psicóloga Jara Pérez
añade que estos estudios demuestran que “contar con una red social que
nos haga sentir bien, arropados y apoyados, supone que somos capaces de
cubrir nuestras necesidades de una manera eficaz, y eso es un claro
predictor de salud. Al tener esas exigencias cubiertas, los niveles de
estrés e incertidumbre bajan, por lo que nos sentimos más felices".
¿Con los años es más difícil hacer amigos?
Si siente que ha descuidado a sus amigos, nunca es tarde
para retomar los antiguos vínculos o iniciar otros nuevos. Lo dicen los
psicólogos. “Cuando somos adultos, estamos mejor entrenados que nunca
para abrirnos a las relaciones y mostrar lo que de verdad necesitamos.
Con el paso del tiempo, nuestro desarrollo personal y nuestra madurez se
palpan a la hora de establecer lazos porque tenemos más capacidad para
marcar limites y defender nuestros derechos”, prosigue Moreno. “El hecho de saber que hay alguien que está ahí para
nosotros, nos hace sentir más tranquilos. Y aunque la amistad es
importante a lo largo de la vida, cuando pasamos por momentos decisivos
como un divorcio o un duelo, contar con este apoyo es fundamental”,
concluye Pérez. En esta línea, el científico George MacKerron se alió
con la Escuela Londinense de Economía y Ciencias Políticas para poner en marcha la aplicación Mappiness, cuya
función no era otra que analizar los estados de ánimo de más de 60.000
personas en diferentes momentos vitales. Los resultados no dejaron lugar
a dudas: más de un 8% de los participantes eran más felices que nunca
cuando estaban con sus amigos, un 5,9% mientras compartían tiempo con
sus parejas, y un escaso 2,9% encontraba placer al rodearse de otros
miembros de su familia. ¿Tendría clara su respuesta?
El rey emérito, sorprendido por no haber sido invitado a una ceremonia que reconocía su propio papel en la Transición.
Acto conmemorativo 40 años de las primeras elecciones.Álvaro García
La ausencia del rey Juan Carlos en la ceremonia parlamentaria del 28-J
ha sorprendido al propio rey Juan Carlos. Fuentes del entorno del Rey
emérito han asegurado a El PAÍS que este tenía pensado asistir a la
conmemoración del 40 aniversario de la constitución de las Cortes y se
había reservado incluso la fecha en su agenda de actividades.
Le
disuadieron de hacerlo los motivos protocolarios expuestos por la Casa
Real, que presentaban como una anomalía la coincidencia de un rey en
ejercicio y de otro emérito en un acto de semejante valor institucional. Según la explicación de la Casa del Rey a EL PAÍS, cuando el Monarca se
dirige al Pleno no cabe la presencia del rey anterior, y recuerdan que
fue Juan Carlos I quien impuso este criterio desde la proclamación de su
hijo.
La resignación de Juan Carlos I explica que haya visto la
ceremonia a medias por televisión.
Y que haya mostrado su contrariedad e
incredulidad a los más allegados, sobre todo porque no terminaba de
explicarse por qué ha terminado excluido de un acto en el que se ha
alabado su papel fundamental y al que han asistido los demás
supervivientes y artífices de las elecciones de 1977.
El rey Juan Carlos se había concedido unos días en Sanxenxo
(Pontevedra) para dedicarse a la vela, pero también había despejado la
última semana de junio, contando con que sería invitado a la
conmemoración. No con el ánimo de presidirla ni de hacer competencia a
su hijo, pero sí con la expectativa de reencontrarse con los
protagonistas políticos de aquellos comicios. Estuvo incluso el rey Juan Carlos en conversaciones con la
presidenta del Congreso, Ana Pastor. Ella misma le había mencionado la
existencia de gestiones con la Casa Real para acomodar el protocolo y
favorecer que el rey emérito pudiera adherirse al acontecimiento
parlamentario. Es verdad que no estuvo hace tres años en la Cámara baja con
ocasión de la proclamación de su hijo, pero las razones institucionales
que se mencionaron entonces palidecen frente al embarazo que implica no
haberlo incluido en un acto litúrgico y político que hace memoria de la
Transición y que sitúa al propio Juan Carlos en el papel de
protagonista determinante.
