Victoria Combalía reivindica el papel de mujeres como Valentine Hugo, Nancy Cunard y Kiki de Montparnasse en el movimiento artístico de inicios de la pasada centuria.
Kiki de Montparnasse, en una famosa imagen que Man Ray tomó en 1926. Man Ray
Por el contrario, las protagonistas del libro son mujeres superactivas.
Como Valentine Hugo, ilustradora de libros y escenógrafa con su marido que acabó llevándose todo el reconocimiento.
“Kiki de Montparnasse era una reconocida cantante, una gran profesional y la única por la que sintió celos Édith Piaf”, apunta la autora.
La mecenas más activa, aparte de Peggy Guggenheim, que decía que había que comprar un cuadro cada día, ayudó a muchos artistas a salir del yugo nazi, como a Breton al que pagó una mensualidad durante su exilio americano, descubrió a Pollock y reunió una gran colección de arte que puede verse en lo que fue su casa de Venecia (en cuyo jardín está enterrada junto a sus perros), fue, según la autora, Maria-Laure de Noailles.
“Ella y su marido adelantaron el pago de una obra a Dalí que utilizó el dinero para comprar su barraca de Portlligat. También ayudó a Picasso y financió a Luis Buñuel La edad de oro con 260.000 francos tras ver en 1929 Un perro andaluz.
Un apoyo que llevó a la pareja a ser expulsada de los círculos sociales de la alta burguesía parisina”.
Pero la que más simpatía despierta a la autora es Nancy Cunard.
“Era poeta y periodista y durante la Guerra Civil destacó por su militancia a favor de la República, escribiendo crónicas como las de Hemingway.
Criticó los campos de refugiados y ayudo a los exiliados.
Era una enamorada de la cultura africana y fue desheredada por su relación con el músico negro Henry Crowder”.
Maria-Laure de Noailles y Salvador Dalí, en 1930.
Libertad sexual
Las seis comparten aficiones: casi todas beben, fuman opio y todo tipo de drogas y son bastante libres sexualmente.“Es lo normal, ya que el ambiente artístico y la creación estaban muy unidos a las drogas.
Peggy no bebía pero sus maridos eran unos borrachos y ella, según se da a entender en sus biografías, era casi ninfómana”.
Algunas fueron tachadas incluso de locas, como Kiki de Montparnasse y Nancy Cunard.
“Eran mujeres muy independientes y tenían mucho carácter, con comportamientos contrarios a los que se consideraban normales dentro de la burguesía, la clase a la pertenecía la mayoría”, explica la autora que considera que no existen mujeres como ellas hoy en día.
“Que cumplan todos sus requisitos, no.
La sociedad de los años veinte y treinta no es la de ahora.
Quizá Francesca Thyssen, la hija del barón.
Me consta que hace mucho por los artistas, pero desconozco si su vida sentimental es tan intensa como la de ellas”, remacha.
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