Una leyenda cuenta que así respondió Alvar Fáñez «El mozo» al Rey cuando éste le preguntó dónde había estado en lugar de acudir a rendir la ciudad.
¿Por qué de todos los parajes en los que uno puede perderse son los cerros de Úbeda los escogidos para divagar o extraviarse?
Quizá porque, como decía Antonio Machado, «cerca de Úbeda la grande, cuyos cerros nadie verá, me va siguiendo la luna, sobre el olivar».
No hay quien visite esta ciudad de Jaén declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por
la Unesco en 2003 sin preguntar por sus famosos «cerros», cuando éstos
no son más que una «engañosa ironía andaluza que hace "picar" al más
docto», según aseguraba Manuel Barrios.
El autor de «Modismos y coplas de ida y vuelta» (1982) aclaraba que «Úbeda no tiene cerros».
Fuentes de Turismo del Ayuntamiento
de la ciudad replican que «Úbeda está en un cerro y hay cerros en sus
alrededores
. Lo de los cerros es verdad», aunque desde el Archivo
Histórico Municipal precisan que «es imposible perderse en ellos porque
es una zona muy alomada y Úbeda se ve desde 60 kilómetros de distancia».
Imposible o no, a estos cerros cuentan que se refirió Alvar Fáñez, «el Mozo» cuando hubo que responder ante Alfonso VIII.
El rey castellano se disponía a apoderarse de Úbeda, animado por la victoria lograda en las Navas de Tolosa.
Había cercado la ciudad y encomendado a este caballero la vigilancia
del flanco sur. Alvar Fáñez, que quizá fuera descendiente del famoso
compañero de El Cid, se distrajo de sus funciones con una bella mora
faltando a su deber.
Cuando el Rey le reprochó su ausencia y le preguntó
dónde había estado, la respuesta del caballero fue: «Por esos cerros,
señor». «Sin dar en la cuenta de que ellos no existían», añadía el
historiador Rafael Gallego Díaz en 1959.
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