De hecho, el concurso del PCE en aquellos comicios de junio
de 1977 se produjo precisamente por la mediación del rey Juan Carlos y
Adolfo Suárez, además de las concesiones que hizo Santiago Carrillo a la
bandera, el himno y la fórmula resultante de la monarquía
parlamentaria. Se ocupa ahora de encabezarla Felipe VI, pero su discurso,
igual que el de Ana Pastor, tuvo presente el papel catalizador del Juan
Carlos I. Un motivo que hace difícil explicar el escrúpulo protocolario
con que se ha hecho incompatible la “convivencia” del Rey actual con el
pretérito. La explicación semioficial de este aparente desplante tiene
que ver con la elección de los espacios donde se ha celebrado la
ceremonia. No solo el escenario del besamanos. También, por lo visto, el
propio Hemiciclo. “Si el acto hubiera sido, por ejemplo, en un lugar
más informal, como el salón de los Pasos Perdidos, no se habría
producido problema alguno”, deslizaban esta mañana fuentes de la Casa
Real. Sin embargo, estas explicaciones no parecen tener en cuenta que
las instalaciones del Congreso ofrecían una posible solución: la
utilización de la Tribuna de Honor, que en ocasiones han utilizado los
presidentes autonómicos o invitados ilustres. Desde ella asistieron la
reina Sofía y las infantas a la proclamación de Felipe VI. No han convencido las explicaciones al rey Juan Carlos. Más que
irritado, a decir de sus allegados, se ha mostrado estupefacto. “Hasta
han invitado a las nietas de La Pasionaria”, confiaba esta mañana como
prueba de su sorpresa.
Un libro de relatos inéditos, una nueva biografía y una serie televisiva alimentan el culto al autor de la generación perdida.
El escritor F. Scott Fitzgerald en la década de 1920. Mondadori PortafolioGetty
Se agotó primera edición de su primera
novela tres días después de salir a la venta.
Al cuarto, se casó con la
bella sureña que le había dejado por su falta de posibles el verano
anterior.
Era 1920, la vida de posguerra iba tan deprisa como los
automóviles que comenzaban a llenar las carreteras, el dinero empezaba a
correr y, desechados los corsés, la ambición de los jóvenes y su
frenética ansia de diversión parecían no tener límite. Las ventas de A este lado del paraíso
superaron los 49.000 ejemplares al año siguiente.
Y con aquel
sensacional éxito quedó inaugurada una década de excesos y desbarre que
colocó al novelista Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) en el ojo de un huracán cuyos destrozos sufrió en carne propia.
La distancia entre el descarado y
apabullante ascenso de esta estrella literaria, y su amargo y
alcoholizado final ofrece una medida del tamaño de su leyenda.
El
apetito por Fitzgerald y la fascinación por ese mundo que describió con
brillante prosa, no cesa.
Este verano la publicación de la antología I’d Die for You (moriría por ti) que recoge los últimos inéditos del novelista, se suma a la aparición de una nueva biografía, Paradise Lost (paraíso perdido) del historiador David S. Brown, y al estreno de la serie Z: The Beginning of Everything
(Z: el principio de todo) sobre la bella y trágica pareja formada por
Scott y Zelda —encarnada en esta ficción por la actriz Christina Ricci—.
Podría decirse que Fitzgerald está viviendo un gran momento, sino fuera porque el constante revival
de este autor no ha decaído desde, ironías de la fama, poco después de
su muerte.
El bien merecido éxito, que se le escapaba a chorros en los
últimos años de su vida, volvió con ímpetu y ya nunca le ha abandonado.
En 2008 se colgaba día tras día el cartel de no hay billetes para la obra de teatro Gatz en la que se leía sobre el escenario íntegramente, durante siete horas, El Gran Gatsby —tercera novela de Fitzgerald, considerada su obra maestra
aunque en su momento recibió una fría acogida—.
Cuesta creer que Fitzgerald, clásico absoluto de la literatura
estadounidense del siglo XX, cayera en picado en la última década de su
vida, convertido en un juguete roto, y que tuviera que ser rescatado
póstumamente. La historia del crío católico de Minnesota, educado en un
internado en la coste Este y en Princeton —cuyas aulas dejó para entrar
en el ejército y escribir— tiene algo de moralizante: después del exceso
y el éxito del joven prodigio, del gran desfase en Europa, vino la
brutal caída, la hospitalización de Zelda desde 1932 en Baltimore, el
bloqueo del novelista que acuciado por las facturas termina en Hollywood
despreciado por la industria, y muere a los 44 años. Pero como
corresponde a toda buena historia se esconde también un final feliz en
la ascensión de Fitzgerald a la categoría de mito. Es un gran héroe a la
americana, aunque ese título normalmente quede reservado a su personaje
Jay Gatsby.
