Javier Marías: “Nunca pensé que sería escritor”
Publicar a los 19 años le ha llevado a convertirse en “el joven Marías” hasta casi los 65 que tiene ahora.
Novelas como ‘Corazón tan blanco’ y ‘Tu rostro mañana’ lo han convertido en uno de los autores españoles con mayor proyección internacional.
“Muchas veces, en el extranjero, he recorrido los quioscos buscando EL PAÍS.
Cuando no lo leo es como si me faltara el desayuno”, cuenta Javier Marías (Madrid, 1951). “He sido lector del periódico desde el primer día.
En 1976, cuando salió, yo vivía con mi padre [el fi lósofo Julián Marías], y él lo recibía en casa”.
No recuerda la primera vez que el diario habló de un libro suyo, pero sí el primer artículo que publicó: “Fue en 1978. Se titulaba ‘Cuestión de formas’ y era una defensa de los que se abstuvieron en el referéndum de la Constitución, entre los que estaba yo”. Desde 2003 la última página de EL PAÍS SEMANAL lleva su firma.
Javier Rodríguez Marcos
Javier Marías: “Nunca pensé que sería escritor”
¿Cuando en 1971 publicó su primera novela pensó que alguna vez viviría de escribir?
No. Tenía 19 años, estaba en la facultad y no me planteaba nada de nada.
Ni siquiera sabía si sería escritor. Había escrito Los dominios del lobo porque tenía costumbre de escribir cosas desde los 12 años
. La dejé ver a algunos amigos y llegó a Juan Benet, al que le hizo gracia.
Él hizo unos trámites y se acabó publicando.
Pero nunca pensé que sería escritor. Ni siquiera sabía si iba a escribir otra novela.
Hace poco escribió sobre las formas actuales de censura. Su libro tuvo que pasar la franquista.
Un estudioso me pasó el informe del censor.
La novela pasa en Estados Unidos y no la consideraron peligrosa.
Eso sí, el informe decía algo así: “No hay ataques al Régimen ni a la religión pero es una imbecilidad de novela”
. Había escenas eróticas y violencia, pero eso nunca molestó demasiado a los censores franquistas. Aunque a Benet, y eso que sus novelas son bastante abstractas, le oí contar que le habían sugerido que quitara la palabra muslo.
¿Qué es lo que ha cambiado en estos años en el mundo literario?
Hoy es probable que ningún editor tenga la paciencia que se tuvo conmigo.
Publiqué cuatro novelas antes de que la quinta tuviera algo de fortuna comercial. La sexta tuvo más y más aún la séptima,
Corazón tan blanco. Ahora los editores esperan resultados casi inmediatos.
¿La edición es ahora menos literaria?
No se puede generalizar, porque hay editoriales pequeñas que siguen ocupándose de la parte más artística de la literatura y no están sujetas a la exigencia de resultados inmediatos
. Pero las editoriales grandes tienen mucha menos paciencia para sostener a un autor en el que creen. Si los resultados no llegan en dos, tres libros, es normal que lo dejen caer.
Hoy publicar por primera vez es más fácil, lo difícil es mantenerse si uno no da resultados pronto
Pero ahora hay más lectores.
Ha habido fases. Hubo un periodo, de mediados de los 80 a mediados de los 90, en que la gente hizo un esfuerzo por leer cosas que no fueran baratas.
Si uno mira las listas de libros más vendidos entre 1985 y 1995 se encuentra con autores de calidad: Yourcenar, Milan Kundera, Duras, Eco…
A partir de los años 90, coincidiendo con los gobiernos de Aznar, se produce un retroceso enorme.
Se volvió a la ignorancia satisfecha y se dio rienda suelta a los gustos más bajos en la televisión y en el cine. Y parcialmente en la literatura.
¿La literatura está condenada a ser minoritaria?
Es que en comparación con la población total hasta García Márquez es minoritario. Siempre se conservan bolsas de lectores de calidad, pero hoy son incomparablemente más exiguas.
Los escritores de su generación tuvieron desde muy pronto el favor del público…
Es cierto
. En los 80 se dio cierta comunión entre lo que escribíamos y lo que interesaba al público.
No siempre fue así. Escritores indiscutibles como Marsé, Benet o García Hortelano tenían prestigio, pero vendían poco
. El cambio en los lectores nos favoreció a mí y a autores como Muñoz Molina, Millás, Rosa Montero, Eduardo Mendoza…
Tengo la impresión de que hoy es más difícil y que vuelve a pasar como antes: el público va por un lado y el prestigio, por otro.
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