Un pormenorizado estudio analiza la producción de películas al servicio de la nación en el franquismo.
El cine, “ese invento del demonio”, según Antonio Machado, fue, en
manos del franquismo, una herramienta de control para que las
productoras forjaran la idea de España que le interesaba a la dictadura,
una visión nacionalista.
Esa tesis sostiene la doctora en Historia Gabriela Viadero Carral en su libro El cine al servicio de la nación (1939-1975), de la editorial Marcial Pons, un pormenorizado recorrido por la filmografía en el régimen de Franco.
Para este ensayo, prologado por José Álvarez Junco, Viadero Carral (Santander, 1983) ha visto en tres años 450 películas "de las aproximadamente 2.500", apunta, que se produjeron en las casi cuatro décadas de régimen.
Esa tesis sostiene la doctora en Historia Gabriela Viadero Carral en su libro El cine al servicio de la nación (1939-1975), de la editorial Marcial Pons, un pormenorizado recorrido por la filmografía en el régimen de Franco.
“La construcción de la nación española, desde un punto de vista moderno, es anterior al franquismo, surge en el XIX.
Sin embargo, con Franco se renegocia esa idea de España a través de medios como el cine, que llegaba a mucha gente y es persuasivo”, explica la historiadora.
Las productoras "sabían que recibirían permisos para rodar y ayudas económicas si elegían los temas y enfoque que gustaban al poder".
Al comienzo del régimen se creó un intrincado proceso, de ventanilla en ventanilla, para poder filmar.
El objetivo de los productores era conseguir un permiso de importación, "que permitía traer películas extranjeras, las que quería ver el público, y aseguraban ganancias". Para conseguirlo, antes había que producir películas españolas".
El primer requisito, poder rodar, dependía del Servicio de Cinematografía, que vigilaba que el filme respondiese a las directrices de propaganda, si no, podía censurarlo.
Después, la Subcomisión Reguladora de Cinematografía avalaba la viabilidad económica del proyecto y decidía sobre los permisos de importación, y el Sindicato Nacional del Espectáculo determinaba si se concedía el crédito.
La razón de tanta burocracia era satisfacer a las familias del poder (falangistas, iglesia, militares…) que habían ganado la Guerra Civil.
-¿Cómo podemos ayudar a la reina?
-¡Conspirando en su favor como conspiran los partidarios del rey!
-Eso sería provocar una guerra civil.
Esa tesis sostiene la doctora en Historia Gabriela Viadero Carral en su libro El cine al servicio de la nación (1939-1975), de la editorial Marcial Pons, un pormenorizado recorrido por la filmografía en el régimen de Franco.
Para este ensayo, prologado por José Álvarez Junco, Viadero Carral (Santander, 1983) ha visto en tres años 450 películas "de las aproximadamente 2.500", apunta, que se produjeron en las casi cuatro décadas de régimen.
Esa tesis sostiene la doctora en Historia Gabriela Viadero Carral en su libro El cine al servicio de la nación (1939-1975), de la editorial Marcial Pons, un pormenorizado recorrido por la filmografía en el régimen de Franco.
“La construcción de la nación española, desde un punto de vista moderno, es anterior al franquismo, surge en el XIX.
Sin embargo, con Franco se renegocia esa idea de España a través de medios como el cine, que llegaba a mucha gente y es persuasivo”, explica la historiadora.
Las productoras "sabían que recibirían permisos para rodar y ayudas económicas si elegían los temas y enfoque que gustaban al poder".
Al comienzo del régimen se creó un intrincado proceso, de ventanilla en ventanilla, para poder filmar.
El objetivo de los productores era conseguir un permiso de importación, "que permitía traer películas extranjeras, las que quería ver el público, y aseguraban ganancias". Para conseguirlo, antes había que producir películas españolas".
El primer requisito, poder rodar, dependía del Servicio de Cinematografía, que vigilaba que el filme respondiese a las directrices de propaganda, si no, podía censurarlo.
Después, la Subcomisión Reguladora de Cinematografía avalaba la viabilidad económica del proyecto y decidía sobre los permisos de importación, y el Sindicato Nacional del Espectáculo determinaba si se concedía el crédito.
La razón de tanta burocracia era satisfacer a las familias del poder (falangistas, iglesia, militares…) que habían ganado la Guerra Civil.
-¿Cómo podemos ayudar a la reina?
-¡Conspirando en su favor como conspiran los partidarios del rey!
-Eso sería provocar una guerra civil.
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