Cuando la fiesta apenas acababa de
apagarse, el novelista reflexionó en tercera persona sobre los locos
años 20 en los que alcanzó la cima:
“Le acabó aburriendo, le halagó, y
le dio más dinero del que había soñado, simplemente por contarle a la
gente que él se sentía como se sentían ellos, que algo tenía que hacerse
con toda la energía nerviosa acumulada y no gastada durante la Guerra”.
La cita está tomada de Ecos de la era del Jazz, uno de los textos que su compañero de Princeton, el respetado crítico Edmund Wilson recopiló en El Crack-Up
en 1945, la primera antología de cuentos, cartas y notas que apareció
tras su muerte.
Aquel libro marcó el primer paso en el rescate de
Fitzgerald. “Luego Wilson logró que El gran Gatsby fuese
reeditado para las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra
Mundial, bajo el sello Armed Service del ejército.
Había algo en Gatsby con lo que los jóvenes soldados conectaban; esa novela es, al fin y al cabo, un libro de la Primera Guerra Mundial.
La ubicación de la historia en Manhattan
y Long Island y los personajes del Medio Oeste que la protagonizan,
resultan todavía hoy enormemente americanos tanto para los
lectores estadounidenses como para los europeos”, explica por correo
electrónico la profesora Ann Margaret Daniel, responsable de la nueva
antología de inéditos. “Lo que mantiene a los lectores fascinados con
Fitzgerald es su talento como escritor”.
Los 18 textos que Daniel reune y prologa en I’d die for you
incluyen historias para llevar a la gran pantalla y cuentos que el
escritor vendió a revistas, algunos de los cuales fueron rechazados y
otros que finalmente nunca vieron la luz, aunque le pagaron por ellos.
Se incluyen relatos de los años 20 pero la mayor parte fueron escritos
después de la gran fiesta y en plena Gran Depresión.
El novelista puebla
estas historias de jóvenes brillantes que no logran alcanzar su sueño,
sea este un empleo o la entrada en la universidad, de divorcios y
desesperación, de temores por enfermedades venéreas.
Pero a Fitzgerald
le seguían pidiendo romances ligeros y desenfado, más glamur. “Sería un
milagrero o un pirata si pudiera seguir sacando un producto idéntico
durante tres décadas”, escribió en una carta al editor de la revista Collier en 1939, citada en la introducción a la antología.
Con el paso de los años a Fitzgerald
también se le hacía cada vez más duro aceptar los cambios editoriales
que le pedían.
El género del relato fue una bendición envenenada para el
autor de Suave es la noche, sus cuentos (terminó 178 y dejó
otros muchos inconclusos) se vendieron muy bien desde la aparición de su
primera novela y cobró cifras astronómicas por ellos (el equivalente a
50.000 dólares de hoy).
El jugoso mercado le devoraba, como le confesaba
a su editor Maxwell Perkins: “Cuanto más gano con la basura menos logro
ponerme a escribir”.
Su bloqueo, sus juergas, su ruina, su generosidad con los colegas (a Hemingway le corrigió Fiesta
y le ayudó a publicarlo), su antisemitismo o su vulnerabilidad han
generado un inagotable río de tinta.
Otro tanto puede decirse de Zelda.
La nueva biografía Paraíso perdido reclama el papel de
Fitzgerald en la historia no solo de la literatura, sino de EE UU, como
cronista de los fallos, excesos y deslices en el paso a la modernidad y
el anclaje en el pasado de la guerra de secesión.
Los valores de
Fitzgerald tienen algo de vieja época presentados en un paisaje moderno.
Ahí está el consejo que recibe de su padre el narrador de El gran Gatsby,
con el que arranca la novela:
“Cuando pienses en criticar a alguien,
solo recuerda que toda la gente en este mundo no ha tenido las ventajas
de las que tú has gozado”.
En 1941, un año después de su muerte su colega John Dos Passos escribió en Nota sobre Fitzgerald: “La celebrity
ha muerto. El novelista perdura”. Lo cierto es que sobrevivieron los
dos. Si esto sirve para llegar a la piscina del gran Gatsby, valió la
pena.
El miércoles por la noche les pregunté a Mila Ximénez y a María
Patiño por el juicio de Belén. Estaba inquieto, tenía ganas de que se
resolviera aunque me provocaba nerviosismo que Belén no ganara por
goleada. Porque no le servía ganar, necesitaba machacar a Toño para que
el exrepresentante no tuviera ni un leve asidero para seguir sacando a
pasear su caradura. Porque lo que lleva haciendo Toño Sanchís en los
últimos meses no tiene otro nombre.
Elemento tóxico y nocivo
Sin embargo, ahora que el juez ha dictado una sentencia muy desfavorable contra élse
me ocurren un sinfín de calificativos para referirnos a una de las
personas más nefastas que han circulado por la vida de Belén. Un elemento tóxico y nocivo que, a tenor de cómo se ha comportado con
ella durante tantos años, vivió con alborozo el camino hacia la
autodestrucción que emprendió su representada.
Defenestrado, hundido, finiquitado, amortizado.
Toño Sanchís está defenestrado, hundido, finiquitado, amortizado.
Pero, por favor, que siga hablando, porque nos dará la posibilidad de
asistir en vivo y en directo a un clamoroso suicidio mediático. Mientras
eso ocurre… ¡disfrútalo, Belén! Te lo mereces. Porque eres buena tía,
porque te queremos y porque siempre has tenido más razón que un santo. El miércoles por la noche les pregunté a Mila Ximénez y a María Patiño por el juicio de Belén. Estaba inquieto, tenía ganas de que se resolviera aunque me provocaba
nerviosismo que Belén no ganara por goleada. Porque no le servía ganar,
necesitaba machacar a Toño para que el exrepresentante no tuviera ni un
leve asidero para seguir sacando a pasear su caradura. Porque lo que lleva haciendo Toño Sanchís en los últimos meses no tiene otro nombre. Sin embargo, ahora que el juez ha dictado una sentencia muy desfavorable contra élse
me ocurren un sinfín de calificativos para referirnos a una de las
personas más nefastas que han circulado por la vida de Belén. Un elemento tóxico y nocivo que, a tenor de cómo se ha comportado con
ella durante tantos años, vivió con alborozo el camino hacia la
autodestrucción que emprendió su representada. Pero a veces la
vida tiene finales felices: gracias a su tesón Belén logró salir del
hoyo en el que estaba metida mientras Toño se revuelca amargado en el
subsuelo, escupiendo una rabia que rebota en su propio organismo y lo
convierte en un ser pretenciosamente ridículo. Un absurdo telepredicador
que confunde las más elementales reglas gramaticales, provocando que
los cimientos de la Real Academia de la Lengua Española tiemblen cada
vez que abre la boca. Toño Sanchís está defenestrado, hundido, finiquitado, amortizado. Pero, por favor, que siga hablando, porque nos dará la posibilidad de
asistir en vivo y en directo a un clamoroso suicidio mediático. Mientras
eso ocurre… ¡disfrútalo, Belén! Te lo mereces. Porque eres buena tía, porque te queremos y porque siempre has tenido más razón que un santo.
Es la semana grande de los gais y se hace un repaso de los más conocidos, pero no veo en ningún inventario a la superfamosa que sale del armario en la biografía de Lucio escrita por el querido Lorenzo Díaz, ‘Memorias de un tabernero’. Una explosiva actriz italiana, que estaba rodando ‘El Cid’ con Charlton Heston a las órdenes de Anthony Mann en 1960, y vivía en la Torre de Madrid “se enamoró de la periodista Encarnita Molina. ¡Fue la primera vez que supimos que a esta impresionante señora le
gustaban las mujeres!”. Encarnita Molina, que a pesar de ser “humilde y
poco agraciada enamoró a la superestrella italiana”, le dio calabazas. Más tarde Encarnita se convirtió en secretaria de Paquita Rico. ¿Que
quién era la famosísima artista a la que le gustaban las mujeres? ¿No lo
he dicho? Acérquense… bajito. Sofía…¡Loren! ¿Cómo se han quedado? ¡Yo,
muerta!